12. Yermos Familiares (1/2)
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☀️DALIAH☀️
Junte las palmas un momento e hice ojitos de perro maltratado.
–Por favor– le pedí a mi papá.
Como siempre, nos habíamos reunido todos en la cocina. A ese punto, no entendía para que teníamos sala si ni la usábamos, pero no importaba. Necesitaba el permiso de mi papá para salir y él unas horas con mis tíos para ver un partido.
–Solo si Dante la lleva.
–¡Sí!
–¿Que Dante qué, discúlpeme?– Él puso las manos en sus caderas.
–Que lleve a su hermana mientras Nick y Sebastián llevan a Dylan a ponerse los brackets.
–Por mí no se preocupen– negó Dylan–, yo con mucho gusto les presto a Sebastián para que los lleve.
–No, Dylan– su mamá le agarró los hombros–, usted y yo ya tenemos una cita programada.
Mi pobre hermano puso una carita de sufrido, pero yo misma había hecho un drama por nada hace años, así que lo dejé pasar y miré a Dante.
–Solo son unas compritas, chiquititas, chiquitas.
–Ajá, sí, cómo no.
–Dante– mi papá sacó su billetera–, si acompañas a Daliah yo mismo te doy plata para la gasolina, que coman los dos y te dejo quedarte con lo demás. Y si tienes mala actitud, tu hermana se quedará con la plata.
–¿Escuchaste, Dantito?– Le pregunté con una sonrisa.
Me fulminó con la mirada. Ya después hablaría con él para que no me delatara con las compras de Visie, lo que me haría perder la oportunidad de quedarme con ese dinero, pero la gata siempre iría primero.
Cuando subimos al carro, su alegría como el sol; iluminaba el ambiente en un divino diluvio.
–Ay, Dante, tú sí eres amargado– le dije cogiendo mi celular para poner música.
–Seré amargado, pero yo sí quería verme el partido.
–Ya lo encontrarás por streaming. Aparte, nadie te obligó, le recuerdo.
–Pero me manipularon con dinero.
–Eso ya es por avaricia. Oye, mira, me voy a ver con un amigo.
Puso los ojos en blanco y me miró aburrido.
–No ese tipo de amigo. Él está cuidando a Visie mientras yo le voy dando sus cosas.
–¿Entonces le pagas por tenerte a tu gata?
–Muy diferente al jardín de infantes, no es. Pero solo no le digas a mi papá, porque después me regaña por gastar plata por una gata.
–¿Y quién está pagando?
–Yo, de lo que me da de mesada y me deja quedarme de los recesos.
–¿No podías decirle que te descuente de tu mesada lo de la gata?
–Lo intenté. Antes de dársela a Marcos, lo intenté. Pero me dijo que como la mesada viene de él, él no me la daría si los gastos se iban para la gata porque esa plata era para mis gustos.
–¿Y ahora qué estás haciendo?
–Ahora, estoy volteando un poquito la moneda. Él dijo que no podía tener a la gata en la casa, no está en la casa. También dijo que como no estaría en la casa técnicamente no estaría invirtiendo en suplir necesidades ajenas, así que técnicamente me estoy dando un gusto. Porque mi gusto es complacer.
–Sobretodo. ¿Y cuánto cree usted que vale mi silencio?
–¿Un abrazo de tu hermanita que te quiere mucho?
Dobló por una esquina hasta detenernos en un semáforo.
–¿Cuánto crees que se tarde en saberlo?
Me encogí de hombros.
–No sé, pero mira que ni siquiera notó a Visie cuando vivió con nosotros.
–¿Y este amigo de dónde?
–Del colegio.
–Ah. ¿Y el otro bruto?
Lo miré molesta, recordando lo que le había hecho a Elías hace años. Entendía, pero al mismo tiempo no lo hacía.
–No he hablado más con él después de que fuiste de metiche. Pero, Marcos, es parte del grupo de Carlos. Tú lo conociste.
–Sí, sí. Era amiguito tuyo con José.
–Josué. Y también de Daniel y de Evan.
–Daniel…– siseeó.
–Sí, Daniel. Imagino que si no se acuerda de él, mínimo se acordará de la hermana.
–Sí, sí me acuerdo– murmuró piqueteando los dedos en el volante.
–Oye, aquí entre nos, te prometo que de mi boca no saldrá nada. ¿Qué pasó con Gabriela?
El semáforo cambió a verde y volvimos a avanzar por la autopista.
–Pues, lo que tenía que pasar. Ya sabes.
–No, no sé, por eso le estoy preguntando. Ya no es como hace unos años que era una niña, ya me puedes decir.
–Sigues siendo una niña para mí, Daliah.
–Awww, tan lindo. Pero no se despiste, cuente la historia con lujo de detalles.
–¿No que tenemos que llegar al centro comercial?
–Ah, pero tú conoces cómo son los trancones de Bogotá. Empiece a contar, que el taxi de allá tiene ganas de meterse por donde no debe.
Terminó de contarme el desastre que fue la última vez que discutieron en el Le Noir, un restaurante hermoso y grande de la ciudad. Resulta que, después de una noche agitada, el descarado de mi hermano pronunció el nombre que no era —Gladys en vez de Gaby— durante su almuerzo con Gabriela. Para colmo, prima de Daniel, aunque de eso mi hermano no se enteró hasta la cachetada que le llegó, y según él no conocía a nadie con ese nombre.
Duraron meses sin hablar, hasta la semana anterior al viaje de Dante y él dijo que sí se iba no iba a tener ninguna relación a distancia.
Subimos hasta la zona de comidas, donde identificamos a mi bella y hermosa gatita con manchas en el regazo de Marc, sentado mirando el teléfono y tomando agua.
Avancé rápido hacia ella, quién maulló al verme. Marc apenas alcanzó a fruncir el ceño cuando agarré a Visie para abrazarla.
–¡Mi vida!– Miré a Visie, hermosa con sus manchitas nuevas–. ¿Cómo te ha ido con este bobo, mi bebé?
–Este bobo es quien la cuida– me dijo el bobo.
–Hola, Marc– sonreí–. Mira, él es mi hermano Dante– me volteé para mirarlo a unos metros de distancia con expresión confundida–, fue él quien me trajo. ¿Qué hubo?
–Nada, te esperaba para que hagas tus dichosas compras.
–Es que mi niña se merece lo mejor. ¿Sí o no, Visie?
–Buenas tardes– saludó mi hermano, en ese momento tras de mí, ofreciendo su mano.
–Buenas tardes– también le agarró la mano.
–Discúlpeme la imprudencia, ¿Lo conozco?
–No, no que yo recuerde– ambos se miraron con el ceño fruncido al soltarse las manos.
–¿Qué fue eso? ¿Un flechazo?– Intenté bromear.
Muy tensos para sonrisitas, de acuerdo. Visie sería mi mejor compañía entonces.
–Vengan, vamos a comprarle lo suyo a la nena– avancé un poco para salir del puesto de comida.
Los esperé cerca de un almacén de zapatos deportivos y materiales de ejercicios.
–¿Y de dónde es usted?– Le preguntó Dante a Marc.
Me volteé un momento para llamarle la atención con la mirada antes de que quisiera alargar el interrogatorio.
–De Barranquilla– Marc tragó saliva, yo mientras caminaba con ambos, pero acomodandome en la mitad.
–Tal vez de ahí se conozcan– dije–, Dante vivió unos meses allá hace dos años.
–No recuerdo haberte visto.
–No, pero me resultas familiar– continuó Dante–. ¿Tienes familia que trabaje en la industria de productos en el Caribe de forma turística? Creo que salió algo al respecto hace un año de una empresa que quebró.
Un silencio incómodo.
Marc apartó la vista y fue el primero en subirse a la escalera eléctrica, luego fui yo y Dante tras de mí. Inclinado un poco sobre la baranda, y sin mirarlo a los ojos, respondió.
–Sí, sí tenía familia trabajando ahí.
Tenía.
La palabra sonó con cierto pesar. Sus ojos verdes parecían cubiertos por sombras invisibles, como perdido en su mente.
–Claro. ¿Algún hermano?
–No, no eran mis hermanos quienes trabajaban allá.
–Pues tus hermanos se veían jóvenes cuando los conocí– intenté aliviar el ambiente–, ¿Eres el del medio o el menor?
–El menor.
–¿Por cuánto?
–Con mi hermano, cinco años, y con mi hermana dos– murmuró más relajado, bajando de las escaleras.
–Un poco más y compites con Daniel– me acerqué a él caminando a la par.
–Tú también tienes dos hermanos.
–Pero yo compadezco más a tu hermana, ser la del medio con dos hombres es de paciencia– fulminé a Dante–, más cuando algunos son ojo alegre.
–Uff, esa cantaleta la escuché hace rato.
–¿Ah, es que él bandido es usted?
–No, cómo cree– negó como niño ofendido–. Yo jamás, Lucas, por otro lado.
–¿El fue el que se metió con una de las amigas de… Viviana?– No me acordaba si ese era el nombre, pero habíamos empezado a criticar a nuestros hermanos durante las cuatro horas en el laboratorio de química.
–Vivianne, y sí. Y ella se lo cobró con mi mejor amigo.
–¿Josué?
–Ya quisiera Josué que Vivianne lo mirara.
–Le regalamos un helado entonces para que no llore.
–Y otro para Evan en la entrega de informes.
Fruncí los labios. Al menos teníamos la oportunidad de ver nuestras calificaciones antes que nuestros papás.
–Habrá que alejar todo objeto punzante de él.
–Y de su mamá.
Llegamos hasta Miniso.
–¿No íbamos al Éxito?
–Pero es que aquí venden cosas más bonitas, y luego vamos al Dollar City o al Gigante del Hogar.
Me distraje al ver un traje de Gryffindor para gatos. ¡Qué bello! Y había un gorrito de pingüino. Y baberos de los Ositos Cariñositos. Y otro de Pardo de Escandalosos. Y otro de Polar. Y de Panda. Y una corbata rosada. Y…
Termos de Harry Potter. Y no solo eso; organizadores, estuches, bufanda, mitones, ganchos, manteles, capas, medias, tapetes, relojes, tazas con pitillo, libretas, lapiceros, stickers, bolsos…
–No necesitas nada de eso– llegó Dante a amargarme el momento.
–Pero es de Harry Potter.
–¿Y qué tiene que sea de Harry Potter?
–Y hay hasta cargadores– comentó Marc viéndolos.
–Se pueden comprar los normales.
–No son tan lindos– miré a Marc–. ¿Dónde vas?
–A ver si veo algo para mí hermana, que cumple años en cuatro días.
Le dí Visie a Marc, también atento a los productos de la franquicia. Me alejé un poco y me encontré con algunos productos cosméticos; mascarillas, brillos, sombras…
Sentí una presencia más a mi lado. Acto seguido, miré a mi derecha sonriéndole a Dante con tester de rubor en una mano.
–Mira, qué bello.
–Daliah, ahora sí hablando serio– me olvidé de mi sonrisa–. ¿Qué sabe de él?
–Sé que estudia en el mismo colegio que yo, que nació por allá en la costa y no es ningún delincuente para que hagas un juicio sin sentido.
–No, pero si familia sí está llena de delincuentes– miró a su alrededor, hablando en voz baja.
–¿Lo conoces? ¿Conoces a su familia?
–¿Usted conoció a su familia?– Se vió casi asustado con la idea.
–Pues, he visto a sus hermanos una vez– cuando lo sacaron a él de la fiscalía.
–¿Y no sabes nada de ellos?
–Pues si no me dice nada tampoco voy a saber.
–¿Cómo se apellida?– No respondí–. Habló enserio, ¿Cómo se apellida?
–¿Qué le importa, metiche?
–¿Cortes?– Ah, carajo. Entonces sí sabía algo–. ¿Sabes de dónde lo reconocí?
–De dónde, a ver.
–De las noticias.– Fruncí el ceño–. Allá en Barranquilla, el papá era muy conocido porque era dueño de una empresa que organiza eventos turísticos y trabaja en los productos de estos allá y en todo el Caribe y el Pacífico.
–¿Y eso qué? Digo, qué bien que le vaya bien– volví a poner el rubor en su lugar.
–No, es que no iba bien. El papá se mató.
¿Se mató? ¿Cómo?
Miré a mi alrededor y luego a Dante, mis ojos estaban abiertos de la sorpresa y confusión. La oración seguía en mi mente.
«El papá se mató.»
Se había suicidado. Pero, ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Tendría alguna enfermedad mental o física? ¿Un accidente?
No, un suicidio no era simple accidente.
¿Marc…? Mierda, y Dante le había casi que restregado quién era su papá pero… ¿Qué interés tenía en eso?
Pero el siguió susurrando, con la respuesta a mis pensamientos.
–Se mató, de verdad. Se puso una pistola en la cabeza– imitó el gesto con los dedos– y hasta ahí.
–¿Y cómo sabe eso?– Pregunté con cautela.
–Porque salió en las noticias. Ese hombre se suicido después que la policía se diera cuenta que lavaba dinero y tenía estafado a los socios y con la empresa embargada. Pasó a ser propiedad de gobierno.
–Dante– sisee.
–Solo cuento los hechos.
Volví a mirar a nuestro alrededor, a la cabeza de Marc viendo termos y aparatos eléctricos, y subí mi tono sin dejar los susurros.
–Pueden ser muy “los hechos”, pero no tenía que andar haciéndole cuestionarios allá abajo sobre nada de eso.
–Yo no dije nada del papá.
–¿Y a usted te gustaría que le preguntara si tenía familiares metidos en el HIC? ¿Qué se la pasaban metidos en control oncológico?
–Es diferente– dijo serio–, nuestra mamá no era ninguna delincuente. Mejor mire con quién se junta, el hermano se metió en problemas con las drogas poco después. Averigua.
Aguantamos las miradas un rato. Me limité a ceder y pedirle que mantuviera la prudencia, al menos durante la tarde. No hizo más comentarios fuera de lugar, llamó a algunos conocidos suyos para citarlos al centro comercial y darnos nuestro espacio.
Agradecí demasiado ese espacio, porque fue cuando el fin Marcos y yo pudimos respirar y hablar con más calma. Fui curiosa, pero no presioné y me mantuve en posición de ignorante sobre lo que pudo haber pasado. Desvié un poco la conversación en cierto punto, aprovechando para quejarme de mis hermanos.
Luego mencioné la particularidad de mi papá al utilizar la «D» como inicial de sus hijos. Y me atreví a preguntar si en su familia había algún patrón similar, seguimos hablando hasta que logré sacarle el nombre del papá, de manera disimulada.
No me decidía si estuvo bien o no. No haría nada con esa información, nadie tendría que saberlo. Si las teorías conspiranoicas de mi hermano eran ciertas, Marc tendría el derecho de decidir con quién compartirlo.
Le dije a Dante que no quería saber más del tema al llegar a la casa, pero la curiosidad me invadió en la madrugada y me encontré en mi balcón arropada con una manta, un sentada en un cojín en el piso y con un café frío hecho a último momento y con sigilo de no despertar a nadie, buscando el nombre: Samuel Cortés.
Un sin fin de hombres con el mismo nombre aparecieron como resultado. Bueno, era de esperar. Así que busqué “requisitos” para el papá de Marc.
Primero: debía tener más mínimo 40. O quizás treinta y ocho (no sabía si había sido padre muy joven)
Segundo: Debía parecerse a Marc
Tercero: Debía ser de Barranquilla.
Bajo esta simple lógica, Facebook era más fiable que Instagram, Instagram era para jóvenes, pero Facebook tenía una lista de millenials para atrás segura. Así que busqué en Google:
«Samuel Cortés suicidio.»
Los resultados aparecieron enseguida. Busqué en imágenes. Era idéntico a Marcos.
Tuve que tomar mi tasa de café antes de entrar al primer link.
El pasado 4 de junio del presente año, el hombre identificado como Samuel Cortés Terán fue encontrado muerto en la sala de su hogar por su esposa y el mayor de sus hijos; Sofía Sosa de Cortés y Lucas Cortés Sosa.
El hombre de 44 años, nacido el seis de julio de 1978 en el municipio de Dibulla, La Guajira, fue recientemente acusado de negocios ilícitos en su empresa, mayor conocida como SofiCaribe, asociada con actividades de carácter regional y gubernamental dentro y fuera del departamento del Atlántico. Entre los involucrados, se encuentran los empresarios David Ruiz Beltrán, Camila Palacios Aguilar, Luis Camargo Contreras, Elias Torres Fontalvo, Tamara Cáceres Cruz, Vanessa Bolívar Corona, Eduardo Solano Morales, Juan Castro Roa, entre otros.
El día 30 de mayo, se encontró actividad inusual en una de las cuentas bancarias del reciente fallecido, entre múltiples desbalances y quejas en sus instalaciones. El primero de junio, SofiCaribe se declaró en quiebra de manera oficial, no sin antes ser denunciada por abuso y acoso laboral.
Entre las investigaciones, salió a la luz el lavado de dinero realizado por el señor Cortés el día 2 de junio y al día siguiente fue citado a declarar de manera voluntaria la tarde del miércoles 4 de junio. El hombre, no solo no llegó a la reunión, sino que fue encontrado a las 3:47pm según reportes policiales con un balazo en la sien izquierda en su hogar.
Después de encontrar a su esposo muerto, la mujer, padeciente de déficit cardíaco, entró en crisis ante semejante estrés. Entre sus hijos, fue llevada al hospital, dónde actualmente recibe los cuidados necesarios.
«No escuchamos nada, bueno, sentimos el disparo, pero no había nadie en la vivienda en esos momentos.» Declaró una vecina de la familia «. No supimos qué había pasado hasta que llegó la ambulancia y Sofía estaba desmayada siendo llevada en la camilla de urgencias y los niños estaban como estatuas asustados, acompañados de un amigo de ambos.»
El hijo mayor, Lucas Cortés, se niega a dar una declaración pública al respecto, pero sostiene que hay conclusiones precipitadas en el caso. La policía departamental tomó su declaración el mismo día del suceso, y cerró la investigación, argumentando que fue un suicidio.
Los dos hijos restantes, una chica de 19 años, Vivianne Cortés Sosa, y un chico de 17 años, Marcos Cortés Sosa, fueron llevados lejos de la escena por el ya mencionado amigo Manuel Santos Dohan.
El destino de la familia Cortés Sosa aún es incierto. La policía nacional afirma que, dados los negocios del señor Samuel Cortés, existen altas probabilidades de que se pierdan las propiedades y economistas y empresarios de todo el país, especialmente en la región Caribe, han debatido la situación en audiencias cerradas.
Se espera que en una semana la policía nacional y la gubernatura den su declaración sobre el caso y aclare lo sucedido y qué significa esto para Colombia y todas las empresas relacionadas en la investigación de SofiCaribe.
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Dejé de leer durante cinco minutos. Estaba claro, sus nombres estaban ahí. Lucas, Vivianne y Marc. Incluso el segundo apellido, llegó a mi mente gracias a los recuerdos del día del desastre del carro.
Si ellos habían encontrado el cuerpo... Dios, debió ser horrible. No podía imaginarme a mi propio padre en esa situación. ¿Y con sangre? ¿Con un balazo?
Me estremecí solo de pensarlo. Cerré la noticia, pero aún así me atreví a buscar algo más, tal vez una noticia mejor, un dato o algo. Tal vez nada.
Viendo el tiempo que le había invertido a mi investigación, miré la hora en mi computador.
4 de junio de 2024; 02:34am.
Marc había mencionado que el cumpleaños de su hermana era en cuatro días. Ayer fue tres de junio, más cuatro... 7 de junio.
No me pude imaginar un cumpleaños peor a ese.
Seguí buscando, hasta dar con unos vídeos, documentos, artículos de los involucrados, entrevistas... Había un video horrible circulando en redes.
–Esta– decía la persona del vídeo mostrando una casa–, esta es la casa de un delincuente.
La casa blanca, perteneciente a un conjunto de otras similares, idénticas, estaba rodeada de policías y una cinta de seguridad.
–Samuel Cortes, hombre dizque de familia– continuó la persona del video– se mató ahí dentro después de deberle millones a medio país. Miren como va la policía. ¡A sacar el cuerpo de ese delincuente!
En el porche, rodeado de plantas y algunas decoraciones para la entrada, había una mujer de mediana edad pálida, era evidente que le costaba respirar, y un hombre de unos veinte años mirando con furia a la multitud limitada por la cinta. El hombre se levantó, dejando a la mujer acompañada con uno de los oficiales y se acercó a la multitud.
–¿Qué quieres decir, eh? ¿Qué monda tienes que andar comentando sobre lo que no debes, hijueputa?
–¡Delincuente!
–¡Es tan delincuente como el padre suyo!
–¡Repita eso!– Les gritó el hombre–. ¡Repita eso pa' que vea como sí puedo ser un delincuente!
–¡Uhhh!
–¡Tan bravo que salió el hijo! ¿No soporta las verdades?
La multitud siguió tirando insultos, cada vez se sumaban más personas a ver lo sucedido. Hasta que una mujer gritó.
–¡Miren, vea! ¡Ahí están los hijos que faltaban!
–Pegue el ojo que también se le muere la madre, hijueputa!
Lucas se volteó, vió a su madre sosteniéndose del pecho. Rápido, corrió hacia ella.
Apenas se escucharon las palabras de la chica y los dos chicos confundidos a su lado, pero la policía. Los tres protestaron cuando no los dejaron pasar por la cinta, hubo más gritos donde algunas personas mencionaron que eran los hijos de la pareja. Los tres se pusieron pálidos.
Les abrieron la cinta, el menor corrió rápido hacia su mamá, seguido de la del medio y su amigo. La gente siguió gritando, alguna palabra les tuvo que quedar grabada, porque se quedaron quietos como estatuas. El menor entró a la casa volandose la seguridad mientras la ambulancia bajaba la camilla. El hijo mayor había sido llamado por otro policía para hablar de algo, no se dió cuenta cuando sus hermanos entraron.
El amigo de ambos gritó sus nombres. Lo que pasó dentro de esa casa es desconocido, pero el hermano mayor entró rato después, duraron unos minutos hasta que el amigo de los dos menores salió con la chica temblando y llorando, abrazándola. Los insultos le cayeron peor, abrazó más al chico mirando a la ambulancia y luego a la camilla donde en esos momentos estaba su mamá.
Uno de los paramédicos se le acercó. Ella siguió aferrada a su compañero y fue evidente que fue él quien más habló, acariciándole la espalda y el cabello en muestra de apoyo. Luego dos policías hablaron con ellos. Tardaron unos segundos, pero los dos hermanos restantes salieron.
El pequeño tenía la cara húmeda, la mirada perdida y era guiado por la mano en la espalda de su hermano. Él le rodeó los hombros, murmuró algo y se acercó a los dos jóvenes restantes acompañados del paramédico y los policías.
El hermano mayor habló con el amigo de sus hermanos, él asintió y ambos se dividieron. El mayor fue con la mamá en la ambulancia y los demás, acompañado de su amigo, cuyo rostro bronceado de ojos claros como el caramelo no había revelado nada hasta que pasó frente a la cámara y sus ojos estaban húmedos reteniendo las lágrimas mientras llevaba a Vivianne y Marcos a una zona más tranquila en medio del caos.
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Manuel Santos Dohan, recordé el nombre por la noticia. Había que tener pantalones para ver lo que vió y valentía para pensar en los demás antes que en lo que la imagen le podía hacer a sí mismo.
Tardé un poco, pero encontré un perfil acordé con las características del hombre. La foto era de una familia de cinco, la mujer acostada con un bebé en brazos, una niña de cabello ondulado sonriendo a su lado, un hombre al lado de ambas y un niño más grande en las piernas del hombre con una sonrisa abrazando a su hermana.
No hizo falta ver más para saberlo, eran ellos. Marcos era casi idéntico a su papá, igual su hermano. La hermana, era más bien parecida a su mamá, pero entre los tres tenían rasgos varios de ambos.
Las imágenes eran hermosas, tiernas y llenas de cariño. Algunos videos de travesuras infantiles, Marc aparecía casi siempre con su hermana y Lucas con amigos. Habían fotos de graduaciones, cumpleaños y algunas recreando momentos viejos.
Las más frecuentes eran de el hombre con su esposa, con Sofía, cuya relación, averigüé, empezó desde sus diecisiete años. Había muchos mensajes románticos, muchas fotos de besos, de aniversario, regalos. El hombre era detallista con su mujer, parecía un amor genuino y puro. Creo que me elevó un poco el estándar incluso.
Cuando veía las fotos de Marc, había casi siempre un niño, después de dí cuenta de que era Manuel. Habían fotos de ellos con los padres de él, una amistad demasiado larga. Al recordar el vídeo, pude entender porqué había durado tanto.
Con ellos, a veces aparecían otros niños más, a veces los padres. Seguí de perfil en perfil, me dí cuenta que los cuatro niños habían estudiado en el mismo colegio. Más tarde, entrando a la edad de Dylan, se les sumó una chica muy linda.
Anoté los nombres. Juzgable, en efecto. Pero las investigaciones deben ser completas.
Manuel Santos.
Daniel Montenegro.
Thiago Acevedo.
Y Shanon Altamar.
Shanon, mayor conocida como Shana, también estudió en el mismo colegio que los cuatro. Se hizo amiga cercana de Vivianne, y salían juntas de vez en cuando. Por lo más reciente, es apasionada de la danza y los musicales, le encanta Mamma mia, y la amiga con la que más sale en las fotos se llama Noreen. No la encontré en facebook, ni a Shana ni a Noreen, pero sí a Daniel. Y él me llevó al perfíl de Shana, con fotos del atardecer, de baile, ferias, flores, fotos tranquilas de ella con sus amigos y videos de mensajes bonitos. Su perfil de TikTok podría ser un documental de los chicos y ella en cada situación.
Daniel era el novio de Noreen, también desde adolescentes. La mayoría de sus fotos eran de él pequeño, pero en Instagram eran del tipo tranquilo, enamorado y serio, todo tranquilo y estético. En TikTok tenía mil pendejadas, anécdotas con sus amigos, incluidos Marc, quién era un loco. No en el sentido de tomar, fumar o cualquier otro vicio. Era el tipo de loco con malas ideas y pocas probabilidades de contar la anécdota.
Todo el grupo era así. Thiago sobretodo, en un video se lanzó agachado en un monopatín por una colina alta y en otro se le vió colgado como mono en un árbol el triple de alto que él. Ese sí tenía contenido en Tik Tok y fotos raras en Instagram, memes, ocurrencias y anécdotas raras. En una de ellas, Marc y él hacían una bola gigante de cera de vela, Thiago le robó un poco de cera a Marc para hacer la candela del diablo y tiró casi media botella de agua.
Y Manuel tenía todos los perfiles en privado.
Era como el papá del grupo. Pero ví un poco más de él en el Instagram de Vivianne, dónde muchas veces estaban abrazados y a veces tenían fotos de pequeños. Vivianne era muy familiar, tenía momentos con sus hermanos en destacadas y pocos TikToks con sus amigas, trends populares y ya. La más frecuente fue una chica con la que (según ví) Marc había tenido sus queveres llamada Cassandra. Y ella era la mejor amiga de Noreen.
Noreen sí tenía un perfil bonito, donde se viera era pura energía positiva, muy parecido al perfil de Shana o Vivianne, pero más elegante. Más delicado. Amaba la moda, los caballos y las cosas caseras. Muchas todos de ella era con vestidos hermosos, tenía un cuerpo envidiable en verdad, muchas de ellas diciendo que Daniel era su fotógrafo especial y dejando notitas bellas de amor hacia él. Algo que él correspondía al instante.
Investigué un poco más, Daniel se portaba bien (al menos en la relación, porque por fuera era un manojo de malas ideas). No había likes ni seguidos a cualquier chica, no comentarios subidos de tono ni corazones a gente cualquiera. Dónde se los viera, ambos estaban siempre juntos.
Obviamente, utilicé mi perfil de crochet para verlo todo. De todos modos, tres veces me aparecieron clientes en Bogotá y llevarlos no me costó nada. No era un perfil empresarial, era únicamente para stalkear, pero eso no significaba que no podía ganar con eso.
La última historia de Noreen era en un desayuno con Shana y Cassandra.
No me atreví a ver el de Marc, él sabía que yo hacía crochet y como se me fuera el mouse me daba un paro como el de su mamá.
Luego ví a los empresarios relacionados en las noticias. Aparecieron más, a algunos se le retiraron cargos, otros presentaron multas, pasaron por juicios, sentencias. También averigüe de sus familias, de empresas asociadas con ellos. Entré a revistas de economía, sociales, de noticias... Reconocí a algunos por parte de los negocios de mi papá.
–¿Y usted qué anda haciendo?
Dí un respingo y cerré el computador. ¿Cuándo amaneció? ¿Cuándo entró Nick a mi cuarto?
–¿Qué hacía ahí en el piso?– Preguntó inclinandose en la entrada del balcón.
–Estaba... estaba investigando para una tarea de economía y me encontré con una noticia de hace un año– murmuré levantándome–. Y me causó curiosidad.
–Muestre la noticia.
Le dí el computador. No había nada malo en lo que hacía, así que no tenía porqué entrar en pánico.
El rostro de Nick se volvió tenso, tuvo que acomodarse el flequillo rubio para ver bien la pantalla, ahora acomodada en mi escritorio.
–¿El suicidio de Samuel Cortés?– Me miró seria.
–Es que era investigar sobre el manejo de empresas, y me salió ese caso. Y cuando terminé... quise saber más.
–Ya veo– apoyó la cadera en mi silla–. Este tipo de historias tienen muy mala energía, pero sí fue algo muy terrible, sobretodo para su familia.
–¿Sabías de él?
–Conocía su negocio, era muy bueno en lo que hacía. Pero en persona, solo en pocas ocasiones. Nunca llegamos a hacer tratos ni nada con tu padre o hermano, él fue quien nos comentó lo que pasó cuando vivía en Barranquilla.
–Ah...
–No debería desvelarse por este tipo de noticias, no atraen nada bueno. Hoy no tomarás café hasta que duermas bien, Daliah.
–¿Y el colegio?
–¿Para qué irías al colegio desvelada? ¿Para dormirte? Para eso, prefiero que estés aquí o que me acompañes a la oficina, en la tarde tengo un almuerzo con dos accionistas, un almuerzo informal, claro, y preferiría no ir sola.
–¿Y papá?
–Tu papá tiene que hacer unos informes presupuestales con Dante hoy. No podrá asistir. ¿Te gustaría acompañarme?
–Sí.
–Bueno, entonces duerme un poco por favor. Después te preparo un café, y le diré a tu papá que hoy no irás a clases.
Cuando salió de mi cuarto, fue el momento en el que al fin pude respirar. Suspiré.
Dejaría el asunto de Lucas y el comentario de Dante sobre las drogas para otro día.
︵‿︵‿︵☀️︵‿︵‿︵
Holi, qué capítulo, no? 👀
Quiero aclarar que todo lo sucedido fue idea mía, todo es de mi autoria. Si hay nombres parecidos, situaciones o algo similar a la realidad es coincidencia. La noticia es falsa, la escribí yo, obviamente, pero no está de más aclarar los hechos para evitar confusiones.
Ahora sí, qué opinan de todo lo sucedido?
Los leo en comentarios.
Besos 💋
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