
Capitulo 1 :Compasión
En una cabaña para dos personas, que se hallaba rodeada por un inmenso bosque iba saliendo una chica de 17 años, su cabello negro azabache siempre había fascinado a las personas de su aldea pues era mas oscuro que un cielo sin estrellas, la chica apenas lleva un año viendo sola en esa cabaña que perteneció a su abuela antes de ella, su abuela había sido la curandera que ayudaba a los cazadores y leñadores que se lastimaban en su camino de vuelta al pueblo, su abuela paso 5 años pasando sus conocimientos a su querida nieta para que en su momento ella tomara su lugar.
Para la chica en sus primeros meses en la cabaña habían sido difíciles, el no tener a su hermano menos Erik de 16 años el cual tras cumplir 13 comenzó a trabajar de leñador o a su padre el segundo mejor cazador de su aldea le había dejado un sentimiento de soledad al despertar no escuchar el ruido de estos. Su madre había muerto cuando ella cumplió 13 años.
La chica seguía su caminata hacia la aldea como lo hacía todos los lunes para comprar algunas cosas para la despensa y para ver a sus amigas de las que la gran mayoría se había casado o estaba por casarse.
La chica iba con una sonrisa mientras compraba algunas de sus cosas favoritas asta que una de sus mas cercanas amigas, Alba de 18 años fue su amiga, vecina y muy recientemente la esposa de su primo.
Alba abrazo y saludo muy alegre a su vieja amiga mientras esta aun no la había notado –Siempre eres tan predecible Dalia- aquel comportamiento sorpresivo de su amiga Alba siempre dejaba algo asustada a la chica.
Se podía notar lo molesta que estaba la chica con su amiga por la forma en la que fijaba su mirada en ella, pero su vos solo mostraba algo de cansancio –En verdad ¿cuándo dejaras de asustarme así?- a la pregunta de su amiga Alba solo rio mientras comenzaba a comprar y acompañar a su amiga en su visita semanal.
Las dos chicas pasaron toda la mañana juntas entre risas, cuando las dos notaron que el sol ya estaba en lo alto, ambas decidieron descansar un poco en la plaza de la aldea.
Las chicas se sentaron en una de las nuevas bancas que habían colocado en la plaza. Mientras que Dalia se recostaba en la banca, Alba estiraba sus brazos mientras deba unas grandes bocanadas de aire.
Alba poso su mirada en su amiga y no se pudo aguantar las ganas de hacer la pregunta que alguien le había pedido que hiciera. En un tono de voz sutil y calmado la chica pregunto –¿Dalia cuando planeas casarte?- aquella pregunta poso una mirada molesta en el rostro de la chica de cabello azabache.
Dalia aguantando las ganas de insultar a su amiga, la chica inhalo y exhalo con suavidad haciendo con esto que su amiga se pusiera algo nerviosa por la respuesta que le daría –Sabes Alba que no tengo interés en nadie y menos en ¡¡¡tú molesto hermano!!!- gritando en sus últimas palabras hizo que la chica se deslizara en la banca alejándose un poco de su amiga.
Las chicas discutían un poco por la insistencia de Alba en que su amiga le diera la oportunidad a su hermano mayor Sebastián de 22 años y que desde los 15 años de la chica, él había estado detrás de Dalia intentando cortejarla pero todos los esfuerzos de este siempre chocaban contra la impenetrable muralla de negativas de Dalia.
Las chicas discutieron un poco asta que la concentración de Dalia se enfocó en el sonido de una carreta que entraba a la aldea. Una sonrisa se posó en el rostro de la chica la cual no dudo en correr hacia la carreta dejando hablando sola a su amiga.
La chica estaba ansiosa esperando en la parte trasera de la carreta a que se abriera la puerta.
Cuando aquella puerta de madera un hombre mayor de entre unos 67 años pero aún mantenía la mayoría de sus cabellos de color castaño oscuro. Aquel hombre le sonrió a la chica mientras bajaba de la carreta –Bien señorita ya puede buscar sus libros de la semana- Dalia no dudo di un segundo entrando en la carreta para empezar a buscar algún libro de su agrado entre la inmensa cantidad de libros que se encontraban dentro.
El hombre sonreía mientras esperaba a que la chica saliera con sus libros. Aquel hombre no podía dejar de sentirse feliz porque alguien en este lugar amara la lectura, antes sus viajes eran directos a la ciudad central pero después de su primer desvió por esta aldea ya no pudo faltar el lunes de la siguiente semana, aunque su viaje se hacía alargaba por un día, pero aun así valía la pena el ver la sonrisa de la chica tras llevarse sus libros.
Luego de un par de minutos la chica salió con tres libros entre sus manos y con una sonrisa de alegría de dijo al señor –Me llevare estos tres- la chica mostro la portada de dos de los libros –"El día que te conocí" y "Su legado"- la chica coloco una mirada algo confundida cuando mostraba la portada del último libro.
La chica mostro frente al señor un pequeño libre de bolsillo el cual no tenía título, en su portada solo había el dibujo de una luna creciente, antes de que la chica pudiera decir algo, él nombre pregunto muy amablemente –¿Donde encontró ese libro, señorita?- la chica respondió con sencillez diciendo que aquel pequeño libro estaba bajo una pila de grandes enciclopedias, la chica dijo algo que se llevó todo la atención de aquel hombre "sentí como si me llamara" esas palabras resonaban en la cabeza del hombre.
La chica se sorprendió mucho al escuchar que el vendedor de libros le estaba regalando ese libro pequeño. Una gran sonrisa se dibujó en el rostro de la chica aunque esta traba de negarse ante la gentileza de aquel hombre, pero al final ella se quedó con el libro.
Mientras la chica se dirigía feliz a reunirse con su padre y hermano, el vendedor de libros tenía su vista fija en la chica que se iba alejando cada ves más. Él rostro del hombre no pudo contener mucho tiempo la gran sonrisa al ver que la chica se iba con los libros en manos.
El hombre mantenía esa sonrisa mientras serraba la puerta de su carreta, con una voz sabe susurro para el mismo –Parece que mis desvíos por esta aldea no fueron en vano- el hombre reía alegremente mientras se acomodaba en el frente de la carreta y con suavidad tomaba las riendas de los caballos, con un tono de voz suave igual susurro –Ese muchazo de verdad tiene suerte de que el destino le colocara a una chica tan agradable como ella- el hombre rio mientras partía lejos de la aldea.
Después la una agradable cena familiar con su hermano y padre en la que se contaron las cosas que hicieron en la semana. Aquellos momentos en familia eran los mas preciados para la solitaria chica.
La chica camino a paso lento dándose la oportunidad de mirar el bello paisaje nocturno, las luciérnagas daban una atmósfera de cuento de hadas como de los muchos que había leído en el pasado, ella miraba con hipnotizada la luna creciente que se abría paso en la oscuridad de la noche con su tenue luz.
La chica se sentía tranquila y relajada adentro de su acogedora casa, ella se encontrada dejando sus nuevos libros en el primer escalón de las escaleras y se disponía a dormir cuando un fuerte aullido resonó en el bosque, la chica estaba parada en seco.
El aullido de los lobos no era raro en el bosque pero este parecía estar herido, la chica trago saliva y tomo una vela y se dirija a la puerta, la chica trataba de calmarse antes de salir "Vamos Dalia, no será la primera ves que ayudes a un lobo" se repetía en su cabeza mientras salía muy despacio por la puerta principal, ella trataba de que el tono de su voz se mantuviera firme –¡¡Quien esta ahí!!- el grito de la chica provoco un silencio ensordecedor.
Después de un par de segundos la chica escucha como unos leves pasos se acercaban a la casa de la chica, esos pasos le parecían muy familiares... ella pensó una y otra ves a que le recordaban esos pasos mientras trataba de ver en todas direcciones.
La chica mira algo asustada al ver como un lobo de pelaje azabache se iba entrando bajo la luz de la vela, la chica estaba extrañada los lobos de la zona no eran de ese color, cuando aquel animal se encontraba mas cerca de la casa fue cuando la chica pudo notar que la pata delantera derecha de aquel lobo estaba perforada por una flecha.
Aquel lobo caminaba cojeando a paso lento acercándose a la chica, clavaba fijamente sus ojos color ámbar viendo a la chica. A pesar de estar herido y necesitar ayuda el lobo se mantenía lo mas alerta posibles.
El animal miraba con temor mientras la chica se le acercaba mostrando su mano derecha en señal que no tenía nada, la chica trataba de no asustar al pobre animal herido, con un tono de voz lo mas suave que pudo –Tranquilo pequeño, no te voy a lastimar- la chica se puso de cuclillas quedando cara a cara con el lobo haciendo que el ambiente para los dos se pusiera mas tenso, la chica acercaba la mano hacia la cabeza del lobo mientras con un tono suave le decía –Me dejas ayudarte pequeño- ante las palabras de la chica el lobo bajo los orejas y dejo que la chica lo tocara.
La chica estaba totalmente extrañada de que ese lobo entrara con facilidad en su casa, no parecía tener miedo una ves este entro, la chica con cuidado le retiro la flecha de la pata y aunque ella esperaba que el animal intentara morderla pero este solo soltó un chillido muy fuerte.
Mientras la chica le colocaba una venda en la pata del lobo esta nota que el animal llevaba un collar con una pierda cono dije. Ella miro con curiosa el colla de tal forma que el lobo se percató de esto y trato de tapar el collar bajando la cabeza y viendo fijo a la chica.
Luego de ayudar al animal herido la chica le dio un pequeño plato con las sobras de su desayudo del día y una manta en el piso para que durmiera, con una voz muy cálida y gentil dijo la chica –Dejare que duermas aquí y mañana resisare tu pata- tras eso la chica acaricio la cabeza del animal y pues siguió su camino hacia las escaleras pero una sensación de hormigueo en su pecho hizo que mirara los libros que estaban el escalón de la escalera, un pensamiento cruzo por su mente "Mejor llevo esto a mi habitación no sea que los dañe" tras eso la chica tomo los libros y se dirigió a su cuarto con ellos.
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