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—¡Vamos!, ¡chicos y chicas!—Su voz dolia pero no importaba, estaban a tres días de la cuarentena y le parecía una buena idea.

Un cartel enorme pegado en la parte delantera y un mantel blanco larguísimo era lo que portaba la mesa.

"Antes de la cuarentena, se valiente y declararte a la persona que te gusta!!" era la frase que contenía el cartel.

— ¡No se acobarden! ¡Tal vez sea su única oportunidad!

Sus cabellos castaños se agitaban suavemente bajo la sombra del toldo. El aire caliente le golpeaba la cara provocándole un sudor pegajoso en la frente.

Una botella de agua helada se interpuso en su visión, luego fue puesta en la mesa, unas pequeñas manos la tomaban con delicadeza.

Sonrió inmediatamente sabiendo de quién se trataba, levantó un poco su vista, ya que casi estaban a la misma altura, aunque tuvo que girar un poco la cabeza.

— Hi-chan, gracias por el agua.

— No agradezcas, la necesitas más que yo...–Su sonrisa brillaba mucho y sus mejillas rojizas, tal vez gracias al calor, pensaba la de cabellos castaños– ...¿qué esperas para beberla?

Soltaron una risa, Chisa abrió la botella y tomó unos cuantos tragos, si que la necesitaba.

— ¿Aún nadie?

— Solo llegaron dos y fue para preguntar precios, mis esperanzas dicen que traerán a más gente.

— Y..¿a cuanto sale el envió de una carta?, solo por curiosidad.

Chisa frunció su ceño, ¿a caso su pequeña amiga quería enviar una carta?, su pecho dolió un poco ante el solo pensamiento.

— Am.. un dólar por carta.

La menor asintió, luego abrió un poco sus labios para soltar otra pregunta pero esta fue respondida antes de ser dicha.

— Se entregaran mañana y el jueves.

Sonrió y rascó un poco su cabeza, desvió su mirada a el patio frente a ella y regresó su mirada a la de cabellos castaños, quien ahora leía unas hojas que se encontraban en sus manos.

Y sin que la mayor se diera cuenta sonrió mientras veía su hermoso perfil, serio y perfecto.

— Creo que tengo que irme —Avisó la menor y a pequeños pasos se acercó a la mayor, dejando un suave beso en sus abultadas pómulos, ambas sonrojándose en el proceso. Ninguna sabiendo el verdadero origen del calor en las mejillas de la otra.

Y de nuevo sola. Para su suerte a los pocos minutos llegaron alumnos de su clase y entregaron cartas.

No estaban muy bien decoradas pero al menos eran bonitas.

— ¿Grupo?

— C..3° C–habló la gruesa voz del chico.

Tomó la carta azul cielo y lo puso en la caja correspondiente.

— Gracias por enviar tu carta, puedes decirle a nuestros compañeros que vengan, así la experiencia será más bonita —Sonrió en grande y los despidió con su mano. Sería un largo día.

✧ ➷ೃ༄*ੈ✩ ✧ ➷ೃ༄*ੈ✩ ✧ ➷ೃ༄*ੈ✩

Después de 2 largas horas, envió un mensaje a Jurin, las clases estaban a nada de acabar y quería saber si tenía todos los apuntes y tareas del día.

Jurin🏂

¿tienes los apuntes?
12:47 p.m


claro que sí, tonta
en cuanto salga nos vamos juntas a mi casa
12:49 p.m

solo te pido que no te distraigas
al menos no con amy
12:49 p.m

no lo haré
no hay de que preocuparse
ella ya no me interesa
12:49 p.m

sí, claro
solo no llores cuando te diga que sale con alguien
12:50 p.m

ni lo pienses chisa
ya voy a salir, ahí nos vemos
12:50 p.m

Y en cuanto cerró la conversación con su mejor amiga, sonó la campana. Recogió sus cosas y tomó las pocas cajas llenas para llevarlas a dirección.

Regresó para llevarse las cajas vacías y dejarlas en su casa, caminó a la salida de la escuela y esperó a Jurin debajo de un pequeño árbol. El sol estaba comiéndole la piel.

Mientras tanto, Jurin se dedicó a entrar a dirección con una pequeña carta en sus manos. Pequeños privilegios de que su mejor amiga fuera quien organizará eso.

Buscó las cajas y al encontrarlas, metió su carta en la caja del grupo de Harvey, 3ro A.

Sonrió y corrió a la salida, no quería ser atrapada tan rápido.

Caminó tranquila a la salida y desde ahí pudo ver a Harvey con un chico, riendo y golpeando dulcemente su pecho.

Esa vista la entristeció un poco, pero tenía que relajarse, no eran nada, no podía reclamar nada. Ni sentir nada.

Caminó a donde estaba Chisa y la saludó a la distancia.

— ¿Ya ves? no llegué tarde –Sonrió un poco y luego la deshizo– Es hora de irnos... ¿le dijiste a tus padres?

— Sí, te imaginas no avisarles, no volvería a verte –Soltó una risa y camino hacia donde Jurin ya comenzaba a avanzar.

Caminaron por un buen rato, platicando de lo que harían estando encerradas dentro de sus casas, sería aburrido, pero sería una nueva experiencia.

Al llegar a la casa de la alta, arrojaron sus mochilas y sacaron lo necesario para luego correr a la habitación de esta misma.

Pusieron su música favorita en aleatoria, rieron y en el proceso terminaron los deberes. Era una rutina poco común, pero que Chisa formará parte de ese proyecto lo hacía necesario.

Chisa se marchó de la casa de la pelinegra y retomó su camino a su cálido hogar, y el rostro de esa pequeña chica no desaparecía de su mente.

Siendo sincera consigo misma, extrañaba una relación, quería una con esa alumna de segundo grado con lindos cabellos rubios, pero estaba segura que jamás le correspondería.

Cenó con eso en mente. Se despidió con un 'buenas noches' de sus padres y con beso en la frente de su hermanito menor.

Se recostó en la cama, respiró hondo y soltó un suspiro, estaba agotada de fingir que Hinata no la traía babeando.

Le mandó un mensaje de buenas noches a esta misma, y se dispuso a dormir, esperando que al menos pudiera hacer feliz a la poca gente que recibiera las cartas.

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Despertó temprano, realizó su rutina diaria y con su uniforme puesto, bajo las escaleras para desayunar uno de los tantos licuados que hacia su padre. Tan pronto como lo acabó se despidió de su familia, tomó sus llaves de la casa y salió directo a la escuela.

Agradecía a sus padres que al menos la casa no estaba tan lejos de la escuela y podría caminar, respirar el aire fresco de las mañanas, tal vez pensar un poco su vida amorosa.

Llegó temprano como siempre, caminó en dirección de su salón más no entro a él, espero afuera a unos metros de este, viendo como los cientos de alumnos entraban y se dirigían a sus respectivas clases.

Entre esa muchedumbre destacaba alguien, una chica bajita con dos chongos y en sus manos un suéter gigante, que estaba segura que era el suyo.

En cuanto sus miradas chocaron se sonrieron y un pequeño sonrojo se apoderó de las mejillas de la menor, esta misma se acercó rápidamente para abrazar a Chisa.

— Chi-chan...—La mencionada sonrió aún más cuando Hinata pronunció su habitual apodo.

— Dime, pequeña Sohara —Un puchero se instaló en los labios de la menor dando a entender que se dirigiera así no le gustaba demasiado. Santo cielo, como le encantaría besarla ahora mismo— Perdón.. dime, Hina~ — Se rectificó.

— Dejaste tu suéter favorito en mi casa el  fin de semana pasado —Con sus brazos extendió el suéter a la mayor, bien doblando y con aroma a jabón de flores— Me di el tiempo de lavarlo para regresártelo limpio.

Una sonrisa apareció en el rostro de ambas chicas, Chisa se acercó a la mejilla de su menor y besó delicadamente esta, le agradeció antes de despedirse con un abrazo e ir a su -claramente- aburrida primera clase del día.

Chisa sentía sus mejillas calientes, ni ella sabía de donde había sacado ese coraje de besar su mejilla.

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Cuando la campanilla soñó fuera de los edificios, la castaña tomó su mochila y corrió a la dirección para tomar las cajas e ir repartiendo. Aún era temprano, la campanilla sonaba para la hora del lonche, se tendría que saltar la comida, tendría tiempo para eso después.

Lo que no esperaba era encontrar al menos 10 personas esperando fuera de dirección y en sus manos cartas de distintos tamaños y colores, incluso una de esas personas llevaba su carta y atada a ella un pequeño anillo.

Sacó las cajas y recogió las de los alumnos, y ahora si emprendió camino a los distintos salones a dejar las cartas.

Antes de poder llegar al primer salón un pequeño cuerpo se estrelló contra ella, por suerte no tiró las cajas, en sus manos tenía una carta rosada.

Era Hinata, se sonrojó tanto que parecía el cabello de Juria, dio una enorme reverencia en forma de disculpa y luego habló.

— Eh.. quiero entregar esta carta, Chisa-chan.

— Bien, dime el grupo y la recibirá enseguida —Una sonrisa apareció en su rostro, aún si eso no era lo que su corazón sentía, ahora mismo se sentía herida.

— Es para el 2° D —Tomó la carta que tenía en sus manos, con ello llevándose su poca esperanza.

— Muy bien, para hoy ya estará en las manos de... —Se tomó un pequeño momento para leer el nombre de la persona a quien iba recibida, evitando los miles de corazones dibujados—.. Riwoo, nos vemos luego, Hi-chan.

Caminó rápido sin dejar que la pequeña hablara y corrió a cada aula, sabiendo que salón le tocaba a cada grupo, dejó las cajas con el maestro correspondiente.

Término justo cuando tocó la campanilla, respiró hondo y caminó hacia su siguiente clase. Rayos, no se sentía muy bien, le dolía su joven corazón.

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Esta historia me gusta mucho, la escribí en tiempo de pandemia y tenía como 15 años, mi juventud se siente cada que leo está historia.

Espero les guste y los personajes queden con las personalidades de cada una.

Los leo😸.

willy-

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