Hola mis queridos lectores.
Quiero anunciar que estoy muy apenada por que el final que se suponía que debía ser un cap. larguísimo se dividió en varios más, puesto que me he quedado sin ordenador, y sin historia, (así manifiesto mi odio contra los estupidos y sensuales virus) . Les mando un saludito de amor y les doy las gracias por leer.

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Aquel chico estaba solo en la oscuridad, ya se le había hecho costumbre el quedarse hasta altas horas de la noche en desvelo, solo por admirarla a ella.

Ella era una descendiente directa del gran clan al que el servía. Alguien que simple y sencillamente era inalcanzable para él.

Eran de la misma edad, y por alguna razón del destino, se conocieron y se enamoraron.

Pero alguien creyó que el secreto familiar corría peligro, y así terminaron con la poca bondad que habitaba en el corazón del chico.

Ella se lamentaba el hecho de que su amado no cumpliera con los requisitos que su padre imponía. Apellido de un clan poderoso, buena capacidad económica y alto conocimiento intelectual, eso y más eran los requerimientos para acceder a la mano de su preciosa hija.

Él se lamentaba el hecho de no tener nada más que ofrecerle que un amor incondicional todos los días de su vida.

Entonces, ambos enamorados hicieron un pacto.

El día de luna llena, escaparían de sus lamentos y empezarían una vida juntos.

Pero no todo sucede como lo planeas.

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Misaki corrió lo más rápido que sus piernas le permitieron, pero aún así, no logró alcanzar al azabache que le llevaba ventaja.

"Ha llegado el momento" - la mente de Sasuke lo alentaba a seguir corriendo.

Cuando llegó al cuarto, se percató de que su mejor amigo yacía tirado en el suelo, y su sensei estaba enfrente de este, protegiéndolo.

- ¡Kakashi! - en un rápido movimiento, ya tenía su katana en la mano - ¿Que ha pasado?

- Vaya, pero si es el invitado de honor - la voz de Akira resonó en todo el lugar, y Sasuke notó a Sakura, tirada en el suelo - has llegado en el momento más indicado, ahora verás la transformación que puede causar mi jutsu.

A la mente de Sasuke llegaron las palabras de Misaki.

- Dime por favor que no la ha besado - Kakashi le miró, y no comprendía la necesidad del peli-negro de obtener una respuesta.
- Sí, cuando llegamos estaba besándola.

En un momento, Sasuke se sintió desganado, cansado, triste, pues pensó haberlo perdido todo. Y se sintió impotente, pues aún no había dado nada por rescatar a esa chica, a esa persona que lo quería, aún sabiendo sus defectos y su pasado.

Pero no se rindió, pues ni siquiera había luchando como para perder tan rápido la batalla.

Activó su Rinnegan, y notó todo el chakra que había en el lugar. No sería fácil, pero estaba seguro de que esta no sería su batalla final, ni mucho menos, la batalla en la que perdería a la chica que tanto anhelo.

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Era un lugar frío y desierto, no había sol, pero tampoco había luna. Era oscuro, y sentía la necesidad de correr por mi vida. Algo me perseguía, algo tan grande que no tenia fin, me haría daño y nadie me salvaría esta vez.

Tenía miedo, pero por alguna razón, no me sentía sola, pues tenía los recuerdos de mis compañeros y amigos que siempre me apoyaron.

¿Dónde están ahora?, ¿Acaso estarán bien?

Necesito salir de aquí y corroborar que ellos están bien, pero no tenía fuerzas.

-¿Quieres salir de aquí? - una voz femenina resonó en el lugar - Yo se de una forma en la que podrás hacerlo.
- ¿Quien eres? - aunque busque a mi alrededor, no había nadie - ¿Que es lo que quieres de mi?
- No soy nadie en realidad, pero quiero ayudarte - la oscuridad comenzaba a disiparse -Veo algo en ti que no reconocía hace tiempo.
- ¿Que quieres decir?
- Me refiero a que quisiera reparar el daño que fue causado hace tiempo, para cerrar un ciclo.

Desconcertada, lo único que puede hacer fue escuchar a la voz.

- Te contaré la historia de un corazón que cayó en la venganza por culpa de un amor que le fue arrebatado.

(Narra la voz)

Yo era pequeña, mis padres me obligaban a entrenar todos los días por largos períodos de tiempo, sin comer ni dormir.
Lo intenté, intenté ser una buena ninja, una buena hija, pero mis aptitudes no eran suficientes para ellos.
El gran clan Uchiha esperaba más de mí. Debía ser como mi primo Itachi.

El era siempre el mejor estudiante e hijo modelo, era mayor que yo, por eso debía alcanzarle.
La fuerza era algo en lo que yo debía esforzarme, para poder ser digna del apellido que llevaba, debía superarlo.

Mi padre era hermano de la madre de Itachi, ellos dos nunca tenían ningún tipo de acercamiento familiar. Por supuesto, yo tampoco tenía relación con mis primos, pero a pesar de ello, siempre fui comparada con la fuerza e inteligencia de Itachi.
Era desesperante y agotador.

Un día, mientras entrenaba a las afueras de Konoha, vi como un chico de mi edad me miraba, escondiendo el rostro entre los árboles.

- ¿Que no sabes que es de mala educación espiar a las personas?

Parecía estar asustado, y no contestó a mi pregunta. Su actitud me irritaba.

- ¿Acaso le temes a las chicas? - me acerqué a paso lento, intentando no asustarlo más - ¿Sabes?, no te haré daño.
- ¡No te tengo miedo!
- ¡Entonces, ¿Por que no te muestras?!

El chico salió de los arbustos y me dio la cara. Pero antes de que pudiéramos entablar conversación alguna, su estómago rugió.

-¿Tienes hambre?
- ¡Eso no te importa! - volteó su cara para evitar que notara la vergüenza que sentía.
- Espera aquí unos minutos, ¿quieres?

Corrí a la casa lo más rápido que pude, me escabullí a la cocina sin hacer ruido y tomé unos cuantos onigiris que mi madre me había cocinado, y también un poco de té.

Regresé lo más pronto posible y el chico estaba allí, sentado esperando como yo le había pedido.

- Toma - le ofrecí la comida y este dudó un poco para tomarla - Está rico, en serio.

Cuando tomó el onigiri y se lo comió, me pregunté cuanto tiempo había pasado desde que el chico había comido.

- ¿Como te llamas?
- Akira Satō.
- Es un gusto, yo me llamo Kyoko Uchiha.

Algo en su mirada me decía que la soledad vivía con él. Pero por alguna razón, había llegado hasta allá, y nos habíamos encontrado. Pensé que mis padres podrían adoptarle, pues aún era una chiquilla que creía que todo era fácil. Pero mis padres me dieron un rotundo no, pues ellos no podían cuidar de él, y lo único que logré fue que le dieran un lugar en donde dormir y comer.

Los años pasaron y Akira y yo éramos inseparables. Nos convertimos en amigos que se apoyaban el uno al otro. Y como por arte de magia, un día, terminamos confesandonos amor. Era algo inevitable.

Pero cuando mi padre me descubrió, informó a los jefes del clan, y todos decidieron que no era prudente el que yo tuviera relación con él. Y me ordenaron alejarme, o le matarían sin piedad.

Al principio me negué, pues no estaba dispuesta a renunciar a él por los caprichos del clan, pero después me hice a la idea de que, por más que lo intentara, ellos le harían daño, y ese era un precio que no estaba dispuesta a pagar.

Entonces, decidimos huír, irnos lejos, a hacer nuestra vida juntos y ser felices, sin que nadie nos dijera que hacer y qué no.

La luz de la luna alumbraba la aldea, era la hora de actuar.

Llegué al cerezo dónde nos veríamos antes de partir, y Akira no aparecía.
Entonces de entre las sombras, llegó y en mi corazón se desató un sinfín de sensaciones que me hacían sentir más viva que nunca. Me dió un beso suave y tierno. Estábamos a pocos pasos de la felicidad.

Entonces mi padre nos detuvo en la salida de la aldea.

- A esto se le llama traición Kyoko.
- No padre, a esto se le llama perseguir a tu felicidad.
- ¿Acaso no eres feliz aquí? -Nos tenían rodeados - ¿Te has dado cuenta que él no podrá darte nada de lo que nosotros te hemos brindado?

Lo material nunca me importó.

- Lo siento padre - lágrimas rodaban por mis mejillas, por mamá, por mi nana, e incluso por papá - pero he tomado una decisión, y está al lado de Akira.

En el momento en el que le di la espalda a mi familia, decidí luchar.
Activé mi Sharingan y mi padre se dirigía a atacar a Akira, pero me interpuse en el camino.

Mi padre había usado su kunai, y estaba en mi pecho. Sentí frío y calor.
Con mi último aliento, le pedí a Akira que escapara y viviera feliz por los dos. A mi padre le perdoné que nunca me diera cariño y morí feliz, sabiendo que había hecho lo correcto.

- Ahora te pido, que termines con el sufrimiento de Akira, para que no cause sufrimiento a los demás. En su corazón ahora sólo hay venganza y así nunca vivirá.
- ¿Por que yo?
- Te pido esto, porque tu entiendes al amor justo como él lo hace. Ese tipo de amor que esta mezclado con dolor es muy peligroso, y si no lo equilibras, puede matarte, te diré la forma de acabar con Akira, pero debes asegurarte de que no sufra.

Entonces lo entendí, la forma en la que me miraba justo antes de besarme, es la manera en la que se besa a alguien a quien le duele el corazón.