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► Capítulo 7: Sanae Mukou PT1


=Y/n's POV=

Con la expulsión de Nemurin del juego. A partir de hoy Lunes, Fav añadirá a la nueva décimo sexta participante. Me pregunto quién será y que habilidad tendrá. Si será útil o no, pero hasta que no se presente a la sala de chat, nadie sabrá quién es, ni forma tenemos de contactarla. ¿Pero qué más da? Si es nueva, nula experiencia tendrá como para ser de mucha ayuda. Más a futuro consideraré conocerla.

Cuando todos nos estábamos yendo, sigilosamente seguí a Ruler hasta su departamento. Con creces es mejor que la pocilga en la que vivo, a mí me alquila un viejo sin contrato, ella debe cobrar un buen salario para pagar una de esas habitaciones de edificio.

¿Qué por qué la seguí hasta aquí en primer lugar? Necesito saber todo de ella si voy a eliminarla.

Antes de llegar al edificio, Ruler cambió su apariencia por la real.

Es una mujer adulta de cabello negro, a juzgar por sus vestimentas... ¡muy empresarial! Está usando un traje ¿Esas ropas son cómodas? Hacen lucir a la gente importante...

Ja, de todos modos. Te doy un 8/10, Ruler. No estás mal, pero quiero una mujer que no se arrugue para cuando la alcance. Ja ja ja...

Me escabullí en su departamento cuando ella se metió a la ducha. Según lo que me dijeron, las mujeres tardan años en la ducha. Así que tranquilamente me metí en su dormitorio.

Me tiré un minuto en su cama.
Ahora tengo razones de sobra para comprarme una, la mía es un colchón viejo, perfumado de insecticida para evitar las chinches.

Aburrido, me levanté, y por pura curiosidad comencé a husmear los cajones de ropa.

Agarré unas bragas y las estiré frente a mis ojos con una sonrisa.

—Yo— Eres fan del color lila...

La guardé nuevamente donde estaba creí que no habría nada más interesante, hasta que llegué al último cajón.

—Yo— Alguien se siente muy sola~ ¡Jajajaja!

Me tapé la boca por mi estrepitosa risa.

Me levanté y eché un vistazo fuera de la habitación.
¡No hay Tsunderes en la costa!

Jajaja. ¡Esto de revisar la ropa y pertenencias de mujeres es muy divertido!

No voy a mentir, toqué un poco esos juguetes que tenía ella ahí sólo por morbo.

También revisé algunos documentos apilados en un cajón de su mesita de noche: su cuenta bancaria, contrato de arrendamiento y su lugar y puesto de trabajo.

No tengo nada a mano donde anotar esta información, pero siempre puedo regresar otro día. No quiero tomarlos todos así sin más.

—Yo— Tu nombre es Sanae... y trabajas en... —memoricé lo que pude.

Ya va siendo hora de que me vaya... arruinaré todo si descubre que estuve aquí.
Además tengo cosas que hacer temprano...

Caminé a la sala, abrí el refrigerador y bebí de un galón de leche. Noté que ella tenía colgados dos títulos universitarios. Parece haberse recibido en ambos el mismo año. 

Yo no entiendo esas cosas, ni siquiera que tanto sirvan. Nemu tenía una carrera y seguía desempleada. Yo en cambio no necesito de esos trozos de papel para tener éxito en la vida.

Guardé el galón de leche en el refrigerador nuevamente. Me fui hasta el balcón, no sin antes dar un pequeño vistazo por la cerradura del baño, entonces salté de edificio en edificio las largas distancias entre cada uno, siendo posible gracias a mi gravedad, hasta que llegué a mi hogar.
Me tiré en el colchón boca abajo tan pronto llegué a casa, cansado por el día de hoy. 

Abracé la almohada, presionando mi cara sobre esta.

—Yo— Hmm... así quisiera estar con una de esas dos...

Hundí aún más mi cara, esperando dormirme.


Temprano, me comuniqué con mi patrón mientras iba camino al gimnasio, había algo que necesitaba pedirle.

Ya no me quedaban balas en ninguna de mis pistolas. Hace unas noches, gasté mi munición mientras entrenaba mi poder de gravedad, quería ver si la velocidad de los disparos era mayor si ejercía o reducía el peso mientras viajaban por el aire.

Llamé a Souji para preguntarle si podía proporcionarme más.

Pero su respuesta fue: "Ayer atraparon a nuestros hombres cuando se reunieron con los proveedores que nos hacían la entrega de más armas y el cargamento de munición. Tendremos suerte si encontramos otros tan económicos como este. Habrá que tomar medidas drásticas para no gastar más dinero del que ingresa. Vamos a incrementar más los negocios de tráfico. Te avisaré si surge algo que tú puedas hacer."

Algo que yo pueda hacer...
Como si no fuera más que un asesino.
Yo también podría llevar tareas importantes si me dieran el liderazgo.

Matar es fácil, incluso un niño puede disparar. Pero todos siempre dudando, no tienes que dudar, sólo hazlo y punto. No hay mucha ciencia.

Mientras hago mi sesión diaria en el gimnasio, mi motor es el odio que siento hacia mis supuestos superiores. Tanto Ruler como Souji y demás miembros de los Vendettadeptos.
Odio que me den órdenes, pero eso pronto va a cambiar.

Cuando termino de hacer toda mi rutina de cuerpo completo. Me pongo a pensar que voy a hacer.

Es Lunes y quedan seis días antes de que la semana cierre.

Es entonces que me acuerdo que ayer, mientras hurgaba en las pertenencias de Ruler, es decir de Mukou Sanae, vi en los documentos la dirección de su trabajo.

Le haré una pequeña visita. Ella ama mis visitas ^^


=Narrador=

Sanae Mukou, una oficinista que se había graduado con honores en relaciones exteriores y administración de empresas, había sido relegada al papel de una simple secretaria a pesar de sus notables habilidades y capacidades.  A sus superiores no les importaba que ella tuviera un talento excepcional; no iban a permitir que alguien más ocupara a su puesto, ni que se cuestionara su trabajo.
Incluso si mostraban iniciativa innovadoras o una profunda comprensión de las dinámicas corporativas, su rol seguía siendo el de cumplir con tareas administrativas básicas.

La personalidad distante y amarga de Sanae tampoco contribuía a ganar el apoyo de sus colegas; por el contrario, la alejaba aún más. Ella no había logrado formar vínculos en su entorno laboral, y la soledad que había cultivada al enfocarse exclusivamente en su crecimiento personal la había transformado en la persona que era hoy. Estaba sin amigos y sin el respaldo de nadie que entendiera su situación. Los demás empleados no hacían más que murmurar a sus espaldas, inventando rumores y riéndose de ella. Sus esfuerzos por mantener su profesionalismo solo parecían aislarla más.

Cada día en la oficina era una lucha silenciosa contra la indiferencia y la hostilidad. Sanae había aprendido a caminar con la cabeza fría, a pesar de los comentarios y risas de sus compañeros de trabajo. Caminaba por los pasillos, dirigiéndose a la fotocopiadora para duplicar unos documentos para su jefe.

No esperaba encontrarse con su visita siempre indeseada cuando regresaba a la oficina con los documentos ya impresos.

—Y/n— ¿Trabajando, Ruler? —dijo él, apoyado en una pared meneando tranquilamente una taza descartable de café, con una sonrisa burlona.

Sanae se estremeció y se detuvo en seco tan pronto no solo escuchó su seudónimo, sino también la voz del "puberto" que tanto odiaba.

Volteo rígida en su dirección, con una expresión indescriptible que mezclaba sorpresa y desagrado.

—Sanae— ¿Qué carajo...? — exclamó, incrédula. —¡¿Qué haces aquí?! ¿Cómo supiste siquiera-?

—Y/n— Shh... —chistó, terminando de beber su café y aplastando el vaso descartable con la mano antes de tirarlo al piso.

Sanae se quedó boquiabierta ante la osadía de su visitante y la descarada confianza que exhibía en su lugar de trabajo.

—Y/n— Quise hacerte una visita.

—Sanae— ¿Me estás siguiendo? ¡Maldito loco! ¡Debería reportarte para que te saquen del edificio! —le susurró, para no llamar la atención de los chismosos entre los otros empleados. Sus ojos lanzaban dagas, y su voz, aunque baja, estaba cargada de furia contenida.

—Y/n— No deberías hacer eso. —dijo él, con una seguridad inquebrantable. Sus ojos brillaban con una mezcla de desafío y diversión.

—Sanae— ¿Y por qué no? ¡Dame una buena razón ahora mismo! —exigió frustrada, con una ira en crecimiento. Sentía cómo su paciencia se agotaba, cada palabra suya era un reto que la llevaba más al borde.

—Y/n— Podría traerte problemas si piensan que estamos relacionados de alguna forma. —respondió él, mirándola con seguridad. —Y no pienses negarlo. O solo te traeré más problemas. —la amenaza, travieso.

Sanae gruñó, ya cargada de estrés por su ambiente laboral. Apretando los dientes, respondió:

—Sanae— ¿Y qué rayos quieres? ¡Ve al maldito grano!

—Y/n— Primero lo primero... ¿no tienes algo que llevar a tu jefe, secretaria? —sonrió aún más, burlándose de ella. La forma en que pronunciaba "secretaria" era como un insulto disfrazado de cortesía, y su sonrisa era una daga clavada en el orgullo de Sanae.

Sanae se contuvo lo más que pudo, estando ya al borde de su límite. Sus emociones eran un torbellino, pero sabía que no podía permitirse perder el control en su lugar de trabajo, especialmente frente a alguien como él.

—Sanae— Quédate aquí... —gruñó, llevando los papeles que le habían pedido a la oficina de su superior.

Al volver, Sanae llevó a Y/n a su cubículo, sentándose frente a él.

—Sanae— Dime qué quieres de mí. Aquí y ahora. No tengo tiempo para tus estupideces. —demandó, su voz llena de determinación y cansancio.

Y/n, de pie, se rio de ella.

—Y/n— Jajaja... ay... eres todo un personaje. Ruler.

—Sanae— Shh! Cállate! No me llames así, idiota! Dirígete a mí como Srta Mukou!

—Y/n— Entiendo, Sanae es menos estúpido que Ruler. —levantó ambas cejas en un gesto juguetón.

—Sanae— Ya sabes quién soy. Entonces sí me has estado espiando...

—Y/n— Nada se me escapa. Pero no quiero que me veas como una amenaza. —sonríe de lado.

—Sanae— ¿Y cómo demonios debo ver a un asesino acosador?


—Y/n— Somos amigos.

—Sanae— ¿Amigos? —repite, incrédula. —¿Te has vuelto loco?

—Y/n— Nací loco. —orgulloso, responde con una broma. —Somos compañeros, de un trabajo distinto.

Sanae se lleva una mano al rostro, intentando procesar la absurda conversación.

—Sanae— Solo dime que quieres... ya... —su voz reflejando una profunda fatiga.

—Y/n— Quise hacerte una visita.

Sanae bajó su mano, mirándolo con una mezcla de incredulidad y exasperación.

—Sanae— ¿Sólo eso? ¿Viniste a molestarme a mi trabajo para algo que pudiste hacer en cualquier otro momento? —pone los ojos en blanco.

—Y/n— Quería conocer cómo es la vida de mi líder.

Sanae suspiró pesadamente para calmarse.

—Sanae— Mira, si quieres hablar conmigo. Este no es el lugar. Podemos reunirnos todos la noche de mañana... Pero ya no me busques aquí... —intentó convencerlo, porque sabía que no tenía poder sobre él, ni como oficinista, ni como chica mágica.

Y/n, que tenía deseos de solamente molestarla aún más y provocarle problemas en su trabajo. Estaba indeciso si ceder al impulso, u obedecerla por esta vez.

Pero entonces, un tercero llegó para se sumarse a la conversación.

—???— Mukou ¿qué estás haciendo? Te di tiempo para que le dijeras a tu visita que se fuera. No para que te pusieras a charlar. —él se cruzó de brazos, mirándola con severidad.

—Sanae— ¡Pero eso hice...! ¡Él ya se iba! —Sanae alzó la voz, no dejándose intimidar.

—???— Tus explicaciones no me importan. —se mantuvo firme, con una expresión de desdén. —Lo que me importa es que sigues aquí sentada, perdiendo el tiempo. Quiero que te levantes y me lleves un café a mi oficina. Cuanto antes, porque yo sí tengo cosas importantes que hacer.

El hombre fulminó con la mirada a Sanae, luego se marchó, dejando un ambiente cargado de tensión.

Y/n puso los ojos en blanco ante todo esto.

—Y/n— ¿Quién es el idiota?

Sanae quedó muda, cabizbaja.

—Sanae— Solo vete... por favor...

—Y/n— No me digas que ese tonto te intimida. —Y/n sonrió burlón.

Sanae se puso de pie bruscamente, empujando la silla en la que estaba sentada hacia atrás.

—Sanae— ¡YA VETE! ¡ARRUINAS MI VIDA! ¡VETE! ¡VETE! —le gritaba con toda la ira reprimida saliendo a flote, con algunas lágrimas brotando de sus ojos.

Y/n se mostró sorprendido, aún sonriendo, pero con incomodidad.

Sanae cae de rodillas, rendida. Con las palmas en el suelo, y el rostro sollozando. La presión había sido demasiada, y su fortaleza finalmente se rompió.

Abandonado su semblante burlón, y sin decir nada más, él la dejó sola.

Las múltiples miradas de los empleados hacían de esto más incómodo para Sanae. Pero se levantaría como siempre, ignorando lo mejor que podía los comentarios recurrentes hacia su persona.

Y/n por otro lado, echó un vistazo al hombre de antes entrando a su oficina. Leyendo el nombre en la puerta: "Kurokake Ryoudo."

—Y/n— Reducir a Ruler a una simple secretaria teniendo tantas virtudes académicas. Eso es tan respetable... —él sonríe malicioso. —Sin embargo, ese debería ser mi trabajo, Sr Kurokake.

En ese momento, un plan interesante surgió en su cabeza.

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