ENTRE ÁRBOLES DE OTOÑO
Era caminar por un sitio desolado,
Pero acompañado de árboles de otoño,
Que lloraban sus hojas, por todo el camino y un poco más allá,
Bastaba con observar el paisaje para ponerse contemplativo.
Era soledad por ambos lados,
Y el eco del suelo sonando debajo de los pies,
Aumentaba el sentimiento de estar solo,
Y las hojas seguían cayendo, amarillas y naranjas; ya sin vida.
Era caminar y nada más,
Era como tocar lo imposible e invisible,
Lo intangible, pero, que si podemos sentir,
Lo que llevamos adentro y no sacamos con nada ni con nadie.
Era ya otoño para todos, y para mí ya casi era invierno,
Mi interior estaba entumido con tanta frialdad,
Mi corazón estaba a punto de crujir,
Como si fuera hojas secas aplastándose.
Era bastante tarde para el mundo y para mí,
Pensaba desesperado en volver el tiempo,
No porque lo que miraba fuere malo,
Sino que mi interior se estaba secando poco a poco.
Era como si mis nutrientes se esfumaran con las hojas en el camino,
Y se aplastaban con el viento y la presión atmosférica,
Secándose tan abrupta-mente y tan despacio al mismo tiempo,
Que era desesperante ver el proceso.
Erase que se me hacía desesperante y oportuno,
Salir pronto de ese paisaje, que me hacía mirar hacia dentro,
Era tan doloroso observarme que quería llorar y gritar,
O por lo menos poder decir un adiós definitivo.
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