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Capítulo 6

Besas como virgen


Deandre


─Hijo, creo que ya le echaste suficiente mayonesa al pan. ─Oigo a mamá más no entiendo lo que dice, no puedo evitar mirarla fijamente, confundido─ .El pan Deandre, tiene encima más de media libra de mayonesa ─Miré hacia abajo y di un paso atrás sorprendido, en efecto una de las rebanadas de pan se veía cubierta por el cremoso aliño.

Me sentí ridículo y peor aún, descubierto.

─No sé que te pasa, pero últimamente estás más distraído de lo normal ─añade ella y retiró el frasco de mayonesa frente a mi para llevarlo al interior del refrigerador.

Mamá suele decir que como todo buen artista, me encanta la danza y modestia a parte soy excelente bailarín, me distraigo mucho.

─No soy distraído ─digo nada convencido, más por costumbre.

Admito que desde hace semanas ese podría ser mi segundo nombre, Deandre Distraído Mortimer.

─Solías ser un poco distraído, pero últimamente siento que le hablo al aire cuando me dirijo a ti, hijo ─menciona mamá a modo de queja y la miro moverse de un lado a otro de la amplia cocina agarrando entre otras cosas el salero y el envase de cristal donde guarda las semillas de Chia que tanto le gustan con yogurt.

Mientras tanto yo analizaba lo que acababa de decir mi madre. Sabía que ella tenía razón, durante semanas mi mente había desvariado con verdadera pasión sobre la tarde que fui al centro comercial con Zoey y lo que sucedió allí con Peyton.

Con nadie he compartido aquella experiencia, lo que sucedió entre nosotros en el baño, me lo guardo como todo lo demás que tiene que ver con él.

De la nada volví a sentirme molesto y ansioso.

Retiro con gestos exagerados el exceso de mayonesa sobre la rebanada de pan y luego ensambló el sandwich de jamón y queso para envolverlo en una servilleta de papel, antes de agarrar mi taza llena de café con leche bien caliente.

─Cuando termines de comer lava los platos y pasa un paño limpio sobre el mostrador, cariño ─dice mamá amablemente como casi todas las mañanas.

Al menos mamá no es de las madres que interrogan a sus hijos hasta el cansancio o hasta obtener alguna explicación sobre la supuesta extraña actitud de sus vástagos.

Mamá hacia la observación, así me daba cuenta de que ella habia notado algo raro en mi, luego esperaba hasta que yo decidiera contarle, ofreciéndome espacio.

Así las cosas, supondrán que hablar con ella era muy fácil y que en mi madre tenía una amiga comprensiva, pero cuando se trataba de mi sexualidad nunca fue sencillo, no con mamá y aún más teniendo como referencia su mala reacción al asunto de Abygail, mi hermana mayor.

Aby era una mujer transexual y tenía más de cinco años sin hablar con mamá, el silencio era mutuo. Mi hermana vivía con su pareja en New York, era detective de la policía y supongo que era felíz, al menos así la notaba cuando hablábamos por teléfono.

Sin embargo, la relación entre ella y mamá era por esos años nula. Nadie hablaba sobre ello, pero yo intuía que se debía a su reasignación de sexo. Desde que Abygail, en aquellos años Adam, le confesó a mamá su sentir y planes a futuro, yo supongo que comenzó el distanciamiento.

Todo lo anterior me ha hecho callar lo que para muchos, quizás incluso para ella, es evidente, mi homosexualidad.

─Si mamá ─contesté, mientras me desplazaba hacia el área de la sala.

Me dejé caer en mi butaca favorita frente al televisor para saborear mí tardío desayuno, desde allí recuerdo que pude oírla subir las escaleras a terminar de arreglarse para su jornada laboral.

Era viernes, el último viernes antes del inicio del nuevo curso escolar. Mi plan para aquel día era hacer un maratón de películas ochenteras, mientras me atiborraba de bizcocho de vainilla remojado con mantecado de chocolate.

Más adelante y después de poner algo de orden en la casa, planeaba cocinar un pollo entero y papas al horno para la cena. La idea era mantenerme ocupado y lejos de la casa de mi amiga Zoey, tarea que durante algunas semanas no siempre lo había logrado, pero al menos trataba.

Hacia casi un mes de mi encuentro con Peyton en el baño del centro comercial. De esa tarde en que él tomo una de mis manos y halo de mi hacia uno de los cubículos para besarme. Jamás imagine ser besado en un lugar tan poco romántico como aquel, y mucho menos por mi amor platónico.

Cada vez que rememoro ese instante me parece sentir nuevamente sus labios sobre los míos, su cálido aliento abanicando mi rostro y su lengua intentando abrirse paso en el interior de mi boca, mientras yo, inexperto y tomado por sorpresa, no supe como reaccionar.

Mucho menos olvido perderme en sus oscuros ojos cuando se alejo de mi, tan rápido como se acerco y el nudo en la garganta que experimente cuando lo vi hacer una mueca que evidenciaba desacuerdo.

─Besas como virgen, Mortimer ─dijo con desprecio Peyton y el nudo en mi garganta se hizo más apretado.

Él me escaneo con su mirada por varios segundos más y dejo escapar una risita antes de salir del cubículo, dejándome hecho un manojo de excitación, inseguridad, sorpresa y enojo.

Recordar aquella tarde siempre me provoca sentimientos encontrados. Por un lado me pesaba la humillación y burla con las cuales Peyton se alejo de mi, pero disfrutaba rememorando nuestro torpe encuentro, el momento exacto en que él se aproximó y atrapo mis labios con los suyos.

Tampoco puedo apartar de mi mente que fue él quien dio el primer paso y lo feliz que me sentí en aquel momento al comprobar que no le era indiferente.

Porque, a mi entender, no importaba cuanto y con que pasión él lo negara, Peyton Blossom gustaba de mi.

A partir de ese día, cada vez que me arrimaba por la casa de Zoey sentía la más pura ansiedad atacar mi estómago a la espera de encontrarme frente a frente con su hermano. Por un lado deseaba volver a verlo, mirarlo de frente y tratar de leer en sus ojos oscuros lo que sentía.

Sin embargo, al mismo tiempo, temía ese instante y suspiraba aliviado cuando se hacía evidente que no lo vería.

Y poco a poco, con el pasar de los días, me di cuenta que Peyton me evitaba, incluso en la única ocasión que Zoey mencionó que su hermano se encontraba en casa, de él solo alcance a ver su celaje saliendo por la puerta trasera de la vivienda. Peyton no deseaba verme y aquella verdad dolió. Aún duele.

Entonces me esforcé en evitar mis visitas a la casa de mi amiga lo más que pude. En ocasiones me excusaba alegando que mi abuela me necesitaba para llevarla a hacer alguna diligencia, en otras, aprovechaba la intervención de Elijah y su interés en mi amiga.

Y cada día frente al espejo, me decía que estar ilusionado con Peyton Blossom era un error. Mi más grave error.

Un error que solo traería problemas a mi vida.

No obstante, el primer problema era que mientras mi mente insistía en recordarme lo anterior, hay una parte de Deandre el soñador, que no desea resignarse a qué la joven ilusión que nació cuando apenas era un niño nunca podría ser su realidad.


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