Un beso virgen

Peyton

Desde que James fue a buscarme para que lo acompañara a comprar unos zapatos tenis al único centro comercial decente que existía por aquellos tiempos en Elyria, no me sentí cómodo con la idea. No después de mi conato de discusión con Zoey cuando me reclamo por mi supuesto mal trato hacia su amigo.

Aún así como buen amigo no me negué.

Estaba enojado con Deandre y conmigo mismo, frustrado al darme cuenta que tendría que soportar nuevamente su presencia en mi vida.

El amigo de Zoey volvería a frecuentar la casa, quizás hasta más asiduamente que antes, ya que ahora manejaba y seguramente tendría más libertad. Además, con su primo viviendo en la casa vecina, sino visitaba a Zoey, probablemente lo vería por una de las ventanas de mi cuarto, visitando a Elijah.

Y por si fuera poco, era casi fijo que tendría que verlo en los pasillos de la escuela.

No lo soportaba, me molestaba la manera en que me miraba con sus expresivos ojos verdes y hacía gestos con sus cejas. Me agobiaba escuchar su armonioso y a la misma vez varonil tono de voz, la manera que tenía de enfrentarme, y odiaba la burla que percibía detrás de sus más sencillas palabras.

¡Me jode su presencia, su porte, sus gestos!

¿Y saben qué hacia hervir mi sangre, amenazando mi control?

Darme cuenta que lejos de morir y desaparecer en el olvido la atracción que Deandre había despertado en mi hacía algunos años atrás, estaba viva y presente cada vez que lo miraba. Estaba allí cuando identificaba su voz aunque no fuera a mi a quien dirigía sus palabras. Y detestaba ser amargamente consciente de su aroma, del timbre de su risa.

No era lo que deseaba, me decía, mientras caminaba hacia la salida del local. Intentaba convencerme que pasaba por una etapa de confusión, aunque aquello se oía absurdo hasta para mi. Porque yo era un joven adulto de casi diecinueve años, no un adolescente de catorce.

Recuerdo que me aleje del grupo molesto, dispuesto a esperar por James sentado frente a una mesa en el área de restaurantes de comida rápida. Y no me faltaron deseos de largarme del centro comercial aunque tuviera que caminar de vuelta a casa. 

Entonces por consideración a mi amistad con James regresé sobre mis pasos con intenciones de decirle que me iba.

Vi a Zoey y me di cuenta que James y Deandre se encontraban uno al lado del otro sobre la plataforma de la enorme máquina de baile, mientras los primeros acordes de "Poker Face" se apoderaban del ambiente.

Era tremenda canción para bailarla en una discoteca, pero odié ver a James dar los primeros pasos de baile junto a Deandre, los encontré ridículos. Mi hermanita no parecía pensar igual y realmente lo estaba disfrutando.

Me detuve bastante lejos de la acción con la firme intención de no moverme de allí, esperar que mi amigo terminará su sección de baile para decirle que me largaba. A propósito evite mirar hacia la plataforma donde seguramente los dos bailarines disfrutaban sin inhibiciones la música y los pasos de baile.

Por largos segundos logré con empeño mi propósito aunque de buenas a primeras casi me sorprendí de pie detrás de Zoey. Mi hermana movía su brazo derecho con entusiasmo, mientras cantaba uno de los estribillos de la famosa canción.

Yo no podia apartar la mirada de Deandre, mientras el bailaba con facilidad al ritmo de la contagiosa música que marcaba la máquina, no así James que parecía no poder llevar el ritmo. Deandre movía su brazo derecho de arriba hacia adelante repetidamente, mientras apoyaba la punta de su pie derecho frente a él, doblaba la rodilla y sacudía la cadera.

Acto seguido sacudía ambos hombros con gracia al ritmo de la música, mientras se inclinaba un poco hacia el frente. No pude ver su rostro con claridad, pero percibía que al igual que mi hermana, cantaba la letra de la canción. Lo vi sacudir levemente la cabeza hacia adelante y luego hacia los lados.

Cruzó por mi mente cuan a gusto parecía estar Deandre y con cuanta facilidad y pasión se dejaba llevar por la música.

🎵"No, he can't read my poker face" 🎶

Fue solo cuestión de segundos que la música se apagara y fuera Deandre el ganador de aquel, a mi entender, desigual reto.

Sin embargo James, lejos de lucir desilusionado, gritó con júbilo y se fundió en un apretón de manos con Deandre, mientras ambos reían. Zoey no dejaba de dar pequeños gritos alabando a su amigo.

Y yo, de pronto me sentí tan fuera de lugar.

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James insistió en que almorzáramos los cuatro y no me dio oportunidad de excusarme.

¡Nah! Tuve mi espacio, pero decidí quedarme.

¿Por qué tenia que ser yo el que corriera en la dirección opuesta a Deandre Mortimer?

Mientras esperábamos nuestra comida me decía, por décima vez, que mis inquietudes eran pasajeras, y mi mente se llenaba de pendejadas al tiempo que me hacia el loco y el payaso hablando bobadas, hasta que intercepte algunas miradas de James que interprete como;

"¿Qué carajos te pasa?"

Algo que ni yo mismo sabía, pero me abstuve de continuar participando. 

El ambiente poco a poco se fue relajando, y una atmosfera amistosa inicio en la mesa donde los cuatro compartíamos. Fue mi segundo intento de integrarme a la plática de manera natural y simpática. Aunque igual continuaba sintiéndome en tensión y el mal humor que me rondaba en la mañana volvía a querer apoderarse de mi.

Ni siquiera el apetitoso pollo empanado con papas fritas y ensalada de repollo, mi favorita, consiguieron aplacar mi animo y terminé en el baño dejando caer sobre mi rostro agua fría.

Era consciente de que no estaba siendo racional, también de que lo mejor era mantenerme lejos del amigo de Zoey, mientras conseguía aclarar mis pensamientos, mis dudas o lo que sea que necesitara aclarar.

Ya más calmado miré mi reflejo en el espejo y a contraparte el de Deandre, justo en el momento en que entraba al sanitario. Pensé en ignorarlo, y salir de allí, mas me giré para enfrentarlo. Sentía que la tensión entre él y yo podía cortarse con un cuchillo.

Deandre permaneció de pie obstaculizando el ingreso al baño, mientras yo me acercaba. Con cada paso que daba deseaba que él diera media vuelta y saliera de allí. También deseaba que permaneciera donde estaba esperando lo que quizás podía intuir al mirarme.

¿Podría leer en mi mirada mis intenciones? ¿Deseaba tanto como yo lo que estaba a punto de hacer?

Después de todo dicen que la mejor manera de librarse de una tentación es caer en ella. Solo unos cuantos pasos me separaban de él, de mi tentación y terminé con ellos en segundos.

En mi afán por tenerlo cerca casi me abalancé sobre él arrinconándolo, pues el retrocedió, contra la pared de lozas del lugar. No lo tocaba, solo me perdí en su verde y por momentos asustada mirada. Solo nos separaban algunos centímetros.

Con mi mano derecha tome al suya izquierda al tiempo que nuestros alientos se unieron. Y me dejé llevar por la locura atrayéndolo conmigo hasta el primer cubículo a nuestra derecha.

Fue allí, a puerta cerrada, en el lugar menos pensado que di rienda suelta al deseo, al demente deseo que Deandre Mortimer despertaba en mi, y contra todo lo esperado por mi, y también por el, me lancé a por sus finos labios en un desesperado beso.