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Capítulo 34



Como en un sueño

Deandre


La sorpresa, matizada por una chispa de recelo con la inesperada llegada de Peyton, fueron sustituidas poco a poco por una sensación de irrealidad, mientras un sentimiento de alegría fue apoderándose de mi pecho, amenazando con subir por la garganta y salir en forma de un jubiloso grito, que había controlado apenas, obligándome a mantener una tenue y prolija sonrisita.

Me repetía que tenía que ser cauteloso, no dejarme llevar por las emociones que Peyton provocaba en mí. Y mientras compartíamos la pizza, recuerdo que comí muy poco, pues los nervios se reflejaron en mi estómago, comencé a sobre pensar el motivo de su presencia y amabilidad, llenó de dudas.

Y a sopesar la idea de confrontarlo.

Peyton daba buena cuenta de los dos pedazos de pizza frente a él mientras hacía rápidos y cortos comentarios sobre lo sabrosa que estaba, fue entonces que me di cuenta de que al igual que yo, parecía estar nervioso.

Decidí que tenía que ser claro y esperar igual sinceridad de su parte antes de continuar hacia donde fuera que nos llevaría este camino.

―No tienes que mostrarte amable conmigo, Peyton. Si te preocupa que hable con alguien sobre la tarde pasada o el tiempo que pasamos viendo películas te aseguro que no se lo he dicho a nadie y no lo hare. ―Peyton detuvo sus movimientos, estaba bebiendo soda.

Lo miré devolver el vaso a la mesa antes de limpiarse los dedos con una servilleta. Su anterior expresión, donde una media sonrisita distendía sus labios provocando en una de sus mejillas ese hoyuelo que tanto me gustaba, cambio y lo vi fruncir los labios en una mueca antes de hablar.

―Pensé que te habías dado cuenta de que estoy aquí porque quiero estar, Deandre ―dijo y noté una chispa de enojo en su tono de voz― .Aunque entiendo tus dudas...

Recuerdo que fue cuando se puso de pie y no vacilo en cubrir la poca distancia hasta detenerse frente a mi que levante la mirada hacia él algo confundido e incapaz de hacer cualquier otro movimiento.

Peyton atrapo una de mis manos con la suya invitándome a ponerme de pie, una agradable sensación de expectativa me recorrió el cuerpo cuando cedí y nos encontramos de frente, muy cerca.

Su aroma, que yo comparaba con el olor a sal marina ocupo el corto espacio entre nosotros y mi tonto corazón parecio comenzar a bailar alrededor del abismo de mi estómago.

―Estoy aquí porque me di por vencido, Deandre. Ya me cansé de pelear contra estos sentimientos, con las sensaciones que me provocas. Deseo experimentar esto a tu lado, que lo hagamos juntos...lo que sentimos...Dios...no sé si estoy hablando boberías y dando por sentado que tu también...que tu también sientes lo mismo que yo...―Yo no podía hablar, y fui consciente de que lo miraba embobado. Mi amor inalcanzable. De sus ojos a su boca y de vuelta.― .Estoy enamorado de ti Deandre, irremediablemente enamorado.

Justo ahí tuve que respirar profundamente buscando aire para mis pulmones, pues por unos segundos contuve el aliento. La sonrisa volvió sobre los labios de Peyton y una de sus manos, la que tenia libre, descanso sobre mi mejilla para acariciarme la piel con su pulgar.

―¿Puedo? ―susurro mientras sus ojos iban hacia mi boca. Recuerdo que me arrime más a su cuerpo siendo esa mi ansiosa contestación a su interrogante. Entonces nuestros labios se unieron con ímpetu, en ese beso que ambos deseábamos desde hacia mucho tiempo.

Nada que ver con el fugaz beso que compartimos en el maloliente baño del centro comercial y mucho menos con aquel beso robado y sorpresivo de años atrás. Terminamos sobre el sofá de la sala con los labios hinchados y sin aliento.

Recuerdo que se nos hacia difícil mantener las manos alejadas uno del otro y las risas que compartimos con solo mirarnos cuando me alejé hasta una de las esquinas del mueble, pues pensé que solo así podíamos parar, pero Peyton se me fue encima atrapando mi cuerpo entre sus brazos, y de nuevo mi boca con la suya.

Poco a poco fuimos sosegándonos, yo sentado y él con su cabeza sobre mi regazo mientras yo acariciaba sus suaves cabellos oscuros. No recuerdo quien comenzó, pero más tarde esa noche hablamos mucho, de sus sentimientos, de los míos, aunque realmente cuando se marcho minutos antes de que mamá volviera del trabajo me di cuenta de que ninguno de los dos mencionó hacia donde iría la relación después de esa noche.

Sin embargo, nada podía quitarme la sonrisa de los labios y la alegría que me hacia cosquillas en el pecho. Cada vez que recuerdo aquellos días una sonrisa se dibuja sobre mis labios.

Aquel fin de semana trabajaba, por aquel tiempo era mi horario para no afectar los estudios, solo de vez en cuando me llamaban para trabajar en la semana. Recuerdo que en ambas ocasiones, ósea sábado y domingo tuve a Peyton por la tienda cuando ya faltaba poco para mi salida, él llegaba en bicicleta y después de montarla, con bastante trabajo, en el baúl del carro, nos marchábamos con rumbo a mi casa.

El primer día mamá no se encontraba, pues estaba con la abuela haciendo unas diligencias, pero el domingo nos recibió nada más entrar a la vivienda, por un momento había pensado en guiar a Peyton directo a mi habitación, pero mis planes quedaron en nada cuando ella nos intercepto.

Incapaz de ocultar mi sonrojo hize las presentaciones, aunque mamá sabia quién era Peyton, sentí que tenía que añadir algo más.

―¿Recuerdas a Peyton, mamá?. El hermano de Zoey.

Sentí que el color que pintaba mi rostro se intensifico ante la mirada de sospecha que ella no se tomó la molestia de ocultar antes de hacer un gesto de saludo con una de sus manos que acompañó con media sonrisa.

Mamá nos dejo solos en la sala y se fue arriba a darse una ducha, pienso que ni siquiera había cerrado la puerta de la habitación cuando Peyton se arrimo a mi para echarme los brazos alrededor de la cintura y tirar de mi hacia él. Peyton no se cohibió de parodiar mi presentación añadiéndole algunas palabras con un tonito divertido.

―Mamá, él es Peyton, el hermano de Zoey y es el chico que me tiene loco. ―Mientras que yo fingía molestia y me echaba hacia atrás, él apretaba más su abrazo e intentaba robarme un beso.

―No seas payaso...

No obstante, lo cierto era que adoraba su lado bufón. Adoraba su risa, la manera en que sus ojos oscuros brillaban y esos hoyuelos en sus mejillas. Y atesoraba en mi corazón todos esos momentos que aun dudaba que fueran ciertos, pues me preguntaba si no serian parte de un hermoso sueño, que en cualquier momento dejaría de serlo.



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