Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 33

Perdido en tu verde mirada

Peyton


Deandre paso de mi la mayor parte del día escolar. Sin embargo, su actitud no me desalentó. Mientras subia la escalera hacia mi habitación llegaron recuerdos de su nerviosismo, que yo compartía, cuando me había sentado justo a sus espaldas en la clase de física para preguntarle a donde se había escapado con mi hermana. Una sonrisita se dibujó sobre mis labios.

―Zoey y yo necesitábamos aclarar algunas cosas. ―Fue su contestación.

Yo sabia que Zoey estaría de curiosa. Y por unos instantes estuve a punto de preguntarle a Deandre cuales eran esas cosas, pero me detuvo no querer parecer un entremetido preocupado.

Deseaba ser consecuente con las palabras que salían de mi boca e incomodar a Deandre no estaba en mis planes, así que con algo de esfuerzo volví a acomodarme en el pupitre. El resto de la tarde me mantuve lejos de él.

Tomé una ducha dedicándole algunos minutos a lavarme muy bien el cabello, quería asegurarme de oler muy bien cuando me presentara con Deandre, una visita que anticipe durante todo el día y de la que él no tenía idea.

Era un plan algo arriesgado, y donde el resultado final podría depender de muchos factores ajenos a mi control o conocimiento, como, por ejemplo, que Deandre tuviese que ir a trabajar. No obstante, mi yo de casi diecinueve años no se detuvo a pensar en aquella posibilidad, o incluso en que al llegar de sorpresa me encontrara con su madre en vez de él.

Perdí algo de tiempo midiéndome varias camisetas y jeans para luego descartarlas antes de decidirme por el primer conjunto que me había sacado del armario. Terminé calzándome mis inseparables tenis y pasándome un peine sobre el cabello para llevarlo hacia atrás, aunque inevitablemente, sin importar el esfuerzo, la partidura en el medio siempre se marcaba.

Saqué mi bicicleta, hacia meses que no la utilizaba, y a bordo de ella llegué hasta la única pizzeria del barrio. Ordene una pizza y una botella de dos litros de soda, debo admitir que el viaje hasta la casa de Deandre fue uno lento, pendiente en todo momento a mantener el equilibrio mientras llevaba la caja con la pizza de queso frente a mí.

Iba manejando la bicicleta con una mano, pues con la otra mantenía la caja de cartón en su lugar y la bolsa plástica con la soda en uno de los tubos del manubrio.

Sentía mucha emoción mientras transitaba el, a veces, desigual camino con rumbo a la casa del chico pelirrojo, el mismo en que era incapaz de dejar de pensar. De camino una idea fue tomando forma, desesperado como estaba por encontrar un sendero entre Deandre y yo, la manera para estar juntos y solo esperaba que él no se negara.

«mantener en secreto por unos meses nuestra relación» pensaba mientras pedaleaba, por momentos con prisa, en otros, con mucho cuidado y temor de algún tropiezo que me llevara junto con la pizza al suelo.

Cuando estuve frente a la cuidada vivienda de dos plantas color beis y tejas marrón, me pregunté si él estaría consciente de mi llegada, quizás de casualidad miraba por una de las ventanas del segundo piso, esas donde el reflejo en el vidrio de los exiguos rayos solares impedían apreciar bien.

O quizás no era tan casual...

Darme cuenta de que su carro era el único estacionado en la entrada vehicular de la casa aumento mis pulsaciones y coloco una media sonrisa sobre mis labios.

No obstante, su presencia en el patio frontal que descubrí cuando me interne por el sendero que llevaba al balcón, me sorprendió. Deandre se encontraba arrodillado frente a un hermoso rosal que podaba retirando algunas rosas color rosa pálido y algunos capullos. Ante mi inesperada presencia él tampoco oculto su sorpresa que se reflejo en sus hermosos ojos y en su boca de labios entreabiertos, además de que sus movimientos accionando la tijera de jardinería sobre el tallo de una de las rosas ceso por unos segundos.

Solo unos segundos, pues casi de inmediato las hojas de la enorme tijera se cerraron con, pensé yo, un poco más de la fuerza necesaria cortando la flor de su matriz. Deandre se puso de pie con la tijera en una mano, la rosa en la otra.

―¿Qué haces aquí? ―Su pregunta dicha en un tono defensivo no era lo que esperaba. En mi imaginación existía otro panorama, asombro de verme allí, si, pero matizado por al menos una pequeña sonrisa de alegría. Sin embargo, Deandre lucia los labios juntos en un rictus que interprete como sospecha.

No supe que decir, solo interpuse la caja de pizza entre nosotros e hice un gesto ofreciéndosela. Entendía su desconfianza y que quizás tenía ante mí un largo camino por recorrer antes de que Deandre pudiera mirarme sin suspicacia.

―Traje pizza para compartir, y soda ―mencioné mientras colocaba mi mejor sonrisa.

―No dijiste nada de que vendrías...mira como estoy, hecho un asco ―dijo, sentí que le quería quitar peso a la situación, fingir que solo era su apariencia lo que le preocupaba.

―Pues yo te veo muy bien, la enorme tijera te favorece...no sabia que te gustara la jardineria ―Aquello último no fue un comentario inteligente, pues había tanto que no conocía de él simplemente porque perdí el tiempo queriendo huir en dirección contraria cuando era conciente de que todos los caminos me llevaban de vuelta a él.

―Mmmm...a veces...―dijo y pensé que no diría más― .Estoy podando el rosal para colocarlas en un jarrón porque sé que cuando el frío incremente morirán. Soy egoísta, pues deseo disfrutar de su belleza y aroma un poco más.

Su referencia al paso del tiempo y circunstancias no terminó de gustarme. Deandre me adelanto en dirección al patio llevando una canasta con las rosas y la herramienta para cortarlas en una de sus manos, y yo lo seguí, pronto llegamos frente a la puerta trasera de la casa. Dejé la bicicleta contra la pared.

―Es todo demasiado extraño. ―Él se detuvo frente a la puerta trasera y giró lo suficiente hacia mi para mirarme de reojo.

―¿Qué cosa?

―Que estes aquí...

Un soplo de fría brisa se arremolino entre nosotros, vi a Deandre extremecerse, un movimiento involuntario que yo imite. Deandre me abrió paso hacia la calida vivienda rompiendo el momento.

Me desplace para colocar la caja con la pizza y el refresco de soda encima de la mesa mientras él se encargaba de las rosas, luego se lavo las manos y lo miré conseguir dos platos y sus respectivos vasos que llevó a la mesa.

Su comentario anterior no abandonaba mi cerebro y de pronto la idea de que Deandre se sentía demasiado incómodo con mi presencia comenzó a tomar forma.

―Si quieres me voy, no quiero forzar las cosas ―mencioné y me di cuenta por su expresión que mi comentario de alguna manera lo regreso al presente, Deandre parecía volver de lejos.

―No quiero que te vayas ―dijo con algo de premura y por primera vez desde que había llegado su mirada abarco la mía― .Tu presencia aquí es algo con lo que fantasee mucho tiempo, y que últimamente estaba casi seguro que era un sueño imposible, que jamás vendrías...a menos que no fuera a atacarme...por eso me resulta extraña tu visita, pero no quiero que te vayas...

En ese momento mi atención estaba dividida entre sus palabras y mi admiración por sus ojos verdes, esos ojazos hermosos que podría mirar toda la eternidad.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro