Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 30


El día que casi le rompí la nariz a Peyton Blossom

Deandre

La tarde comenzaba a pintarse de gris...

Apresuré mis pasos sin perder de vista a la pareja de chicas que me llevaban ventaja para salir del edificio luego del día escolar. Jamie y Ciara detuvieron su avance cuando escucharon sus nombres y casi salte frente a ellas.

—¿Qué hay Deandre? —saludo Ciara en tono alegre.

—¿Cómo me veo, amigo? —preguntó Jamie, mientras sacudía con coquetería sus largas trenzas de un hombro al otro.

Jamie había comenzado su transición a mujer no solo en su vestimenta, sino que pronto iniciaría el tratamiento de hormonas, la chica se veía feliz, más feliz que de costumbre. Y sobre todo dispuesta a mantener la sonrisa en sus labios, mientras le hacia frente a todo aquel que la criticara o burlara de ella.

—Te ves muy bien, Jamie —Nuestra amiga llevaba jeans oscuros de cintura alta y un crop top color naranja pastel que dejaba al descubierto parte de su tonificado vientre. Jamie no ocultaba la satisfacción que le provocaban mis palabras regalándome una enorme sonrisa, mientras simulaba modelar.

—Quería preguntarles si no han hablado con Zoey —Por eso corrí tras su alcance, quizás Ciara supiera algo más que yo sobre Zoey, pues desde el domingo no había hablado con ella.

—Anoche la llamé al celular, pero estaba apagado —mencionó Ciara, lo mismo podía decir yo.

—Yo llamé a su casa y Leah dijo que Zoey no se sentía bien, mencionó algo sobre su visita al ortopeda —comentó Jamie mientras juntos reanudamos la caminata fuera de los predios del plantel.

—Eso fue ayer, pero hoy tampoco se presento a clases y eso es algo inusual en Zoey —mencioné.

—Su hermano tampoco vino a clases hoy —dijo Jamie con aparente indiferencia, aunque yo intuía que mi amiga estaba más que pendiente a Peyton. La referencia provoco cierta incomodidad en mi interior, aunque al instante me reclame mi absurda reacción.

Me sentí estúpido, Peyton y yo no éramos nada, lo que había sucedido días atrás después de la fiesta de disfraces no debía tener un significado especial. Y me dije que no podía permitirme sentir molestia ante el interés de Jamie por el hermano de Zoey.

De hecho, el día anterior coincidí con él en clases y ni siquiera me miro, y por supuesto que aquel día creo que fui uno de los primeros en darse cuenta de su ausencia.


*******************************


Me despedí de las chicas luego de caminar a la par hasta el estacionamiento donde me subí a mi vehículo y ellas al de Ciara. Antes de dirigirme a casa volví a tratar el número personal de Zoey con los mismos infructuosos resultados.

Preocupado encendí el motor y accione los parabrisas para retirar las gotas de lluvia que casi inesperadamente habían comenzado a caer del cielo empañando mi visión. Una tarde nublada, fría y con lluvia bastante típica en esta parte de Ohio a principios de noviembre, pronto la lluvia seria remplazada por nieve.

Mientras manejaba no pude dejar de pensar en la indiferencia que mostro Peyton hacia mi el día anterior, fue como si yo no existiera. Su actitud me lastimaba, hacia enojar y entristecia. 

Era como si la conexión que yo sabía tuvimos la madrugada del domingo hubiese sido parte de un sueño, una ilusión engañosa.

Para cuando me estacione en la entrada de la casa mi ánimo estaba decaído. Me di cuenta que sumado a aquello último me sentía enojado conmigo mismo por continuar siendo tan fantasioso y vulnerable cuando se trataba de Peyton. Solo hacia falta una sonrisa y algunas frases bonitas de su parte para que yo comenzara a soñar despierto con él aun sin darme cuenta hasta que chocaba nuevamente con su indiferencia.

Bastante molesto bajé del auto, esperaba poder entrar a la casa antes de terminar completamente mojado pero al parecer el cielo y las nubes confabularon para atacarme con un buen chaparrón de gruesas gotas de agua lluvia.

Corrí en dirección a la puerta trasera de la casa murmurando algunas malas palabras y después de asegurarme de dejarla cerrada subí directo a darme un baño mientras pensaba en recalentar el pastel de papa que sobró del día anterior. Era eso último o continar dandole vueltas a la madrugada del domingo pasado, a lo cercano que sentí a Peyton y lo equivocado que fue todo.

Poco a poco fui relajándome bajo la tibia agua de la regadera que casi me recorría de pies a cabeza. No por primera vez me dije lo importante de no sobre pensar las cosas, de dejar fluir.

*******************

Mientras bajaba las escaleras no podía imaginar que en cuestión de minutos tendría una visita inesperada, y con la capacidad de poner todos mis buenos deseos patas arriba.

Lo que sucedió después que dejé pasar al interior de la casa al dueño de mis más alocados pensamientos y atrevidos deseos fue algo confuso, muy rápido.

Y en mi defensa debo decir que me asuste mucho. Basado en esas circunstancias aquella tarde quedo grabada en mi memoria como el día en que casi le rompí la nariz a Peyton Blossom.


******************


Ver a Peyton en el suelo, con una de sus manos sobre la sangrante nariz me lleno de culpabilidad y arrepentimiento. Jamás había usado la violencia contra otra persona, al menos nunca como primera opción en un conflicto. Solo recuerdo contadas ocasiones en que en defensa propia tuve que alzar la mano contra alguien, la última vez precisamente con él cuándo me ataco en el parque.

El miedo a ser víctima nuevamente de sus abusos, aunque él supuestamente estaba arrepentido y aseguró que nunca volvería a lastimarme, me llevó a golpear primero, sin vacilación.

En cambio, al verlo despatarrado en el suelo, sangrando y casi gimiendo de dolor me sentí la peor persona del mundo. Había reaccionado exageradamente y por impulso.

Di dos pasos al frente para acercarme a él con intenciones de ayudarlo.

—¡No, me toques! —grito Peyton y yo detuve mi avance—¿Por qué me pegaste? —El hermano de Zoey mantenía la cabeza gacha mientras la sangre y los mocos no paraban de salir de su maltrecha nariz, escurriéndose entre sus dedos para terminar manchando su jean y parte del suelo frente a él.

—Lo siento mucho, pero me sentí amenazado, creí que me pegarías —exclamé gesticulando con las manos en afán de hacerme entender aunque era mas bien nerviosismo.

Peyton alzo la mirada para mirarme directo a los ojos, el recuerdo de lo sucedido en el parque estaba en mi mente y sé que en la suya también a pesar de que por mutuo acuerdo habíamos quedado en echarlo al olvido, en dejarlo atrás.

—Jamás volvería a lastimarte —Lo oí decir en tono ofendido antes de llevar la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados y hacerse presión con sus dedos sobre la nariz.

—Espera un poco —dije yo antes de ir a la cocina por una buena cantidad de papel absorbente, no tarde nada en volver para ponerme en cuclillas a su lado — .Inclina la cabeza ligeramente hacia adelante y sostén esto —Peyton abrió sus ojos y me miro a la defensiva antes de hacer lo que le sugerí. El sentimiento de culpa volvió a atenazar mi corazón, sabia por experiencia lo incómodo y adolorido que debía sentirse.

—De esa manera eliminaras toda la sangre y secreciones, confía en lo que te digo recuerda que mi madre es enfermera —mencioné mientras llevaba una de mis manos a su espalda, muy a pesar de la situación no pude dejar de percibir bajo mi mano la firmeza de sus músculos y su calor corporal.

—¿Por qué le dijiste a Zoey lo que sucedió en el parque?, pensaba que no volveríamos a tocar ese tema y mucho menos para decírselo a alguien más—Sus repetidas alegaciones me confundieron pues realmente no sabía a que se refería, así se lo hize saber antes de separarme unos pasos.

—Zoey está muy rara, más de lo que siempre es. Ayer estuvo diciendo cosas, no me lo dijo claro pero estoy seguro de que sabe lo que sucedió esa tarde —Peyton hablaba con algo de dificultad en parte porque mantenía la cabeza inclinada hacia el frente, también se oía ronco y tupido, efectos secundarios de un buen golpe en la nariz.

—Vamos —dije extendiéndole mi mano derecha para ayudarlo a ponerse de pie. Peyton levanto la vista y aprecié con el corazón encogido sus ojos lagrimeantes—Lo siento mucho —añadí y me encogí de hombros. La vida da muchas vueltas y en ese momento era Peyton Blossom el que sufría los efectos de la impulsividad.

Peyton acepto mi mano y yo hale con fuerza suficiente para ayudarlo a ponerse de pie. Quizás puse demasiada fuerza junto con mis buenas intenciones provocando que el hermano de Zoey perdiera el paso y fuese a dar muy cerca de mi pecho, tan cerca que nuestros rostros casi se tocaron y nuestros alientos se entremezclaron. 

Demás esta decir que recuerdo haberme quedado inmóvil, mientras por unos segundos nos miramos directo a los ojos, esos hermosos ojos café oscuro a los que jamás había visto tan de cerca. Hasta a mi llegó su aroma a limpio, a jabón cremoso que podría convertirse en mi olor preferido.

Me obligue a dar algunos pasos atrás alejándome de él, con el corazón en la garganta.

—Puedes lavarte en el baño, creo que la hemorragia ya se detuvo —mencioné con la voz algo entrecortada mientras le señalaba la dirección del pequeño cuarto de aseo en la planta baja— .Voy a estar en la cocina —añadí apurando los pasos lejos de él pues a penas podia disimular el temblor en mis manos.

Ya en la cocina, sabiéndolo en el baño pude soltar un largo suspiro y de pie frente al fregadero tratar de controlar el nerviosismo que Peyton me provocaba.

Me regañe por ser tan evidente pues estaba seguro de que él se había dado cuenta del efecto que causaba su cercanía sobre mi, aunque probablemente lo sabía hacía tiempo. Sin embargo, a diferencia de las ocasiones anteriores lo que enervo mis nervios no solo fue su cercanía sino algo en su mirada que no había visto antes y a lo cual no le pude asignar un nombre.

—Estoy seguro de que Zoey lo sabe, Deandre —Casi pego un brinco pues no esperaba su regreso tan pronto. Oí como movía una de las sillas del pequeño comedor y el ruido que hizo la silla cuando la ocupo. Me giré y tenía a Peyton frente a mi.

—Y yo estoy seguro de que no le dije nada. No le he dicho a nadie lo que realmente paso en el parque y mucho menos a Zoey —dije, gracias al cielo el sangrado había parado y fuera de un poco de hinchazón en el área de la nariz y ojos, que podría achacarse a una alergia, no existía más rastro físico del golpe.

—Si no fue así como lo supo.

—¿Por qué no le preguntaste? —alegue aunque me dio la impresión de que Peyton estaba suponiendo cosas, Zoey no fue clara, pero él se sentía aludido por sus palabras.

Aunque segundos después yo también comencé a preguntarme si mi amiga tenia conocimiento de lo sucedido, de la verdad que yo tanto trate de ocultar y que pudiera ser el motivo de su silencio.

Peyton pareció pensar un poco sobre mi pregunta.

—No he hablado con tu hermana desde el domingo —añadí, supongo que ese dato servía para darle peso a mi afirmación de que no le había dicho nada a Zoey, buscando que Peyton no tuviera duda sobre mis dichos.

Peyton continuó sin decir nada y a mi me entro la inquietud, mas dos segundos después me dije que no debía importarme tanto lo que él pensara de mi.

A estas horas tendría que estar visitando precisamente a su hermana para saber como estaba aunque ya podia imaginarme lo enojada que estaría conmigo por no decirle la verdad, una verdad de la que ella siempre sospecho. —Zoey debió oírnos hablar el domingo —Aquello era lo único que explicaría su actitud con Peyton y también conmigo.

Peyton se acomodo mejor sobre la silla que dejo escapar algunos quejidos, lo cual yo encontré bastante gracioso, me gire para desplazarme hacia el refrigerador y ocupar mis manos en sacar el envase de cristal con medio pastel de papa y carne.

—No lo pensé, pero es lo más seguro. No sé si a estas horas ya le dijo a mamá sobre el asunto —Lo oí decir mientras yo me encargaba de encender el horno para calentar la comida. Si yo fuera Peyton también me preocuparía por lo que Zoey pudiera decirle a Leah— .No sé si Zoey podrá perdonarme mi comportamiento algún día —murmuró casi para si mismo.

Sonreí mientras acomodaba en el interior del horno el envase de cristal, era bueno que mostrara preocupación por los sentimientos de Zoey, ella adoraba a su hermano mayor y aunque debía de sentirse muy ofendida y enojada por lo que sucedió, seguramente cuando hablaran podrían entenderse mutuamente.

Fui a ocupar la silla frente a él.

—Ahora me toca hablar con Zoey —Peyton hizo amago de querer decir algo, pero yo no le di ocasión— .No voy a interceder por ti, solo me disculparé con ella por haber callado, eso si, me encargaré de que entienda que yo no te guardo rencor y que acepte tus disculpas. Conociendo a tu hermana tendrás que esforzarte mucho para que ella quede totalmente convencida de tu arrepentimiento —Peyton afirmó con un rápido movimiento de cabeza.

—Creo que si le dices que no me guardas rencor y que aceptaste mis disculpas después de lo que te hice es un poco intenceder por mi, Deandre —comentó él en tono burlón, una miradita llena de malicia y una pequeña sonrisa que asomo en sus labios. Yo llevé una de mis manos sobre la frente para echarme los cabellos hacia atrás mientras le devolvía la sonrisa, un poco atolondrado por el ligero ambiente que comenzaba a rodearnos ante su comentario.

Pensé que habían otras cosas que serían más evidentes para Zoey, cosas que no podría negarle si me preguntaba, cosas como mi amor por su hermano mayor. Y no sabia si Peyton había pensado en todo eso o cuan consciente estaba de que mis sentimientos por él saldrían a la luz al menos para Zoey.

Sin embargo, decidí no entrar en esos detalles porque seguramente aquella buena vibra entre nosotros se iría al traste ante lo evidente.

—Que rico huele...—Aquella afirmación logró traerme de vuelta de mis angustiantes pensamientos — .Tu madre debe de ser tan buena en la cocina como la mía —añadió él mientras aspiraba del aire los ricos olores a carne, papa y queso.

Me puse de pie para desplazarme hasta el horno y echarle un vistazo a la comida.

—Si, Leah y yo somos dos virtuosos en la cocina —No pude aguantarme y alardear un poco de mis habilidades culinarias. No mentía, era yo el que casi siempre cocinaba pues a mi madre no le encantaba meterse en la cocina después de cuatro turnos corridos en el hospital, de hecho mamá disfrutaba de hacer platillos fáciles y rápidos, mientras me dejaba a mi los elaborados.

—¡Nah, no te creo que cocinaste tú!—Lo oí decir en tono suspicaz, mientras yo me encargaba de buscar en el refrigerador todo lo necesario para preparar una ensalada de lechuga romana y tomate acompañamiento ideal del pastel de carne y papa. Observe por el rabillo del ojo que Peyton parecía no perder de vista ninguno de mis movimientos y eso amenazo con hacerme perder el control sobre mis manos y el cuchillo que pensaba usar en esos momentos.

—No miento, es más te reto a que pruebes este pastel de carne y me digas que tal —Fue lo que dije sin pensarlo y mirándole de refilón. De pronto lo tenía junto a mi inclinándose un poco para alcanzar las hojas de la lechuga y los tomates, su intención era lavarlos pero a mi por poco me da el soponcio ante su inesperada cercanía.

—¿Puedo? —murmuró él con los vegetales en sus enormes manos y antes de girar un poco para desplazarse hacia el fregadero.

Juraría que poco me falto para desvanecerme y pronto me di cuenta que había dejado de respirar por algunos segundos hasta que Peyton estuvo a suficiente distancia de mi.

Ruborizado bajé la mirada por unos segundos.

—Aquí tienes —Nuevamente lo tenía junto a mí, pero yo solo pude aceptar los vegetales de sus manos sin apenas mirarlo porque con cada segundo que pasaba sentía como si el aire entre los dos llevara electricidad y una deliciosa inquietud parecía arroparme entero.

Cuando me giré para llevar el envase con la ensalada hacía la mesa Peyton busco mi mirada con la suya y mirándonos permanecimos lo que para mi fue una eternidad. El ambiente iba en camino a convertirse en uno lleno de tension entre nosotros amenazaba con llevarnos al borde del abismo.

Porque yo estaba muy seguro de lo que quería, pero no era suficientemente valiente para retarlo a aceptar lo que en esos momentos vi en su mirada, esa atracción que nos unía y que podría ser el comienzo de algo hermoso entre los dos.

—No me has contestado, ¿Qué dices te animas a probar? Te aseguro que no voy a envenenarte —Lo animé porque podía, porque quería, porque no quería dejarlo ir. Y por un momento casi contuve el aliento a la espera de su respuesta.

—Acepto el reto, Deandre —dijo él sin dudas o vacilación, sin bajar la mirada o separarla de mi. Yo no pude ocultar la enorme sonrisa que afloro sobre mis labios.

Y mientras me giraba en busca de lo necesario para compartir la cena con mi amor platónico de toda la vida, pensé con ilusión en la bonita tarde de dos que teníamos por delante. No quería pensar más allá del preciado momento que comenzó aciagamente, pero que prometía mejorar más y más.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro