Capítulo 27
La noche del lobo
Deandre
El día que vi a Peyton en compañía de Jamie no me pude controlar y luego de varios minutos llenos de indecisión, torturándome entre lo que debía hacer, que era quedarme en mi puesto de trabajo y continuar mi labor, y lo que deseaba hacer, aventurarme por toda la tienda en busca de la singular pareja, demás está decir que lo último venció.
Mientras caminaba como pollo sin cabeza, buscando con la mirada al hermano de Zoey y su acompañante pensé que jamás vi a Peyton hablando siquiera con Jamie en la escuela y ahora de buenas a primeras parecían ser los mejores amigos.
Quizás ese era el resultado de las visitas de Jamie a casa de Zoey donde seguramente coincidió con Peyton en más de una ocasión. Hacía semanas que yo no iba por allí y se me hizo claro que ahora era Jamie quien compartía con mi mejor amiga en aquellas tardes de fin de semana donde posiblemente él y Peyton...
Víctima de un impulso que no pude ignorar caminé decidido y con prisa en la dirección en que vi a Peyton irse. Con la vista peinaba el área en la búsqueda del moreno con trenzas y su acompañante, mientras estaba consciente de lo agobiado que me sentía y lo ridículo que resultaba todo.
Después de lo que paso en el parque no debería de afectarme nada que tuviese que ver con Peyton, pero en aquel momento no estaba para suposiciones o darle mente a lo que debía de ser y no era. Lo único que me importaba era localizar a Peyton, ver si aun seguía con Jamie y poder analizar el lenguaje corporal de ambos para sacar mis propias conclusiones. Y mientras caminaba sin un rumbo específico, con mis ideas y pensamientos arremolinados unos encima de otros me di cuenta que la emoción que apretaba mi pecho con angustia y provocaba que apretara los puños a mis costados eran los celos, intensos y puros celos.
Y poco me falto para sentir vergüenza de mi mismo.
Algo molesto me dispuse a girar para encaminarme nuevamente a mi puesto de trabajo que no debí haber dejado para ir tras una ilusión que no había hecho nada más que hacerme sentir miserable. Porque eso era Peyton, una ilusión malsana.
Sin embargo, en esos segundos de incertidumbre mis ojos, que aún insistían en moverse entre la gente buscando a Peyton o a Jamie, localizaron al primero junto a Leah, su madre, en la cola de una fila para pagar. Peyton lucia pensativo, mientras miraba al frente, su madre parecía comentarle algo.
Una sensación de alivio recorrió mi alma al darme cuenta de que Jamie no se encontraba con ellos y tuve conciencia de la sonrisa bobalicona que distendía mis labios.
—¡Deandre! —La inesperada mención de mi nombre me insto a girarme encontrándome con una de las empleadas, su nombre era Jody o Judy, una chica con retenedores, de cabello corto y dos o tres años mayor que yo— .Jason está buscándote —Por un momento se que mi rostro reflejo la duda, ¿quién era Jason?
—El supervisor —aclaro ella, se alzo de hombros para después alejarse. Después de echar otro vistazo al ingrato de Peyton Blossom me encaminé a mi puesto de trabajo seguro de que estaba en problemas.
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Por tercera y última vez repasé la vestimenta que llevaba frente al espejo de cuerpo entero que tenía mamá en su cuarto. Y no pude negar que me veía muy bien, incluso los lentes de contacto color rojo que usaba le daban a mi aspecto el toque aterrador que todo conde Drácula necesita.
Camisa blanca de mangas largas, chaleco rojo de botones negros, pantalones negros y una capa suave con cuello de pico, negra en el exterior y roja por dentro complementaban mi disfraz y justo antes de escuchar la bocina del carro de Leah anunciando su llegada acomode algunos cabellos rebeldes que se negaban a quedarse en su lugar en aquel peinado con partidura a un lado y mucho gel, que había decidido llevar esa noche.
Antes de dejar la casa me coloque los dientes postizos de colmillos sobresalientes y agarre la mochila con algunas pertenencias, pues pasaría la noche por primera vez después de algunas semanas en casa de Zoey.
En el espacioso vehículo de la madre de Zoey nos acomodamos todos, Jamie vestida como una hippie sexy de los años sesenta, Ciara quien lucía un disfraz de ruda gladiadora, Zoey con su delicado y adorable disfraz de Alicia y yo un engomado conde Drácula.
La madre de Zoey, que lucia un gorro negro de bruja nos dejaría en la fiesta y pasaría a recogernos cuando le avisáramos. Aquella idea no era del todo bien vista por mi amiga, pero era eso o no salir. Cuando pasaron por mi pensé que me encontraría con Peyton y Chelsea, pero no fue así lo que me dejo un mal sabor de boca pues no voy a negar que tenía la expectativa de ver a Peyton esa noche. Si, se que para muchos sonaría absurdo, hasta hubiesen podido tacharme de masoquista, pero a mi me resultaba inevitable.
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La casa de Stuart era muy espaciosa, el lugar ideal para la organización de una fiesta donde se esperaba una gran audiencia y no se equivocaron porque había gente pululando en toda la planta baja, desde la enorme sala, pasando por el pasillo que llevaba al comedor y terminando en la cocina, además de unos cuantos atrevidos en las escaleras al segundo piso y más allá.
En la última habitación habían varios adolescentes que buscaban algo de beber; jugos de frutas, sodas y agua embotellada, nada de alcohol, por lo menos no dentro de la casa, con lo que aplacar la sed. También habían personas alrededor de la mesa pendientes a los casi manoseados bocadillos.
Mientras me desplazaba de vuelta a la sala donde se concentraba el baile al ritmo de la estruendosa música me sentí algo agobiado pues no pude vislumbrar un rincón libre para situarme, de preferencia cerca de mi amiga Zoey a quien un ninja, era mi primo Elijah, parecía tener hechizada con su, supongo, interesante conversación.
Realmente no sabía como esos dos podían llegar a oírse con tanta bulla a su alrededor, pero cuando entre una pareja existe química y atracción a veces las palabras estan de más. Solo esperaba que esa vez Elijah no se comportará como un verdadero huevon con Zoey, que siempre le diera el lugar que ella se merecía. Quizás ahora que Alexander Morris parecía haber desaparecido de nuestras vidas las cosas se acomodarán y en el caso de Zoey y mi primo todo fuera fluyendo en armonía hacia un futuro en común.
Encontré mi lugar en una de las esquinas, justo frente a una lámpara enorme y al lado de una ventana que permanecía semi abierta, con las cortinas anaranjadas con detalles oscuros para la ocasión.
Desde allí podía ver la improvisada pista de baile y entretenerme viendo las diferentes maneras de bailar de muchos de mis compañeros. Llevé la boquilla de la botella de agua a mis labios y bebí un pequeño sorbo. Mientras bajaba la mano y miraba casualmente a mi alrededor moviendo la cabeza y el torso al ritmo de la música tuve la sensación de ser observado, pero con tanta gente en aquel lugar supuse que era algo común, sin embargo, la rara sensación persistía haciéndose cada vez más fuerte e intrigante.
Decidí girar un poco a mi izquierda, hacia donde sentía venir esa intensa sensación de ser observado. No fueron pocas las ocasiones que había leído sobre personas que dicen poder percibir la intensa mirada de cualquiera sobre ellos, pero jamás pude dar fe de ello hasta ahora. No era algo fácil de ignorar, casi automáticamente sientes la necesidad de voltear y averiguar quien te mira con tanta insistencia.
El problema fue que entre tanta gente bailando y saltando, sacudiendo los brazos, riendo y gritando era demasiado difícil ubicar la fuente. Minutos después decidí no darle mucha mente, bebí un poco más de agua y luego de colocar la botella sobre la repisa de la ventana mis planes eran unirme a Jamie y Ciara que no habían parado de bailar desde que llegamos, yo también deseaba soltar algo de stress y sacudir el esqueleto.
Sin embargo, recuerdo que solo di un par de pasos en la dirección de mis amigas cuando un sujeto alto disfrazado de hombre lobo se cruzo en mi camino, de primera pensé que nos habíamos tropezado casualmente y que el alto peludo continuaría su camino pero no, allí se detuvo frente a mi y sin al parecer intenciones de moverse.
Y segundos después el extraño extendió una de sus manos, garras velludas y enormes hacia mi en lo que interprete como una invitación a acompañarlo a la pista. Lady Gaga se dejaba sentir en toda la estancia con su "Poker Face" melodía que instantáneamente trajo a mi los recuerdos de cierta ocasión pasada y por unos instantes no supe que hacer.
Pero aquel lobo peludo y grandulón ante mi aparente incertidumbre agarro mi mano derecha sin darme tiempo a resagarme o escapar. Sabía que un gesto de sorpresa y recelo se reflejaba sobre mi rostro, pero en el fondo la emoción ante tal inesperada invitación hizo que una sonrisita nerviosa se dibujara sobre mis labios, mientras cedía ante la urgencia hacia el medio de la pista.
Al ritmo de Flo Rida y su "Right Round" me dejé llevar por el fuego que siempre estaba presente cuando oía música y esta parecía arropar mi cuerpo. La música era similar en mi a un corrientazo, un impulso a olvidarme de todo y dejarme llevar para disfrutar el momento, es dificil de explicar o hacer entender a alguien lo que experimentaba si esa persona no vivía la pasión de bailar como yo.
Y seguro de mis movimientos, con deseos de lucirme, dejé que el ritmo constante del bajo, la bateria y la guitarra eléctrica se apoderaran de mi.
El alto hombre lobo parecía no tener mucha destreza a la hora de bailar, pero que trataba de llevarme el ritmo con su atención sobre mi en todo momento, cosa que comenzó a ponerme algo nervioso. Y comencé a cuestionarme sobre la persona que se habia acercado de la nada, invitándome a bailar, todo detrás de esa mascara de bestia peluda.
Resultaba hasta irónico ver al conde Drácula bailando con el hombre lobo, un hombre lobo del que ni siquiera conocía su verdadero rostro.
Quizás era un compañero de escuela que detrás de aquel grotesco disfraz se mostraba atrevido y audaz o tal vez alguien mayor, estudiante del colegio universitario donde estudiaba el hermano mayor de Stuart.
Con verdadero esfuerzo me di a la tarea de no pensar, de que no me importase quien estaba detrás del disfraz y disfrutar la ocasión. Di vueltas y salte al son de "Boom Boom Pow" con mis brazos en alto mientras Mr. Lobo hacia todo por mantenerme el paso.
Yo no hacía nada por ocultar la sonrisa que mutaba a carcajadas cuando notaba su torpeza y lo difícil que parecía resultarle algunos movimientos, me pregunté si el calor dentro de ese elaborado disfraz no terminaría por sofocarlo, y quizás así al fin lograría ver su rostro.
Y junto a ese hombre lobo a veces torpe baile no recuerdo por cuanto tiempo. Y mientras giraba, saltaba, movía mis caderas y extremidades todo a nuestro alrededor pasaba ante mis ojos en un remolino, aparentemente todos allí disfrutando como yo lo hacia, mis amigos, los compañeros de escuela, conocidos o menos conocidos, los que me saludaban, los que no...
Daba igual porque siendo está mi primera fiesta estudiantil me la estaba pasando de lo lindo con aquella bestia que al parecer solo tenía ojos para mi.
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Fui yo el que abandono la atestada pista donde ya más de uno habia sido víctima de los pisotones de bailarines poco habilidosos, para buscar refugio en la amplia cocina de la casa en pos de algo de beber. Cuando decidí caminar hacia el oasis de la cocina lo hice sin esperar que mi compañero de baile fuera conmigo, mentira, debo aceptar que tenia la esperanza de poder socializar con él en un lugar más calmado, oír su voz, conocer su nombre, verle el rostro, pero no se lo daría a demostrar tan fácilmente asi que me adelante con algo de prisa y disimulo.
Sin embargo, pudo más la curiosidad y no aguante para mirar sobre mi hombro visualizando al patoso hombre lobo a mis espaldas y muy cerca de mi. Y por primera vez sentí con alguien diferente aquel cosquilleo de anticipación que solo la presencia de Peyton Blossom provocaba en mi.
Cuando nos adentramos a la cocina y Mr. Lobo se adelanto pude ver a detalle el magnifico disfraz que llevaba, aunque se notaba que no era nuevo estaba bien cuidado y lucia un total realismo.
Mr. Lobo no dudo en escoger las sodas, curiosamente escogió para mi una de sabor a limón, mi sabor favorito, todo sin decir una palabra, antes de extender su mano para ofrecerme el vaso me hizo señas con la cabeza en dirección a la puerta de madera y cristal que llevaba al exterior.
Quizás debi rehusarme, dar media vuelta y volver con mis amigos, pero algo muy dentro de mi deseaba salir con él y por un momento tuve la extraña sensación de que detrás de esa máscara estaba alguien especial, conocido o no, alguien singular.
Una vez en el exterior, la noche con su cielo claro sin nubes y una fresca brisa preambulo del ventoso otoño que estaba por llegar, el alto hombre lobo me ofreció la bebida la cual disfrute sediento, mientras la suave brisa refrescaba mi acalorado rostro. De pronto no supe que decir, desde que nos encontramos ninguno de los dos emitió palabra y en mi fuero interno esperaba que fuera él quien tomara la palabra.
Nos encontrábamos de pie, uno frente al otro, yo acalorado y loco por quitarme aquella incomoda capa y abrir par de botones de la camisa, él formidable en su aterrador disfraz sin siquiera probar la bebida que llevaba en una de sus manos. Lo miré pretendiendo hacerlo directo a los ojos y cuando estuve a punto de articular palabra me frené al verlo dejar el vaso a sus pies, unos pies calzados en unos tenis Converse negros deslavados que me parecieron muy conocidos.
El vistazo a su calzado me subió y bajo sin previo aviso provocando que un nudo se me formara en la garganta, y lo que él hizo segundos después atrayéndome al circulo de sus brazos de un halon terminó por cortarme el aliento. No podía pensar con coherencia en busca de respuestas.
En un impulso atrevido levanté ambas manos para retirar la pesada máscara que ocultaba sus facciones, deseando y a la misma vez con miedo de enfrentarme a la persona detrás de ella.
Retuve el aliento preparado y ansioso para lo que vendría luego, tan cerca de él, inmóvil entre sus brazos.
—¡Aquí estas! —Pasmado dejé caer los brazos, di algunos pasos atrás separándome de mi acompañante al tiempo que giraba en dirección al grito de Jamie. Eso basto para que el misterioso y ahora escurridizo hombre lobo aprovechara para desaparecer en la noche.
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