Capítulo 24
Te pienso a cada minuto
Peyton
Nunca me había sentido tan enfermo a la par que miserable. Esos días posteriores al ataque injustificado y abusivo del que fui participe, la vergüenza y el sentimiento de culpabilidad por mi cobardía no dejaron de atormentarme. Y me convencí de que no solo enferme con el peor resfriado de mi vida, sino que aquellas fuertes y dañinas emociones resultaron ser como un virus corriendo por mi sangre, acentuando mi malestar físico y mental.
Estuve una semana ausente de la escuela, y no queria volver a clases. Alegaba frente a mamá continuar enfermo con fuertes dolores de cabeza que casi me impedían moverme. Entonces fue cuando ella insistió en llevarme al hospital si al comienzo de la próxima semana continuaba enfermo.
-Hay que llevarte al médico Peyton, esos dolores de cabeza de los que te quejas pueden ser cosa seria hijo. Aún recuerdo de mi juventud a un chico que vivía por mi casa que constantemente se quejaba de dolores de cabeza, pero lamentablemente nadie actuó a tiempo y el muchacho terminó muy enfermo -De ese chico ya había oído antes y su historia no terminaba bien, pero en mi caso los supuestos dolores de cabeza solo eran mi intento de excusa para continuar faltando a clases.
Me aterraba volver a ver a Deandre.
En esos días casi no salía de mi cuarto, pero estaba más que pendiente a mi hermana Zoey y sus conversaciones con Chelsea, Ciara y mamá porque seguramente hablaría sobre lo que le sucedió a Deandre. Y no me equivocaba.
Me interesaba saber como se encontraba él físicamente y no negaré que también quería enterarme de cómo iba el asunto del asalto, aunque me pareció claro que Deandre no mencionó nuestros nombres a la policía porque nadie había ido por mi.
Los primeros días después del suceso vivía con un constante miedo de ver llegar por la casa un par de policías para arrestarme, al pasar las horas me convencí de que eso no sucedería, una vez más Deandre había optado por guardar silencio.
Mi hermana Zoey no le creía a su amigo que no conociera a sus atacantes como supuestamente le dijo a la policía, la escuche hablando sobre eso con mamá dos o tres días después del incidente. Zoey ,que odiaba las injusticias, se oía furiosa mientras le aseguraba a mamá que ella sentía que Deandre no quería hablar porque protegía a alguien y algo en su manera de hablar me dio la impresión de que ella sabía o sospechaba a quien protegía su amigo. Desde ese día cada vez que me cruzaba con ella evitaba mirarla a los ojos e intentaba no interactuar mucho, solo hablaba lo necesario.
-¿Ya sabes lo que le paso a Deandre? -Zoey estaba sentada al frente de la mesa del comedor con su amiga Ciara, mamá preparaba la cena mientras Chelsea y su amiga Megan estaban en la sala, al parecer viendo una película muy divertida pues se oían sus risas.
Yo había bajado por algo de beber desplazándome con sigilo y tratando de darme prisa para volver a mi cuarto. Zoey me dirigió la palabra entanto me ocupaba de servir jugo de naranja, le daba casi la espalda y no pensé que hablase conmigo.
-Lo comento porque últimamente pareces estar en las nubes y no te enteras de nada. Aunque todos sabemos lo mal que te llevas con él -Al oír la última frase supe que era a mi a quien le hablaba y si tenía dudas sobre las sospechas de mi hermana estas desaparecieron.
Giré hasta verla de frente con el vaso lleno de jugo de naranja en una mano.
-Algo oí y esperó que tu amigo se reponga -Decidí ignorar la parte sobre lo mal que me llevo con él.
-Yo esperó que en algún momento los que le hicieron eso a Deandre paguen -mencionó ella y no me paso desapercibido su tono enojado. Me fijé en lo sorprendida que miraba Ciara a mi hermana, posiblemente no entendía el porque Zoey se oía tan enojada o quizás por qué ese enojo parecía dirigido a mi.
-¿Ya te sientes mejor Peyton? -Mamá se giró con una espátula en su mano derecha y centro su atención en mi con gesto expectante. Su movimiento logro cortar un poco la tensión entre Zoey y yo.
Hice un leve movimiento positivo con la cabeza en tanto pude ver de reojo que Zoey no esperó por más comentarios de mi parte y se desplazó, con Ciara siguiéndola hacia su cuarto.
-Ya pronto la cena estará lista -comentó mamá volviendo a su tarea anterior sobre la estufa.
-Entonces bajo en cuanto este la comida, ma -Necesitaba volver a estar en la soledad de mi cuarto y no espere respuesta para irme. Los dichos de mi hermana lograron perturbarme llenando mi mente de angustiantes pensamientos y preguntas.
¿A quién le comentaría Zoey lo que pensaba sobre el asalto a Deandre? ¿Hablaría con él? ¿O le diría a su amiga Ciara?
Seguramente no le diría a mamá sobre mi supuesta participación sin estar segura. Eso en el caso de que sospechara de mi realmente.
Por un lado, estaba casi seguro de que mi hermana sabía que yo había sido participe del ataque a su amigo, sin embargo, por otro lado, las dudas iban y venían.
¿Cómo llego a esas conclusiones?
De seguro, verme llegar la noche de los hechos goteando agua de pies a cabeza con un golpe en la nariz contribuyo a que sacara esas conclusiones.
O simplemente porque Deandre no parecía ser mi persona favorita.
Quizás Deandre le comentó sobre el incidente entre él y Alex en el baño, entonces para Zoey mi grupo de amigos y yo éramos los primeros sospechosos.
Más tarde, en la soledad de mi habitación analice el detalle de que Zoey me había visto llegar la tarde del incidente mojado y evidentemente apaleado con un golpe en la nariz. Todo me acusaba a mis ojos, no me extrañaría que a los de mi hermana también.
Esa noche no bajé a cenar con los demás, recuerdo que no tenía ánimos. Nunca antes me había sentido tan irritable y a la misma vez a la expectativa de lo peor. En esa ocasión contrario a las anteriores mamá no subió a mi cuarto antes de irse al suyo, tampoco se intereso en si cenaba o no, pero lejos de echarlo en menos agradecí su ausencia, lo menos que deseaba era simular un estado de ánimo que no sentía o tener que contestar preguntas y charlar.
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Llego el fin de semana y todavía no tenía noticias de Alex o los otros. Aquello fue algo que me hizo respirar tranquilo pues ya tenía claro que lo mejor para mi era alejarme del grupo. No lo hacía con ánimos de achacarle toda la culpa de lo que paso a ellos, pero sé que jamás hubiese hecho lo que hice por mi propia iniciativa, así las cosas, decidí que no eran una buena influencia para mí y quizás yo tampoco para ellos.
Contrario a todos los fines de semana que prácticamente pasaba sentado frente al televisor jugando video juegos esos días me mantuve en mi cuarto muy atento a las entradas y salidas de mi familia. En un rincón apartado de mi mente vivía la esperanza de que Deandre visitara a Zoey. Deseaba verlo aunque fuera a escondidas, pero mi espera termino el domingo al darme cuenta de que mi deseo no se haría realidad.
Y aún cuando deseaba volverlo a ver el domingo en la noche mientras miraba el techo de mi habitación fui preso de un aplastante sentimiento de inquietud al darme cuenta de que solo quedaban horas para volver a la escuela y enfrentarme con Deandre.
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Con muchísimo esfuerzo estuve listo para comenzar esa primera semana de octubre y volver a clases. Contra todo pronóstico decidí caminar hacia el plantel en compañía de Chelsea y Megan, esa semana su madre usaría su auto y tendría que caminar hacia la escuela. Era volver a clases o ir con el médico por los supuestos dolores de cabeza. Además, de ninguna manera me convenía continuar ausentándome en este mi último año de escuela superior.
Caminaba detrás de las chicas pensando en mis metas y dispuesto a enfocarme no solo en las asignaturas sino también en el club de fotografía y el equipo de fútbol aunque no estaba completamente seguro si continuaría en este último. Quería evitar a Alexander por todos los medios posibles y continuar formando parte del equipo no haría sino lo contrario.
En esos momentos de mi vida pensaba que las actividades del club de fotografía serían suficientes para mantenerme ocupado en mi tiempo libre pues al entrar el mes de octubre se podía decir que comenzaban todas las actividades festivas y aquello último era igual a oportunidades para tomar fotografías sobresalientes que quizás me llevarían a participar de concursos teniendo buenas posibilidades de ganar.
Estaba tan sumido repasando mis planes que me tomo algo por sorpresa lo pronto que llegamos a la escuela. Chelsea y Megan no vacilaron en cruzar las puertas hacia el interior del edificio, mientras yo me detuve experimentando el comienzo de un fuerte ataque de ansiedad.
- ¿Cómo amaneciste Blossom? Hacía días que no te veía - Sacha Belucci pasó muy cerca con su comentario y una sonrisa. La morena sacudió su largo cabello rizado antes de continuar hacia el interior de la escuela sin darme tiempo a contestar. Detrás de ella entraron un desfile de estudiantes muchos de ellos conocidos, dejándome atrás. Nadie más me saludo o pareció prestarme atención, mientras yo obligaba a mis piernas a moverse con la certeza de que lo mejor que podía hacer era refugiarme en el salón donde tomaría la primera clase del día.
Cuando llegó el ansiado y a la vez temido momento de volver a encontrarme con Deandre me descoloque y no estuve seguro de nada. Él no me miró en ningún momento y eso estuvo bien al principio, pero conforme pasaron los minutos y al darme cuenta de que pasaba de mi de manera rotunda comencé a sentirme incómodo y hasta enojado.
Era consciente de lo absurdo de mis sentimientos, obvio que Mortimer no quisiera ni mirarme, yo tampoco lo haría si estuviese en su lugar, pero de igual forma en un momento dado tuve que controlarme para no cruzarme frente a él y decirle;
-¡Hey aquí estoy! ¿por qué no me miras como me mirabas antes? ¡No me ignores por favor me he dado cuenta de que no puedo con eso!-Obviamente en lugar de esa estupidez fui a esconderme en uno de los baños más apartados del comedor y allí pase el resto del resceso tratando de poner en orden mis alocadas ideas y pensamientos.
Demás está decir que extrañaba su, en ocasiones desmedida atención sobre mi. Extrañaba cuando nuestras miradas se encontraban, a veces era él quien rehuía la mía, y otras era yo quien fingiendo dureza miraba hacia otro lado.
Al final de esa semana a las negativas emociones que parecían arroparme casi sumiéndome en un estado depresivo se unió la certeza y aceptación que por tantos años evite encarar sobre mi verdadera sexualidad. Y después de los primeros minutos que el antiguo Peyton insistió en sabotear, una sensación de alivio, de libertad como un bálsamo recorrió mi ser y terminé frente al espejo del baño riendo feliz como demente.
Fue luego, aún de pie frente al espejo cuando miré directo a mis ojos y en voz alta reconocí que estaba enamorado, y que mi amor tenía nombre y apellido. Sin embargo, estuve seguro de que para un nosotros ya era demasiado tarde.
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