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Capítulo 20




Peyton y Deandre

Deandre


Fue en vano, todos mis esfuerzos por ponerme de pie para intentar salir corriendo fueron infructuosos. Pronto Peyton Blossom se encontraba encima de mi halando mis enlodados cabellos obligándome a levantar la cabeza, su agarre era fuerte y en ese momento estuve seguro de que de intentar zafarme lo único que conseguiría sería arrancar varios mechones de pelo de mi cuero cabelludo.

Peyton me obligo torciendo mi cabeza a prestarle atención, sus ojos oscuros miraron fijamente los míos. Desesperado intente buscar en su mirada la razón de su proceder o al menos algo de empatía, pero solo atisbé vileza. Mi corazón pareció arrugarse al tiempo en que una inusitada fuerza llegó acompañada por un subidón de adrenalina al verme a merced de aquellos abusadores. 

Lo próximo que hice lo hice sin pensarlo porque de lo contrario estoy seguro que me hubiese echado para atrás, pero el miedo y la horrible sensación de estar atrapado me llevaron a levantar mi brazo derecho para asestar con mucha fuerza un codazo al rostro de mi atacante. Peyton soltó su agarre y lo escuche gritar de sorpresa y dolor.

Conseguí ponerme de pie y avanzar a trompicones sin dirección concreta. Sentía el lodo en mi rostro creando surcos y goteando sobre mis ojos dificultándome la visión. Literalmente caminaba a ciegas.

—¿Vas a dejar que se vaya, Peyton? —creí oír y estuve seguro que el que gritaba era Alex. Con una de mis manos traté de limpiarme el rostro, pero tuve la sensación de que solo empeoré las cosas.

Estaba desorientado, sabia que no avanzaba, en un momento estuve seguro que volvía hacia mis atacantes. Mis tenis resbalaban sobre el césped mojado y la tierra lodosa. Y entonces fue cuando un fuerte empujón volvió a tirarme al suelo.

—¡Maldito cabrón! —grite o mas bien lo intente mas solo logré llenarme la boca de tierra y comenzar a toser y dar arcadas.

¿Es que quieren matarme? Existían cientos de historias de horror, de personas muertas a manos de otros por ideas absurdas y creencias mal interpretadas.

Un ramalazo de dolor me recorrio el cuello cabelludo, Peyton volvía a tenerme bajo su control, volvía a tener mi cabello entre sus dedos.

Logré alzar un poco la mirada, pude ver dos pares de tenis chapoteando sobre el lodoso terreno.

—¡Deandre necesita oírlo de tu boca amigo, dile lo que sientes, díselo, díselo de una vez! —Escuché aquella voz que logro confundirme más, aunque era obvio que Peyton y Alex no iban solos, Charles y Thomas estaban allí también. Pensé en Elijah, mi primo y su amistad con ese grupo de abusadores. 

—No quiero hacerte daño Deandre, pero quiero que entiendas...que entiendas, que me entiendas —

Las palabras de Peyton sobre mi oreja no tenían mucho sentido en esos momentos, quería sacármelo de encima y no me interesaba nada de lo que tuviera que decir.

¡Que no quería hacerme daño! ¡Si claro!

Con el rostro por momentos casi hundido en el fango a merced de los erráticos movimientos de Peyton no pude dejar de escuchar sus devarios.

—¡Dile que solo te provoca pena...que es lo único que te provoca! —La otra persona, yo estaba seguro de que era Alex, no dejaba de gritar.

Peyton no parecía dispuesto a soltar su agarre, sentí la sensación de entumecimiento extendiendose desde la cabeza bajando por el cuello y sobre los hombros. Yo apenas tenía fuerzas, sin aviso dejé de sentir los halones en mi cabello. pero no pude mantener la cabeza izada e inevitablemente se me fue hacia el frente golpeándome. Después del golpe la nada.


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Peyton


¿Qué haces Peyton?

Esa pregunta me martillaba la cabeza mientras tenia a Deandre de los cabellos y lo obligaba a mirarme. Cuando nuestras miradas se encontraron me distraje por segundos y él aprovecho para asetarme un codazo en plena nariz.

Lo solté mientras aullaba de dolor y me puse de pie con dificultad. Un enorme ardor se extendió por todo mi rostro, pero principalmente en el área de la nariz, pude oler la sangre y sentirla bajar espesa por mis fosas nasales. No tenia buena visión, mis ojos estaban empañados por la humedad, pero intuía que Deandre se alejaba de mi. Entretanto Alex no dejaba de gritar pero yo no alcanzaba a entender lo que decía.

Me moví impulsado por una mezcla de nefastas emociones y di con él para empujarlo por la espalda.

Todo se precipito, Alex y los demás no dejaron de gritarme, mientras Deandre buscaba zafarse de mi y la lluvia continuaba cayendo a cantaros como suele llover en esta parte de Ohio. Yo dejaba salir mi enojo y frustración con frases hiriente y justo ahí fue cuando vi las primeras luces azules y rojas relfejadas en los charcos de agua que nos rodeaban.

Me deshice del cabello de Deandre y retrocedí para quedarme frente a él esperando un movimiento de su parte. Un segundo, dos segundos, tres segundos...

La lluvia sobre mi y la sensación de frio recorriendo mi cuerpo, mientras el reflejo azul y rojo parecía abarcar toda la extensión de tierra alrededor y sobre el cuerpo inerte de Deandre, su cabello parecía estar salpicado de sangre, que permaneció boca abajo.

La plena realización de lo que estaba sucediendo me impidió moverme, solo mis ojos se movieron frenéticos recorriendo su inmovilidad y el terror se apodero de mi ante la incertidumbre. Rompí las cadenas que me impedían inclinarme y llegar hasta él para voltearlo y darme cuenta realmente cual era su estado mas un fuerte tirón me llevo a rastras lejos de Deandre antes de que pudiera reaccionar.

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El frío calaba mis huesos, tenía las manos sobre las rodillas en tanto mantenía inclinado el cuerpo y la cabeza baja. La lluvia comenzaba a amainar, Thomas y Charles desaparecían a la distancia sin dejar de correr, no así Alex que se detuvo frente a mi a urgirme para que continuáramos corriendo.

—¡Mierda Peyton no podemos perder más tiempo aquí! —La agitación de Alexander era por algo mas que la carrera que habíamos dado, Alex le temía a ser descubierto, a la autoridad detrás de esas luces que se veían tan cerca. 

—No podemos irnos sin saber de Deandre —Por muy absurdo que pareciera incluso para mi, la preocupación por Deandre detuvo mi carrera. Primero lo atacaba y golpeaba para luego preocuparme por él.

Alexander se llevo las manos a la cabeza, mientras no dejaba de moverse evidenciando su desesperación.

—Es un poco tarde para preocuparse por eso amigo, ¿no viste que llego la policía? —Por supuesto que vi a la policía—¿Quieres meternos en problemas por tener cargos de conciencia tardíos? —Alex se precipito sobre mi y casi me escupió las palabras. Por un instante pensé que me golpearía.

Nos miramos por largos segundos, yo apenas me estaba dando cuenta de lo erróneo de toda esta situación y fui más lejos al cuestionarme por primera vez que tan buena era mi amistad con Morris.


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