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Capítulo 17

Ignorado y en contra de la pared


Peyton


Deandre, Ciara y Zoey pasaron muy cerca de mi, entre risas, unos segundos antes de que se oyera el primer timbre del día, en aquella ocasión ni siquiera me miraron. Al parecer me había hecho invisible y apenas me estaba dando cuenta pues Alexander y los demás también me ignoraron rotundamente.

Aunque a decir verdad Alex pasaba de mi desde el mediodía en que intento que Deandre bebiera agua del excusado y yo intervine para evitarlo. No solo me ignoro durante la tarde de aquel día sino que tampoco contestaba mis llamadas telefónicas, eso sumado a que estuvo dos días ausente quizás pensando en evadir algún tipo de confrontación por parte de la dirección de la escuela en caso de que Deandre se quejara. 

Ese día había regresado a clases y se encontraba con Thomas, Charles y Elijah a pocos pasos de la puerta cuando mamá me dejó en la acera sin embargo, al verme acercarme y en medio de mi intento de saludo los cuatro me dieron la espalda ante un sutil, pero para mi evidente gesto de Alex indicándoles entrar. Por unos segundos solo atiné a bajar la cabeza tratando de ocultar el bochorno que sentía y que sabia fue visible en mis facciones.

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Totalmente aislado, así llegue a sentirme, y deseos no me faltaron de agarrar la mochila, excusarme en la oficina e irme a casa. Sin embargo, pude mentalizarme para terminar el dia. Recuerdo que preste absoluta atención a mis profesores y su enseñanza pues no tenia a Alex y compañía distrayéndome con sus comentarios, muecas y bromas. Todos ellos fueron a sentarse lejos de mi en los pupitres de primera fila.

Ese día no había práctica del equipo de fútbol lo que significaba que podía irme directo a casa al terminar el día escolar sin embargo, decidí, aún en contra de mi orgullo, esperar a la salida del edificio la oportunidad de hablar con Alex, mi propósito era pillarlo de sorpresa cuando saliera, sabia que todavía se encontraba en el área de los casilleros, y abordarlo para tratar de limar asperezas. Valoraba mucho su amistad, formar parte del grupo y odiaba que me ignoraran. Pensaba que no era justo lo que hacían, que se comportaban como críos egoístas y berrinchudos.

Una brisa medianamente fuerte y fría se hacia sentir molestosa sobre mi, mientras los últimos estudiantes en abandonar el plantel desfilaban alrededor. Vi el autobús donde viajaba mi hermana alejarse y a Deandre caminar junto a Ciara rumbo al parqueo, me fije como Jamie Robertson se unió a ellos.

Me había llamado la atención la manera en que Jamie golpeaba levemente el brazo de Deandre con su propio brazo al parecer buscando llamar su atención y una vez logrado su propósito le dijo algo gracioso, pues vi a Deandre sonreír en su dirección, mientras continuaron caminando hasta desaparecer de mi vista.

—Si estas esperando ver salir a Alex lamento decirte que no va a suceder, hace rato salió con Thomas, quizás porque quería evitar encontrarse contigo Peyton —La intervención de Charles hablando de pronto sobre mi oído derecho logro que pegara un brinco —. Tranquilo amigo me parece que estas algo tenso —añadió deteniéndose frente a mí. Charles era tan alto como yo, con el cabello largo y rubio, mientras que con sus ojos oscuros de párpados ligeramente caídos, parecía estar siempre evaluándote.

—Y no es para menos amigo, te entiendo. No debe de ser agradable que Alex este casi convencido de que tienes un amorío con Deandre Mortimer —Aunque sabia que la actitud de Alex se debía a lo que sucedió con Deandre, por un momento miré con incredulidad a Charles porque lo que decía implicaba mucho más de lo que realmente sucedió.

Sumado a eso no me gustaba Charles, de él y Thomas prefería al último, tampoco me agradaba que me dijera «amigo» con ese sonsonete que tanta hipocresía manifestaba y a pesar de compartir con él bastante tiempo, Charles y yo no habíamos llegado a congeniar totalmente.

El rubio lucia una mueca desagradable en su rostro picado por el acne, mientras me miraba con una expresión que según él manifestaba lástima, aquello me hizo soltar una carcajada, al ver mi reacción enarcó una de sus densas cejas.

—No te creo, Alexander no puede estar convencido de esa estupidez —dije algo desesperado a lo que Charles profundizo más la mueca en su cara.

—Alex no te quiere cerca del grupo y si sabes lo que te conviene buscarás la manera de convencerlo de lo contrario, a menos claro que no te importe perder nuestra amistad y lo que digan de ti en la escuela —Charles recalcó que a Alex le encantaba dañar reputaciones. — .Alex no quiere hacerte daño Peyton, él te aprecia mucho, pero tienes que entender que el desagrado que siente por Mortimer es más fuerte —En esos momentos me sentí amenazado.

—¿Y qué tengo que ver yo con todo eso? Apenas conozco a Alex y no entiendo sobre sus pleitos con Deandre. Si ese día no lo hubiese detenido hoy Alex y yo estaríamos en graves problemas —Aquello último era cierto, pero no fue la única razón por la que intervine. Mas allá de la evidente homofobia que Alexander sentía la rivalidad con Deandre tenía raíces profundas. Una vez Alex comentó que odiaba que Deandre acaparara la atención de Elijah tratando de alejarlo de él, pero según entendí eso fue cuando eran unos niños.

Charles que evidentemente era el mensajero de Alex, se alzo de hombros e hizo gestos con sus manos antes de palmearme el hombro.

—Quizás debiste dejar que Mortimer se defendiera solo y no actuar como el príncipe encantado —dijo burlón — .En fin, Alex quiere que lo convenzas con hechos de lo que aseguras con palabras —agrego el rubio y se alejo varios pasos mostrando una maliciosa sonrisita que remplazaba su fea mueca. Charles no dijo más antes de girar y perderse más allá de los predios de la escuela.

Poco a poco un sentimiento de enojo fue creciendo en mi. Me sentí amenazado, burlado y retado. También supe que tendría que tomar una decisión y pronto el miedo se mezclo con la rabia. Sentía rabia con Alex, con Deandre, pero sobre todo conmigo y mi inclinación al lado incorrecto de la historia.

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Finalmente al siguiente día, viernes, Alexander me confronto en el baño luego del almuerzo, era el mismo cuarto de aseo donde casi una semana atrás se dio el incidente con Deandre. Allí entraron siguiéndome Alex, Charles y Thomas.

Alex se detuvo al comienzo de los cubículos con Charles a su costado izquierdo, mientras Thomas se quedaba atrás y pendiente a la puerta. Toda la escena me olio a emboscada, pero lejos de sentir temor me alegre de tenerlos allí para aclarar las cosas.

Alex desde su posición aseguró que mi problema era que estaba enamorado de Deandre y que simplemente no quería aceptarlo, mientras Charles y Thomas hacían soniditos de aceptación con sus bocas. Al oírlo, muy seguro de lo que decía, casi pierdo el control abalanzándome sobre él, pero igual que la tarde anterior sentí que la ira que experimentaba, esos deseos de golpearlo en su atractiva cara era más producto del enojo al oírlo decir la verdad que por sentirme ofendido ante falsas especulaciones. 

Aquella realización y aceptación de mis sentimientos fue como un ancla y no me moví, tampoco dije nada.

Sin embargo, aún enfrentado con mis verdaderos sentimientos no estuve dispuesto a aceptarlo más allá de mi interior. No pude mandar a Alex y su grupito a la mierda, y decirle que pensaran lo que les diera la gana. Fueron más fuertes los miedos y prejuicios, llanamente no tenía el valor para dar a conocer mi propia sexualidad y gritar al que quisiera escucharme mis cada vez más fuertes sentimientos hacia el amigo de mi hermana. 

Durante largos segundos mi mirada fue sobre cada uno de las personas en aquel recinto que olía a lavanda y orín mientras la frustración, el miedo a los cambios y una vez más, esa casi ciega ira recorrieron mi ser.

Entonces Alexander dio unos pasos hacia mi para dejar caer su brazo sobre mis hombros y darme un apretón lleno de camaradería, mientras en tono de voz apaciguador aseguraba que realmente no creía en lo que había dicho antes, pero que esta vez sería yo el que tendría la tarea de dejarle claro a Deandre Mortimer lo que pensaba.

—Ya tú sabrás cuando y como lo harás, amigo—comentó Alex sin dejar de sacudirme un poco.

Y una vez más, dispuesto a todo con tal de no caer en «desgracia» ante mis amigos permanecí en silencio, y ese refrán que dice «el que calla, otorga» nunca tuvo mejor validez.



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