Capítulo 16
Sincera amistad
Deandre
—¿Estás bien? —Me obligué a salir del cubículo, donde permanecí no por miedo al estúpido homofóbico de Alex sino porque sentía que sería dominado por esa poderosa emoción llamada ira que justo en ese momento amenaza con nublar mi buen juicio. Buscaba calmarme antes de enfrentarme con Peyton o cualquiera que se cruzará en mi camino.
Ahora pienso que fue en aquella ocasión la primera vez que experimenté aquel potente sentimiento que me golpeó de lleno y apenas me dejaba razonar. Anteriormente fui objeto de burlas y comentarios desafortunados hechos por mis compañeros de clases, pero jamás había enfrentado tal humillación y violencia. Miré hacia adelante y rehuí la mirada del chico que por demasiado tiempo formaba parte de mis fantasías.
Peyton aún se encontraba allí supuestamente interesado en saber cómo me sentía. Aunque realmente ni en ese entonces o ahora estuve seguro de sus verdaderas intensiones. Fue cierto que aquel día intervino a mi favor separándome del troglodita de su amigo, pero al fin y al cabo esa actitud y sus buenas intenciones poco le duraron.
—¿Estás bien? —Volvió a preguntar y hasta hizo un gesto con una de sus manos como si quisiera tocarme. Yo retrocedí imaginándome como debía lucir mi rostro con aquel rictus de rabia deformando mi expresión, pero no lo pude evitar.
—Estoy bien, Blossom —dije con ese tono de fastidio que gritaba cállate. Pude ver cómo fruncía el entrecejo quizás extrañado antes de que me desplazara hasta uno de los lavabos.
Deseaba decirle que se mantuviera lejos y que no osara ponerme un dedo encima. Puse ambas manos sobre la húmeda superficie del lavabo y bajé la cabeza, aún podia sentir alrededor de mi cuello la sensación de presión de la tela de mi camisa gracias a la tensión que hizo el cabrón de Alexander mientras trataba de obligarme.
—Oye Deandre...—percibí la duda en su tono de voz.
En lo único que podía pensar en esos momentos era en largarme de la escuela, al carajo el resto de la jornada escolar y Peyton Blossom. Incluso me molestaban sus intentos por decir algo coherente. Lo miré a través del espejo, nuestras miradas se encontraron y me pareció apreciar en la suya una mezcla de emociones, mas ninguna de ellas lograba alzarse sobre las demás. Me sentía todavía más incómodo que minutos antes bajo su escrutinio y desee por primera vez que Peyton pasara de mi, que no intentara fingir preocupación porque así era como lo sentía, él no era mejor que Alex.
Peyton era un homofóbico de mierda igual que su amigo.
—¿Por qué no te vas? ¿No oíste el timbre? —pregunté mientras bajaba la vista dedicándome a lavarme las manos — .Si te preocupa que corra a la oficina del director a contarle lo que sucedió puedes estar tranquilo Blossom, no voy a ir con nadie —añadí y caminé en busca del secador de manos en cual accione de un fuerte codazo.
Pasaron algunos segundos y sólo se oía el estruendoso sonido de la máquina en la pared mientras expelía aire tibio sobre mis manos.
—Oye en serio lamento mucho todo esto, no sé qué le pasó a Alexander, quizás tiene un mal día y se lo desquito contigo, pero yo no podía permitir que abusara, tu eres el mejor amigo de Zoey y ...
—No me importa si lo lamentas o no Peyton —Volví a accionar la máquina secadora de manos esta vez dejando caer uno de mis puños sobre ella, realmente lo que deseaba era tener a Morris de frente para golpearle su linda cara— .Es más, no te creo nada. Y la próxima vez no te metas en mis asuntos, yo puedo solo con el imbécil de tu amigo, así te ahorras futuros problemas —Dicho esto abandoné el baño y busque refugio en el solitario salón de baile. No deseaba ver a nadie y mucho menos deseaba que alguien me viera, mientras gruesas lágrimas abandonaban mis ojos.
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Un cúmulo de emociones negativas se adueñó de mi estando sentado sobre el frío suelo de madera pulida del salón de baile, mientras abrazaba mis rodillas y mantenía el rostro hundido entre los brazos. Había dejado de llorar y mis ojos se sentían secos e irritados. Tenia el ánimo por los suelos y en cierta manera me sentía agotado mientras la loca idea de acostarme sobre mi costado daba vueltas en mi cabeza.
Tantas lágrimas derramadas que no lograron limpiar mi ser del profundo enojo y aquella sensación de frustración dirigida solo a mi, que me impidió abandonar el solitario refugio. Era consciente del tiempo transcurrido gracias a los timbres que marcaban cada período, también sabia que pronto finalizaría el día escolar y me vería obligado a salir para enfrentarme a quien el destino o la vida quisiera cruzarme en el camino. Solo podía esperar que fuera amable y que me evitara el mal rato de encontrarme a Alex y su grupo.
«Peyton te defendió» aquel pensamiento cruzo mi mente no por primera vez y lo descarté de inmediato.
—En primer lugar no había necesidad de defender a nadie porque lo que sucedió en el baño fue inaceptable y jamás debió suceder. Esa situación se supone que se vea solo en películas de adolescentes ochenteros—murmure a nadie con burla y tristeza, la vista perdida en algún punto del enorme salón.
Peyton Blossom decidió intervenir porque sabía lo que le convenía, vio como su amigo perdía el control y temió que la situación se les fuera de las manos. El hermano de Zoey no deseaba verse envuelto en problemas, le temía a las concecuencias y por eso detuvo a su amigo. No existía nada loable en su proceder.
El estruendo del último timbre fue como un resorte y me puse de pie para dirigirme a la puerta, frente a ella amparado por la penumbra del lugar miré a través del pequeño y cuadrado cristal al nivel de mis ojos el ir de los estudiantes que poco a poco abandonaban las aulas de camino fuera del plantel. De brazos cruzados y con la nariz casi pegada al cristal, mientras mi aliento lo nublaba un poco vi pasar a Zoey sobre su silla de ruedas, últimamente mi querida amiga casi no usaba su andador en la escuela, junto con Ciara quien por sus gestos parecía estar contándole a mi amiga algo super divertido. Algunos minutos después abandoné mi escondite siguiendo los pasos de los rezagados.
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—No me engañas Deandre, sé que algo te molesta —Zoey llevaba tiempo tratando de sacarme información, insistía con aquello último y yo no hacia otra cosa que negarlo, aunque mi amiga llevaba razón. Hacia días que todo me molestaba —. Tengo la impresión de que no solo evitas mis llamadas telefónicas, sino que me evades en la escuela —añadió con tono de desacuerdo.
—No tenemos clases juntos Zoey, es normal que casi no me veas —dije pasando por alto lo absurdo de mi excusa. Zoey dejo escapar una corta carcajada.
—Disculpa mi sinceridad amigo, pero esa es una excusa muy débil, antes siempre nos veíamos en el pasillo y ahora parece que te escondes de mí, eso sin contar la de veces que te llamo al celular y no me contestas —Ante aquellas alegaciones tuve que ceder.
—Digamos que si fuera chica estaría en esos días del mes en que solo quiero comer mucho chocolate y recostarme sobre la cama con Masha a mi lado —mencioné en tono vencido sin ocultar mi pena dejando salir un extraño sonido gutural, Zoey se unió a mi con sus risas.
Me acomodé sobre el colchón y subí las piernas sobre la pared.
—Sabes que siempre puedes contar conmigo Deandre. Y aunque no quieras decírmelo sé que algo te molesta últimamente —A veces pensaba que mi amiga conocía mis sentimientos por su hermano. Un cómodo silencio ocupo el lugar de las palabras y solo se oyeron nuestras acompasadas respiraciones.
—Gracias amiga, te quiero mucho —logré decir antes de que un nudo en la garganta comenzara a sentirse. Oí el carraspeo de Zoey, después calculo que por los siguientes cuarenta minutos me dedique a escucharla hablar sobre mi primo Elijah y lo bello que se veía cuando regresaba de sus clases de tenis.
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—¡Bienvenida a otro día más de divina enseñanza en la escuela superior mejor de Ohio! —exclamé con efusividad de pie frente, y bastante cerca de la rampa que transportaba fuera del autobús escolar a Zoey sobre su silla de ruedas. Poder ver su carita iluminada con una hermosa y amplia sonrisa fue mi rercompensa por levantarme una hora antes con el único propósito de recibir a mi amiga al llegar a la escuela. De aquella manera quería demostrarle lo importante que era para mi y disculparme en silencio por mi actitud de días pasados.
Zoey era mi mejor amiga, de hecho, mi única amiga, pero aún tenia mis reservas sobre si sería buena idea contarle sobre mis inquietudes y sentimientos. Todo aquello por momentos me atormentaba y confundía e inevitablemente prefería continuar en silencio.
—¿A qué hora te levantaste para estar aquí justo a tiempo y recibirme? —preguntó ella mientras me miraba con sus ojos azules brillando como estrellas. Mi amiga era hermosa, para mi siempre lo fue. También era simpática, ingeniosa y amable. En nuestro universo como Zoey solía llamar al tiempo que pasábamos juntos no existían discapacidades, tampoco exclusión.
Mientras yo era un despistado, Zoey estaba pendiente al más mínimo detalle, ella y yo nos complementábamos tan bien, incluso ahora al reencontrarnos yo sentía tan correcto estar a su lado que me preguntaba en ocasiones como pude estar tanto tiempo alejado de ella.
—¿Sabes que solo por ti hago eso, perder una hora de mi preciado sueño? —Aquello era cierto, odiaba perder horas de sueño. Yo estaba convencido de que los médicos decían la verdad cuando aseguraban lo importante de dormir ocho horas y siempre que podía lo hacía al pie de la letra, incluso dormía más los fines de semana. Zoey extendió sus delgados brazos hacia mi ofreciéndome un abrazo que yo correspondí. Al alzar la vista me tope de frente con Peyton que siguió su camino sin decir palabra y con la vista fija al frente me pareció que ignorándonos adrede.
—¿Ya viste a mi hermano? Tampoco sé que le sucede, pero hace días que lleva un humor de perros —Esa frase nunca tuvo mucho sentido para mi, pero lo pase por alto. Los perros suelen ser amigables y cariñosos, Peyton estaba muy lejos de ser así.
Ignore también la pregunta de mi amiga y inicie el camino hacia la entrada principal de la escuela. De frente a nosotros se encontraban Alex y su grupo, entre ellos Elijah. Esa fue de las pocas ocasiones en que tuve a Alex tan cerca luego del incidente en el baño tres días atrás, de hecho, hacia dos días que Morris estaba ausente de la escuela y aquel día regresaba.
Observe a Peyton arrimarse al grupo y decidí mirar hacia otro lado, específicamente a mi derecha donde pude ver como Ciara se acercaba a nosotros.
—No lo puedo creer, la de cosas que se ven hoy, ¿estás seguro de que no hay eclipse lunar o algo así? —
—¿A qué te refieres? —Le sonreí a Ciara cuando estaba a tres o cuatro pasos nuestros.
—Alex Morris acaba de dejar con la palabra en la boca a mi hermano Peyton y eso es algo insólito —A tiempo estuve para ver como Alex, Elijah, Charles y Thomas cruzaban la puerta principal dejando atrás a un cabizbajo Peyton.
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