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Capítulo 14

Cosas de borracho


Deandre

Las chicas y yo pasamos unas cuantas horas acicalando nuestras manos y pies entre chismes escolares, cuentos sobre chicos sin sentimientos, momento en que opté por hacer mutis por el foro, y anécdotas de vida. Ciara fue la primera en ser vencida por el cansancio y se durmió sobre su bolsa de dormir. Después de un rato noté que Zoey lucia cansada sobre su silla de ruedas y la convencí de continuar nuestra conversación desde la comodidad de su cama. Mi amiga no dejaba de hablar sobre Elijah ahora que Ciara dormía. Zoey aún no reconocía frente a Ciara lo mucho que le importaba mi primo, sus verdaderos sentimientos por él. Solo conmigo se animaba a hablar sin disimulos.

Zoey aseguraba que Elijah había cambiado con ella, que apenas le hablaba y que atrás quedaron los días veraniegos cuando prácticamente eran uña y mugre. Mi amiga se oía dolida, yo intuía que extrañaba mucho a Elijah.

Zoey quería saber que pensaba yo del cambio de Elijah, y mientras la oía yo estaba seguro de a quien achacarle dicho cambio negativo en mi primo, cambio que tenia nombre y apellido, Alex Morris, pero preferí guardar silencio.

—¿Podrías hablar con él? —preguntó ella y noté en su tono de voz una chispa de esperanza. Zoey esperaba que me acercara a Elijah para sondear sobre su cambio de actitud.

No sé si fue la expresión en mi cara, no podía creer que Zoey me pidiera algo así y la miré con la sorpresa reflejada en mis ojos, casi al instante la oí echarse para atrás — .Olvídalo amigo, lo que tengo que hacer es no perder más mi tiempo pensando tanto en tu primo —Elijah y yo siempre nos habíamos llevado bien a pesar que debido a los viajes de sus padres hubieron periodos de tiempo en que nuestra relación fue lejana, aún así podía asegurar que conocía bien a mi primo hermano.

Elijah era un buen muchacho, pero demasiado influenciable y su renovada amistad con Alexander, más el afán de Elijah por agradar a su amigo y al grupo en general, podría ser la razón de su lejanía, no solo de Zoey sino también conmigo, hacia semanas que ni siquiera habíamos hablado en clases.

Así las cosas en esos momentos estaba de acuerdo con lo que acababa de decir Zoey, mas ella no me dio tiempo a decir nada adicional, mi amiga se volteó dándome la espalda y yo decidí respetar su silencio. Quizás al día siguiente antes de volver a casa hablaría con ella sobre lo que en esos momentos había guardado para mi. Después de todo Zoey era mi única y sincera amiga a la que le debía lealtad.

Minutos luego me encontraba sentado sobre el suelo a los pies de la cama de mi amiga, mientras oía sus casi imperceptibles ronquidos, dándole vueltas al anillo de plata que siempre llevaba en el dedo índice de mi mano derecha. Mis pensamientos era, una mezcolanza sobre Zoey, Elijah, Alex y por supuesto Peyton quien aún no había llegado de su escapada.

Sabia que debía tratar de dormir, el reloj marcaba más de la una de la madrugada, pero aunque estaba cansado no me animaba a relajarme en los brazos de Morfeo.

Me distraje con los movimientos de Ciara sobre su bolsa de dormir, la chica se movió tanto que pensé estaba despierta, pero no era así. Segundos después fueron los murmullos ininteligibles de Zoey, inquieta sobre su cama los que llamaron mi atención. Recogí mis piernas y apoyé la cabeza sobre mis rodillas, no era la posición idónea para dormir, pero tampoco era mi intención hacerlo. Tuve que aceptar que contra todo lo esperado no podría irme a dormir sin saber que el hermano mayor de mi amiga ya se encontraba en casa sano y salvo.

Mientras me relajaba aquella voz que insistía en decirme lo estúpido que era al continuar pendiente a los ires y venires de Peyton, considerando el desprecio que él a todas luces sentía por mi, se perdió entre la inconciencia aunque no estuve seguro de por cuanto tiempo pues de pronto algo me hizo levantar la cabeza para mirar directamente a la puerta cerrada de la habitación.

Vacilante me puse de pie con cuidado y caminé los pasos que me separaban de la puerta hasta detenerme justo frente a ella para prestar atención al ruido del agua correr e indeciso entre lo que deseaba hacer, y lo que era prudente.

Un subidón de adrenalina me atacó el estómago seguro de que era Peyton quien se encontraba en la cocina. Y me dije que una vez comprobado su regreso a casa lo mejor sería acomodar mi bolsa de dormir a los pies de la cama de Zoey y dormir lo que restaba de la noche.

Con tan solo pensar en esa posibilidad mi cuerpo dejó escapar un bostezo que cristalizo mis ojos, estaba realmente cansado. Sin embargo, no pude controlarme y terminé muy sigilosamente abriendo la puerta del cuarto y atisbando hacia la cocina. Lo que vi allí no me lo esperaba, Peyton se encontraba sentado sobre el piso con sus piernas desparramadas y la cabeza inclinada sobre su pecho, aparentemente dormido.

Ya estando junto a él pude notar su camisa mojada y  un característico olor a alcohol. Sin lugar a dudas Peyton había bebido, probablemente de más y quizás por primera vez. Indudablemente aquella posibilidad pasó por mi mente más temprano al verlo irse con Alex quien yo sabía bebía alcohol sin importarle ser menor de veintiún años. Inconscientemente fue una de las razones por las cuales decidí esperar por la llegada de Peyton aunque era algo que no lo aceptaría jamás frente a nadie. Como Peyton Blossom jamás agradecería mi preocupación.

Echando a un lado nuestras diferencias y luego de alguna risas de su parte decidí ayudarlo a llegar a su cuarto, Peyton y yo compartíamos casi la misma estatura, yo era quizás unas pulgadas más bajo que él y gracias a eso se me hizo bastante fácil sostenerlo y ayudarlo a subir la escalera, aunque en un momento dado pensé que caeríamos los dos escalones abajo provocando que su familia se despertara y seguramente varias contusiones en el mejor de los casos.

Peyton se sostuvo del pasamanos justo a tiempo y yo afinqué mejor mis piernas buscando afianzar el balance y recuperar el aliento.

—Gracias por todo Deandre —dijo él con la cabeza inclinada un poco hacia mi, su cálido aliento alcohólico acariciando mi rostro. Solo faltaban cuatro escalones para llegar a la planta superior y lo menos que deseaba era perder la concentración necesaria para lograr mi cometido, llevar a Peyton a su cuarto. Quizás él no se merecía tanta consideración y yo no estaba supuesto a dársela, pero en ese punto estaba más que decidido.

—Agradéceme cuando te encuentres en tu cuarto —mencioné mirando de frente mientras reanudaba el ascenso. Lo oí resoplar, pero continuó caminando.

********************

Me esforcé muchísimo para hacer el menor ruido posible, mientras deambulábamos por el pasillo, atento a mis pasos, pero sobre todo a los de Peyton. Y no solo me incomodaba su torpeza al andar sino aquella risita que le atacaba sin previo aviso y que amenazaba con despertar a su madre o a su hermana Chelsea. En un punto me imaginé dejándolo en pleno pasillo para irme a encerrar al cuarto de Zoey sin importarme las consecuencias, después de todo esas las pagaría solo él. 

Sin embargo, no lo hice y solo me deshice de su peso cuando lo dejé caer sobre el colchón de su cama. Luego de algunos ruidos en protesta por la inesperada caída Peyton permaneció con los ojos cerrados, boca arriba con ambos brazos cruzados sobre su estómago, pero unas arruguitas entre sus cejas me indicaron que no dormía. En esos momentos mi tarea estaba finalizada y me alejé unos pasos igual de sigiloso para salir de allí.

—Deandre...

Detuve mi salida y miré en dirección de la cama. Peyton intentaba levantarse, luego de dos intentos fallidos logro apoyarse sobre el colchón apoyándose en los codos y enlazó su turbia mirada con la mía.

—Deandre...—Desde esa posición repitió mi nombre, mientras su hermosa sonrisa le abarcaba el rostro. Peyton se veía endemoniadamente sexy a pesar de su estado—. ¿Por qué me haces sentir tantas cosas que no deseo? ¿Será solo un capricho? —Aún al tanto de lo borracho que se encontraba no me esperaba sus palabras, dichas en aquel tono suave e íntimo.

Un bufido de incomodidad salió de mis labios, por lo que él decía yo le inspiraba "cosas" que no deseaba sentir y que yo no deseaba analizar.

—Trata de dormir, Peyton —dije con firmeza dándole la espalda.

—¿Crees que, si vuelvo a besarte, a tocar tu piel, si te abrazo muy fuerte y aspiro ese aroma tan rico que tienes pueda acabar con el hechizo que me lanzaste? —Más palabras de borracho que escuche sin voltearme y para las cuales no pude encontrar los dichos indicados para contestar pues eran absurdas, aunque no voy a negar que en el fondo de mi alma levantaron virutas de alegría.


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