Capítulo 1
Cuatro meses antes, finales de Julio, 2009
Peyton Austin Blossom
El encuentro
Eran casi las dos de la tarde de un domingo cualquiera. Dejé atrás la frescura del interior de mi casa y de inmediato sentí la incomoda humedad del exterior. Sin necesidad de mirar un termómetro supe que la temperatura estaba por encima de los noventa grados Fahrenheit y agradecí mi vestimenta casual y fresca, de camisilla y jeans cortos.
Mientras caminaba pensaba en volver sobre mis pasos e instalarme en la comodidad de mi hogar, de frente al televisor con el mando de la consola de videojuegos en la mano, sin embargo, recordé la promesa que le hice a mamá el día anterior. Le había asegurado que iría a la dichosa parrillada y tenía que estar allá por mi bienestar mental. De otra manera me arriesgaba a tener a Leah, mi madre, cantaleteando sobre educación y buenos modales con los vecinos por lo menos durante una semana.
Además estaba el detalle de que tenía hambre y no quería perderme de las delicias que seguramente los vecinos ofrecerían en la parrillada, solo porque hacía calor. Además, toda mi familia se encontraba en la actividad y la casa se sentía muy sola, aunque aquello último realmente era una exageración de mi parte, estar solo nunca me había afectado demasiado. Más me afectaba pensar en recalentar en el microondas los macarrones con queso de la noche anterior si decidía quedarme.
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El patio trasero de los vecinos era bastante grande, lo primero que llamó mi atención fueron dos mesas en madera estilo picnic repletas de comida, cerca de dos humeantes asadores. El delicioso aroma a carne asada se apoderó de la casi inexistente brisa veraniega.
Mientras caminaba aprecié varios rostros conocidos, entre ellos el de mi madre que me regaló una sonrisa. Mi hermana Chelsea, su mejor amiga Megan y nuestra anciana vecina del lado derecho, la señora Mary.
Mamá se encontraba de pie hablando con una mujer alta y rubia mientras que Megan y Chelsea sentadas en sendas sillas plásticas y bajo un toldo, charlaban mientras bebían lo que supuse era soda y comían frituras de maíz con queso.
Reconocí la canción que se escuchaba a través de las dos bocinas colocadas sobre la terraza en madera antesala al interior de la enorme casa, fue un éxito de los ochenta de Huey Lewis and the news. Seguramente la estación de radio sintonizada era la especialista en Oldies que tanto le gustaba a mamá y Zoey.
Entonces, mientras caminaba reconocí las inconfundibles trenzas pelirrojas de mi hermana menor Zoey sacudiéndose al ritmo de la pegajosa melodía. Mi hermana se encontraba sentada sobre una silla de plástico frente a una mesa del mismo material dándome la espalda, a su lado izquierdo estaba Elijah, el hijo de los anfitriones de la parrillada.
Solo me separaban unos pasos de la mesa donde se encontraba Zoey, mientras los acordes de la canción ochentera se desvanecían en el aire para dar paso a uno de los más recientes éxitos de Muse.
Recuerdo que uno de los pegajosos estribillos de la canción se repetía en mi mente, mientras tenia la impresión de que mi pasos se ralentizaban en el momento en que registre mentalmente que Zoey y Elijah no estaban solos, con ellos se encontraba una tercera persona que no esperaba volver a ver.
¡Diablos, una persona que no quería volver a ver, pero que a la misma vez extrañaba!
Extrañaba el brillo intenso de sus enormes y expresivos ojos verdes y la forma en que solía mirarme como si yo tuviese las respuestas a los misterios del universo. Extrañaba la inocencia de su sonrisa, y extrañaba verlo sacudir con ahínco sus cabellos rojos tan parecidos a los de Zoey cuando no sabia que decir.
¡Ya basta, Peyton! ¿Es qué no te oyes? —pensé.
Debe de ser el calor que me hace divagar y pensar estupideces —me dije.
Me detuve a solo unos pasos de la mesa que ocupaba mi hermana menor y sus amigos. Confundido, no supe si continuar o si era mejor dar la vuelta y largarme de allí. Sin embargo, fueron solo unos segundos de indecision, pues casi enseguida continue desplazándome.
Volver a ver a Deandre se sentía como un bofetón en pleno rostro. Era sorpresa y también enojo, pero sobre todo, era un vacío en el estómago que no tenía nada que ver con la falta de alimento.
¿Cuántos años habían transcurrido desde que no veía a Deandre Mortimer?
No lo recordaba, tampoco pude contabilizar las veces que me pregunté como estaría, mientras acostado sobre el colchón, esperando rendirme al sueño , su recuerdo se hacía presente.
Y entonces esos ojos enormes y verdes, enmarcados por un par de pobladas cejas se detuvieron sobre los míos y la sensación de vacío se acrecentó. No pude evitar pasar la punta de mi lengua por el labio inferior, al sentirlo reseco, literalmente me visualicé de pie frente a un abismo.
Supe que me había reconocido, lo aprecié en sus gestos, en la sorpresa que vi reflejada en sus pupilas. Me retiro la mirada para llevarla sobre Zoey y Elijah frente a él. Lo miré reír y volver a evadirme. Y me gustó, me gustó suponerlo nervioso.
Del chico flaco y bajito que corría detrás de mi insistiendo ser incluido en mis juegos, del « chico todo ojos »como solía llamarlo en mi mente, que escuchaba admirado mis boberías como si fueran las palabras de un gran maestro y reía a carcajadas mis sosos chistes que ni siquiera a mi me divertían, físicamente no quedaba mucho.
Solo sus ojos, Peyton...
Unos hermosos ojos que ahora no me miraban con admiración, simplemente me huían.
Con mi mano derecha sobre la cabeza pasé los dedos entre mis cabellos antes de terminar de cubrir la distancia que me separaba de la persona que con un rápido e inocente beso hace algunos años atrás, despertó en mi dudas que hasta ese día permanecían sin confrontar.
—¿Así que aquí estás hermanita? —casi grité, mientras dejé caer mi mano izquierda contra la superficie de la mesa inclinándome un poco y llevando mi brazo derecho sobre los hombros de Zoey.
Necesitaba escuchar algarabía, de alguna manera sentía que rompía la tensión que percibía en el aire, la tensión entre Deandre y yo.
Mi hermana y Elijah se echaron a reír, yo no abandoné mi encantadora sonrisa en ningún momento y con una rápida mirada hacia Deandre disfrute de sus ojazos verdes, la constelación de pecas que cubría el puente de su perfilada nariz y el atisbo de una media sonrisa distendiendo sus labios.
Está vez fui yo quien apartó la mirada para llevarla de vuelta a Zoey.
—Deja el escándalo, Peyton —dijo ella, sus mejillas acaloradas y la satisfacción reflejada en una hermosa sonrisa.
Me dio la impresión de que la razón para la alegría y entusiasmo de Zoey era el tal Elijah, pero contrario a lo que pude haber sentido en ocasiones anteriores, algo de celos, quizás, está vez mi atención, pensamientos y emociones se encontraban del otro lado de la mesa.
—Que bueno que decidiste venir. Mamá está allá con Chelsea y Megan —añadió Zoey sin ánimos de deshacerse de mi, probablemente mi hermana pensaba que yo prefería estar con Chelsea y su amiga.
Mas no es así Zoey, no, no es así.
—No quieras deshacerte de mi, hermanita.
Le reclamé y aproveché para tirar con suavidad de una de sus trenzas. Elijah se echo a reír, mientras Zoey negaba vehemente con gestos y trataba de alejarse de mi.
Y aunque pretendí mantener la mirada sobre mi hermana y Elijah, mis ojos parecían tener voluntad propia desviándose para pasarla muy casualmente sobre Deandre. Lo vi mantener la mirada baja, una de sus manos alrededor del vaso plástico con soda.
Y no solo mis ojos poseían voluntad propia. Mi cerebro al parecer decidió ignorar mis supuestas intenciones de ignorar al chico pelirrojo y envió señales a mi cuerdas vocales para vocalizar una pregunta dirigida solo a el, la excusa perfecta para volver a escuchar su voz y tener su atención en mi.
—¿Tú eres Deandre, no? —Está vez mantuve la mirada sobre él, una sonrisa encantadora sobre los labios, la actitud despreocupada y hasta festiva, aunque hasta mi me pareció un fraude.
Y los segundos parecieron convertirse en eternidad bajo su silencio.
Lo miré levantar la cabeza y enfocar su mirada sobre mi. Me fijé en sus manos sobre la mesa, su espalda recta, su expresión plana.
—Creí que nunca lo preguntarías. De hecho, pensé que ni siquiera recordarías mi nombre —mencionó al parecer despreocupado. Mientras yo esperé ser el único en haber detectado un tonito provocativo y desafiante.
Su masculino tono de voz era grave y armonioso. La primera palabra que llega a mi mente al escucharlo es: hipnotizante. Entonces una mezcla de emociones, mitad temor, parte curiosidad, me invitaron a explorar ese mundo de sensaciones que Deandre representaba y que yo siempre había rechazado con temor.
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