17
Damiano
Risas y más risas. Eso es lo que ha pasado cuando Igor y su invitado bromeaban sobre lo ocurrido en la fiesta que había del Orgullo.
Entre los tantos colores que los rodeaban aquel día, sus manos se rozaron un par de veces. Y eso fue todo.
No ocurrió nada más entre ellos.
Mi amigo estaba muy nervioso cuando su querido amado estaba con él en su casa, olvidándose casi por completo de Sienna y de mí. Solo tenía ojos para este chico.
Digo querido amado como si en realidad lo fuera, pero lo digo sarcásticamente.
Solo son amigos aunque ha habido más de un beso en el portal de este chico. Besos dulces y tímidos mostrando la personalidad del joven que le gusta a mi amigo.
Nunca antes había visto a Igor tan nervioso delante de un chico. Nunca había oído esa risa falsa acompañando a la del muchacho. Una risa escandalosa que, si conoces bien a mi amigo, sabes que es una risa bastante forzada.
Y yo estaba allí sentado al lado de Carlos viendo a Igor junto a Sienna.
Copas de más y bastante alegría en el ambiente. Mi caja de cigarrillos siempre conmigo, fumando de vez en cuando, pero más que en otras ocasiones porque el comportamiento de Igor me producía estrés.
Que yo me alegro mucho por él porque Carlos y mi amigo están de muy buen rollo siempre, pero me estresa el hecho de que, tal vez, no acaben como pareja.
Conozco muy bien a Igor. Este puede pasar días encerrado en casa acompañado de las sábanas de la cama y una caja de pañuelos.
Y no. No penséis mal, que no se la menea mientras está triste. Ni de coña.
Esos pañuelos son para las lágrimas y no para otra sustancia salada.
Suspiro viendo como el humo sale de mi boca.
—Pensé que estarías tranquilo —dice a mi lado Sienna. Sonrío falsamente y ella me da un buen empujón riendo—. Eres insoportable. Solo a veces.
Otra calada y le doy golpecitos al cigarro para que la ceniza caiga en el suelo.
—Es lo que tiene salir conmigo —me acomodo en la barandilla del pequeño bar que ha montado Igor en su casa.
—Eres tan raro —se queja con una voz seria, cruzándose de brazos. Rio al verla así.
—Ven aquí que te como —bromeo.
Abre mucho los ojos como si ella fuera el ser más inocente del mundo.
—A mí no me comes ni en sueños —se queja intentando no sonreír, intentando mantener su postura de mujer seria. Pero dejadme deciros que esta mujer de seria no tiene nada.
—En mis sueños gimes de placer, bonita.
Se sorprende de nuevo y yo aprovecho para seguir fumando un poco más. Tranquilo viendo sus reacciones.
Pero también controlando inútilmente mi cuerpo. Como si pudiera controlar la calentura que me provoca esta mujer.
Gira la cabeza para ver la mesa de piedra en la que los cuatro hemos comido juntos hace un par de horas.
En esta hay varias copas de cristal. Los platos y los demás utensilios ya están limpios y se encuentran en su respectivo lugar, guardados.
—Has bebido bastante, Damiano. No me hables así —dice con una vocecilla medio extraña, intentando ser seria de nuevo.
Deposito el cigarro en el cenicero y coloco mis manos un poco más abajo de sus caderas.
Sienna se sobresalta y ríe tocándome los brazos, intentando apartarme.
Lleva un vestido muy holgado de color blanco, el cual se sube un poco más por culpa de las palmas de mis manos.
—Para para, Damiano —dice riendo.
—Ni de coña voy a parar —susurro cerca de su pelo.
Su cuerpo tiembla bajo el contacto de mis manos.
Levanto a la chica y beso sus labios, sintiéndome más tranquilo. Sintiendo como el estrés va desapareciendo poco a poco.
Sus brazos rodean mi cuello. Doy gracias porque puedo ver su preciosa silueta a pesar de la casi oscuridad del atardecer. Las pequeñas farolas del jardín iluminan la estancia.
Mi pecho se choca con el suyo cuando su espalda roza con la pared.
—¿Qué te ocurre? —me pregunta acariciando mis mejillas.
—Quiero que Igor esté bien. Algo me dice que Carlos se va a alejar de él dentro de muy poco.
La mano de Sienna se introduce en mi ya melena larga, acariciando mi cuero cabelludo lentamente. Mirándome desde una mayor altura por sujetarla en mis brazos.
—Piensa en positivo, Damiano —susurra.
Sonrío un poco recordando nuestras conversaciones susurrando.
Nada ha cambiado.
—¿Cómo quieres que piense así, cielo? Igor se ilusiona muy rápido y el ostión le espera a la vuelta de la esquina.
—Tú solo piensa en positivo. Te vendrá bien.
—Solo me va bien estar contigo.
La tranquilidad del agua no se compara a estar al lado de la persona que amo. Esa persona que está abrazada a mí mientras ambos estamos de pie en la piscina, sin alejarnos hacia la parte en la que el fondo es más profundo.
Mi cabeza sobre su pecho o mis ojos viendo a Sienna.
Sus manos ocupadas tocándome el pelo o la piel, tranquilizándome poco a poco.
Comentando que mi pelo está muy largo y bromeando que ya va siendo hora de que me deshaga de la longitud de los mechones de mi cabello.
El sonido del agua cuando nos movemos. Nuestros susurros al hablar. Nuestros labios conectando una vez más. El sonido de los grillos a lo lejos.
Y el ruido de un instrumento en el vecindario. Choques de baquetas entre sí. Golpes en los platillos.
Pestañeo y hundo mi cabeza en el cuello de Sienna. Mi lengua viaja un poquito por su piel mojada.
—¿A quién se le ocurre tocar a estas horas de la noche? —me quejo. Sin darme cuenta, mi voz suena más grave contra la piel de mi chica.
Sienna ríe al oír al viejo gruñón que tiene como novio.
—Es tarde, pero no toca nada mal —me alejo de ella para ver su rostro. Sé que en el mío hay una sonrisa pícara—. Venga ya. Piensas tan mal siempre.
Ambos reímos mientras sus manos están en mi pelo. Me roba un beso, en el cual ambos sonreímos.
En ese momento oímos voces de niños pequeños animando a quien sea que toque la batería.
Miro la supuesta casa de la que salen los sonidos. Una luz ilumina una parte de la casa. Veo una silueta de un hombre con un moño en la cabeza, bailando mientras la batería suena cada vez más rápido y los grititos de los niños aumentan.
No sé quién vive ahí, pero solo puedo decir que se lo pasan en grande.
•••
****
Holaaa.
El chico que le gusta a Igor ya tiene nombre: Carlos.
¿Qué creéis que va a pasar? ¿Acabarán juntos o este hombre le hará daño a nuestro querido Igor?
Y alguien está tocando la batería. Dentro de poco, tal vez, descubrimos de quién se trata. Lo que sabemos es que en esa casa vive una familia feliz.
¡Nos vemos!
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