07
La lluvia cesa y él gira la llave en aquella cerradura.
La puerta se abre al instante. Me pide que entre primero en la vivienda.
No sé dónde estoy. Solo sé que ha aparcado el coche cerca de aquí, hemos subido unas escaleras de piedra con aspecto antiguo. Las paredes fuera de este lugar no están en muy buen estado, la pintura se ha caído con el paso del tiempo.
A lo lejos se oye a alguien hablando. Me imagino a una familia unida detrás de alguna de las puertas que hay una vez que las escaleras se acaban.
Paso dentro de la vivienda que acaba de abrir Damiano.
Me sorprende que, al pasar esa puerta, encuentre un salón con colores cálidos. Un lugar moderno que sigue teniendo ese matiz tradicional.
Los zapatos del chico suenan contra el suelo con baldosas de color marrón claro y blanco.
Pasa cerca de mí con las manos en los bolsillos de sus pantalones. Inspecciona el lugar con una sonrisa orgullosa y, a la misma vez, una sonrisa triste.
—¿Qué opinas? —me pregunta dejando sus pertenencias en una mesita que está al lado de la entrada.
—De momento, lo que he visto me parece un lugar bonito. Me gusta mucho.
Sonríe viéndome. Alza una mano como si fuera un príncipe que está a punto de bailar conmigo.
Rio al ver ese gesto, ocultando mi sonrisa estando medio derretida al verlo.
Cojo su mano y me dejo llevar. Mi cuerpo se mueve por aquel lugar, siguiendo a Damiano.
Me enseña otro espacio con decoración antigua y tradicional. Hay una chimenea allí mismo en la cocina.
Veo las pequeñas cosas modernas en aquel lugar: una nevera alta, una cafetera, un robot de cocina y más cosas que no sé muy bien para qué sirven.
Le he dicho, tímida, a Damiano que no sé para qué se utilizan aquellos aparatos. Él me lo ha explicado todo con una sonrisa, contento de estar allí conmigo.
El siguiente y último lugar que me muestra es un dormitorio. Un dormitorio con casi todos los muebles marrones, las sábanas de la cama blancas, las cortinas blancas y los dos asientos del mismo color, los cuales son pequeños sillones.
Un espejo a lo lejos, el cual tiene detalles que me recuerdan a otra época.
Me siento en otro mundo al estar allí una vez que veo el paisaje desde una de las ventanas de la vivienda.
Un paisaje precioso, alejado del mundo moderno. Se respira paz en este lugar.
Me dan ganas de leer algún libro en este silencio tan increíble. Salir al balcón centrándome en cada detalle de este paisaje.
Al girarme para entrar de nuevo al interior, mi cuerpo se choca con el de Damiano.
Sonríe contento una vez que se ha desecho de su americana dejándola en el respaldo del sillón.
Se remanga la camisa antes de sentarse en el sofá. A continuación, saca un cigarro y lo enciende. En todo momento fuma inclinado hacia el balcón con las respectivas puertas abiertas.
Fuma con tranquilidad, pero no casi no me ve. Es como si ahora fuera su turno para estar en su propio mundo.
Mis dedos se mueven por la barandilla negra queriendo hablarle, pero tampoco quiero molestarlo.
Vuelvo a fijarme en él.
Mirada seria, expulsando el humo sin prisa, tocando su barbilla de vez en cuando, cruzando las piernas, apartando su pelo de la frente.
—Damiano —le llamo y me presta mucha atención sosteniendo el cigarro. Sus ojos me ven sin parar—. ¿Dónde estamos?
Sonríe con tristeza viendo hacia otro lugar, como si echara de menos algo.
Esa sonrisa me entristece porque va acompañada de unos ojos húmedos que controlan cada lágrima para que no se derrame ni una gota salada.
—Este lugar es muy importante. Es un lugar que me da paz. ¿Sientes esa paz? —asiento. Se lleva el cigarro a los labios.
Hace una pausa para expulsar el humo por la boca.
Me ve fijamente, serio. Controlando las lágrimas que lo amenazan para salir como si todas estuvieran listas para crear un río allí mismo.
—Es nuestro lugar secreto, Sienna. Es aquí donde escapábamos siempre que lo necesitábamos.
No sé que decir ahora.
Siento algo en mi pecho. Decepción, tal vez.
No me esperaba que me dijera esto. No me esperaba que, a continuación, se levantara rápido del sofá y saliera al balcón para acabar de fumar o, más bien, ocultar sus sentimientos delante de mí, dejando que aquellas lágrimas salieran.
Lo único que deseo en este momento es abrazarlo con fuerza durante mucho tiempo.
Me da la sensación de que necesita desahogarse. Necesita deshacerse de esos sentimientos.
Estoy muy segura de que esta casa está llena de nuestros recuerdos. No hace falta que lo diga porque su mirada lo dice todo.
Solo quiero abrir mis brazos y darle mucho cariño a este chico que se le ha roto el corazón. A este chico que se alegra al saber que ya estoy bien y que puedo seguir con mi vida.
Siento que tengo que estar a su lado, cuidándolo.
•••
****
Holaaa.
Pues aquí tenéis un nuevo capítulo, el cual me parece muy bonito, pero al final me ha destrozado un poquito...
Puedo imaginarme a estos dos en esta vivienda, haciendo cualquier cosa, alejados del mundo. Centrándose en ellos mismos, amándose.
Eso es el pasado. ¿Se repetirá pronto?
Espero que os siga gustando este libro.
Poco a poco sigo escribiendo nuevos capítulos, pero aún no sé cuantos tendrá. Supongo que será un libro más corto que los que ya he escrito.
Gracias por seguir por aquí.
¡Nos vemos!
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