Damiano

—Menos mal que me dejaron entrar en aquella actuación a pesar de llegar tarde por el retraso del vuelo.

La voz de Igor está más presente que las nuestras y, de alguna manera, se agradece.

Está hablando mientras come su querida napolitana rellena de jamón y queso, adorándola, como no.

A cada lado estamos nosotros prestándole atención, o eso creo. Al menos Sienna sonríe mucho y ríe al oír a Igor, pero yo estoy más callado con, a veces, una sonrisa en mi rostro.

Me centro más en ver a la chica en silencio sin molestar cuando estos dos hablan sobre viajes y las cosas que les gustan.

—No te creo —comenta Sienna llevándose una mano sobre sus labios, ocultando su risa—. ¿De verdad te dijeron que preferían al caballo de la fiesta?

Intento no reírme al oír el nombre con el que Igor ha denominado a un participante en aquella actuación.

Una persona que bailaba horriblemente mal y que no respetaba el ritmo de la canción.

Según Igor, era igual que la típica persona que ves en la pista de baile de una discoteca con bastantes copas de más.

Nuestro querido amigo es un gran bailarín que ha participado en muchos eventos, pero aún no ha conseguido el éxito que se merece.

Además, ha llegado a grabar alguna de las canciones que ha creado cuando era un nuevo veinteañero.

Ahora siendo un veterano veinteañero a punto de cumplir treinta años, está pensando en sacar alguna canción.

—Mira mira —dice emocionado llamando nuestra atención. Señala discretamente a un chico.

Cuando la palabra discretamente se refiere a Igor, no penséis en el significado en sí.

Este chico no sabe disimular. Es un alma alegre que le encanta ser como es sin que nadie pueda cambiar su forma de ser.

Me fijo en ese muchacho que le ha llamado la atención y oculto una carcajada al verlo.

No me rio por la apariencia del chico, sino que me rio porque yo mismo lo conozco de haber hablado con él en alguna ocasión cuando asistí a unas clases de guitarra.

—¿Es feo? —le pregunto a Igor. Me responde con un gritito que me hace reír a carcajadas. Me llevo un manotazo de regalo en uno de mis brazos. Sigo riéndome inclinándome hacia delante para mantener el equilibrio poniendo mis manos en las piernas.

—Cállate que no ayudas en nada —me dice intentando no gritar de nuevo.

Toco la casi inexistente barba que tengo y sonrío delante de mi amigo.

—Déjame decirte que conozco a ese chico —comento moviendo la cabeza hacia donde está el muchacho.

Igor se emociona tanto que Sienna tiene que sostener su cuerpo riendo.

No vaya a ser que se nos desmaye allí mismo...

—No te creo —dice cruzándose de brazos. Menos mal que ya se ha comido la napolitana porque sino, esta estaría aplastada o se le caería de la mano al ver al chico que tiene el pelo bastante largo como para ocultar su frente y sus ojos.

—Lo conocí en las clases de guitarra —sonrío de manera pilla—. Movía los dedos muy rápido. Que pena que no los pueda usar en tu entrepierna.

Igor grita emocionado llevándose las manos encima de la boca. En cambio, Sienna abre los ojos muy sorprendida por lo que acabo de decir.

Alzo las cejas cuando me ve así. Mi lengua no tarda en aparecer por encima de mis labios.

Se pone nerviosa y ve hacia otro lado riendo un poquito.

Extrañaba estas reacciones.

Al final de aquel día tuve que enfrentarme a otra noche más sin Sienna a mi lado.

Sin embargo, antes de esto, tuve que acercarme a aquel chico para pedirle su número de teléfono diciéndole que estaría bien si quedamos en una ocasión para practicar un par de canciones en la guitarra.

Esto es lo que pasa cuando tu amigo es Igor. Tienes que ayudarle con un par de cosillas. Y, claro, como yo no soy tímido para acercarme a alguien, casi siempre soy yo el que pide números de teléfono.

A Sienna le cuesta acercarse a la gente para pedir el número de teléfono porque es algo tímida. Además, no sabe crear excusas buenas para que la persona acceda a dárselo.

Todo por Igor, recordemos eso.

La cosa fue bastante bien cuando volví con el móvil de mi amigo en las manos para devolvérselo. Igor acabó gritando en el coche de camino a casa con la música bastante alta.

Sienna y yo estábamos en la parte de atrás del coche. No se encontraba muy bien porque los mareos volvieron, pero yo la cuidé sujetando su cuerpo, acariciando su espalda y dejando que se apoyara en mí descansando.

Igor siguió con la música más o menos alta. No nos molestaba en absoluto.

La muchacha estaba muy feliz porque su amigo lo estaba. Y yo estaba contento teniéndola conmigo como en los viejos tiempos.

Mi cabeza me dice que no me ilusione porque las cosas pueden cambiar. Todo puede dar un giro y solo podré ser su amigo.

Es complicado enfrentarse a estos pensamientos varias veces al día, especialmente cuando veo a Sienna.

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Holaaa.

No sé si los próximos días seré capaz de publicar capítulo todos los días, así que apareceré por aquí seguro segurísimo la próxima semana con mucho más contenido.

Seguiré escribiendo en mis ratos libres.

Es lo que pasa cuando los estudios atacan fuerte JAJAJA, es decir, cuando hay exámenes.

Espero que os esté yendo muy bien tanto en vida de estudios como en general. Se os quiere mucho.

He leído vuestros comentarios del anterior capítulo y podéis estar tranquilxs porque Igor solo dará cosas buenas a la historia. No es malo.

A ver si os encanta tanto como a mí jeje. Es una dulzura que está loco, lleno de energía y de felicidad siempre.

Sé que este libro está siendo un poco triste por todo lo que se describe, esos sentimientos de Damiano. Siempre amando a nuestra protagonista y demostrando ese amor explicando todo lo que siente.

Estoy escribiendo escenas bonitas de estos dos jeje. Me encantaaan.

Muchas gracias por seguir leyendo mi nuevo libro y por invertir un momento de vuestro día para comentar. Eso me hace muy muy feliz.

¡Nos vemos!