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03

Damiano

Nunca me hubiera imaginado despertarme sin tener a mi lado a la chica que me alegra los días.

Esto ocurrió en numerosos días interminables para mí. Días horribles pensando cosas positivas a pesar de que Sienna estuviera inconsciente en el hospital.

Y cuando despertó, me sentí el chico más feliz de este mundo. Me sentía vivo. Listo para abrazar a mi pareja y para vivir más aventuras juntos.

Pero esa alegría se cayó a mis pies como si alguien me echara un cubo de agua fría en la cabeza.

Sienna no se acuerda de mí.

Esto me dolió porque tenía muchos planes en mente, pero todos quedaron en una fantasía que no iba a cumplir. O sí, pero en un futuro. O no, tal vez no sentiría nada por mí en todo el tiempo de recuperación.

Me sentí como ese personaje que está decepcionado por algún acontecimiento. Ese personaje que vemos en las películas, el cual se queda sin habla y, si tiene algún jarrón en las manos, este se cae y se rompe en pedazos.

Me costaba estar en aquella habitación con Sienna por primera vez. Me costó aún más estar fuera de esta cuando me fui de allí, escapando de la realidad.

Estaba contento porque la chica había vuelto, estaba bien. Pero me partía el corazón que no supiera quién soy.

Cuando salí de allí, empecé a sollozar en el pasillo del hospital mientras la gente caminaba cerca de mí.

Mi cuerpo falló y me dejé caer en el suelo descansando la espalda en la pared. Me escondí en mis manos ignorando los mechones de pelo que se colocaron delante de mi rostro.

Lloré allí pocos minutos para luego salir del hospital.

Necesitaba coger aire.

Los recuerdos aparecieron en mi cabeza: Sienna sonriendo aquel día en la playa, gritando y riendo mientras ambos estábamos disfrutando de un fin de semana en la costa del país.

Su pelo con mechas rubias recién cortado se movía con la brisa del lugar. Su cuerpo oculto solo con un bikini de color naranja y negro. Sus labios sin ningún rastro de maquillaje.

Mis brazos rodeaban su cuerpo cuando corrí detrás de ella para atraparla. Acarició mi piel riendo, depositando un beso en mi mejilla antes de decirme que me amaba.

La cogí en brazos, ella rodeó mis caderas con sus piernas y se dejó llevar una vez más.

Le encantaba dejarse llevar estando conmigo. Esto le hacía sentir viva y libre.

Se sentía segura a mi lado, Sienna sabía que estaría bien conmigo.

En una ocasión, hace mucho tiempo ya, le había prometido en nuestra cama que estaría con ella para protegerla y quererla, haciéndola feliz.

Nos besamos sintiendo como nos adentrábamos en el agua de aquella playa. Sus piernas seguían en mis caderas y yo aproveché el momento para colocar mis manos en su trasero y apretarlo un poco.

Amo su cuerpo tal y como es. Amo besarlo y tocarlo. Me parece un cuerpo esculpido por los mismos dioses. Estos me pusieron una diosa delante de mis ojos y me enamoré de ella.

Al hacer esto, Sienna comenzó a reírse y se alejó de mí, nadando.

Sonreí al ver a aquella chica que me robó el corazón, pero nunca me esperaba que las olas se llevaran su cuerpo cerca de las rocas.

Grité su nombre, pero no me oyó porque se había alejado de mí. De nuevo grité su nombre.

Segundos después, su cuerpo desapareció en el agua. Eso me angustió porque estaba preocupado por la proximidad de aquellas rocas.

Y menos mal que me preocupé tanto desde el primer momento que la vi cerca de las rocas porque sino, se ahogaría por mucho tiempo.

Nadé lo más rápido que pude y busqué su cuerpo. Lo cogí con fuerza y lo moví, pero mi novia no respondía.

Salí del agua sujetando su cuerpo y la deposité en la toalla.

Sacudí su cuerpo diciendo su nombre. Las gotas saladas caían en su piel.

No respondía.

Cogí aire fuera del hospital tratando de tranquilizarme al recordar aquel bonito y trágico día.

Una playa en la que estábamos solo nosotros, y yo le salvé la vida.

Y ahora con recuerdos, pero en ellos no estoy yo.


Dejo la guitarra a un lado cuando oigo que alguien toca el timbre de mi casa.

Esa persona vuelve a tocar el timbre a los pocos segundos.

—¡Voy! —exclamo chocando con los muebles que tengo en el pasillo.

He estado limpiando y ordenando varias partes de mi casa, moviendo los muebles para mantenerme ocupado con algo.

De nuevo suena el timbre.

—¡Que ahora voy! —exclamo sintiéndome estresado porque esta persona está tocando el timbre numerosas veces.

Suspiro muy alto y abro la puerta con mala cara, la cual cambia rápidamente al ver a aquella persona.

—Hola... ¿Molesto? —dice con una pequeña sonrisa tímida.

—Oh, no no. No molestas. Lo siento por tardar —digo intentando no reír.

Me acuerdo de mi pelo desastroso, así que lo toco un poco peinándolo.

La chica sonríe y yo tengo que controlar cada movimiento porque ahora mismo quiero besar sus labios dándole la bienvenida.

Quiero besarla desde que abrió los ojos.

—¡Sienna! —exclama el chico que conozco como la palma de mi mano.

Toca la bocina del coche. Eso me hace reír.

Saludo al mejor amigo de Sienna, Igor, moviendo una mano con una sonrisa en los labios.

Desde que se despertó, el muchacho ha estado mucho tiempo a su lado y esto se lo agradezco mucho porque me tranquiliza saber que Sienna está en buenas manos a pesar de que ahora viva en la casa de su padre.

El chico me saluda con una gran sonrisa.

Se ha convertido en mi amigo con el paso de los años. Es un buen chico que ha estado con nosotros en todo momento. Acudiendo a algún concierto o simplemente quedando con alguno de nosotros para hablar.

—¡Más rápido que cierran la panadería y no puedo comprar esas napolitanas rellenas de jamón y queso! —se queja sacando la cabeza por fuera de la ventanilla del coche.

Sienna y yo reímos al oírlo.

Eleva la pantalla de su móvil. Un móvil nuevo, por cierto.

Por lo que me han contado, alguien se lo ha robado estando ingresada en el hospital. Sin embargo, sospecho que William se lo ha quitado para planear algún plan estúpido.

Me lo da con la aplicación de contactos abierta.

—No tengo tu número —dice tímida, con una bonita sonrisa.

—Damiano, ya le he dicho que yo mismo se lo puedo dar, pero es cabezota —dice Igor viéndose las uñas.

Sonrío teniendo el móvil en mis manos. Veo a la chica, la cual está sonrojada.

Escribo mi nombre ignorando todos los nombres que ella misma había creado para referirse a mí.

Le entrego el móvil con una sonrisa, tratando de ignorar el dolor que siento al ver a la persona que amo pidiéndome mi número de teléfono.

Esto es el principio de absolutamente todo...

—Gracias —dice contenta. Sostiene su móvil contra su pecho, esto me recuerda a la típica adolescente feliz al conseguir algo.

—Ya sabes, estoy aquí siempre. Solo búscame. Y —mis dedos tocan a propósito el marco de la puerta. Quería tocar su mejilla, sentir su calidez mientras la veo—, además, no creo que esté mucho tiempo fuera de casa.

—Una vez más, gracias. Que tengas un bonito día —sus labios pintados de rojo se mueven haciendo un puchero. La conozco demasiado como para saber que se está aguantando las ganas de decir algo más.

—¡Damiano! —dice en voz alta nuestro amigo, llamando nuestra atención. Pero también haciéndonos saltar del susto—. ¿Por qué no vienes con nosotros?

Al instante, Sienna se muerde el labio inferior viendo a Igor primero y luego viéndome a mí.

¿Salgo un rato de casa o me quedo para poner los muebles en su lugar?

•••

****

Holaaa.

Otro capítulo nuevo por aquí, también le damos la bienvenida a Igor, ese chico que quiere mucho a los dos protagonistas y estará ahí para ayudarles en todo.

¿Qué opináis de Igor?

A mí ya me encanta y, además, aparece en los próximos capítulos. Solo puedo reír al imaginarme a este chico.

Damiano nos ha contado un poco lo que pasó aquel día. Y a pesar de que haya sido un día malo, me encanta imaginar a estos dos juntos. Una pareja feliz ignorando a todo el mundo mientras ríen felices.

Mientras escribo este libro, me derrito porque estoy creando escenas muy dulces. Ya las leeréis jeje.

Espero que os siga gustando este libro y muchas gracias por el gran apoyo que estoy recibiendo.

¡Nos vemos!

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