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02

Arrastrar una maleta no era mi plan, pero mis sentimientos me pidieron que hiciera esto.

Me sentí peor al saber que Damiano es mi pareja y que vivimos juntos. Me dio mucha pena saber esto porque el chico debía de sentirse muy mal al darse cuenta de que su novia no se acuerda de él.

Me disculpé en nuestra habitación. Me disculpé porque no era capaz de acordarme de él. Me disculpé llorando mientras me abrazaba. Se había convertido en un desconocido.

Odio esto... Quiero que todo vuelva a ser como antes. Quiero recordar todo.

—Damiano —digo al girarme. Tiene una sonrisa en sus labios. Pasa el dorso de su mano por su mejilla mojada—. ¿Seguiremos viéndonos?

—Sí. Bueno, si tú quieres. No quiero agobiarte.

Asiento.

He decidido irme de nuestra casa porque se me hace bastante extraño estar con un desconocido aunque me trate con cariño siempre y sonría cuando lo pillo viéndome.

Sé que es bueno. Debe ser un buen chico porque solo puedo estar con personas así y, además, ha estado conmigo muchas veces cuando estaba ingresada en el hospital.

Nunca me han gustado esos chicos malos que tienen tanta fama por lo que hacen. Prefiero a esos chicos que tratan bien a los demás y no van con tonterías.

Suelto el asa de la maleta. Las ruedas de esta se mueven hacia un lado y la maleta cae en el césped del jardín.

Ambos nos vemos como si lo que acaba de pasar fuera muy extraño. Y, sin ni siquiera saber porqué, reímos al ver la maleta allí en el suelo.

Me parece muy bonito reír en este momento. Un momento incómodo para los dos porque me voy de allí. Un momento triste para este chico que me ve sin parar.

Me acerco a él sin pensarlo mucho. Seguimos riendo, pero ahora menos.

Abrazo a Damiano con fuerza, ignorando el ya notorio dolor de cabeza.

Me duele la cabeza constantemente y a veces tengo miedo de marearme mucho y acabar en el suelo... No quiero que eso pase.

Paramos de reír cuando nos abrazamos.

Esconde su rostro en mi cuello como si mi cuerpo fuera su refugio, su casa.

Sus brazos me acercan mucho más a su cuerpo, tanto que me cuesta respirar, pero no le doy mucha importancia.

Me alejo un poco viendo su rostro. Paso mis dedos por los mechones de pelo que se colocan delante de sus ojos rojos e hinchados.

—Llámame cuando lo necesites —le digo.

—No puedo hacer eso, pero gracias por decírmelo.

—Hablo en serio —sonríe viéndome a los ojos—. No es justo que me aleje de tu vida así como así por culpa de un accidente. Es egoísta.

Se ríe de una manera dulce al oírme.

Su risa me hace sonreír y a ambos se nos cae alguna lágrima.

—Eres tan tú.

Dicho esto, me suelta y levanta la maleta. Da dos pasos hacia atrás hasta apoyarse en el marco de la puerta.

Las despedidas no fueron nunca lo mío, así que le digo adiós sonriendo una vez sentada delante del volante de mi coche.

Sintiéndome ya ahogada por la futura situación que tengo que enfrentarme a continuación.


—Sienna, mi niña —dice mi padre muy contento cuando entro en su casa con la maleta—. Bienvenida a casa.

—¿Qué es todo esto? ¿Una gran bienvenida? —finjo una sonrisa como si esta acción fuera mi favorita desde que desperté.

Delante de mí, William sostiene una tarta rosa con las dos manos. Detrás de él hay un par de regalos. También están mi prima mayor Adria y su madre Julia.

Las dos viven en Italia. Mis otros familiares están en Alemania.

Las tres personas que están ahora delante de mí son italianos. Son la única familia paterna que tengo y no se llevan muy bien con mi familia materna.

Cuando era una niña, mi madre y mi padre se llevaban bien. Pero en una ocasión todo cambió.

William empezó a gritar cabreado porque odiaba a mi madre. La odiaba porque ella misma me había dicho algo que me hizo llorar.

Recuerdo estar en mi habitación pasando mis pequeños dedos por el pelo de mis muñecas. Estaba jugando con una casita que mis padres me habían regalado esas mismas navidades.

Mi madre se acercó a mí, llamando mi atención.

En sus ojos había lágrimas. Eso me preocupó mucho y dejé las muñecas a un lado para pasar mis manos por su rostro, secando sus lágrimas con una pequeña sonrisa.

Ese día me dijo que se tenía que ir. Me dijo que desearía llevarme con ella, pero que no podía por problemas, según ella, de mayores.

Mi pequeño corazón no entendió porqué mi madre se iba. Se iba para siempre.

William se enfadó como un loco y eso me aterró porque nunca antes lo había visto así.

Gritos, rompiendo cosas en casa, oliendo a alcohol, con una copa en la mano casi todo el tiempo.

Era muy pequeña para escuchar aquellas barbaridades que salían de su boca una vez que mi madre se fue de casa. Supe que esas cosas no se podían decir.

Solo pude esconder mi cabeza en la almohada intentando dormir. Así todas las noches, se había vuelto una rutina muy molesta.

No lloraba por el abandono de Hanna.

Estaba asustada por culpa de mi padre.

Llegué a pensar que me haría daño alguna vez, pero nunca me puso la mano encima.

Y menos mal porque no me fiaba nunca de él. Siempre estaba en un plan violento conmigo. Me vio muchas veces llorando aterrorizada delante de él.

Dejo la maleta a un lado viendo la pequeña fiesta que hay en la casa de William.

No tengo ganas de celebrar nada.

Sigo con dolores de cabeza muy molestos, me he despedido del hombre que amo y me he mudado a la casa de mi padre por una temporada. Esto último no me hace mucha ilusión.

Nunca fui la niña de papá, pero quise a este hombre a pesar de los sustos que me daba cuando, por ejemplo, a la hora del almuerzo se levantaba de la silla haciendo ruido con el tenedor y el cuchillo para decir alguna palabra malsonante e irse de allí muy enfadado como si yo tuviera la culpa de todo lo que él sentía.

Quiero a este hombre, pero no me puedo fiar de él al cien por cien.

Y eso lo sé por su comportamiento desde que me desperté y no recuerdo a mi pareja.

Hace dos días que he salido del hospital y el comportamiento de mi padre me sorprende bastante.

Nunca lo había visto tan servicial y tan amable conmigo.

Piensa que soy idiota por el golpe que me di, pero todo lo contrario.

Sigo siendo la misma persona, pero con cero recuerdos en los que aparece Damiano.

Y lo que pasa a continuación, me parece una de las cosas más extrañas del mundo.

—Esto es para ti —me dice William entregándome una caja rectangular.

Sus siguientes palabras suenan muy seguras, pero sé que se ha estudiado este papel y ahora lo está escupiendo en mis narices.

—Necesitas un móvil, querida. He denunciado al hospital porque alguien ha robado tu anterior dispositivo —hace una pausa cuando me ve quitándole el papel de regalo a la caja—. Así que, aquí tienes un móvil nuevo. Lo necesitas.

Sienna, empieza a ser idiota delante de él. Eres más lista que este hombre.

Sonrío y le doy un abrazo a pesar de que sigue sosteniendo la tarta con una mano.

—Gracias, papá.

Vamos a ver cuáles son sus intenciones y sus juegos.

Soy muy lista para actuar como si ese accidente me hubiera afectado y ahora fuera una persona distinta.

Aparece una gran alegría que se apodera de su cuerpo y solo sabe celebrar el regreso de su hija.

Sonrío al estar con su hermana y su sobrina.

Las cosas no se quedan aquí. Hay mucho más.

•••

****

Holaaa.

Segundo capítulo de este libro que me está encantando publicadooo.

A lo largo de la historia sabremos más cosas sobre la vida de Sienna y sus respectivos familiares. Dará mucha información y muchas respuestas.

¿Será verdad que alguien que estaba en el hospital le ha robado el móvil a nuestra protagonista? ¿Creéis a William?

Este padre es insoportable y estará ahí para molestarnos a todxs con sus idioteces.

Y Damiano... AHHHH DAMIANO. Me tiene enamorada jeje.

Es una lindura de chico que está siendo muy fuerte a pesar de la situación que está viviendo actualmente.

Quiero daros las gracias por los tantos comentarios que estáis dejando en cada parte de este libro. Me alegra mucho ver todo vuestro cariño. Me dan muchas más ganas para seguir escribiendo esta trama.

Así que, muchas graciasss. Yo encantada de responder a todos los comentarios que dejáis por aquí jeje.

¡Nos vemos!

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