01
Cuando me desperté en aquella habitación, una gran sonrisa me esperaba.
Supe quién era.
Al principio de todo esto, pensé que recordaría absolutamente todo, pero me equivocaba.
Las lágrimas del hombre, que me cuidó desde que nací, aparecieron.
Se puso en pie y se acercó a mí muy contento.
Me moví un poco cuando dijo mi nombre. Me quejé al momento al sentir un dolor de cabeza bastante intenso en varias partes de esta. Me mareé por unos cuantos segundos desagradables.
—Sienna, hija, es mejor que no te muevas. Te has hecho mucho daño —dijo mi padre—. Avisaré al doctor para que se asegure de que todo va bien.
Me dio un beso en la mejilla cuando cogió una de mis manos.
Varias pruebas tanto para saber si mi cerebro iba bien como pruebas para saber si mi cuerpo respondía bien.
Todo fue perfecto. Todo salió bien.
El doctor y William, mi padre, me informaron de lo ocurrido, de porqué estaba en el hospital.
Me acordaba de aquel día.
Estaba en una playa pasando el fin de semana cerca de esta. Nadando, las olas me llevaron hacia una gran roca y ya no me acuerdo de más. Perdí el conocimiento pocos segundos después, eso seguro.
Sé que ese día no estaba sola. Alguien estaba conmigo. Un alguien sin rostro.
—¿Sabes quién estaba conmigo? —le pregunté a mi padre ya sentada en la camilla, tocando con cuidado mi cabeza, la cual dolía aún.
—¿No te acuerdas? —me dijo ocultando una sorpresa... Bastante extraña.
Negué y, juraría que una sonrisa apareció en sus labios.
Esa típica sonrisa que vemos en los dibujos animados cuando éramos pequeños. Esa sonrisa que se dibujaba en los labios de un personaje que tenía un mal plan en la cabeza.
Su sonrisa no me gustó. Me dio malas sensaciones al instante.
—Bueno, no hace falta que lo recuerdes ahora. Debes descansar.
—He descansado por... ¿Cuántos días? —pensé un momento contando con los dedos—. Más de una semana.
Mi padre iba a decir algo, pero en ese momento la puerta de aquella habitación se abrió.
El hombre se sobresaltó al oír la puerta. Ambos vimos a la persona que estaba allí.
Un chico de la misma edad que yo, seguro. Melena castaña, ojos alegres y cansados, camiseta negra, una gran sonrisa, mejillas mojadas por las lágrimas.
Un muchacho muy atractivo que solo me miraba a mí con una gran felicidad.
Se le notaba que no había dormido mucho. Su rostro hablaba por sí solo. Tenía unas ojeras enormes.
Una de sus manos sostenía un ramo de flores rosas, blancas y amarillas.
—Sienna, cariño —dijo muy emocionado. Dejó las flores a un lado de la camilla y se acercó a mí ignorando que William estaba cerca de nosotros.
Sonreí un poco para no parecer un bicho raro.
Hice grandes esfuerzos para saber quién era ese chico que me miraba con tanto cariño, con un cariño muy bonito.
No sabía quién era.
Fruncí el ceño cuando tocó una de mis manos. Me habló, pero yo estaba muy confusa como para prestarle atención a todo lo que me decía.
Maldita sea. No tenía ni idea de quién podía ser esa persona.
—Es increíble que te hayas despertado. Te he echado mucho de menos.
Su sonrisa era cada vez más grande y eso me partía el corazón.
Me partía el corazón porque no me acordaba de él.
O tal vez nunca lo conocí antes del accidente y es una persona que acaba de aparecer, algún conocido de mi padre.
De mi padre, sí. Su cara decía que conocía a este muchacho.
Tragué saliva y vi hacia un lado, me encontré con la mirada de William.
—Damiano, no se acuerda de ti.
Escupió aquellas palabras con un casi disimulado asco.
Eso le dolió al chico, pero también a mí.
Su sonrisa desapareció en menos de dos segundos. Dejó de verme y soltó mi mano.
Cogió el ramo de flores y me lo dio, viéndome en ese momento con tristeza.
La mano que alzaba estaba temblando un poco.
—Esto... Esto es para ti —dijo hablando en bajo. Sus palabras casi no salían de su boca. Casi no podía hablar.
Nuestras manos se rozaron y sentí un escalofrío cuando estas se tocaron.
Sonreí como pude.
El doctor volvió y el muchacho se chocó con él. No vi bastante bien su rostro, pero juraría que sus ojos estaban llenos de lágrimas.
Pidió disculpas apresuradamente y se fue de la habitación lo más rápido posible.
—Mejor así —escuché como dijo mi padre—. Los lloros aquí no son buenos.
Iba a decir algo. Iba a quejarme, pero el doctor se puso a hablar con nosotros como si aquel chico no se hubiera ido de allí escapando.
Y a partir de ese día, me di cuenta de que mi padre no estaba contento con ese chico.
No le agradaba su presencia ni que estuviera cerca de mí.
Llegué a pensar que este muchacho era una muy mala influencia por culpa de William, pero con el paso de los días descubrí que este hombre odiaba al joven.
Se ponía muy nervioso cuando venía a visitarme. Una simple visita porque de su boca casi no salía ninguna palabra al saber que no me acordaba de él.
William miraba al chico de muy mala manera. Y abandonó la habitación donde me encontraba numerosas veces para alejarse de nosotros.
No hacía esto cuando mis amigos me hacían una visita. Sino que se iba de allí para que estuviera a solas con mis amigos. Al tener al chico en aquella habitación, William quería vigilarlo, pero se ponía muy nervioso y tenía que salir de allí cabreado.
Deseé ver a Damiano más veces. Y es lo que pasó.
Lo vi más veces fuera de aquel edificio cuando me dieron el alta.
Necesitaba respuestas y las obtuve.
Damiano vivía conmigo y era mi novio.
Entendí su comportamiento desde el principio cuando me dijo lo que éramos en aquel entonces, antes del accidente.
Y yo me sentía muy confusa porque se me hacía extraño vivir bajo el mismo techo con alguien que no recordaba, pero ese alguien me cuidaba cuando iba a aquella casa, a nuestra casa.
Decidí distanciarme. Me arrepentí al hacer esto.
Me arrepentí porque las mentiras empezaron desde el primer día que me desperté.
Me sentí engañada. Sin embargo, quería seguirle el juego a la persona que me mentía a todas horas.
•••
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Holaa.
Por aquí tenéis el primer capítulo de mi nuevo libro.
No estoy muy contenta con este capítulo. No me convence mucho, pero los siguientes me gustan mucho más.
¿Qué opináis de la historia?
William me pone de los nervios... Este personaje recibirá mucho hate, ya os lo adelanto.
Ese típico padre controlador y protector a todas horas que se monta películas en la cabeza... Ese es William aghh.
Muchas gracias por dejar comentarios en el prólogo de este libro. Me ha alegrado mucho saber que queréis leer más y que os está gustando mucho como empieza el libro.
Gracias graciassss.
¡Nos vemos!
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