5. Muriel
Creo que me estoy metiendo en un pequeño lío. No debería seguir quedando... pero cuando me pregunta... no puedo decirle que no. Es lo que más deseo. Pasar tiempo con él, descubrir su mundo...
- Muriel, no es buena idea...- Alana está nerviosa. - Es muy peligroso... ¿y si te cae agua? Aquí estamos seguras...
- Lo sé... pero no pasará nada. Es una oportunidad que tengo... lo mismo ya no vuelvo nunca más... nunca más le veré... algo dentro de mí me pide a gritos estar con él...
Alana se sienta en la cama.
- Yo... yo no puedo ir... si mi padre se entera de que nos hemos ido más lejos del pueblo...
- Lo sé. Si Sofía pregunta, dile que estoy de tiendas, volveré pronto...
- Si se entera de que vas a coger un chisme de esos y te alejas...
- Eso no pasará.- mi voz suena más convincente de lo que realmente pienso... es verdad que como se enteren que hemos ido fuera del pueblo...
Cuando bajo, Sofía está en la barr. Por las medusas... a ver como consigo escabullirme.
- Muriel, ¿A dónde vas?- pregunta con un trapo en la mano.
- Voy a mirar de comprar algunos recuerdos.
- ¿No habrás quedado con el chico ese? Ten cuidado... si te pasara algo...
- No, tranquila.- le digo y salgo por la puerta. Miro a todos lados buscando a Mario. Entonces veo que viene por la calle de arriba. Voy corriendo. Me agarro a su brazo y hago que se de la vuelta. Vamos por donde ha venido.
- Hola... ¿Por qué me haces volver?
- Shhh... Si me ven contigo y se enteran que nos alejamos del pueblo puedo tener problemas...
Se para de golpe. Me mira serio.
- ¿Qué puede pasar? ¿Tienes problemas?
- No, no... Sofía está a mi cargo, mis padres no quieren que salga del pueblo...
- Muriel, entonces es mejor no ir...
- ¡No! O sea ¡Sí! Por favor... quiero ir... llévame a ver Barcelona...- se me hace un nudo en la garganta. Me había hecho ilusiones, no quiero ahora quedarme sin verla. Quiero ver donde vive.
- Bueno.... Pero volvemos lo más pronto posible...
De la emoción salto a él y lo abrazo. Nos miramos a los ojos. Quiero besarle, pero... en unos días volveré a mi mundo. Quiero y no puedo. Bueno, no debo... pero... ¿Y si me arrepiento? Me separo de él, muy a pesar mío. y vamos hacia donde él dice que está la estación de tren.
Es alucinante subirse en un tren. Es impresionante. Va muy rápido... en poco rato estamos en la ciudad. Cuando bajo del tren, hay tanta gente que me entra angustia, agobio... Mario se da cuenta y me coge del brazo.
- Hay mucha gente aquí... salgamos fuera y vayamos andando hasta la playa.
Salimos a la calle y quedó maravillada de tantos edificios, coches... hay tantas cosas que me cuesta procesarlas... Mario me da la mano.
- Bajaremos por aquí, todo para abajo hasta la playa de la Barceloneta.
Cogidos de la mano vamos andando. El me va explicando cosas de la ciudad. Es muy diferente al pueblo. No le suelto la mano. Estaría así eternamente recorriendo ciudades...
Cuando llegamos a la playa, veo los dos grandes edificios que me comentaba. Son impresionantes. Altísimos. Y el mar... se ve una playa muy grande. Mucha gente también. Este lugar lo recordaré toda mi vida.
Nos sentamos en un bar y pedimos unos refrescos y lo que ellos llaman bocadillos. Ya lo probé una vez. Es curioso pero muy bueno.
- ¿Qué te parece la ciudad?
- Es muy bonita... más grande de lo que pensaba...
- Lo es. Mi casa está en otra zona, no muy lejos de
aquí... pero me gustaría vivir más cerca de la playa.- dice.
Lo observo. Está orgulloso de enseñarme su hogar. Lástima que yo no pueda.
Damos una pequeña vuelta por el paseo. El cielo está despejado y hace un poco de aire y esto hace que mi larga melena revolotee por todos lados. Agobiada intento agarrar unos mechones. Mario se me adelanta. Me sujeta unos que tenía en la cara.
- Tienes un cabello precioso... toda tú eres preciosa... ¿Dónde has estado Muriel? ¿De dónde eres? Necesito saber dónde estarás...- se me acerca aún más.
No puedo contestarle. Miro sus ojos. Sus labios... no puedo aguantarme más.
- De lejos...- le contesto y le beso. Él me devuelve el beso. Nos besamos y acariciamos largo rato. Cuando ya tengo los labios doloridos me separo.
- Mario... - en ese momento veo que ya he cruzado una línea... - deberíamos volver.
- Sí... - dice en un susurro.- me da un beso corto pero intenso. Y me coge de la mano.- Vamos.
La vuelta la hacemos más en silencio. Pasamos por unas paradas. Hay colgantes. Él, sin soltarme de la mano, se acerca a una. Son plateados y algunos con forma de concha.
- ¿Te gusta alguno?
Le señalo uno de una concha con tonos azules.
Lo compra y me lo cuelga.
- Gracias...
Entonces miro de nuevo la parada y veo unos más cortos.
- ¿Te gustan las pulseras? - me pregunta.
Pulseras... eso creo que lo llevan en las muñecas...
Entonces elijo una de cuerda negra y azul.
- Para ti.- le sonrío.
El la coge con cuidado. Se la pone.
- Gracias. Siempre la llevaré...
Retomamos el camino. Volvemos a coger el tren. No paro de tocar el colgante. Me encanta. Será un bonito recuerdo de estos días.
Mario me acompaña a la puerta de la posada.
- ¿Nos vemos mañana?
Le sonrío.
- Claro...
Me besa. Un beso intenso que me hace temblar.
Nos separamos. Se marcha y yo entro en la posada.
- ¿Dónde has estado?- pregunta Sofía algo alterada.- Estaba preocupada por ti. Alana no me decía nada...
- Perdona... me entretuve...
- Muriel. No puedes desaparecer así. Es peligroso. No quiero que te alejes más, por favor, estoy a vuestro cargo...
Asiento con la cabeza.
Ella resopla y sigue con sus tareas.
Al poco, entra un joven de pelo azulado, tendrá un par de años más que nosotras.
- ¿Sofía?- pregunta.
- Soy yo.
- Soy Theo, trabajo para Trión.
Trión es el padre de Alana. Qué raro que esté aquí...
- Me ha mandado venir a buscar a Alana y Muriel. Ya han de volver.
¡¿Qué?! No...
Alana me mira. Luego al tal Theo.
- Theo... ¿ha pasado algo? Aún nos quedaban unos días aquí...- le pregunta Alana.
- Viene una tormenta. Dice que es mejor que estéis ya en casa. Es peligroso. - Theo mira con suavidad a Alana. - Os acompañaré a casa. Esta noche hay un poco de luna. Y llevo el material adecuado para llegar sin problemas a casa.
Alana asiente con la cabeza. Me mira.
- No, Alana... por favor, un día más solo...- me acerco a ella y le suplico cogiéndola de las manos.
Ella me aleja un poco de Theo y Sofía.
- Muriel, lo siento, ya sabes que si mi padre dice algo... se cumple. Nos están esperando y si desobedecemos nunca más nos dejarán subir...
- No me he despedido... he de despedirme de él...
- Muriel... debemos irnos...- mira a Sofía.- déjale una nota de despedida. Sabes escribir... despídete de él en carta. Mejor eso que nada...
Mi rostro se llena de lágrimas. Ahora que estaba disfrutando de este lugar, de Mario...
Me limpio las lágrimas y me acerco a Sofía. Me mira seria.
- Sofía... tienes papel y... y bolígrafo de esos...
Ella me toma el brazo. Me mira con dulzura.
- Claro.
Me pone un papel blanco y un bolígrafo azul.
Me tiembla un poco la mano. Me relajo y empiezo a escribir. Se lo acerco a Sofía.
- Si Mario viene a buscarme mañana, ¿le puedes dar esto, por favor?
Ella lo coge con cuidado.
- Claro...
Subimos arriba y cogemos las cosas. Nos preparamos para la vuelta.
Cuando cae la noche, los tres, Theo, Alana y yo nos acercamos a la zona de rocas. Miramos que no haya nadie cerca. Primero entra en el agua Alana. Luego yo y después Theo. Vamos entrando poco a poco y enseguida nos aparecen las escamas. Un escozor. Leve dolor... y ya estamos sumergidos bajo el agua con nuestras colas. Nos deshacemos de las ropas que dejamos en una mochila el lado de las rocas para que mañana Sofía las pueda coger.
Miro por ultima vez hacia las luces del pueblo. De la posada... vuelvo a sumergirme y sigo a Alana y Theo.
Y así, doy por finalizado mi corto romance con un humano. No es la forma que quería de acabar, pero era algo que tenía su fin, aunque no de la manera que yo quería...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro