3. Muriel
Ya en la habitación, Alana cierra la puerta con llave y me mira con los brazos cruzados.
- Muriel... ¿Estabais coqueteando? ¡Es un humano! Tenemos que tener cuidado...
Ya me temía su reacción.
- Alana, solo estábamos hablando... No voy a revelar nada... no sospechará nada.
Ella entrecierra los ojos, su mirada me impone.
- Ya... y muy guapo, ¿verdad? Sabes que en una semana volveremos a casa... no hagas cosas que luego te puedes arrepentir... somos de mundos diferentes... Lo que hizo Sofía fue algo excepcional... tienes una familia, Muriel...
Me acerco a ella y le cojo de las manos.
- Tranquila.
Esa noche, ya en la cama, cosa que me resulta extraña estar ahí tumbada, tardo en dormirme pensando en Mario. Tiene una mirada que hipnotiza... es muy seguro de sí mismo... eso me gusta mucho. Ojalá vuelva a verlo... me gustaría conocerlo un poco más...
Por la mañana bajamos al bar, que está debajo de las habitaciones que alquila Sofía. Y ahí está ella preparando la comida, la langosta que ganó un tritón anoche en el karaoke. Me da envidia. En fin otra noche será.
- Chicas, hoy para desayunar os he hecho tortitas. ¿Queréis con chocolate?
La langosta pasa a segundo plano. El chocolate desde que lo probé... ha estado en mi mente casi cada día.
- Sí por favor.- digo sentándome emocionada por saborearlo de nuevo. Este es el mejor premio. Qué gran variedad de alimentos tienen los humanos... no como nosotros.
Después de desayunar decidimos ir a dar una vuelta por el pueblo. Es muy bonito.
Al salir de una tienda choco con alguien.
- Perdone...- digo y al mirarle me encuentro con unos ojos grises...- Oh...
- ¡Muriel! Qué sorpresa tan agradable.- sonríe.- ¿Qué hacéis por aquí?
- Hola... dando una vuelta por el pueblo.- miro de reojo a Alana que se cruza de brazos y pone cara de pocos amigos.- ¿Tú?
- Mi madre aún esta durmiendo... así que salí porque quiero ir a surfear un poco. Veo que hace aire y está el mar algo revuelto con olas.
¿Surfear? Me suena de algo... algo que hacen los humanos en el mar pero nunca lo he visto... tengo curiosidad.
- ¿Queréis venir?
- Sí, claro, pero solo puedo mirar.
- ¿Te da respeto el agua? ¿No sabes nadar?
- Algo así... - le sonrio.
- Muriel...- Alana me coge del brazo. Me acerco a ella.
- Tranquila, no me meteré en el agua. Solo quiero ver que hace... Vente si quieres. - le digo flojito.
Ella suspira. Y me suelta.
- Eres muy cabezona... pero no, iré a la posada... ten cuidado- dice con una pequeña sonrisa.
- Lo tendré..
Me despido de Alana y me acerco a Mario.
- Iré.
Mario mira a Alana.
- Alana, ¿no quieres venir?
Ella ladea la cabeza a un lado.
- No gracias... tengo otras cosas que hacer... -se acerca a él.- pórtate bien con ella.- le pone un dedo en el pecho.
El traga saliva, no se esperaba esa reacción. No puedo evitar reírme.
- Claro...
Alana se marcha ondeando su cabello rosa al vaivén de sus pasos.
Al poco llegamos a la orilla. Vamos a un lado apartado. Está nublado, hace viento y hay bastante oleaje. Miro al cielo y rezo porque no se ponga a llover...
Él se prepara y va a la parada de alquiler de tablas de surf que está a pocos metros.
Ya de vuelta con su tabla, todo sonriente se pone frente a mí.
- ¿Seguro que no quieres probar?
Niego con la cabeza y me siento en la arena.
- Aquí me quedo. - le digo sonriendo. Demuéstrame lo bien que se te da.
El ríe y se adentra al mar.
Ver cómo nada... me dan unas ganas de meterme... pongo las manos en la arena. Cojo un puñado. Se me hace raro esta textura. Levanto la mirada y veo como se pone en la tabla y la ola lo va llevando. Debe ser muy divertido. Entonces me doy cuenta de que eso nunca lo podré hacer. Solo con tocarme el agua...
Al rato vuelve nadando.
- Parece muy divertido. - le digo mientras veo gotea su cabello negro... detengo la mirada en sus ojos... esos ojos grises...
- Lo es... Espero que acabes animándote algún día.- dice mientras se seca un poco.
Pobre, si él supiera...
- Voy a quitarme la sal y a dejar las cosas, enseguida vuelvo.- se me queda mirando como si temiera que al volver no estuviese.
- Vale, te espero aquí.
Cuando vuelve, nos vamos a dar un paseo.
Callejeamos, nos reímos, me cuenta cosas de su vida. Yo no puedo contarle nada, así que siempre intento preguntarle cosas y voy cambiando de temas.
Pasamos por una iglesia. Me fascinan. Son estructuras muy curiosas.
- ¿Quieres entrar? Se puede visitar.- pregunta.
- Vale.
Dentro me maravillo con las cristaleras, la iluminación y el olor.
Al salir veo que cae agua del cielo. Oh no. No puedo salir. Me quedo parada en la puerta y me cruzo de brazos.
Mario se para al verme quieta.
- ¿Qué te pasa?
No sé qué excusa ponerle.
-Nada... es que... no quiero mojarme...
Se me queda mirando.
- ¿Voy por un paraguas?
Me quedo pensando intentando recordad que era eso... ah será aquello que usan para no mojarse, pero no creo que me solucione mucho... si me mojo un poco... me maldigo por no haber sido más precavida. Para salir del paso asiento. Así hago tiempo.
Al rato vuelve con dos paraguas.
Parece que cae menos agua.
- Toma.- me dice.
Se lo cojo y le doy las gracias.
- Te acompaño a la posada. -dice.
Mientras vamos andando noto como alguna gota cae en mi pierna. Llevo pantalón corto y al contacto del agua noto un leve escozor. Me miro disimuladamente y veo una pequeña escama azulada. Empiezo a entrar en pánico. Como me moje más...
Por suerte no me caen muchas más gotas y llego humana a la posada. Me resguardo lo máximo que puedo.
- Pues ya estamos.- me sonríe.- me lo he pasado muy bien... ¿Mañana haces algo? Podemos ir a comer a algún sitio...
Le sonrío. Miro al cielo nublado.
- Mañana aún no lo sé... pero... me gustaría...
- Bueno, me paso sobre las doce, y si puedes vamos a comer algo.
- Vale...
Se acerca a mí. Me viene su olor. Un olor especial... agradable. Miro sus labios y él los míos. Trago saliva. ¿Me va a besar? Y entonces me da un beso en la mejilla.
- Hasta mañana, Muriel.- y me guiña un ojo.
- Hasta mañana...- le contesto.
Veo como se marcha. Y noto un poco de decepción al no haber sido besada. Por un segundo estaba segura que me besaría. ¿Quiere jugar a la seducción? Pues las sirenas somos las diosas de la seducción...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro