21. Mario
Salgo tras ella. ¿Qué mosca le habrá picado? Estuvo contenta cantando, pero luego cenando... ahí estuvo más distante. Espero que Luis no le haya hecho nada, si no...
Voy a paso ligero. No la veo... me paro en medio del paseo y miro hacia el mar. Me parece ver algo en la orilla. ¿Será ella? Voy caminando despacio y enseguida vislumbro el cabello platino de ella. Está sentada abrazándose las piernas y mirando al mar.
-Muriel... -Veo como se limpia una lágrima. Me siento a su lado-. ¿Qué ha pasado? -le acaricio el pelo.
Ella me mira. Tiene los ojos rojos.
-Me he agobiado... he de volver a mi... hogar. No puedo estar mucho más tiempo aquí...
Eso hace que note una punzada en las entrañas.
-No tienes porqué irte... puedes quedarte conmigo el tiempo que quieras... Te perdí una vez, por favor, no te vuelvas a ir... -pongo mis manos en sus mejillas con delicadeza-. Muriel... al menos espera a recordar todo... no puedes irte sin recordar bien... Por favor... -Ella se queda mirando. Está pensativa. Mira hacia la arena y se mira las piernas. Entonces asiente con la cabeza.
-Pero solo unos días más... Espero poder recuperar la memoria... poco a poco voy recordando -me acaricia la mejilla-. No recuerdo aún cómo nos conocimos, pero sé que fuiste importante... eres importante para mí... Algo... me ata a ti... pero tengo mi hogar...
La beso. La beso por deseo y para que no me vuelva a decir nada de su hogar. No quiero que se marche.
-Si te vas... si vuelves a tu hogar... -le digo en casi un susurro, rozando sus labios- llévame contigo...
Ella me abraza con fuerza. Nos caemos a la arena quedando yo bajo ella.
-Muriel... - dijo jadeando.
- Shh...-me dice poniendo un dedo en mis labios-. Voy a cruzar una línea... solo hoy... -dice besándome en el cuello-. Dejémonos llevar solo por hoy...
No me queda otra, me pongo encima de ella y con el rumor de las olas de fondo, nos dejamos llevar por la pasión.
Cuando despierto en la cama, recuerdo el momento de anoche. Dudo por un momento si fue un sueño o no... Llegamos a casa muy acaramelados, pero cada uno durmió en su cuarto. Dijo que solo cruzaba esa línea anoche... No voy a poder controlarme más.
-Buenos días. -cuando salgo, ella está con una taza de café en la mano y al lado del tió.
-Hola... anoche no me acordé de darle de comer, pobrecito... hoy le daré ración doble.
Río, y en ese momento caigo en que he de comprarle algo, en pocos días el Tió ha de "echarle" un regalo....
Desayunamos, y como tengo fiesta hoy, le propongo ir al cine y dar una vuelta por ahí.
-Ah, sí, me gustaría -se levanta y mira por la ventana. Está nublado y parece que empieza a llover un poco-. Pero... está lloviendo -dice.
Me pongo a su lado.
-Muriel, ¿qué te pasa con la lluvia? ¿No te gusta?
Ella me mira seria.
-Simplemente no me gusta.
-Vamos de parking a parking. No te mojarás -le digo.
Dirige de nuevo su mirada a la ventana. Está dubitativa.
-¿Seguro?
-Seguro.
Accede, por lo que nos arreglamos y vamos camino a un centro comercial cerca. En el coche está algo tensa mirando por la ventanilla. Lo mismo tuvo algún trauma con la lluvia...
En el cine, elige ella la película. Una de superhéroes. Se coge la bolsa más grande de palomitas y entramos a la sala.
-¡Hala! Es muy grande -dice emocionada.
Ve la película concentrada y sin parar de comer palomitas. No creo que luego tenga hambre.
Cuando salimos, damos una vuelta por las tiendas. Pasamos por una joyería y veo un bonito anillo plateado con un pequeño diamante azul. Creo que le quedaría perfecto... Seguimos andando.
-Muriel, he de ir al baño. ¿Quedamos aquí? No tardaré.
-Vale.
Voy a la tienda y compro el anillo. Ya tiene regalo para el Tió.
Cuando vuelvo, ella está mirando un escaparate.
-¿Necesitas algo?
Ella niega con la cabeza, me coge del brazo y seguimos andando.
-Mario... no hemos hablado de lo de anoche... -se para de golpe y me mira-. No va a volver a pasar. No puede pasar otra vez. En pocos días volveré a casa.
Me quedo de piedra. No es que no me lo esperara, es que no quería oírlo de nuevo.
-Muriel... como te dije...
-No puedes venir conmigo. Es imposible... -dice secándose las lágrimas de los ojos.
Me quedo sin saber que decir. Vuelvo a ser rechazado por segunda vez y esto me duele, me duele mucho. Me siento idiota por haber pensado que esta vez iba a ser diferente.
-Bueno... pues nada, cuando debas irte, vete. Puedes quedarte en casa hasta entonces. Ya lo sabes... -le digo con tono seco.
Estoy agotado mentalmente.
Sigo andando, solo me apetece ir a casa, así que tomo el rumbo del parking. Ella me sigue en silencio. He vuelto a tropezar con la misma piedra por segunda vez...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro