20. Muriel
Mientras canto veo los rostros del público. Parecen sorprendidos... ¿O están defraudados? Poco a poco me voy animando, me voy moviendo de un lado a otro... estoy disfrutando y veo que la gente se anima, se mueve, canta conmigo... Es un momento increíble, intento sacar mi mejor voz. Mario me sonríe.
Ya casi al final cruzo la mirada con Luis. Está mirándome fijamente, atónito. Claudia me mira fijamente algo seria. Cuando cruzo mirada con ella sonríe, pero algo me dice que lo hace forzosamente.
Una vez acabo, el público empieza aplaudir y vitorear. Me inclino hacia ellos y aplaudo a la banda. Les doy las gracias y me bajo.
Mario me abraza y me da un beso. Río.
- La verdad que ha sido divertido... me lo he pasado muy bien.
- Muriel, tienes una voz y una presencia en el escenario... podrías dedica esto.
Me quedo mirándolo. Ojalá... pero no puedo.
- Puede...- le digo. Aunque ya sé que no.
- Ya es hora de la cena. Vamos a sentarnos.
Una vez llegamos a la mesa, Mario se detiene.
- Joder... nos ha tocado al lado de Luis...- dice.
- Vaya... me pongo yo a su lado, así no te dará la murga...
- Espero que no te la de a ti... cualquier cosa que te moleste me dices.
Río.
- Tranquilo, está con Claudia a su lado.
Nos sentamos. Yo me siento al lado de Luis. Se me queda mirando.
- Muriel... tienes una voz... hermosa. Cantas muy bien...
- Gracias.- le digo sentándome.
- Es cierto - dice Claudia.- no dejas de sorprendernos...-dice llevándose la copa de vino a los labios. Ese tono ha sonado algo frío. Creo que empiezo a destacar demasiado. He de ser mucho más discreta Quizás esto de cantar no haya sido muy buena idea...
Nos sirven las bebidas y plato principal. Yo me he decantado por pescado. En la mesa somos unas diez personas. Mario y Luis van hablando cosas del trabajo con el resto.
Claudia parece aburrida, veo como de ves en cuando mira de reojo a Mario. Puedo detectar un poco de tristeza en sus ojos. Estoy segura que aún siente algo por él. Me siento un poco incómoda. Me entra un poco de agobio, estoy disfrutando demasiado aquí, como humana, pero yo he de regresar a mi mundo... cuanto más tarde más me costará... sin darme cuenta, al estirar el brazo para coger una rebanada de pan, le doy al vaso de agua, se vuelca y empieza a derramarse el agua por el mantel, me caen unas gotas en la pierna izquierda, la que está al lado de Luis. Oh, no... bastan esas pequeñas gotas para que mi piel en contacto con ellas se vuelva azulada y aparezca unas pocas escamas. Cojo una servilleta y me tapo. Rezando a Santa Medusa para que se seque rápido. Levanto la mirada, y veo que Luis está mirando mi pierna, levanta la mirada, me mira un segundo y desvía la mirada rápidamente. ¿Lo habrá visto? Parece que sí... Está mirando fijamente la botella de vino que tiene enfrente. Por todo el océano... espero que no... lo mismo solo ha visto el momento de la servilleta... Intento reponerme.
- ¿Muriel?, ¿Me oyes?... -la voz de Mario me saca de mi mar de dudas y miedos.
- Ah, perdona. Sí dime.
- ¿Te apetece café?
- No, gracias.- le digo con un intento de sonrisa.
Él me mira algo extrañado, pero asiente.
Miro de reojo a Luis, sigue con la mirada al frente, como si nada. Luego mira su móvil y escribe algo.
"Tranquila, no te ha tenido porque ver..." me digo a mí misma, para convencerme.
El resto de la cena se me hace eterna, quizás ya por el temor de lo ocurrido. Cada vez me noto más tensa. Claudia está sin parar de beber con rostro serio. Luis le va hablando cariñosamente y Mario está animado hablando con el resto. Llegan los dulces y como bastantes bombones y turrones. Esto me anima algo, pero poco. Necesito salir ya de aquí.
Ahora ponen música movida, la gente va levantándose para bailar, a tomar copas de la barra del final.
Luis coge a Claudia del brazo y se la lleva a bailar. Parece que eso la anima un poco.
- ¿Te apetece salir a bailar?
La verdad que no mucho, pero no quiero tampoco estropear este momento... total ya... irme a casa ya no resolvería nada... ¿no?
- Vale.- le contesto.
Salimos a la pista, y cogidos de la mano bailamos un poco. Él está animado, yo con la mente en el momento del agua y la servilleta. No puedo disfrutar. No paro de repetirme que no debería estar aquí, puedo correr peligro. Él me abraza, me besa, tengo ganas de bersarle, pero mi mente no me deja disfrutar. Me separo de él.
- Perdona... no me encuentro bien... he de irme a casa.
- ¿Qué? ¿Qué te pasa?- pregunta el preocupado.
- Nos... nos vemos en casa, he de salir de aquí..
- Muriel...
Salgo lo más deprisa que puedo. Paso cerca del mar... una parte de mí quiere meterse y nadar hasta casa... pero otra no... otra quiere estar en casa de Mario.
Me detengo. Me quito los zapatos y los dejo en la arena. Empiezo a caminar hacia la orilla acompañada de una mezcla de sentimientos y pensamientos contradictorios...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro