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13. Mario

Cuando llego al trabajo Luis está en su despacho con la puerta abierta. He de pasar por ahí para ir al mío.
En cuanto me ve por el ventanal se levanta y se queda en la puerta.
- ¡Súper Mario!- exclama.
Me paro y le miro seriamente.
- Sabes que no me gusta que me llames así. - le suelto.
Él hace un ademán con la mano, quitándole importancia.
- ¿Qué tal? Vaya bellezón la de la pista de esquí...
- ¿Qué quieres?
- Nada, solo quería saludarte y ver cómo estás... La traerás a la cena de empresa de este viernes, ¿no? A Claudia siempre la llevabas... ya sabes que es tradición llevar las parejas, hijos...- me mira con una sonrisa falsa.
- ¿Te importa?- le espeto.
- Mario, Mario... tenemos una amiga en común, bueno, ella es mi pareja y te aprecia... no quiero malos rollos, ya lo sabes...- dice levantando las manos en señal de paz. Le daría una buena hostia...
- Ya... tengo que trabajar.- le digo y me meto en mi despacho.

No puedo concentrarme. Pienso en Muriel. ¿Qué estará haciendo? Aún es pronto para llamarla.
Y luego está la cena... me gustaría llevarla, claro que sí... pero no sé si a ella le apetecerá... a la noche le preguntaré.
Al medio día la llamo para ver cómo está. Contesta Elionor.
- ¡Hola Mario!
- Hola, ¿Qué tal? ¿Y Muriel? ¿Está bien?
- Sí, está aquí viendo varias películas y series... se ha enganchado.- ríe.
- Vale, pues os dejo. Dile que cualquier cosa me llame.
- Muy bien, hasta luego. - cuelga.

Cuando acaba mi jornada. Salgo del despacho. Por suerte Luis ya se ha ido y no tengo que cruzármelo de nuevo.

Ya en la calle recuerdo que debía comprarle un movil. Entro en la primera tienda que veo que venden y le cojo uno.

Cuando llego a casa Muriel está sentada en el sofá con las piernas cruzadas viendo la tele. Está comiendo algo... ¿palomitas?
- Hola. - le saludo.
-¡Hola!- dice contenta- ¡Cuánto se aprende viendo la tele!
- ¿Te has hecho palomitas?
- Elionor me ha enseñado... No... no recuerdo haber comido esto antes... Y ahora no puedo parar de comerlas.
- Muriel... ¿Cuántas te has comido?
- Ah... pues esta es la última bolsa. Venían tres creo...

Me pongo una mano en la cabeza.
- ¿Sólo has comido eso?
- Y turrón de ese. - me mira.
Resoplo. Vaya alimentación lleva hoy.
- ¿Quieres salir a cenar fuera?
- Ah.. vale... - se pone de pie y se me acerca. Me da un abrazo. Así de repente. No me lo esperaba.
- Gracias por todo.- me sonríe. - Voy a... cambiarme. Como dicen en la tele, a arreglarme.- sonríe.
- Ah.. vale..- madre mía... que habrá estado viendo...

Tras unos minutos sale con unos tejanos y jersey verde pastel que le compré. Se pone las botas, y se me acerca contenta.
- ¿A dónde vamos?- pregunta.
- A algún sitio que hagan comida decente...

Acabamos en un restaurante de comida mediterránea. Al ver que había pescado, se ha decantado por eso.

- ¿Has estado todo el día viendo la televisión?
- Sí... es muy interesante.- dice.
- Te he comprado un móvil. Así cualquier cosa me puedes llamar estés donde estés.
- Ah... - sí, en la tele tienen de eso... lo que no sé bien cómo va...
Me quedo extrañado. ¿Ha olvidado cómo funciona un móvil? ¿O simplemente de dónde viene no tienen? Me extraña ... esta mujer es todo misterio, como cuando la conocí.
Mientras esperamos los postres se lo entrego y le enseño cómo va. Parece que lo ha entendido rápido. Lo coge como si fuera un tesoro y lo mete en el bolsito.

Volvemos tranquilamente a casa caminando. Veo que inspira fuertemente y me la quedo mirando.
- El mar... el olor a mar... - cierra los ojos.
- ¿Paseamos por ahí?- le señalo- el mar está allí mismo.
Parece meditar un poco.
- Sí, pero no quiero meterme...
Me río.
- Yo tampoco, con el frío que hace....
Vamos hacia allí. Se oyen la olas. Se ve el gran hotel W iluminado. Ella se lo queda mirando unos segundos pero rápidamente dirige la mirada al mar.

- Este viernes... hay una cena de Navidad en mi empresa... siempre van familiares de los trabajadores... he pensado que... si quieres puedes acompañarme... es un lugar elegante. Hay alguna banda que toca en directo... y suele ser allí, en ese hotel... tienen salas muy grandes.
- Oh... Sí, me gustaría.- sonríe.
- Perfecto. Pues mañana te daré algo de dinero por si necesitas más de ropa y algo más elegante para la cena...
- ¡Vale! Pero... me sabe mal que gastes tanto dinero en mí... cuando recuerde todo, te lo devolveré.
- Tranquila...- le digo. La verdad que sí hay algo que me sobra, es el dinero...
Decidimos volver a casa. Nada más empezar a andar ella se me agarra al brazo. Me mira con una bonita sonrisa. Se la devuelvo. Noto como un leve calor recorre dentro de mí... poco a poco va volviendo la Muriel alegre y curiosa que conocí.

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