10. Barcelona, año 2000
- ¡Papá! - me lanzo a él. Tenía ganas de verle, ha estado dos días fuera pescando. Tiene una empresa de pescados.
- ¡Pequeñajo!
- Me tienes que contar más historias. - le suplico.
- Claro, claro...- dice él quitándose la chaqueta. Huele a mar. A pescado... un olor ya familiar.- No te vas a creer lo que he visto...
- ¡Hala!
Mi madre le da un beso y le deja en la mesa un vaso de café con leche. Ahora es el olor del café el que más domina en el ambiente.
- Anoche... eran eso de las diez cuando me pareció ver algo dorado... no sé algo brillante en las aguas. Cogí el prismático y como había luna llena se veía más o menos... ¿Y sabes que me pareció ver?
- ¡Un monstruo marino!- le digo emocionado.
Mi padre echa a reír. Mi madre menea la cabeza.
- Una sirena...- dice en tono bajo y misterioso.
- Un largo cabello dorado como el sol y una cola amarillenta... la luna la iluminaba en el agua.
- ¡Hala! ¿Y qué hizo?
- No deberías meterle esas cosas en la cabeza- gruñe mi madre.
- Es cierto. Te lo juro. Es cierto que lo vi.- dice mi padre algo alterado. Me mira de nuevo.- Creo que vio el barco y se sumergió. Intenté echar la red cerca... pero nada.
- Estás delirando ya... ¿sirenas?-mi madre lo mira con el cejo fruncido.
Mi padre se levanta de golpe y se le acerca.
- ¡No estoy loco! Te juro que lo vi... ¿Por qué no me creéis? Los papanatas del barco que trabajan para mí tampoco me creen. Algún día lo demostraré. Pescaré a una de ellas y callaré bocas.
Me quedo quieto. Veo como mi padre golpea el vaso del café y lo hace caer al suelo. Se mete en el baño y cierra la puerta de un portazo.
Ese fue el inicio de su locura por las sirenas.
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