Ya hemos llegado a la orilla. Es luna llena y los caminos están mejor iluminados. Vamos al rincón junto a las rocas donde Sofía nos estará esperando. Ella fue sirena, como nosotras, pero se enamoró de un humano llamado Pol y ahora vive en este pequeño pueblo llamado Sitges, cercano a Barcelona. Lleva una posada con un bar y karaoke. Ayuda a nuestra especie  aportándonos lo necesario para poder pasar unos días como humanos, porque no podemos estar más de un mes fuera del agua del mar, si no, no podríamos ya volver a nuestro hogar.
Así que aquí estamos, mi amiga Alana y yo saliendo del agua para transformar nuestras colas en unas piernas.

- Alana y Muriel, por fin. Qué ganas tenía de volver a veros. Tomad unas toallas. - Se las cogemos agradecidas y empezamos a secar nuestras colas. Poco a poco notamos el hormigueo y las escamas van despareciendo. También nos da una mochila donde hay ropa para humanas. - Bienvenidas a estas mini vacaciones como humanas. La lo pasaréis muy bien, hay mucho ambiente. Y el karaoke os espera... - sonríe.

Y es que a las sirenas nos encanta cantar...

Una vez ya tenemos piernas, me pongo el vestido corto y sencillo azulado que estaba en la mochila y unas sandalias. Ya sabemos cómo va esto de vestirnos, porque desde los 12 hasta 15 años siempre hacemos alguna pequeña salida con el resto de estudiantes para aprender estas costumbres. Hay un pequeño albergue cerca que es donde nos llevan para pasar unos días como humanos. Es un lugar muy seguro, lo regentan unas sirenas que también decidieron quedarse en tierra y hacer vida humana.
Este verano, nuestros padres nos han dejado venir una semana a mí y mi amiga. Nos ha costado convencerlos, pero al ser buenas estudiantes y yo cumplir los 16 años, nos han dejado como recompensa siempre y cuando no salgamos de este pueblo y estemos bajo la vigilancia de Sofía.

Nos lleva a la posada que está a pocos metros.
- Os enseño vuestra habitación. Creo que mañana llegan un par de sirenas más.
La habitación es pequeña pero agradable. Dos camas con mesita en medio y un pequeño armario.
- Gracias, es perfecta. - le digo.

-Ahora empezará el karaoke. El premio es una gran langosta al horno para comer mañana. ¡A ver si os gusta!- nos dice alegremente Sofía.

Me encanta la comida humana. El comer las cosas calientes... es extraño pero sabroso.

Ya preparadas bajamos al karaoke. Hay mucha gente. Gente joven lo que más. Aquí vienen humanos, sirenas y tritones, pero claro, los humanos no saben que somos de otra especie...

- Vuestro turno chicas. - se pone en medio de las dos poniéndonos la mano en el hombro.- Encandilad a mis clientes con vuestras dulces voces... - nos sonríe y se aleja.

Subimos al pequeño escenario. Seleccionamos una canción que escuchamos cuando estuvimos aquí hace unos años: Eternal Flame.
Suena la música y empiezo a cantar:
- Close your eyes, give me your hand, darling...

Y mientras sigo cantando, cuando miro al público, mi mirada se detiene en un joven de ojos grises y pelo oscuro que me está mirando fijamente. Y entonces, no puedo retirar la mirada de él. No sé si yo lo he hechizado con mi voz o él a mí con su mirada...