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Miercoles

—Evans.―susurró James mirando hacia Lily, la pelirroja siguió durmiendo por lo que el merodeador le dio un pellizco en la mejilla, Lily le dio un manotazo y se giró hacia el otro lado de la cama escondiendo su rostro bajo las mantas.

Al ver como su primera alternativa fracasaba estrepitosamente, decidió poner en marcha el plan B. Apartó las sábanas que cubrían a la pelirroja y se rió por lo bajo. Lily al igual que él se había olvidado de ponerse el pijama y dormía con el uniforme puesto. Se colocó a su lado y le tapó la boca con una mano mientras con la otra le tapó la nariz. Al cabo de unos segundos Lily empezó a moverse tratando de conseguir oxigeno hasta que abrió los ojos encontrándose con un sonriente James.

Apartó a James de un empujón y se sentó mientras trataba de que el oxigeno entrase de nuevo a sus pulmones.

—¡¿Estás loco?! ―preguntó Lily levantando la voz por lo que James colocó sus dedo índice sobre los labios para indicarle que guardase silencio.

Lily entrecerró los ojos enfadada y miró a su alrededor, los otros tres merodeadores aún continuaban durmiendo, James tiró de ella y la obligó a levantarse.

—¿Se puede saber qué mosca te ha picado? ―quiso saber Lily al ver como el merodeador rebuscaba como loco dentro de su baúl.

Lily se sentó en el suelo apoyando la espalda sobre el baúl, bostezó y buscó el reloj; no era normal que tuviese tanto sueño aunque una vez que localizó el reloj de mesa y vio la hora tuvo las cosas más claras; ¡eran las dos de la mañana! ¿Por qué Potter la había levantado de madrugada para ponerse a rebuscar en su baúl? ¿Qué era tan importante para no poder esperar unas horas? Hundió la cabeza entre sus rodillas, tenía tanto sueño.

—Evans, no te duermas de nuevo. ―la voz de James la devolvió a la realidad por lo que levantó la cabeza y se encontró con el castaño con una capa vieja en la mano. ―Vamos a las cocinas.

—¿¡Qué!? ―gritó Lily tapándose la boca inmediatamente debido a la mirada de reprimenda que le dedicó James, ambos miraron hacia las camas de los demás merodeadores pero por suerte ninguno se había despertado. ―De eso nada, yo me vuelvo a la cama.

—Ya sé que estás deseando volver a dormir abrazada a mí, pero tengo hambre. Así que vamos a ir a las cocinas quieras o no. ―respondió James de forma contundente, obligó a Lily a ponerse en pie y la arrastró escaleras abajo mientras la pelirroja murmuraba todo tipo de maldiciones e insultos. ―Deja de cuchichear.

—No quiero.

—¡Dios, eres imposible!

Cuando estuvieron frente al retrato de la Dama Gorda, James colocó la capa sobre ellos y ambos abandonaron su sala común en completo silencio. Los pasillos estaban completamente desiertos a excepción de por algún fantasma que paseaba por allí. Bajaron hasta el gran comedor y pasaron por la puerta de la derecha de la escalera del salón de entrada y continuaron por un corredor hasta llegar al cuadro de un frutero. James levantó la mano y le hizo cosquillas a la pera, la cual se convirtió en una manivela. Una vez dentro Lily salió de debajo de la capa de invisibilidad y admiró el lugar, la habitación tenía los techos altos y una chimenea en un extremo de la cocina, también habían montones de ollas y cacerolas apiladas en las paredes.

—No puedo creer que tengas una capa de invisibilidad.―dijo Lily mirando a James con los brazos en jarras, él se encogió de hombros y se puso a examinar el lugar.

—¿Y los elfos?

—Durmiendo, ¿no pretenderás que te hagan de comer? ―justo en ese momento las tripas de James rugieron y Lily soltó una carcajada. James avergonzado miró al suelo mientras con el pie dibujaba pequeños circulitos.

—Evans…hazme de comer.―pidió James con tono de niño bueno y mirando con ojos suplicantes a Lily, la pelirroja se cruzó de brazos y se negó pero el estómago de James volvió a sonar. ―Por fa.

—¡Está bien! Pero sólo porque quiero regresar cuanto antes.―aceptó Lily por lo que James levantó los brazos al cielo gritando “comida”. ―¿Qué quieres comer?

—Tortitas con chocolate y nata. ―pidió James con una sonrisa, Lily suspiró y se llevó las manos a la cabeza.

—Bien pero tú vas a ayudarme. ―dijo Lily levantando la mano que tenía esposada a James, el castaño hizo una mueca de desagrado pero no dijo nada.

Estuvieron cocinando más de lo que Lily había planeado debido a la torpeza de James al cocinar. El castaño había quemado todas las tortitas y roto varios huevos en el suelo que los habían hecho caer en varias ocasiones, así que después de cuatro intentos fallidos James tuvo que ceder el puesto de preparador de tortitas a Lily que incluso presumía lanzando las tortitas al aire para luego recogerlas con la sartén. La pelirroja colocó la última tortita sobre el plato de James y el castaño esparció por encima sirope de chocolate y nata para luego coger el plato y sentarse en una de las mesas.

—Está muy rico Evans.―felicitó James tras dar el primer mordisco, Lily sonrió contenta. ―¿Dónde aprendiste?

—Mi madre me enseñó, también se hacer magdalenas y tartas. ―James la miró ilusionado por lo que Lily tragó saliva nerviosa.

—¿Podemos hacer magdalenas? ―preguntó James esperanzado, Lily golpeó su cabeza contra la mesa.

Bueno, ya que estaban ahí y no tenía sueño podía aprovechar y hacer magdalenas; además podía separar unas cuantas y llevárselas a Remus para que viese lo gran cocinera que era. Según su madre, si quieres conquistar a un hombre la mejor forma de comenzar era por su estómago; y eso era lo que iba a hacer.

—Vale, hagamos magdalenas.―accedió Lily, James sonrió feliz antes de seguir comiendo.

En cuanto James terminó de comer, ambos se pusieron en pie y sacaron de las estanterías todo lo que iban a necesitar para cocinar. James siguió siendo igual de torpe pero al menos mostraba interés y ganas de aprender, además con sus continuas bromas se les pasó el tiempo volando por lo que antes de darse cuenta tenían unas cuarenta magdalenas cocinadas y separadas en tres bolsitas. Una para James (que iba a repartir con Sirius y Peter), otra para Charlie y Sybil y una bolsita más pequeña para Remus.

Abandonaron las cocinas y subieron a su sala común, a diferencia de la otra vez ahora se podían ver más fantasmas y a los retratos hablando entre ellos. Cuando llegaron a la sala común se encontraron a bastantes alumnos en pie y que empezaban a salir para ir a desayunar, Lily apretó los dos paquetes de magdalenas contra su pecho, era una suerte que se hubieran acostado con el uniforme sino todos la hubieran visto con su vieja camiseta gris en la que piolín decía “He visto un lindo gatito”.

—¡Amado mío!

James miró hacia Lily horrorizado y comenzó a tirar de la pelirroja para llegar cuanto antes a su dormitorio; sin embargo, antes de poner un pie en las escaleras notó unos brazos alrededor de su cuello.

—Mierda.―masculló James agitándose fuertemente para quitarse a Charlie de la espalda. ―Cooper, bájate ahora mismo.

La rubia le dio un beso en la mejilla antes de soltarse de su cuello y dejarse caer al suelo, James se frotó la mejilla con fuerza con la mano para quitarse el beso.

—Toma Charlie, son para ti y para Sybil. ―Lily le dio la bolsita de magdalenas más grande, la rubia las aceptó y sonrió feliz.

—¡Gracias! ¿Y esas para quien son? ―preguntó Charlie señalando al paquete más pequeño que Lily tenía entre sus manos, la pelirroja abrió la boca pero no le hizo falta decir nada pues sus mejillas sonrojadas hablaron por sí solas.

Charlie al comprender que eran para Remus levantó las cejas significativamente y se acercó a Lily a la que comenzó a sobar.

—Lily quiere a Remus.―canturreó Charlie en voz baja haciendo sonrojar aún más a Lily.

—¡James! No puedo creer que hayas madrugado.―saludó Sirius bajando las escaleras acompañado de Peter. ―¿Y esas magdalenas?

—Las hice yo (Lily carraspeó), bueno Evans me ayudó un poquito. ―contestó James enseñándole la bolsa con orgullo, Peter metió la mano y sacó una.

—¿Las hiciste tú? ―Sirius sacó una magdalena y la examinó con cuidado antes de darle un mordisco. ―Está muy bueno, Evans no te separes nunca más de James.

Sirius se metió el resto de la magdalena en la boca y luego cogió a Lily en brazos y le dio vueltas en el aire, mientras James le gritaba que parase porque lo estaba arrastrando a él también. Charlie miró hacia el paquete que ella tenía en las manos y luego miró al castaño.

—No sabía que fueras tan tímido James Potter.―Charlie se acercó a James y le dio un leve puñetazo en el brazo, James intentó ignorarla pero ella se le abrazó al brazo.―Hiciste las magdalenas para mí, pero como te daba vergüenza se las diste a Lily para que ella me las diese.

—¿Qué? ¡No! ―gritó James separando a Charlie de su brazo con ayuda de Peter. Sirius volvió a meter la mano en el paquete de las magdalenas y sacó un par que empezó a comerse. ―Deja de comer, son mías.

—Evans las hizo para todos, no seas egoísta James. ―replicó Sirius sacando más magdalenas y dándoselas a Peter. El castaño entrecerró los ojos molesto y apartó el paquete de Sirius.

—No soy egoísta, es que tú eres un glotón.―aseguró James, Sirius se llevó la mano al pecho y abrió la boca haciéndose el dolido; el castaño lo ignoró y tiró de Lily.

Ambos subieron las escaleras de los dormitorios femeninos dejando atrás a sus tres amigos conversando sobre lo bien que cocinaba Lily. Subieron las escaleras en silencio justo para encontrarse con Remus abandonando la habitación, Lily lanzó un pequeño gritito de sorpresa, James la miró de reojo y suspiró.

—Buenos días. ―saludó Remus levantando la mano.

—¡Buenos días! ―exclamó Lily para luego avergonzarse y bajar la cabeza, James rodó los ojos molesto; si se ponía nerviosa nada más ver a Remus, ¿cómo pretendía ligar con él?. ―Yo…bueno… yo…¡hice magdalenas!

Lily le tendió el paquete a Remus, el merodeador la miró sorprendido.

—Nosotros hicimos magdalenas. ―corrigió James, Lily lo fulminó con la mirada. ― Nos pasamos toda la noche los dos solos en las cocinas, y también me hizo tortitas para comer.

Lily le dio un pellizco a James en el brazo para que se callase.

—Dijo que me iba a hacer de cenar todas las noches, creo que le gusto. ―continuó James murmurando la última parte.

—¡Qué! ¡Tú no me gustas! ¡No me gustarás nunca! ―gritó Lily histérica

—Eso no es lo que decías ayer cuando te lanzaste sobre mí y me besaste apasionadamente. ―Lily abrió la boca estupefacta ante las mentiras de James, ¿por qué tenía que decir todo eso frente a Remus?; el castaño por su parte se regodeaba al verla cada vez más enfadada.

—¡Yo no hice tal cosa! ¡Deja de decir mentiras! ―bramó Lily buscando la varita en sus bolsillos pero al no encontrarla gritó exasperada.

—Yo voy bajando, nos vemos en el gran comedor. ―se despidió Remus, Lily se dio la vuelta para despedirlo con la mano pero James tiró de ella enseguida para hacerla entrar dentro del dormitorio.

—Eresunmalnacidoteodioteodioteodio.―murmuraba Lily golpeando a James con fuerza en el brazo.

James respiró hondo tratando de ganar paciencia pero al seguir escuchando a Lily se fue enfadando cada vez más hasta que al final la encaró.

—¡Deja de quejarte! ¡Da igual lo que hagas, Remus jamás se fijará en ti! ¡Eres una sabelotodo, mandona, entrometida, orgullosa, insoportable, gritona y fea! ¡Sólo un imbécil se fijaría en ti! ―gritó James fuera de sí mirando fijamente a Lily, ella lo miró estupefacta tratando de asimilar lo que le acababa de decir.

El castaño se quedó callado esperando la ira de la pelirroja, sin embargo ésta nunca llegó. Por lo que la miró preocupado, Lily estaba seria con la mirada perdida en algún punto de la habitación, quizás se había pasado un poco.

—Evans.―susurró el merodeador rascándose la nuca apenado, ella se dio la vuelta y le dio la espalda. ―Evans, yo…

—¡Cállate! Estoy cansada de discutir contigo.―Lily entró al baño con James en completo silencio, se peinó el cabello y se hizo una trenza; se lavó los dientes y salió del baño sin decir una sola palabra.

El merodeador la siguió a todos sitios cohibido, sabía que había hecho mal en gritarle todo eso; pero es que lo había puesto de los nervios. Bueno, la dejaría en paz unas horas, seguramente por la tarde ya estaría gritándole de nuevo. Pero se equivocaba.

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Charlie abrió la puerta de su dormitorio para encontrarse a Sybil gritándoles en chino a sus tres hermanos pequeños. Se sentó sobre la cama y se puso a comer las magdalenas mientras observaba a su amiga, a Sybil se le había hinchado la vena del cuello y miraba a sus tres hermanos como si fuera a arrancarles la cabeza en cualquier momento. Los tres niños por su parte miraban al suelo arrepentidos, los tres eran exactamente iguales, pequeños, delgaditos, con el pelo negro en pincho y con pequeños ojos achinados; los miró fijamente tratando de averiguar quién era quién. Pero tuvo que rendirse, jamás iba a conseguir distinguirlos.

Sybil señaló hacia la puerta y los tres niños se pusieron en fila y se marcharon. La pelinegra lanzó un último insulto en chino antes de girarse hacia Charlie con las manos en las caderas.

—¿Qué ha pasado? ―preguntó Charlie interesada, Sybil suspiró.

—Pasa que Black es gilipollas.―contestó Sybil acercándose a Charlie y sacando una magdalena de su bolsa, sin embargo la rubia se la quitó de un manotazo antes de que pudiera darle un mordisco. ―¡Oye!

—Estas magdalenas son mi tesoro, mi querido James las preparó para mí con ayuda de Lily. ―contó Charlie antes de lanzar un grito y ponerse a dar vueltas sobre la cama mientras cantaba una oda sobre su amor hacia el merodeador, Sybil puso los ojos en blanco y le lanzó una almohada a la cabeza.

—Voy a buscar a Black. ―comentó Sybil cerrando la puerta de un portazo mientras Charlie se ponía a contar las magdalenas como si estuviera desflorando un margarita.

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Estaba seriamente preocupado, Lily no le había dirigido la palabra en todo el día. No le gritó cuando se quedó dormido en pociones, tampoco le dijo nada cuando le lanzó un hechizo a Snape en Defensa contra las Artes Oscuras y no protestó cuando en mitad de la clase de Transformaciones decidió salir a escondidas para ir al baño. La pelirroja actuaba como si nada de lo que hiciese le importase y el hecho de que pasase de él estaba empezando a desquiciarlo.

Miró de reojo a Lily, la pelirroja estaba sentada a su lado inmersa en la lectura de una revista de corazón desde hacía horas. La idea de ir a la sala común había sido de él puesto que tenía que idear una nueva estrategia como capitán del equipo de quiddich pero esperaba que ella colaborase o al menos que no lo ignorase tan descaradamente. Necesitaba contarle a alguien su nuevo plan para que opinasen y cómo Sirius había desaparecido con Chang desde que ésta lo agarró de la oreja y lo arrastro fuera del gran comedor, esperaba que Lily lo ayudase. Carraspeó para llamar su atención pero Lily simplemente pasó de página.

—Evans, ¿cuánto tiempo vas a seguir ignorándome? ―preguntó James dejando sobre la mesa el pergamino y la pluma, Lily pasó la página y bostezó. ―¡Evans!

—¿Qué quieres Potter? ―le preguntó Lily con voz despreocupada pero sin mirarlo, James chasqueó la lengua y le quitó la revista haciendo que la pelirroja centrase sus ojos verdes en él.

—Siento lo que te dije esta mañana, ¿vale? ―Lily se cruzó de brazos e indicó a James que siguiese hablando, el merodeador respiró hondo.―Soy un inmaduro y un insensible y no debí comportarme de esa forma contigo.

—¿Y volverás a interferir en mi relación con Remus? ―inquirió Lily con interés.

—Entre Remus y tú no hay ninguna relación. ―Lily entrecerró los ojos y le quitó la revista de las manos. ―¡Está bien! No interferiré más en tu relación ficticia con Remus.

Lily asintió satisfecha y dejó la revista a un lado.

—Buen chico.―Lily le acarició el pelo a James como si fuese un perro al que acababa de enseñar a dar la patita. El merodeador lo dejó pasar por alto no fuera a ser que lo condenase de nuevo a la ley del silencio, una vez que Lily terminó cogió el pergamino que había dejado sobre la mesa y se lo mostró.

—Necesito que me digas que te parece mi estrategia. ―James abrió el pergamino y comenzó a explicarle con todo detalle su innovador plan.

Lily escuchó con atención las ideas de James, el castaño hablaba con entusiasmo y había hechizado el pergamino para que sus dibujos se moviesen y así ella pudiese comprender mejor la estrategia. Sin embargo, eso no evitó que la pelirroja comenzase a bostezar y a cerrar los ojos hasta que finalmente se quedó dormida apoyada sobre el hombro de James.

—No me lo puedo creer.―musitó James indignado, enrolló el pergamino y lo depositó sobre la mesa con cuidado de no mover a Lily.

Lily se agitó incómoda y James aprovechó para quitarle la revista de la mano. Miró a su alrededor y al ver que nadie le prestaba atención abrió la revista y se puso a leerla.

—Si la dejas así cuando despierte le dolerá el cuello.―indicó Peter señalando hacia Lily, la pelirroja se había abrazado al brazo de James y había metido su cabeza entre su brazo y el respaldar del sofá.

—¿Y qué quieres que haga? ―protestó James, Peter lo mandó a callar y se acercó a Lily.

Peter con cuidado sacó la cabeza de Lily de detrás de la espalda del castaño y la colocó sobre las rodillas del merodeador, también tomó las piernas de la pelirroja y las colocó sobre el sofá. Mientras James lo miraba sin decir nada.

—¡Listo! ―exclamó Peter en voz baja. ―¿Has visto a Sirius?

—No desde que Chang se lo llevó del comedor.―contestó James viendo como Lily sonreía en sueños.

—Voy a ver si lo encuentro antes de que Chang lo mate. ―se despidió Peter antes de abandonar la sala común.

Lily gimió levemente antes de darse la vuelta y quedar mirando hacia James con todo el pelo revuelto sobre la cara. James pasó la página de la revista tratando de ignorar a la pelirroja pero ella hizo un extraño ruidito, por lo que la miró de reojo. Ella seguía durmiendo plácidamente ajena al ruido y a los gritos de los alumnos que jugaban a las cartas. Se fijo en que Lily se había encogido y se abrazaba a sí mismo, suspiró.

Incluso durmiendo esa chica le causaba problemas. Se echó hacia adelante para quitarse la túnica, algo que fue bastante complicado ya que tuvo que maniobrar para no despertar a Lily, una vez que logró quitarse la túnica se la colocó a Lily por encima. Ella sonrió como agradeciéndole por su cuidado, aunque sabía que eso era imposible.

—Sólo me das problemas, ¿lo sabías? ―murmuró James para sí mismo.

Lily dio una patada al sofá y agitó la mano que tenía esposada a James. El castaño no pudo evitar reírse, ¡ni que lo hubiera escuchado! Incluso soñando era capaz de de reprenderlo por sus acciones y comentarios. James levantó la otra mano y le acarició la cabeza, le apartó varios mechones de la cara para así poder admirarla mejor y enredó sus dedos entre su cabello.

Lo que le había dicho esa mañana era mentira, ella no era fea para nada, era preciosa.

—Así que estáis aquí.―saludó Remus tomando asiento en el sillón, el castaño apartó rápidamente la mano del cabello de Lily y centró toda su atención en su recién llegado amigo; Remus el chico que le gustaba a Evans, ¿qué veía en Remus que él no tuviese? Examinó a su amigo de arriba abajo, físicamente él era mucho mejor y era mucho mejor estudiante. ¿En qué estas pensado James? Movió la cabeza de un lado a otro, intentando vaciar la mente. Seguramente pasar tanto tiempo con Evans estaba trastornándolo. ―Estás muy callado. ¿Ha pasado algo?

—¡No! ¡Claro que no! ¿Qué iba a pasar? ―contestó James exaltado dando gritos.

—Sybil cállate, quiero dormir. ―murmuró Lily escondiéndose bajo la túnica, James sintió como Lily unía su mano con la de él debajo de la túnica y entrelazaba sus dedos; el castaño tosió incomodo y algo sonrojado pero no intentó librarse de ella.

—¿Seguro que no te pasa nada? Estás muy raro. ―señaló Remus, James movió la cabeza rápidamente y percibió como Lily se daba la vuelta obligándolo a pasar su brazo por encima de su cintura como si se tratase de una parte de una manta. ―Evans es muy graciosa cuando duerme.

James miró a Remus sorprendido por su comentario.

—¿Por qué lo dices? ―preguntó James intentando parecer desinteresado pero al parecer no lo estaba consiguiendo ya que Remus parecía más cabrón de lo normal, si lo miraba bien, se parecía un poco a Sirius en su versión buena.

—Se pone a insultarte mientras duerme, murmura cosas como: “Potter pervertido”. ―contó Remus divertido, James fulminó a Lily con la mirada aunque no pudo esconder una sonrisita traviesa, Evans pensaba en él mientras dormía. ¡Evans pensaba en él cuando dormía! En cuanto se despertase le iba a dar la gran noticia, seguro que se pondría roja y lo negaría con su habitual farfullo. ―No entiendo cómo no te ha despertado.

—¿Y tú como sabes que dice eso? ¿La espías mientras duerme? ―preguntó James con seriedad, Remus negó con la cabeza.

—Me lo contó Sirius, al parecer la otra noche se levantó para ir al baño y escuchó a Lily decir todo eso. ―contestó Remus, James miró hacia la pelirroja, se iba a arrepentir de lo que iba a decir, pero le había prometido a Lily, ¡Evans! Que no se entrometería más en su relación con Remus.

—Remus, lo que dije esta mañana sobre que Evans y yo nos besamos era mentira. ―su amigo pareció meditar sus palabras durante un par de segundos antes de asentir. ―Y sobre mi baúl tienes una bolsa con magdalenas que ella preparó para ti.

Bien lo había dicho. No estaba orgulloso de ello pero al menos así Evans sería feliz si Remus se comía sus malditas magdalenas, ojalá se atragantase con ellas. ¿En qué tipo de persona se había convertido que deseaba el mal a sus amigos? Todo era por culpa de esa pelirroja que dormía sobre sus rodillas, que lo hacía sentir estúpido cuando estaba cerca de ella.

—Pues voy a buscarlas, que Sirius y Peter se comieron todas las tuyas sin dejarme probar ni una sola. ―dijo Remus antes de ponerse en pie y caminar hacia su dormitorio; James lo miró estupefacto.

¡¿Cómo?! ¿Qué se habían comido todas sus magdalenas? Esas magdalenas que había hecho junto a Lily durante toda la madrugada, ¡¿cómo se habían atrevido?! Esos dos glotones sufrirían la ira de James Potter….en cuanto Evans se despertase.

—¡Estás aquí mi querido James!―gritó Charlie con los brazos abiertos a punto de lanzarse sobre él, el castaño rodó los ojos molesto.

—Charlie, deja a Potter en paz.―ordenó Lily asomando la cabeza de debajo de la túnica, la pelirroja se estiró y bostezó mientras James le daba las gracias con la mirada; Charlotte por su parte se había cruzado de brazos y estaba sentada sobre el brazo del sofá dedicándole a Lily miradas asesinas. ―¿Cuánto tiempo he dormido?

—Unas dos horas.―contestó James contando mentalmente, en cuanto la pelirroja se percatase que estaba durmiendo sobre él se pondría histérica y comenzaría a gritar, Lily asintió y se envolvió de nuevo en la túnica.

Lily se dio la vuelta con lentitud y miró hacia arriba encontrándose con un sonriente James. Se levantó rápidamente como si tuviese un resorte en la espalda y se puso a señalar a James mientras gritaba.

—Deja de gritar, fuiste tú la que dormiste sobre mí. ―aclaró James, bueno no fue realmente así, pero ella no tenía por qué saberlo; Lily se sentó y se tapó con la túnica mientras se puso a farfullar. ―¡Que no murmures, joder!

—¡No me grites! ―chilló Lily agarrando un cojín y golpeando al merodeador con él.

—Lily no golpees a mi futuro marido. ―pidió Charlie amablemente, la pelirroja como respuesta volvió a golpear a James con más fuerza.­― ¡Lily!

—Estas magdalenas están riquísimas.―Remus bajó las escaleras con la bolsa de magdalenas caseras en la mano captando así la atención de Lily, James y Charlie. ―Menos mal que James me avisó de que estas magdalenas eran para mí que sino ni las pruebo.

La pelirroja volteó hacia James y le susurró “gracias”. James se encogió de hombros y no dijo nada.

—¿De verdad te gustan? ―preguntó Lily con ilusión, Remus asintió y sacó otra magdalena de la bolsa. ―¡Genial!

—Las tuyas también están muy ricas. ―declaró Charlie sentándose al lado de James y apoyando su cabeza sobre su hombro mientras suspiraba.

Miró hacia Lily, estaba increíblemente feliz; levemente sonrojada (como siempre que hablaba con Remus), pero al menos esta vez sí que estaba consiguiendo hacer frases coherentes. Remus le ofreció un par de magdalenas a la pelirroja que las aceptó encantada, y ambos siguieron conversando sobre cocina. Se fijó en Remus, su amigo parecía contento y sonreía más de lo habitual, al final podía ser verdad que Evans podía tener una oportunidad.

James miró hacia la cadena y pudo ver cómo ésta brillaba y se alargaba varios centímetros. Trató de llamar la atención de la pelirroja para avisarla de lo que acababa de pasar pero ella estaba más interesada en reír las estúpidas gracias de Remus. Charlie lo abrazó con fuerza mientras le declaraba su amor, por lo que James suspiró molesto. Sabía que debía de estar feliz por Evans y por Remus, entonces…¿por qué sentía ese dolor tan intenso en el pecho?

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Miró hacia Chang, la chica troceaba raíz de jengibre, la muy loca lo había sacado a rastras del gran comedor y tras echarle la bronca e insultarlo en chino; lo había obligado a pasar la tarde en el aula de pociones.

Sirius se puso a golpearse la cabeza contra la mesa, no iban a conseguir hacer la poción en una tarde; además de que no recordaba con exactitud la cantidad de ingredientes que usó la última vez, así que les iba a costar al menos unos días llegar a la combinación adecuada.

—Deberíamos dejarlo ya. Llevamos aquí toda la tarde y no hemos avanzado nada. ―opinó Sirius apoyando la barbilla sobre la mesa y mirando hacia la chica, ella entrecerró los ojos y lo señaló con el cuchillo.

—¡Y de quién es la culpa! ¡Eh! ―exclamó Sybil moviendo el cuchillo como si fuera a clavárselo en el pecho, Sirius levantó las manos para intentar calmarla.

—Creo que deberías relajarte, ven deja que te de un masaje, estás muy tensa.―declaró Sirius, Sybil lo fulminó con la mirada.

—¿Qué me relaje? ¡¿Qué me relaje?! ―gritó Sybil histérica, partiendo con un solo movimiento de muñeca la cuchara de metal con el cuchillo, Sirius tragó saliva preocupado. ―¡Me relajaré cuando hayamos solucionado el problema que causaste! ¡Y tienes suerte de que te necesite para ello, porque sino…

Sybil clavó el cuchillo en el corazón de una rana muerta y luego le cortó la cabeza con un rápido movimiento de mano. Sirius observó la rana y sintió como le temblaban las piernas y sudaba frío, si había alguien que le diese auténtico terror a parte de Dumbledore, esa era Sybil Chang.

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James se recostó sobre la pared, Lily estaba dentro del baño duchándose. La pelirroja estaba cantando alguna canción muggle que él no conocía, sacó el mapa del merodeador y buscó a Sirius en él; su amigo aún seguía en el aula de pociones con Chang, ¿qué demonios habían estado haciendo durante toda la tarde ahí? En cuanto subiese al dormitorio le haría un duro interrogatorio, además de torturarlo por haberse comido sus magdalenas.

Lily abrió la puerta del baño y salió con el pijama puesto y con el cabello mojado cayéndole por la espalda. James se guardó el mapa del merodeador en el bolsillo y caminó hacia la cama, la pelirroja lo siguió callada y ambos se tumbaron sobre la cama.

—Estás muy callado Potter, ¿te ocurre algo? ―se interesó Lily colocándose de lado para poder mirar a James a la cara, el merodeador no dijo y se dio la vuelta dándole la espalda a Lily. ―Poootter.

Lily le dio golpecitos a James en la espalda para llamar su atención pero él sólo gruñó.

—Deberías estar contento, la cadena creció.―indicó Lily levantando la mano, James se limitó a gruñir de nuevo por lo que Lily entrecerró los ojos molesta. ―Estás enfadado porque me dormí mientras me explicabas tu estrategia, ¿es eso, no?

James no dijo nada, no estaba enfadado por eso; ni siquiera él sabía porque estaba de mal humor, sólo lo estaba y punto.

—Sólo estoy cansado.―contestó James dándose la vuelta y encarando a Lily que tenía clavados sus ojos verdes en él.

—No me extraña, pasamos toda la noche en las cocinas.―respondió Lily con un bostezo, James se dio la vuelta y se quitó las gafas depositándolas en la mesa de noche; luego se giró de nuevo y se quedó mirando a Lily.

La pelirroja lo miraba de forma extraña y parecía contrariada, él levantó una ceja esperando a que se dignase a hablar.

—¿Qué ocurre? ¿Por qué me miras así? ―ante su pregunta la pelirroja bajó la mirada avergonzada. ―Evans.

—Nada, es sólo que te ves bien sin las gafas.―susurró Lily abochornada, James se sorprendió ante el cumplido de la pelirroja y de repente comenzó a sentir bastante calor.

¿Qué le pasaba? Él era James Potter, las chicas se le abalanzaban por los pasillos y le gritaban todo tipo de improperios, ¡no podía sonrojarse y acalorarse sólo por un simple cumplido!

—Gra…gracias. ―tartamudeó algo nervioso, cerró los ojos y se llamó idiota mentalmente, en serio, ¿qué demonios le pasaba? Lily se rió y él la fulminó con la mirada. ―Duérmete de una vez Evans.

James se dio la vuelta y le dio la espalda a la pelirroja, estaba tan furioso consigo mismo… Miró de reojo hacia Lily, la pelirroja suspiraba y miraba hacia la cama de Remus dónde su amigo dormía desde hacia rato; ¿pero qué carajos veía en Remus? Si era un aburrido.

—Evans deja de suspirar, así no conseguirás que moony se enamore de ti. ―habló James malhumorado sin darse la vuelta.

—Tu eres su amigo, ¿crees que le gusto? ―preguntó Lily con curiosidad

—Ya te lo dije esta mañana, sólo un imbécil se enamoraría de ti.―contestó James levantando las sábanas e introduciéndose dentro de la cama, Lily respiró hondo pero de nada le sirvió ya que empezó a insultar a James en voz baja. ―¡Deja de murmurar!

—¡Vete a la mierda! ―exclamó Lily pegándole una patada antes de meterse dentro de la cama y darle la espalda al merodeador, por lo que ninguno pudo ver cómo la cadena brillaba y disminuía su longitud.

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