Jueves
Lily se dio la vuelta incómoda, sentía bastante calor pero estaba tan bien que permaneció acurrucada.
—Míralos, son tan adorables.―dijo Peter a Sirius, ambos chicos estaban en el pie de la cama de James mirándolos mientras comían palomitas.
Al escuchar el comentario del merodeador Lily abrió los ojos y se encontró frente al pecho desnudo de James, al parecer habían pasado la noche durmiendo abrazados. La pelirroja gritó y le dio un empujón al castaño haciéndolo caer al suelo.
—¡Ay!―se quejó James desde el suelo mirando hacia Lily que se había tapado con las sábanas avergonzada. James miró a Sirius tratando de buscar una explicación pero tanto él como Peter estaban tirados en el suelo riéndose a carcajadas. ―¡Estaba durmiendo! ¿¡Por qué eres tan bruta?!
—¡Cállate! ¡Es culpa tuya!―gritó Lily saliendo de debajo de las sábanas y tomando la almohada entre sus manos, James se levantó del suelo y cogió las gafas de encima de la mesa de noche.―Maldito pervertido, degenerado, depravado.
James puso los ojos en blanco y se acercó a Lily.
—Deja de murmurar.―ordenó James con voz seria acercando su rostro al de Lily, ella tragó saliva nerviosa antes de darle un almohadazo. ―¿Pero qué demonios te pasa hoy?
—¡Yo lo sé! ―gritó Sirius levantando la mano, Lily lo fulminó con la mirada y le pegó un fuerte almohadazo en la cabeza. ―Retiro lo dicho, yo no sé nada.
—Buenos días Lily.―saludó Remus saliendo del baño, la pelirroja enseguida levantó la mano y saludó a Remus.
—¡Buenos días!―gritó la pelirroja con felicidad, James suspiró irritado y tiró de Lily en dirección al baño.
Una vez en el baño ambos se lavaron la cara y empezaron a asearse, cuando salieron se encontraron la habitación completamente vacía como iba siendo habitual ya que los otros tres merodeadores los solían dejar solos para que Lily pudiese cambiarse de ropa sin problemas. Por suerte para ellos la cadena había crecido unos veinte centímetros lo que les permitía tener más libertad para vestirse, eso sí, debían hacerlo con compenetración.
—Evans, ¿por qué te gusta tanto Remus? ―preguntó James mientras se colocaba la corbata, Lily que se estaba haciendo una coleta alta lo miró sorprendida. No obstante, el castaño le estaba dando la espalda y no pudo verle la cara.
—No sé.―contestó ella cogiendo su túnica de encima de la cama.―Supongo que por su forma de ser, es tranquilo, simpático, amable, generoso, amigable, siempre trata bien a todo el mundo.
—Bah.―masculló James cogiendo su varita y metiéndosela en el bolsillo. ―Hay muchos chicos mejores que Remus.
—No lo creo.―apuntó Lily caminando tras James, la pelirroja cerró la puerta del dormitorio y siguió al castaño.―Bueno físicamente Black es más atractivo pero Remus me gusta más.
James aceleró el paso y apretó los puños, ¿por qué le había preguntado? Ahora sabía que aparte de estar colada por Remus, físicamente le gustaba más Sirius, si seguía preguntando era capaz de decirle que no le importaría pasar una noche loca con Peter. ¿Y qué pasaba con él? Él era tan atractivo como Sirius o incluso más y gracias a él Remus podía relacionarse mejor con los demás. Entonces, ¿por qué los prefería a ellos?
—Potter, ¿a qué viene tanta prisa?―preguntó Lily mirando hacia el suelo para tener cuidado de no tropezar y caer. Sin embargo, justo cuando el castaño se dio la vuelta ella tropezó y cayó sobre él. James la ayudó a incorporarse con cuidado por lo que ella se separó de él avergonzada. ―Gra…gracias.
—No hay de qué.―respondió James apartando la mirada de Lily para volver a caminar hacia el gran comedor.
Una vez que llegaron allí Charlie se lanzó sobre James y estuvo todo el desayuno intentando darle de comer mientras a su lado Sybil amenazaba con la varita a Sirius y discutían de algo que no entendían. Lily por su parte estuvo hablando con Remus y Peter bajo la atenta mirada de James, aunque la pelirroja no se percató de ello en ningún momento.
—¿Pero se puede saber que cuchicheáis tanto?―se interesó Charlie mirando a Sirius que en esos momentos dibujaba con el cuchillo sobre la mantequilla. ―¿Acaso estáis saliendo?
Charlie abrió los ojos sorprendida y se puso a mirarlos con ojos soñadores. Mientras Sybil y Sirius la observaban con una ceja arqueada.
—¡No digas estupideces!―gritó Sybil histérica, por lo que Lily tuvo que levantarse para evitar que la china le llenase la boca de tostadas a Charlie. ―Black y yo no estamos saliendo.
—Sybil, trata de relajarte.―pidió Lily con amabilidad, su amiga entrecerró los ojos enfadada y clavó el cuchillo de la mantequilla en la mesa para luego sentarse cruzada de brazos. ―¿Pero qué mosca te ha picado?
—Déjala, hoy debe de ser uno de esos días del mes.―dijo Sirius con una sonrisa burlona, Sybil le sonrió con dulzura antes de usar un tenedor para clavarle la corbata a la mesa. ―¡¿Pero qué haces maldita lunática?!
—Perdona, es que estoy en uno de esos días del mes.―contestó Sybil con sarcasmo, Sirius la fulminó con la mirada mientras tiraba del tenedor con fuerza y lo arrancaba de la mesa.
—James, protégeme. Sybil me da miedo.―Charlie se agarró con fuerza al merodeador y se escondió tras él.
—Cooper, no estoy de humor.―dijo James con seriedad haciendo que la rubia se separase de él y lo mirase extrañada.
—Amorcito, estás más serio de lo normal, ¿te preocupa algo? ―preguntó Charlie con interés pero James no contestó sólo se limitó a meterse una tostada en la boca.
—Lily, tengo que ocuparme de unos asuntos, ¿te encargas tú de la ronda por las mazmorras? ―preguntó Remus a la pelirroja, Lily asintió enseguida.
—Claro que sí, cuenta conmigo.―aceptó Lily sacando la varita y sonriendo orgullosa.
—No tomes esas decisiones por ti misma, te recuerdo que estamos esposados.―recordó James levantando la mano y enseñando la cadena. ―Y me niego a ir a las mazmorras a ver a los estúpidos slytherins.
—Pero…―trató de protestar Lily, James la obligó a callarse metiéndole un croissant en la boca.
—He dicho no, y es no.―se negó el merodeador, la pelirroja escupió el croissant y se cruzó de brazos enfadada mientras se ponía a murmurar cosas inentendibles.―¡No murmures, me pones de los nervios!
—No seas así James, alguien tiene que hacer la ronda por ahí.―dijo Remus mirando fijamente al castaño, James chasqueó la lengua irritado y negó con la cabeza.
—Pues que vaya otro prefecto, pero Evans no va a poner ni un dedo en esa zona. ―negó James por lo que Lily le dio una patada en la espinilla, el merodeador la fulminó con la mirada y se acarició la zona dolorida. ―No seas desagradecida, lo hago por tu bien.
—No seas hipócrita.―murmuró Lily de mal humor. ―Lo que pasa es que eres un vago que no se toma nada en serio; pero yo soy prefecta y tengo responsabilidades.
James suspiró irritado y Lily le dio un codazo.
—¡Quieres ir, bien! ¡Pues vamos! ―gritó James poniéndose en pie y tirando de Lily que estuvo a punto de caerse al suelo debido a la fuerza con la que James se había puesto en pie.
Ambos bajaron en silencio las escaleras que conducían a las mazmorras. Lily miró de reojo a James, el castaño estaba en tensión y parecía muy molesto; la pelirroja no entendía el enfado del merodeador, ¿por qué no podía comprender que tenía responsabilidades como prefecta? De reojo vio como James metía la mano derecha dentro del bolsillo de la túnica y sacaba la varita. Lily optó por no decirle nada ya que era mejor no enfadarlo aún más.
Continuaron bajando las escaleras hasta que encontraron a un pequeño grupo de alumnos en un corrillo. Lily caminó hasta ellos y dio un par de empujones para ver qué estaban tramando, al parecer los alumnos estaban decididos a secuestrar a las animadoras de Ravenclaw para que les hicieran un baile privado. Lily le dio una fuerte colleja al chico que estaba hablando y todos voltearon hacia ella.
—A clase―gritó Lily moviendo la varita haciendo que las corbatas y camisas de los alumnos se colocasen y metiesen dentro del pantalón. Los cinco slytherin la fulminaron con la mirada pero ella permaneció impasible con las manos sobre las caderas.
—¡Déjanos en paz sangre sucia! ―exclamó un chico más joven que ellos, era rubio con el pelo engominado hacia atrás.
—Eso, no eres más que una asquerosa sangre sucia, no tenemos por qué escucharte.―prosiguió otro de aspecto duro.
—Sabía que pasaría esto.―dijo James apuntando con la varita a los dos alumnos, sin embargo Lily lo detuvo.
—Dejaos de tonterías e id a clase.―ordenó Lily con voz firme.
—¿Es que estas sorda sangre sucia? No vamos a obedecer órdenes que vengan de alguien como tú.―contestó de nuevo el chico rubio.
—¡Se acabo! No voy a permitir que la tratéis así.―James alzó la mano de la varita y de un solo movimiento hizo que los cinco chicos flotasen en el aire. ―Disculpaos, ahora mismo con Evans.
—¡Pero qué pasa contigo Potter! Estas defendiendo a una sangre sucia.
—¡Eres un traidor! ―gritó un chico de pelo negro largo.
—¡Dejad de llamarla así! ¡Y la defiendo porque me da la gana!―bramó James agitando la varita provocando que el grupo se chocase con la pared.
Lily pasaba la mirada del merodeador al grupo de alumnos, estaba tan sorprendida de que Potter la defendiese con tanto ímpetu que no se había movido ni un milímetro. Normalmente, él era el primero que se metía con ella pero también era verdad que las palabras “sangre sucia” nunca había salido por su boca a modo de insulto.
—Potter, déjalo ya.―Lily levantó la mano y la colocó sobre la mano de James obligando al castaño a mirarla. La pelirroja sonrió con dulzura para intentar relajarlo pero él sólo bufó y agitó la mano para hacer caer a los alumnos al suelo.
—¿Contenta?―preguntó James entre dientes tirando con fuerza de Lily y dándole la espalda a los alumnos de slytherin que se iban levantando poco a poco del suelo.
—¡Potter eres una deshonra para los magos, obedeciendo a una sangre sucia! ¡Das pena! ―gritaron los alumnos enfadados, James apretó los puños e ignoró los comentarios de Lily diciéndole que se calmara; se dio la vuelta y les lanzó un “Desmaius” seguido de “Calvario” dejando así a los cinco chicos inconscientes y calvos.
—Potter, ¿por qué has hecho eso?―preguntó Lily enfadada mirando hacia los alumnos, la pelirroja intentó detenerse pero el merodeador caminaba muy rápido y la arrastraba con él. ―¡Potter! ¡No puedes ir lanzando hechizos a la gente porque sí!
—¡La culpa ha sido tuya! ―espetó James furioso volteando hacia Lily, la pelirroja se detuvo sorprendida por la furia del merodeador pero no se achantó y clavó sus ojos verdes sobre el rostro del castaño. ―¡No volverás a hacer las rondas por las mazmorras!
—¿¡Perdona!? ¿Quién eres tú para prohibirme algo? ―preguntó Lily con furia, James puso los ojos en blanco. ―Si quiero hacer las rondas por las mazmorras las haré.
—¿Es que eres estúpida o qué?―preguntó James a gritos, Lily intentó abofetearlo pero él tuvo buenos reflejos y le agarró la mano para luego retorcérsela y colocársela en la espalda. ―Ya has visto lo que ha pasado, ellos no respetan a los magos como tú, no dudarán en lanzarte cualquier hechizo que te haga daño.
Lily se soltó como pudo y miró enfadada a James.
—¿Magos como yo? ―inquirió Lily.
—Ya sabes a lo que me refiero.―dijo James en voz baja con timidez, Lily entrecerró los ojos molesta y se dio la vuelta.
—Pues los magos como yo podemos apañárnoslas solos, ¡no necesitamos la ayuda de magos arrogantes y cabezas huecas!―gritó Lily histérica y caminando a paso firme hacia el aula de defensa contra las artes oscuras.
—Evans..
—¡Amorcito!―gritó Charlotte lanzándose sobre la espalda de James y abrazándolo. ―Te he echado tanto de menos.
—Nos vimos hace diez minutos.―contestó James de mala gana entrando al aula con Charlie agarrada a él.
Lily tomó asiento en uno de los primeros pupitres y se puso a mirar a su alrededor mientras suspiraba; estaba tan enfadada con Potter, ¿quién se creía que era? ¿magos como ella? Puede que no la llamase sangre sucia pero seguro que pensaba que lo era; estaba enfadada y decepcionada en la misma proporción. Apoyó la cara sobre su mano y miró hacia el castaño, al parecer Charlie le estaba recitando un nuevo poema que había escrito la noche anterior para él. Sonrió divertida, ahora mismo dejaría de lado la preocupante obsesión de su amiga por el merodeador y dejaría que lo torturase. Bostezó y se giró hacia el otro lado encontrándose con Sybil sentada al lado de Black y escribiendo a toda velocidad sobre un pergamino mientras el pelinegro hablaba. ¿Qué demonios se traían esos dos entre manos? Sybil nunca había soportado a Black y el hecho de que ahora apenas se separase de él la tenía intrigada.
—¿Cómo te fue la ronda? ―preguntó Remus sacándola de sus pensamientos.
—Bien.―masculló Lily apartando la mirada de Sybil y centrándose en Remus Lupin que se había sentado en el pupitre de delante.
—¿Tuviste problemas con los slytherins? ―se interesó el chico, Lily negó rápidamente con la cabeza. ―Menos mal, por un momento estuve preocupado por ti.
—No tienes por qué preocuparte, puedo encargarme de ellos sin problemas.―contestó Lily con una sonrisa amable, Remus asintió satisfecho.
—Olvidaba que hablaba con la gran maga Lily Evans.―se rió Remus a lo que ella asintió complacida y orgullosa. ―De todas formas, la próxima vez iré contigo.
—¡Vale! ―gritó Lily con felicidad levantando los brazos al cielo y poniéndose en pie por lo que avergonzada se sentó de nuevo, Remus soltó una carcajada divertido y Lily se hundió aún más en su asiento.
—Siempre me sorprende la energía que tienes, eres la persona más energética que conozco. Me das envidia.―Remus se apoyó sobre el pupitre de Lily por lo que la pelirroja se echó hacia atrás nerviosa y sonrojada.
—¿De qué habláis?―preguntó James con voz seria.
—No creo que sea asunto tuyo lo que hablan los magos como yo.―dijo Lily haciendo hincapié en las tres últimas palabras, James se revolvió el pelo buscando una contestación pero justo cuando abrió la boca llegó el profesor y los mando callar.
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Lily apretó la mandíbula y se puso a frotar el suelo con fuerza, era increíble que McGonagal los hubiese obligado a limpiar el enorme desastre que había provocado Sybil ante el “ingenioso” comentario de Amos Diggory sobre el color de sus ojos. La brillante idea de su amiga para darle un escarmiento había sido convertirlo en una babosa gigante y luego tratar de atarlo a una caña de pescar para usarlo como cebo. Como era de esperar Amos trató de huir de ella por lo que dejó la clase completamente llena de babas; Lily estrujó la fregona y se puso a restregarla por el suelo, sin usar magia tardarían horas pero al menos ella tenía practica en el arte de limpiar al contrario que su compañero de tarea.
—Potter, si necesitas ayuda sólo dilo.―dijo Lily al ver como el castaño se peleaba con su fregona y tiraba todo el agua de su cubo.
—Lo llevo perfectamente, gracias.―contestó James agachándose para recoger el cubo; el castaño cogió una de los paños que había sobre el escritorio y comenzó a limpiar los escritorios. ―Estúpida McGonagal, si no nos hubiese quitado las varitas hubiéramos acabado hace horas.
—Si alguien no hubiese convertido su mesa en algodón de azúcar, tendríamos nuestras varitas.―apuntó Lily siendo fulminada inmediatamente por el castaño.
—Si alguien no me hubiese dicho que era pésimo en transformaciones no hubiera convertido la mesa de McGonagal en algodón de azúcar.―dijo James mirando con asco el paño ya que había pasado de ser blanco a verde, el castaño hizo una bola y lo metió dentro de la papelera para luego coger otro paño. Al menos la profesora había tenido la decencia de suministrarles unos mil paños para la limpieza. ―Además, si estamos aquí es por la irascible de tu amiga, no tenía porque convertir a Diggory en babosa. Fue divertido, pero innecesario.
Lily se quedó en silencio y se puso a frotar el suelo con fuerza. Potter tenía razón, había sido culpa de Sybil que ellos dos estuviesen allí limpiando, si supiera controlar su mal genio se hubiesen librado de más de cien castigos que habían sido culpa de ella; pero por desgracia no tenía derecho a criticar a su amiga por su mal genio ya que ella misma había sido castigada en infinidad de ocasiones por lanzar hechizos contra Potter.
—Maldito Potter.―murmuró Lily enfadada y frotando con fuerza la piedra.
—¿Qué murmuras ahora? ―preguntó James con voz cansada acercándose a ella. Lily decidió ignorarlo y siguió pasando la fregona con fuerza.―Si sigues frotando con tanta fuerza podremos usar esa piedra como espejo.
—Cállate.―masculló Lily irritada alejándose de dónde se encontraba él, no obstante no pudo irse muy lejos ya que la cadena se lo impidió; miró hacia James y se lo encontró sentado en una de las sillas balanceándose de un lado a otro con los pies apoyados sobre el pupitre que acaba de limpiar. ―¿Qué haces ahí sentado? ¡Tenemos una clase que limpiar!
—Estoy descansando, deberías probarlo.―James dio un par de palmaditas a la silla que estaba a su lado y miró a Lily, la pelirroja apretó con ira el palo que tenía entre las manos y se puso a limpiar el suelo. ―¿Qué crees que se traen entre manos Sirius y Chang?
—Lo podríamos averiguar si dejarás de vaguear y me ayudases a limpiar.―dijo Lily de mal humor levantando las manos y señalando la clase que seguía completamente sucia; sin embargo, el castaño siguió balanceándose en la silla y divagando sobre lo que podrían estar haciendo esos dos. Lily bufó molesta y le golpeó la cabeza con el palo; James dejó de hablar y la miró enfadado. ―Perdón, se me escurrió la fregona de las manos.
James se puso en pie, agarró uno de los paños sucios y se lo restregó por la túnica a Lily, a continuación tomó entre sus manos un puñado de baba y se la esparció por el cabello.
—Perdona Evans, se me escurrieron las manos.―contestó James con sarcasmo.
Lily entrecerró los ojos enfadada, cogió su cubo de agua sucia y se lo lanzó a James dejando al merodeador completamente empapado y lleno de babas.
—Esto es la guerra.―declaró el merodeador antes de agacharse y comenzar a hacer bolas de baba para lanzárselas a la pelirroja.
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Sybil cogió la cuchara de madera y removió el contenido de la olla que había delante de ella, en toda su vida no había elaborado tantas pociones como en esos últimos dos días. Pero todo era por culpa de cierto chico de pelo negro, Sybil entrecerró los ojos y fijó su mirada ámbar en Sirius Black que en esos momentos vertía el contenido de una olla en un pequeño frasco de cristal.
—Listo.―exclamó Sirius con felicidad cerrando el frasco con un pequeño corcho. ―¿Le queda mucho a tu poción?
—Unos minutos.―contestó la chica recostándose sobre la mesa y mirando hacia el fuego, de reojo vio como Sirius guardaba los seis frascos de pociones en una pequeña bolsa de cuero marrón.―Sólo espero que alguna de las pociones funcione.
—Sería mucha mala suerte que ninguna de las siete funcionase.―opinó Sirius tomando asiento en la silla que estaba a su lado, Sybil se incorporó y lo miró fijamente.
—¿Por qué? ―preguntó ella, Sirius la miró confundido. ―¿Por qué hiciste esa poción y lo enredaste todo?
—No puedo decírtelo, es un secreto.―dijo el pelinegro en tono jocoso, echándose hacia atrás y colocando los brazos tras el cuello; Sybil enarcó una ceja.
—Black.
—Échale imaginación Chang ―dijo Sirius con curiosidad, Sybil cerró los ojos y se puso a pensar, el pelinegro apagó el fuego y se puso a remover la poción.
—La única conclusión que saco es que eres gilipollas.―contestó Sybil con aburrimiento, Sirius se llevó las manos al pecho ofendido. Ella rodó los ojos para luego ponerse a vaciar el contenido de la olla en un frasco de cristal.
—Chang, hieres mis sentimientos.―habló Sirius fingiendo estar resentido, ella resopló indignada y le entregó el último frasco, el cuál Sirius metió dentro de la bolsa de cuero.―Te contaré un pequeño secreto, la verdad es que hubo una pequeña confusión a la hora de la recepción de la poción.
—¿Eso qué demonios quiere decir? ―Sirius sonrió y caminó hacia la puerta con la bolsa de cuero en la espalda, la joven china se quedó mirando el lugar por dónde el pelinegro se había marchado hasta que intrigada se levantó de un salto y corrió tras el merodeador. ―¡Black, espérame!
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Lily se cepillaba el pelo mientras esperaba que James terminase de ducharse. Había tenido que enjabonarse el pelo tres veces y su bote de acondicionador quedó totalmente vacío, pero había merecido la pena; su cabello estaba ahora brillante, sedoso y suave. A pesar de que la baba de caracol era lo peor que le había sucedido a su pelo (sin contar la ocasión en que Potter lo había convertido en paja y lo había incendiado); había sido un regalo para su piel, ya que jamás había tenido la piel tan suave como ahora.
Miró hacia la cadena que estaba alrededor de su muñeca derecha, en cuestión de minutos iba a empezar a brillar para indicar el final de la media hora. Pensó en James, el pobre no llevaba ni cinco minutos dentro de la bañera por lo que dudaba que hubiese podido quitarse toda la baba que tenía encima. Ella había tardado casi quince minutos en lavarse sólo el pelo, y otros diez en lavarse el resto del cuerpo y eso fue porque tuvo que ponerse el turbo puesto que podía haber estado por lo menos una hora dentro de la bañera. Bueno peor para él, siguió peinándose el pelo y escuchó como el merodeador mascullaba “mierda” por lo que miró la cadena y vio como ésta resplandecía.
—Vamos Potter. ―gritó Lily golpeando la puerta con el cepillo.
—Ya voy.―exclamó James desde el otro lado, la pelirroja escuchó un par de golpes seguidos de insultos varios.―Maldito Dumbledore.
James abrió la puerta justo cuando la cadena brillaba más fuerte y reducía su tamaño. Lily volteó hacia el merodeador encontrándoselo a medio vestir y al contrario que ella, no había conseguido quitarse todo la baba del pelo. El merodeador comenzó a frotarse el pelo con la toalla que tenía alrededor de su cuello, pero al no conseguir deshacerse de esa asquerosidad comenzó a irritarse cada vez más hasta que harto se sentó en el suelo. Lily soltó una risita al ver su pelo castaño tieso y con un color verdoso que daban ganas de vomitar; si Potter no hacía algo rápido en unos días se le caería el pelo.
—Mi pelo.―lloriqueó James pasándose la mano por el cabello para luego hacer una mueca de asco; Lily se rió con más fuerza por lo que se tapó la boca ante la mirada asesina del merodeador. ―Me alegra que te estés divirtiendo tanto Evans.
—Levanta.―ordenó Lily tirando de la cadena, James entrecerró los ojos y se puso en pie, la pelirroja entró en el baño y se puso a examinar los champús. ―¿Cuál es el tuyo?
—Ese.―contestó el castaño al ver como Lily cogía entre sus manos un bote de champú de color azul, la pelirroja lo agitó para comprobar el contenido, una vez que vio que estaba medio lleno lo depositó en el suelo y se puso a examinar los demás botes. ―¿Qué haces ahora?
—Busco algún tipo de mascarilla, pero creo que es demasiado pedir para una panda de cerdos como vosotros. ―comentó Lily tirando un par de botes de gel vacios en la papelera, finalmente la pelirroja cogió su acondicionador y tras comprobar que le quedaba un poco de líquido lo llenó de agua. ―Tendremos que usar el mío.
James miró confuso a Lily momento que aprovechó ella para obligarlo a ponerse de rodillas delante de la bañera. La pelirroja encendió el agua y tras comprobar que salía tibia sujetó la alcachofa y comenzó a echar agua sobre la cabeza de James. Enjabonó y aclaró la cabeza del castaño en tres ocasiones y además le vació lo que le quedaba de acondicionador pero para su satisfacción personal había conseguido quitarle toda la baba del pelo y ahora lucía una melena digna de cualquier anuncio.
—Creo que ya está limpio.―comunicó Lily apagando el agua y entregando una toalla limpia a James, el castaño se puso en pie y se colocó la toalla alrededor del cuello para luego sacudirse como si se tratase de un perro. ―¡No hagas eso! ¿Qué eres, un perro?
—No, soy un gigantesco ciervo.―contestó James con orgullo sentándose sobre la tapa de retrete y entregándole la toalla a Lily. ―Sirius es el perro.
—Ya déjate de bromitas.―dijo la pelirroja viendo como James agitaba la cabeza y la miraba expectante. ―No voy a secarte el pelo.
—¿Por qué no? ―preguntó James con tono lastimero y poniendo ojitos tiernos, la pelirroja levantó una ceja y el merodeador hizo pucheros.
Lily suspiró y se colocó delante suya, le colocó la toalla sobre el pelo y comenzó a secárselo con cuidado. Era la primera vez que le secaba el pelo a un chico, por lo que se sentía un tanto cohibida pero extrañamente también se sentía bien haciéndolo, el pelo de James era suave y el chico desprendía un olor masculino que la envolvía y la hacía tener cada vez más ganas de acercarse a él. Pasó la toalla por el cuello del merodeador y con disimulo contempló su espalda, James tenía una espalda ancha y bastante fuerte. La imagen de ellos dos abrazados le vino a la mente y sintió sus mejillas arder, era una suerte que el castaño estuviese mirando al suelo. No podría soportar sus burlas sobre cómo se estaba acalorando sólo por mirarlo.
Odiaba reconocerlo pero James Potter, era guapo e increíblemente atractivo, podría decir que incluso era más atractivo que Black; entendía perfectamente porque tenía a medio colegio y a su amiga Charlie suspirando por él, además James no sólo era una cara bonita, era inteligente, perspicaz, un gran mago y fiel a sus principios. Lástima que a veces fuera tan capullo.
—Evans…yo pienso que eres una gran bruja.―dijo James en voz baja sin apartar la mirada del suelo, Lily dejó de secarle el pelo sorprendida. La había pillado totalmente desprevenida, no esperaba que le soltase un cumplido; Potter hacerle cumplido a ella, eso era imposible.―No creo que seas una… ya sabes, y no me gusta que te lo digan.
Lily trató de ver la cara de James pero el joven no levantó la cabeza sino que siguió mirando fijamente al suelo. Lily expresó una sonrisa gentil, era extraño que James Potter alias señor Don Orgulloso se mostrase tan tímido.
—Gracias por defenderme de los slytherins.―dijo Lily con voz dulce, James dejó de mirar al suelo y levantó la cabeza para admirar a la pelirroja que en esos momentos le revolvía el fleco.
Lily dejó de secarle el pelo y le depositó la toalla alrededor del cuello, James agarró la toalla con la mano esposada pero no apartó la mirada de ella. Nunca la había mirado así y se sintió extraña por ello, la observaba con una dulzura tan poco corriente que estaba conmoviéndole el corazón.
—¿Ocurre algo? ―inquirió la pelirroja con timidez pero su pregunta quedó sin contestar ya que ambos fijaron la mirada en la cadena que en esos momentos brillaba y se alargaba varios centímetros.
Lily examinó la cadena concienzudamente, si no estaba equivocada la cadena medía la mitad de lo que debía medir en realidad. Sonrió feliz y miró hacia James que examinaba contrariado las esposas, al parecer no parecía muy contento con el crecimiento de la cadena pero descartó enseguida esa posibilidad. Era imposible que Potter no estuviera contento por ver como la distancia entre ellos aumentaba.
Siguió al merodeador fuera del baño y ambos se tumbaron sobre la cama. Lily echó su pelo hacia atrás y miró al techo hasta que sintió una mirada sobre ella por lo que se giró para encontrarse con los ojos café de James. ¿Qué la miraba tanto hoy? Frunció el ceño y espero a que el castaño dijese algo pero como no se dignaba a hablarle terminó por hablar ella primero.
—¿Qué tanto miras? ―James parpadeó y se colocó bocarriba. Lily frunció el ceño aún más y entrecerró los ojos, ¿qué le pasaba a ese tío hoy?. ―¡Potter!
—Puedes llamarme James, no me importa.―habló James sin apartar la mirada del techo, Lily suspiró irritada.
—No gracias, prefiero seguir llamándote Potter.―contestó Lily apartando la mirada de él y mirando hacia el techo.
—¿Por qué tanta formalidad Evans? Al fin y cabo sueñas conmigo, está bien que me llames por mi nombre. Lo normal es que llames a la persona que amas por su nombre.―dijo James volteando hacia Lily con una sonrisita malvada, la pelirroja se giró hacia él horrorizada.
—¡Yo no sueño contigo! ―gritó Lily histérica, James soltó una carcajada y ella lo fulminó con la mirada. ―¡No inventes cosas, yo no sueño contigo!.
—Eso no es lo que Remus dice.―añadió James, Lily abrió la boca y formó una O, no podía ser que su amado Lupin la hubiese escuchado hablar de Potter mientras dormía, era imposible, ella no hacía eso ¿o sí? Sybil le había dicho que en varias ocasiones la había escuchado hablar en sueños pero nunca se la había tomado en serio. ―Tú querido Remus sabe que estás loquita por mí, yo que tú renunciaba a salir con él y aceptaba que estás locamente enamorada de mí.
—¡Qué! ¿¡Pero tú estás loco!? ―chilló Lily, James le guiñó el ojo y ella hundió la cabeza en la almohada donde se puso a gritar insultos hasta que se cansó, luego separó la cabeza de la almohada y sin apartarse el pelo de la cara miró hacia el castaño que la observaba divertido. ―Te odio.
La sonrisa de James desapareció momentáneamente para luego volver a sonreír con picardía. El castaño gateó hasta Lily y se acostó a su lado, le apartó un par de mechones de la cara y se acercó a su oído.
—Eso no es cierto, tú me quieres.―susurró James separándose rápidamente de la pelirroja que se había puesto roja de la ira y lo miraba con intenciones claramente asesinas.
—¡Potter! ¡Eres un.. eres un…creído! ¡Eres la persona más despreciable del universo no me fijaría en ti ni aunque fueses el último espécimen de la raza humana!―gritó Lily mientras James se recostaba con tranquilidad sobre la cama y la miraba de reojo. La pelirroja se había puesto a farfullar insultos contra él como ya era habitual. ―Eres un pervertido, depravado, egocéntrico y odioso chico.
—Deja de murmurar.―pidió James llevándose las manos a la cabeza y acariciándose la sien, Lily lo fulminó con la mirada y agarró la almohada con la que comenzó a golpearlo con fuerza.
—¡Muere, muere, muere! ―exclamaba la pelirroja mientras le golpeaba la cabeza con la almohada mientras James soportaba estoicamente sin moverse hasta que harto de los almohadazos cogió la almohada entre sus manos deteniendo así el ataque de la pelirroja. ―Suelta.
—¿Para que sigas golpeándome? No, gracias.―dijo James quitándole la almohada de las manos y poniéndola bajo su cabeza por lo que Lily se puso a tirar de la almohada para sacarla de debajo del castaño; sin embargo para disgusto de la pelirroja James la sostenía por el otro lado para asegurarse de que no consiguiese su objetivo. ―Evans, deberíamos buscar una manera más productiva de que descargases toda esa energía que tienes.
James le guiñó un ojo y acarició las sábanas, Lily hizo una mueca horrorizada y se puso a tirar con fuerza de la almohada mientras murmuraba maldiciones por lo que James la fulminó con la mirada y levantó la cabeza permitiendo que la pelirroja sacase la almohada. No obstante, Lily empleó demasiada fuerza y se cayó al suelo de espaldas con la almohada en la mano.
—¡Lily! ―gritó James asomándose rápidamente por encima de la cama para encontrarse con Lily tirada en el suelo dando vueltas sobre sí misma mientras se tocaba el codo izquierdo. ―¿Estás bien?
—¡Ay! ¡Dueleee!.―gimoteó Lily retorciéndose por el suelo.
—Déjame ver. ―solicitó el merodeador bajándose de la cama y sentándose en el suelo para obligar a la pelirroja a dejarle ver el brazo. No obstante, ella se negó y siguió retorciéndose en el suelo de dolor. ―Ya deja de quejarte, seguro que no fue para tanto.
—¡Cállate! ¡Esto ha sido culpa tuya!―recriminó Lily tomando asiento en el suelo al lado del merodeador y estirando el brazo herido para que James pudiese examinarlo, el castaño tomo su brazo entre sus manos y lo examinó meticulosamente.―Estúpido Potter.
—Por suerte no tienes nada roto.―comunicó James sin soltar el brazo de Lily, ella se puso a refunfuñar y James divertido le apartó un par de mechones de pelo de la cara. Ella todavía enfadada centró sus ojos verdes en el rostro de James, él volvía a mirarla raro otra vez y no le soltaba el brazo.
—Deja de mirarme así.―protestó Lily nerviosa sintiendo como la sangre se le concentraba en las mejillas. La pelirroja movió el brazo izquierdo y se liberó del agarre del castaño.
—¿Así cómo? ―preguntó James con voz ronca sin apartar la mirada de ella.
Lily lo fulminó con la mirada, ya estaba burlándose de ella. Pero la miraba de una forma tan intensa que la hacía dudar de que fuese una broma, agitó la cabeza para pensar con claridad. Potter se estaba burlando de ella, no había otra explicación posible para su comportamiento, seguramente luego le diría “Evans, estas enamorada de mí te lo dije.” Y tras eso saldría corriendo a contárselo a Remus sólo para fastidiarla y dejarla en ridículo. Lily suspiró al pensar en él, al menos el estar esposada a Potter había hecho que su relación con Remus se estrechase, ya podía hacer frases decentes al estar frente a él y en cuanto reuniese el valor suficiente le pediría salir.
—Evans.―la pelirroja al escuchar la voz de James parpadeó sorprendida y fijó su mirada en el castaño que seguía observándola, sin embargo pudo identificar un ligero brillo en sus ojos de ¿enfado?. ―¿Estabas pensando en Remus?
¿Tanto se le notaba? Movió la cabeza de derecha a izquierda rápidamente para negarlo, pero James entrecerró los ojos y aunque no dijo nada supo que no la creía. Miró de reojo al castaño, parecía un poco deprimido y se había puesto a mirar a la nada mientras suspiraba.
—Aquí está mi pareja favorita.―saludó Sirius entrando por la puerta para acercarse a ellos y abrazar a Lily. ―Evans, te admiro. No puedo creer que lleves siete años durmiendo en la misma habitación que Chang.
Sirius se separó de Lily y se sentó a su lado, miró de reojo a James y luego apoyó la cabeza sobre el hombro de la pelirroja.
—Mmm… hueles tan bien.―comentó Sirius con una sonrisa traviesa haciendo enrojecer a la pelirroja. ―Decidido, esta noche dormirás conmigo. Creo que James te ha monopolizado demasiado.
—No vas a dormir con ella Black.―contestó rápidamente James poniéndose en pie y tirando de la cadena para separar a Lily de Sirius. Sin embargo su amigo se abalanzó sobre la pelirroja y la envolvió con sus brazos. ―¡Sepárate de ella, ahora!
—No quiero.―masculló Sirius hundiendo su cabeza en el cuello de Lily por lo que ella lanzó una mirada suplicante a James.
—¡Aléjate de Lily ahora! ―exclamó James furioso, Sirius sonrió de medio lado y se separó de la pelirroja que se había quedado estática en el sitio. ―¿¡Y tú porque te sonrojas tan rápido cada vez que este idiota se te acerca?!
—¿Celoso prongs? ―preguntó Sirius con sorna por lo que James rebuscó la varita en sus bolsillos, al no encontrarla le lanzó un zapato que encontró tirado en el suelo. Sirius saltó sobre la cama esquivando el zapato sin problemas y se puso a dar brincos sobre la cama mientras le hacía burlas a James.
—¡Vete a la mierda Sirius!―exclamó James molesto tirando de la cadena y obligando a Lily a caminar.
—¿Vais al gran comedor? Voy con vosotros.―afirmó Sirius corriendo con los brazos abiertos hacia Lily, la pelirroja que lo vio ir hacia ella agarró a James de la mano y lo obligó a darse la vuelta para que encarase al pelinegro. James levantó la mano que tenía libre y fulminó a Sirius con la mirada que se detuvo a mitad de camino, metió las manos en los bolsillos y salió del dormitorio sin quejarse pero con una gran sonrisa dibujada en el rostro.
—Un día de estos lo mataré mientras duerme.―le susurró James a Lily saliendo por la puerta agarrados de la mano.
—¡Cariño! ―gritó Charlie abalanzándose sobre él una vez que llegaron a la sala común, la rubia miró hacia las manos de los dos jóvenes haciendo que Lily hiciese lo mismo y soltase un pequeño gritito al comprobar que aún seguían agarrados de la mano. La pelirroja se soltó inmediatamente de James y se separó de él todo lo que la cadena le permitió mientras el castaño refunfuñaba y trataba de liberarse del fuerte abrazo de Charlotte.
—¡Charlie, suelta! ―exclamó Sybil golpeando a su amiga con un periódico pero al ver que la rubia seguía abrazada al merodeador miró hacia Lily. ―Preparadas.
—Listas, ¡ya! ―gritó Lily que junto con Sybil cogieron a Charlotte de cada uno de sus brazos y la separaron de James mientras ella protestaba y les gritaba que eran unas amigas horribles por separarla de su verdadero y único amor. Las tres se quedaron en el suelo tiradas intentando impedir que Charlotte se levantase.
—Black deja de descojonarte y échanos una mano.―ordenó Sybil a Sirius que se había puesto a tirarle palomitas a Charlie como si fuera una atracción de feria. El pelinegro entregó la bolsa a Peter y caminó hacia las tres chicas, se agachó y cogió a Charlie en brazos mientras ella pataleaba.
—No hay de qué.―dijo Sirius abandonando la sala común con Charlie en la espalda, Sybil se puso en pie de un salto y salió corriendo tras ellos.
—Lily, estaba buscándote. ―saludó Remus entrando a la sala común, la pelirroja asintió efusivamente y se acercó al merodeador mientras James bostezaba aburrido. ―¿Vais al gran comedor?
—¡Sí!―chilló Lily para luego taparse la boca sonrojada, Remus soltó una carcajada divertido y James enarcó una ceja.
—Pues te acompaño.―respondió Remus alegremente.
—Dirás que nos acompañas.―añadió James levantando la mano mostrando la esposa y la cadena, Remus agitó la cabeza y se disculpó con su amigo por el pequeño fallo.
James acompañó en completo silencio a esos dos ya que las veces que trató de intervenir en la conversación Lily le dio fuertes codazos en las costillas para hacerlo callar. No había escuchado una conversación tan aburrida en toda su vida, si seguía escuchándolos estaba seguro de que sería la primera persona que moriría por aburrimiento. Aunque era gracioso ver como Lily…¡Evans! se emocionaba por cualquier idiotez y luego se ponía roja debido a la vergüenza, también se tropezaba más de lo habitual y había tenido que sujetarla para evitar que se diese de bruces contra el suelo. Hablando de eso… Lily se tropezó de nuevo y tuvo que volver a agarrarla del brazo para evitar males mayores, inconscientemente deslizó su mano desde el brazo de ella hasta su mano por lo que Lily se giró hacia él extrañada.
—Si te caes me arrastras a mí y no tengo ganas de rodar escaleras abajo.―dijo James, ella parpadeó molesta e intentó soltarse de él pero James apretó con fuerza su mano.
—No necesito tu ayuda.
—Yo creo que sí.
Lily decidió dejar que James se saliera con la suya solo por esta vez, puesto que ella tenía asuntos más importantes de los que ocuparse. Volteó hacia Remus y le sonrió, sabía que Remus estaba hablándole ya que veía como su boca se movía pero por alguna extraña razón no conseguía concentrarse en lo que le decía ya que estaba más atareada pensando en la mano de Potter entrelazada con la suya. Estaba sorprendida de que su tacto fuera tan cálido y a la vez suave (aunque eso tenía que ser cosa de la baba de Diggory), negó con la cabeza y recordó como esa misma mañana había estado abrazada a él y había experimentado la misma sensación de calidez, ¿se habría hechizado a sí mismo para ser un calefactor andante? Miró de reojo hacia James y vio como él miraba fijamente hacia el frente, parecía más serio de lo habitual pero no le dio importancia.
—Lily, ¿me estás escuchando? ―preguntó Remus con seriedad, la pelirroja se giró rápidamente hacia él por lo que se tropezó consigo misma y cerró los ojos esperando por un golpe que nunca llegó ya que James tiró de ella y la atrajo hacia él. ―Bueno reflejos, ¿estás bien?
Lily abrió los ojos y se encontró con la mirada café de James frente a ella.
—Te lo dije.―aseguró el merodeador, ella asintió avergonzada y estrechó la mano del castaño con fuerza antes de seguir caminando escaleras abajo.
Una vez que llegaron a la entrada del gran comedor James soltó la mano de Lily, algo de lo que ella se percató enseguida por lo que miró hacia el castaño al que encontró saludando a Sirius. Lily se miró la mano confundida, no podía ser que le gustase ir de la mano con Potter, nerviosa se mordió el labio inferior. Eso de pasar una semana entera con Potter estaba empezando a afectarla demasiado, por suerte el domingo estaba a la vuelta de la esquina.
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