Domingo por la mañana
James bostezó y se llevó la mano derecha a la cara, había pasado buena parte de la noche en vela pensando la mejor forma de hacerle ver a Lily que estaba enamorada de él, pero no se le había ocurrido nada. Abrió los ojos lentamente para encontrarse a Lily durmiendo frente a él por lo que no pudo evitar sonreír, verla ahí durmiendo en su cama lo hacía tan feliz de tantas formas que no podía explicarlo. Se colocó de lado y apoyó la cabeza sobre el brazo, con su mano libre se puso a acariciar la mejilla de la chica que seguía durmiendo.
Lily hizo un extraño ruidito antes de acercarse a él y recostarse sobre su pecho, el castaño la envolvió entre sus brazos y se dejó llevar por su perfume. Podría permanecer así días, años e incluso siglos.
― Estás enamorada de James. ―susurró el castaño al oído de la pelirroja, estaba desesperado así que, ¿por qué no probar con mensajes subliminales? ―Quieres a James, quieres a James.
Lily frunció el ceño y enfadada le pegó un puñetazo en el pecho, James sorprendido se separó de ella esperando a que la chica le gritase pero para su sorpresa la pelirroja aún seguía dormida. La chica se revolvió durante un rato como si estuviese peleando con un enemigo invisible hasta que de repente se detuvo y se abrazó a James.
― Estúpido Potter, pervertido. ―murmuró Lily, James levantó las cejas ¿por qué se suponía que era un pervertido? ¿y qué clase de cosas soñaba con él? El merodeador sonrió con malicia, si lo llamaba pervertido que fuera por una buena razón.
James se separó lo suficiente de Lily para poder verle el rostro, le colocó las manos sobre las mejillas y la besó.
― ¿Quieres reconocer de una maldita vez que me quieres?.―murmuró James separándose de los labios de la pelirroja para abrazarla de nuevo. ―Aunque no lo creas, estoy empezando a desesperarme.
James cerró los ojos y atrajo a Lily aún más hacia él, esperando poder dormir un par de horas más. Sin embargo, Lily se movió y se rascó la nariz antes de bostezar y comenzar a estirarse; James se llevó las manos a la cabeza y se acarició la sien, a la mierda su intención de dormir un poco más.
― Buenos días.―dijo James con voz ronca, Lily abrió los ojos de golpe para encontrarse la cara del merodeador a escasos centímetros de la suya; la pelirroja se puso color tomate para luego pegarle un empujón y hacerlo caer al suelo. ―¿Te importaría dejar de tirarme de la cama?
― ¡La culpa es tuya! ¿Por qué tienes que estar siempre tan cerca? ―preguntó Lily haciendo aspavientos con las manos, James se puso en pie ágilmente para luego sentarse en la cama.
― ¿Qué pasa Evans, te pongo nerviosa? ―curioseó James echándose hacia adelante para quedar cerca de ella, Lily puso los ojos en blanco.
― No, es sólo que no me gusta que estés tan cerca.―explicó la chica echándose hacia atrás.
― ¿Es porque hago que tu corazón se acelere y te den ganas de abalanzarte sobre mí, verdad? ―expuso el merodeador, Lily respiró hondo tratando de ganar paciencia, pero si fuese una persona con paciencia no hubieran llegado a estar encadenados.
― ¡No!
― Evans, no seas tímida; si yo se que estas enamoradísima de mí.―dijo James guiñándole un ojo de forma pícara, Lily agarró la almohada y comenzó a pegarle.
― ¡Que no estoy enamorada de ti!―chilló la pelirroja golpeándolo con fuerza mientras James rodaba por la cama cuál croqueta para esquivarla, la pelirroja harta de que el chico diese vueltas y se librase de sus golpes se puso en pie con tan mala suerte que James chocó contra ella y la hizo perder el equilibrio; no obstante el merodeador tuvo buenos reflejos y tiró de la cadena hacia él para que Lily cayese encima suya. ―¡Ohhh! Acabas de salvarme la vida.
― Lo sé. ―contestó el castaño con orgullo, Lily intentó levantarse pero James de un rápido movimiento cambió sus posiciones quedando ella tumbada bocarriba con él por encima. ―Acabo de salvarte la vida, ¿no crees que merezco un agradecimiento?
― Gracias. ―contestó la pelirroja con sinceridad.
― No me refería a ese tipo de agradecimiento.―respondió James con una sonrisa pícara mirando fijamente hacia los labios de la pelirroja, Lily al darse cuenta de lo que quería el castaño se sonrojó y comenzó a revolverse. ―Venga Evans, si lo estás deseando.
― ¡No! ―exclamó Lily poniéndose aún más roja al ver cómo James la sujetaba de las muñecas para impedir que siguiera pegándole puñetazos en el pecho. ―¡Suéltame, maldito degenerado!
― Pues deja de pegarme ―dijo el castaño con voz seria, Lily lo fulminó con la mirada para luego ponerse a murmurar insultos contra él por lo que el castaño puso los ojos en blanco. ―¡Deja de murmurar, me pones de los nervios!
― Te fastidias porque no pienso callarme, ojalá se te explote el cerebro al escuchar mis quejas y así te mueres y ya nadie tiene que soportarte nunca nunca ja..
Pero Lily no pudo seguir deseándole la muerte ya que los labios de James estaban sobre los suyos impidiéndole pronunciar palabra alguna. Como las veces anteriores, tuvo unos segundos de indecisión antes de dejarse llevar por el suave y cálido contacto de los labios del chico, tenía que reconocer que James sabía lo que hacía cada vez que la besaba ya que conseguía activar todas las células de su cuerpo. Sintió como James iba liberándole poco a poco las muñecas mientras profundizaba el beso cada vez más, una vez libre, pasó las manos alrededor del cuello del chico y lo atrajo más hacia ella.
Sabía que tenía que detener eso, pero no podía; su mente estaba en blanco y su cuerpo, bueno su cuerpo había empezado a actuar por su cuenta. Poco a poco y con mucha fuerza de voluntad fue recuperando el control de sus acciones; como primera medida impidió que James siguiera subiéndole la camiseta del pijama para a continuación comenzar a separarse poco a poco de él. En cuanto se separaron ambos se pusieron a respirar agitadamente y el merodeador se tumbó bocabajo a su lado mirándola de reojo; Lily se quedó tumbada dónde estaba mirando hacia el techo y colocándose la camiseta que el chico sin saber cómo había conseguido subir hasta dejarle la barriga al aire.
No sabía si estaba enamorada de él pero lo que sí tenía claro era que James Potter causaba el caos en su mente y alteraba su cuerpo a niveles hasta ahora desconocidos para ella. Suspiró, realmente se alegraba de que el castigo se terminase hoy; necesitaba alejarse de él y poner en orden sus sentimientos. Para ella estaba más que claro que James le gustaba, no hacía falta ser un genio para interpretar las señales que su cuerpo le enviaba cada vez que el chico la besaba, ahora el punto era saber si lo que sentía era pura atracción o realmente estaba enamorada de él.
― Evans, ¿qué piensas? ―preguntó James con interés al ver a Lily tan seria, normalmente después de besarla le gritaba y entraba en cólera pero esta vez se había quedado callada algo que lo tenía bastante preocupado.
― Que como vuelvas a acercarte a mí te patearé el culo. ―murmuró Lily con enfado, James dibujó una sonrisa y se colocó de lado para contemplar a la pelirroja que todavía miraba hacia el techo. ―Eres un pervertido Potter.
― La culpa es tuya Evans, ayer te dije que como murmurases te besaría y yo siempre cumplo mis amenazas.―comentó James con orgullo esperando a que ella voltease hacia él y le soltase alguna bordería a gritos pero la chica se quedó en silencio. ¿Pero qué le pasaba? Estaba empezando a preocuparlo de verdad.
― Potter. ―susurró Lily, James la miró con interés, ¿habría aceptado al fin que estaba enamorada de él?
― ¿Qué? ―preguntó el merodeador tumbándose bocarriba y tanteando la mano de la pelirroja.
― Tenemos que ir a ver a Dumbledore.―recordó Lily con voz seria.
― Lo sé…―respondió de mal humor, ¿por qué le tenía que recordar que en unas cuantas horas iban a separarse? No quería separarse de ella, quería seguir durmiendo a su lado todos los días, incluso no le importaba escucharla farfullar insultos con tal de ver esos preciosos ojos verdes cada mañana
Se quedaron un rato en silencio tumbados y tomados de la mano hasta que escucharon a Peter y a Remus levantarse, momento en el que Lily se separó de él y se puso a sacar sus cosas del cajón de la cómoda que le había robado a James.
— ¡Qué sueño! ―saludó Peter levantando los brazos al cielo y estirándose en la cama. ―Me siento raro al no escuchar los gritos de Evans por la mañana.
Peter salió de la cama y saludó a Lily con la mano para luego meterse en el baño.
— ¡Yo no grito tanto! ―chilló Lily para luego taparse la boca con las manos, Remus soltó una sonora carcajada y James se acostó en la cama colocando los brazos tras la nuca.
— ¿Habéis visto a Sirius? ―preguntó Remus tras asomarse a la cama de su amigo para comprobar que no había nadie y que la cama estaba hecha.
— Estará por ahí molestando a alguien. ―respondió James despreocupadamente, que Sirius desapareciera no era habitual pero tampoco raro; seguramente se había quedado dormido en la sala común.
— No, dijo que tenía que hacer algo muy importante para evitar morir siendo tan joven y sexy. ―interrumpió Peter saliendo del baño.
— Ese Black.―murmuró Lily con diversión que tras colocar todas sus pertenencias sobre la cama miró hacia Remus. ―Remus, al final no te enseñé a jugar al ajedrez.
— No te preocupes, siempre podemos quedar una tarde para que me enseñes. ―propuso Remus con una sonrisa, James le lanzó una mirada asesina a su amigo. Iban a quedar por encima de su cadáver, si hacía falta ataría a Remus, lo amordazaría y lo encerraría en su baúl si así conseguía evitar que su pelirroja quedase con él a solas. ―Sirius, ¿dónde estabas?
El pelinegro no respondió, sino que como un alma en pena caminó hasta su cama dónde se dejó caer. Lily tiró de la cadena para obligar a James a levantarse y así poder ir a cotillear, cuando ambos llegaron se encontraron a Sirius acostado sobre la cama durmiendo.
— Black. ―llamó Lily golpeándolo con el dedo en la mejilla, Sirius sólo resopló y se giró hacia el otro lado.
— Déjame a mí, aún tengo que vengarme por dormir con nosotros.―James apartó a Lily con cuidado, luego se acercó al oído del pelinegro y gritó.―¡Sirius! ¡Despiertaaaaaaaaaaa!
— ¡Ahhh! ¡No se lo digas a James, te juró que lo solucionaré! ―gritó el pelinegro poniéndose en pie de un salto para luego mirar confuso hacia los lados. James se cruzó de brazos, ¿no decirle el qué? Sirius parpadeó y examinó el dormitorio con detenimiento, al ver a James frente a él tragó saliva con nerviosismo y apartó la mirada de su amigo y se centró en Lily. ― ¡Evans, me da pena que hoy nos tengas que dejar!
— No trates de evadir el tema, ¿qué es lo que no puedes decirme? ¿qué hiciste? ―preguntó James con voz seria y un tanto amenazante, el castaño caminó hacia Sirius y el pelinegro retrocedió con miedo. ―Sirius.
— Nada, no tienes que preocuparte por nada. ―dijo el pelinegro revolviéndose el pelo, James entrecerró los ojos y se cruzó de brazos. ―Bueno puede que hiciera algo, ¡pero ya está solucionado!
— Sirius…―murmuró James con enojo golpeando los dedos rítmicamente contra el brazo, el pelinegro se limitó a sonreír con nerviosismo para luego pasarse la mano por el pelo de manera frenética. ―No me obligues a sacártelo a la fuerza.
— Lily, ¿te vienes a desayunar? ―preguntó Remus captando la atención de la pelirroja.
— ¡Claro! ―exclamó Lily levantando la mano derecha al cielo para luego salir corriendo y arrastrar a James con ella.
— Gracias.―murmuró Sirius a Remus que ladeó la cabeza para restarle importancia. El pelinegro se quitó la chaqueta y se metió en el baño antes de que James recordase que lo estaba interrogando.
— Pues yo todavía no tengo hambre, así que no voy a ningún sitio. ―protestó James sentándose en la cama, Lily bufó molesta y se puso a tirar de la cadena sin embargo, la pelirroja no consiguió mover al chico ni un milímetro. ―Remus, puedes irte a desayunar sin nosotros; ya bajaremos más tarde.
— ¡Pero yo sí tengo hambre! ―se quejó Lily, el castaño cerró los ojos y se puso a silbar. ―¡Potter!
— Me levanto si luego vamos a dar una vuelta en mi escoba. ―propuso James abriendo un ojo y dejando de silbar.
— No.
— Pues entonces morirás de hambre. ―sentenció el castaño cerrando los ojos de nuevo, Lily lanzó un grito de frustración al aire y se puso a dar vueltas sobre sí misma hasta que acabó enredándose con la cadena.
— ¡Está bien! ―aceptó Lily intentando liberarse del enredo en el que ella sola se había metido, James se puso en pie contento y la ayudó a desenredarse. ―Y luego vamos a que Dumbledore nos quite esta dichosa cadena.
— Sí, bueno… ya veremos. ―James la miró con seriedad y la obligó a dar una vuelta sobre sí misma para liberar la pierna que tenía enredada con la cadena, al no conseguirlo la levantó sujetándola por la cadera y la pelirroja movió la pierna para finalmente liberarse por completo. ―Evans, ¿qué vas a hacer a partir de mañana sin mí?
Lily se quedó pensativa y James la colocó con cuidado en el suelo.
— Darme largos baños, hacer los deberes que no he hecho, estudiar, jugar con Sybil a las cartas, evitar que Charlie se cuele en tu dormitorio, hacer las rondas con Alice; ¡oh! y tengo que quedar con Zac para hacer el trabajo de Runas, ¡me había olvidado de eso! ―enumeró Lily con los dedos, James entornó los ojos, era una pregunta retórica, no tenía que contestarle; pero lo más importante era ¿quién es Zac?. ―Remus, ¿ya hiciste lo de Runas?
— Estoy en ello, pero te recomiendo que quedes cuanto antes con Greyson. ―dijo Remus poniéndose la camisa y entrando al baño justo cuando Sirius salía.
— ¿Zac Greyson? ¿De qué me suena ese nombre? ―murmuró James para sí mismo.
— Te suena porque hace un año le lanzaste un hechizo que le infló la cabeza durante una semana.―informó Peter, James chasqueó los dedos y asintió. Había pillado al ravenclaw hablando con sus amigos de lo buena que estaba Lily y en un arrebato le lanzó varios hechizos que tuvieron como consecuencia que su cabeza se inflase como un globo.
— ¡¿Fuiste tú?! ―gritó Lily señalando con el dedo al merodeador, James se revolvió el pelo y le dio la espalda a la pelirroja. ―Potter, te he dicho un millón de veces que no puedes lanzar hechizos a la gente porque te dé la gana.
— No fue porque me diera la gana, se lo tenía merecido. ―protestó el castaño, Lily rodó los ojos y comenzó a cambiarse de ropa al igual que el merodeador.
Sirius miró hacia Peter y en cuanto Remus salió del baño los tres se marcharon dejando a Lily y James cambiándose de ropa en silencio. En cuanto ambos terminaron abandonaron el dormitorio y caminaron hacia el gran comedor mientras James la interrogaba sobre cuál era su relación con Greyson.
— ¿A qué vienen tantas preguntas? ―se interesó Lily harta de las preguntas del merodeador.
— Mira allí está Chang.―indicó James señalando hacia la china que estaba sentada frente a Sirius, Lily feliz saludó a su amiga y corrió hasta ella por lo que James tuvo que hacer lo mismo para evitar caerse.
— ¿Y Charlie? ―preguntó Lily sentándose al lado de Sybil.
— Durmiendo. ―contestó la china untando mermelada de fresa en una tostada y entregándosela a Lily, la pelirroja la aceptó y le dio un mordisco.
— ¿Todavía? ―se extrañó Lily, Sybil se encogió de hombros y Lily entrecerró los ojos, Charlie no era una persona que durmiera mucho, además la rubia siempre se levantaba temprano para poder coincidir con James en el desayuno. ―¿Le has hecho algo?
Sirius se atragantó y comenzó a toser con fuerza por lo que Peter se puso a darle fuertes golpes en la espalda. Lily los ignoró y centró su mirada en Sybil que con tranquilidad untaba mermelada en el pan.
— Sirius, ¿estás bien? ―se preocupó Peter al ver como el pelinegro le arrebataba el vaso de agua a Remus y se lo bebía de un trago.
— Potter, ¿me alcanzas el zumo? ―preguntó Sybil con tranquilidad, James se estiró y le pasó la jarra de zumo a la china que vació parte de su contenido en su vaso y en el de Lily. ―No le hice nada, estará cansada.
— La última vez que dijiste que no le habías hecho nada me la encontré atada a una silla dentro de la bañera. ―recordó Lily cortando un croissant a la mitad para rellenarlo mantequilla, jamón y huevo.
— Fue su culpa, se puso muy pesada. ―contestó Sybil viendo como James le quitaba el croissant a Lily y se lo comía él.
— Esto está buenísimo, quiero más. ―ordenó James apartando el tazón con cereales que tenía frente a él, Lily le lanzó una mirada asesina y se puso a untar mantequilla en una tostada.
— Háztelos tú mismo.
— Evans, no seas tímida; yo se que eres feliz haciéndome de comer.
— No.
— Claro que sí, todas las chicas son felices cuando le hacen la comida a los chicos de los que están enamoradas.―Lily chilló exasperada antes de meterle por la fuerza una tostada a James por la boca causando las risas de todos los que estaban a su alrededor.
— No estoy enamorada de ti. ―murmuró Lily cruzándose de brazos con enfado y sonrojada al ver cómo todos los alumnos de Griffindor los miraban con diversión, James le dio otro bocado a la tostada mientras saludaba a los alumnos.
— Está loquita por mí, lo que pasa es que le gusta hacerse la difícil―susurró James mirando hacia los alumnos de segundo que se pusieron a murmurar entre ellos.
— Amorcito. ―Charlie apareció de la nada y se abrazó a James por la espalda, a continuación de un rápido movimiento se sentó sobre él y lo besó apasionadamente mientras un estupefacto James trababa de separarse de ella, cuando lo consiguió la chica se acercó a su oído y comenzó a mordérselo. ―Bajo la túnica no llevo nada.
Ante la confesión de la chica James sintió un escalofrío recorrerle la espalda y apreció como sus manos sudaban. Muy asustado miró a Lily que observaba la escena con la boca abierta y con los ojos echando chispas, incluso celosa era bien linda. Agitó la cabeza, no era momento para pensar lo guapa que era su pelirroja. Tenía que deshacerse de la loca de Cooper cuanto antes.
— ¡Desmaius! ―exclamó Sybil haciendo que Charlie perdiese el conocimiento y cayese como un peso muerto sobre él, James con cuidado la depositó sobre el suelo justo a tiempo para ver como la china se subía sobre la mesa y agarraba a Sirius del cuello de la camisa y comenzaba a agitarlo y a insultarlo en chino mientras su amigo balbuceaba. ―¿¡Qué rayos le diste esta vez tarado!?
— ¡Sybil, cálmate! ―pidió Lily a gritos intentando llegar hasta su amiga pero James se lo impidió tirando de la cadena; por suerte Remus y Peter agarraron a la china como pudieron y la separaron de Sirius, Sybil al ver que la separaban tomó un tenedor y se lo lanzó a Sirius que lo esquivó por los pelos. ―¡Quieres relajarte!
— Está bien, me relajo. ―masculló la chica resoplando para apartarse un mechón de pelo de la cara, respiró hondo y cerró los ojos; en cuanto los abrió intentó liberarse de los dos chicos pero fracasó. ―Estoy bien, podéis soltarme.
— Lo siento Chang, pero no vamos a soltarte. ―comunicó Peter sujetándola del brazo con fuerza; Sybil se encogió de hombros y miró hacia James.
— No importa, Potter lo matará por mí. ―dijo Sybil guiñándole un ojo a Sirius y mandándole un beso; el pelinegro comenzó a darse cabezazos contra la mesa.
— Sirius. ―llamó James entre dientes con voz fría.
— Esto…yo…bueno… es una historia muy graciosa ya veréis como nos vamos a reír un montón. Resulta que hace tres años hice un filtro de amor con cabellos de James que por cosas de la vida acabó bebiéndose Cooper, ¿a qué es divertido?―explicó el pelinegro atropelladamente mirando con ojos tristes a James, el castaño siguiendo el ejemplo de Sybil saltó sobre la mesa y agarró a Sirius por el cuello de la camisa.
— ¿¡Me estás diciendo que llevo tres años soportando el acoso de Cooper porque tuviste la magnífica idea de darle una poción de amor?! ―gritó James zarandeando a Sirius como si fuera un muñeco, Lily que había tenido que seguir a James a la fuerza miraba asombrada al pelinegro.
— Bueno yo no se la di, ella cogió el vaso de Evans que era dónde estaba la poción y se lo bebió; técnicamente fue culpa de Cooper.―James puso los ojos en blanco y Lily lanzó un grito escandalizada.
— ¿¡Y se puede saber por qué hiciste semejante idiotez!?. ―preguntó James a gritos
— Pensé que sería divertido.―explicó Sirius en susurros sintiendo como el aire comenzaba a faltarle, los ojos verdes de Lily brillaron con ira.
— ¡Yo lo mato! ―exclamó la pelirroja apartando a James para ponerse ella a ahorcar a Sirius, pero al ver que no tenía la fuerza suficiente para hacer sufrir al chico usó la cadena que la unía a James para ahorcarlo.
— Remus, ayuda. ―rogó el pelinegro cuando su cara comenzó a ponerse violeta pero Remus negó con la cabeza por lo que Sirius miró hacia Sybil con cara suplicante.
— Lil, lo necesitamos con vida para que nos ayude a hacer el antídoto; además, en cuanto Charlie sea consciente de lo que ha pasado, lo matará. ―intervino la china, Lily entrecerró los ojos y tras meditar las palabras de su amiga unos segundos liberó a Sirius que se puso a tomar grandes bocanadas de aire.
— Sybil, ¿de casualidad no llevarás toda la semana haciendo antídotos para Charlie? ―inquirió la pelirroja bajándose de la mesa de un salto y mirando hacia la china que asintió. ―¿¡Por qué no me lo dijiste!? ¡Sabes que soy mucho mejor que tú en pociones!
— Estabas encadenada a Potter, y Black se empeño en que no se enterará, además pensábamos que entre los dos podíamos conseguir un antídoto sin problemas. ―ante la explicación de Sybil, James volteó hacia Sirius y le pegó una colleja. ―Lo siento, debí avisarte en cuanto me enteré.
— No pasa nada, la culpa la tiene Black por ser imbécil. ―contestó Lily pegándole un coscorrón a Sirius que se rascó la cabeza dolorido. ―¿Sabes? Ahora que lo pienso, fue realmente extraño que de repente se enamorase locamente de Potter.
Todos se quedaron en silencio pensativos, la verdad era que los cinco habían notado que el comportamiento de Charlotte era bastante extraño, y ese enamoramiento tan repentino que tuvo hacia James fue bastante sospechoso pero ninguno se planteó nunca el que pudiera estar bajo los efectos de un filtro amoroso. Los cinco voltearon hacia Sirius y le lanzaron miradas asesinas para luego uno a uno darle un coscorrón.
— ¡Ay! ―protestó el pelinegro acariciándose la nuca. ―¿Por qué os enfadáis? Llevo una semana intentando arreglarlo.
— Si, ¡después de estar tres años sin hacer nada! ―exclamó James ayudando a Lily a subir sobre la mesa para poder regresar a su sitio, tras ellos subió Sybil que se sentó al lado de la pelirroja.
Los seis jóvenes continuaron desayunando no sin lanzar algún que otro comentario hiriente a Sirius que tuvo que comer en completo silencio. En cuanto todos terminaron, Sybil con ayuda de Sirius recogió a Charlie del suelo y se la llevaron rumbo a los dormitorios femeninos.
— Señor Potter, señorita Evans. ―saludó el director Albus Dumbledore cuando ambos caminaban hacia la salida, el director contempló la cadena que los unía antes de esbozar una sonrisa. ―¿Un caramelo de limón?
— No, gracias.―contestó James rápidamente tirando de Lily, el que Dumbledore hubiese ido a saludarlos sólo quería decir una cosa: iba a cancelar el hechizo; y eso él no podía permitirlo. Sabía que hoy terminaba, pero él decidía cuándo y separarse de Lily justo después de desayunar no entraba en sus planes.
— ¿Nos va a levantar el castigo ya? ―preguntó Lily acercándose al director y tomando un par de caramelos, James la fulminó con la mirada. Dumbledore asintió y sacó la varita de la manga izquierda.
— ¿Tiene algo que decir, señor Potter? ―se interesó el director mirando hacia el castaño, James tragó saliva y miró hacia Lily, la pelirroja lo miró expectante y él negó con la cabeza. ―Bien, Evans levante el brazo derecho y Potter el izquierdo.
Ambos jóvenes hicieron lo que el director les ordenaba y James vio como la cadena se convertía en un brillante dragón que tras rugir se desenroscó de sus muñecas para luego evaporarse dejando un pequeño halo de luz que poco a poco iba desapareciendo. Lily se acarició la muñeca derecha y con una sonrisa volteó hacia James que mostraba una mueca de disgusto.
— ¿No estás contento? ―preguntó la pelirroja, James sonrió con tristeza y asintió.
— Le consideraba una persona más valiente señor Potter. ―indicó el director con media sonrisa, James miró con sorpresa al director mientras Lily miraba alternativamente a James y al director sin entender nada. ―Que tengan un buen día.
— ¿Qué ha querido decir con eso? ―preguntó Lily mirando hacia el castaño que se revolvía el pelo con energía. ―¡Potter!
— ¡No sé! ―mintió el castaño abandonando el gran comedor seguido de Lily que rápidamente lo adelantó y corrió hacia la sala común de Griffindor mientras cantaba alguna canción muggle.
Claro que sabía a lo que se estaba refiriendo el director; lo estaba llamando cobarde por no confesarle a la pelirroja sus sentimientos pero es que no era fácil decirle que la quería cuando ella estaba empeñada en que el dueño de su corazón era Remus.
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