Cap. 11 - Una semana atrapadas (2/2)
— ¿Dijiste Lilith?
Amity llegó a la puerta y alzó la mirada hacia donde las nubes, viendo como el par de hermanas Clawthorne se acercaban volando en el bastón de la más joven, Eda. Se las veía ansiosas y muy cansadas, aparte de un ligero cambio en su apariencia, concretamente en algunos mechones de sus cabellos.
— ¡Oh, no! —expresó la peliverde, cayendo en cuenta lo que significaba que Lilith la vea en la casa búho—. Luz, hace un par de horas le pedí a Edric que le mintiera a mis padres sobre que estaba en la mansión.
—Pero eso no es cierto. Estás en la casa búho, ¡conmigo! —sonrió la morena.
—Lo sé, es solo que... —Intentó explicarlo detalladamente, pero conociendo a Luz, y con Lilith acercándose, optó por el camino sencillo—. El punto es que Lilith conoce a mis padres, y si les llega a contar que no estoy en casa, me castigarán, por ende, me mantendrán encerrada en el sótano de por vida.
—Entiendo —asintió Luz, reflexiva que eso no contraproducente en la misión de ser pareja formal—. Déjamelo a mí, seguro solo vino de visita o algo parecido. —Lo cual es raro, ya que ella quiere atrapar a Eda, pero Luz no juzga problemas entre hermanas al ser hija única.
Las Clawthorne llegaron a la casa, cubiertas por una especie de mágica capa oscura de gran grosor que las protegió de la intensa lluvia.
— ¡Eda!, bienvenida a casa —saludó, siendo interrumpida al instante de extender sus brazos por un fuerte abrazo de parte de la pálida bruja
— ¿Te aseguraste de que nadie nos siguiera, Edalyn? —preguntó una agitada Lilith, bajando del bastón búho Owlbert.
—Completamente, por ahora estamos a sal..
—Eda... m-me asfixio. —A duras penas, Luz puso una mano en la cara de Eda, para que le prestara atención, ya que comenzaba a sofocarse al tener el rostro apretado contra su pecho.
—Lo siento. —Se disculpó con la morena al romper el abrazo. Luz, aliviada, dio una sonora bocanada de aire, que ayudó a recuperar el color natural de su piel—. Me dejé llevar porque... te extrañé mucho y... Ay... —suspiró, como forma de dejar salir su pesadez—. Me alegro de que estés bien, niña. —susurró, dando media vuelta para que Luz no vea como sus ojos, de a pocos, formaban pequeñas gotitas llenas de angustia.
La extrañó, mucho, no dejó de pensar en ella desde el segundo siguiente que salió de casa hace ya varios días. Verla sana y salva, luego de la amenaza que le hizo el emperador, fue un grato alivio, que, aunque no lo quiera admitir en voz alta, estaba bañado con tintes maternales.
— ¿Por qué no debería? —cuestionó la morena, preocupada de la distinta actitud de su mentora; sabía de antemano que los abrazos no eran lo suyo, y tener a Lilith de colada a un lado le hacía sospechar que algo malo pasó por su culpa—. Más importante, ¿qué hace tu gótica hermana aquí?
— ¿Nadie se acercó a la casa las últimas horas? —Tallando sus ojos para calmarse, Eda se dirigió a Hotty, ignorando por completo la pregunta de Luz.
—Nadie aparte de la pequeña Am... —Antes de que el búho eche las cosas a perder, Luz le dio una sutil patada en la parte baja de su puerta para que le siga la corriente—. Quiero decir, hoot. Nadie se asomó ni de chiste.
—Bien —habló Lilith de fondo, terminando de sondear los alrededores boscosos con ayuda de su propio bastón—, eso significa que la lluvia nos da la ventaja del camuflaje.
— ¿Camuflaje?
Tip número uno de cuando las cosas se salgan de control: camuflarse o esconderse. Eso fue lo que le enseñó Eda a los pocos días que llegó a las islas. Y si Lilith hablaba de ello, significaba que las cosas se salieron de control. Nerviosa, Luz volvió a preguntar con ahínco, hasta jaló con algo de fuerza su vestido, como al querer decirle algo a tu madre con urgencia, pero no recibió atención de las hermanas Clawthorne, que seguían cuchicheando asuntos de los que no estaba al tanto, eso la molestaba más.
— ¡Oigan, háganme caso! —gritó dando pisotones, y el par de confundidas hermanas volteó a verla—. ¡Necesito respuestas! Para empezar, ¿dónde está King? ¿Qué hace tu hermana acá? —dijo señalando a Lilith con su dedo índice, el cual la bruja golpeó para que deje de hacerlo al considerarlo grosero—. Eda, ¡¿por qué tu ojo izquierdo es de otro color?!
—Niña, controla ese tono o se te saldrá un riñón. Y yendo a tu pregunta, King está bien, usa mi cabello como su cama portátil. —calmó la bruja, posando una mano sobre ella para revolver su cabello en animadas sacudidas—. Lo demás es más difícil de explicar, ¿no has visto las noticias estos días? Estoy segura de que tuvieron que decir algo al respecto.
—Pues...
"Estuve tiesa dos días, así que no me enteré de nada", obviamente no le iba a decir eso. Pero sin dudas, ganas no le faltaron. Odiaba mentirle a la bruja.
—Estuve ocupada; cocinando, limpiando, jugando con Amity y... coño. —maldijo en español. Un segundo de distracción, y ya había tirado al tacho lo que la peliverde le dijo—. Maldito subconsciente...
— ¿Amity? —Eda levantó una ceja—. Ese es el nombre de la niña peliverde que te gusta —preguntó confundida, pero con total naturalidad y confianza, como si fuera un tema recurrente entre ellas—, ¿verdad?
La peliverde, que escuchaba todo detrás de la puerta, no pudo evitar casi desmayarse.
— ¡No, no me gusta! —gritó Luz, muy nerviosa, y la cara de las brujas, enfocadas en su pánico, no la ayudaban a pensar claramente —. La amo, pero no me gusta, es un sentimiento complicado. Ella es como una diosa inteligente con clase y... ¡L-Lo que traro de decir es que ella definitivamente no está en la casa!
Pero como si el universo jugara en su contra, un pequeño chillido se escuchó detrás de la puerta. Lilith, amenazando a Hooty con su bastón, la abrió hacia afuera, lo que causó que la pelimenta cayera de cara, por estar escuchando todo apoyada en la madera; siendo descubierta.
—Señorita Blight, me sorprende verla lejos de casa —dijo Lilith agravando su tono, que más allá de parecer molesta, denotaba sospecha, y los ojos entrecerrados que tenía confirmaba ello.
—Lilith... —saludó Amity, reincorporándose con ayuda de Luz, pero no perdiendo tiempo en explicarse—. Te juro que todo esto es un malentendido. Y-Yo... simplemente. Hola, dama búho. Ya saben, correo... lluvia y... .
—Espero y que no se trate de alguna jugada por parte de la familia Blight —interrumpió Lilith, serena y se desfijar sus heterocromáticos ojos, verde y gris, de la menor.
—Uhhh... ¿qué? —exclamaron al unísono Eda, Luz, Amity y hasta Hooty.
—Edalyn, la familia Blight es poderosa. —Y Lilith conoce de antemano lo bien que se llevan con el emperador. Después de todo lo que ha pasado, debían de tener las mayores precauciones—. ¿Y si es una espía? No podemos arriesgarnos, tenemos que borrarle la memoria.
Los cual también implicarían, todos los gloriosos momentos que pasó al lado de Luz. Las orejitas de Amity se sacudieron al lograr captar esas palabras.
— ¿Espía? —cuestionó, entre una mezcla de indignación, al ser una acusación muy alta, y miedo, por si la poderosa dama búho le daba la razón—. N-No sé de qué están hablando.
—Detente, Lilith, asustas al brócoli. —Edalyn calmó las aguas, para alivio de las menores presentes—. Amity, Luz, es muy difícil y largo de explicar.
—Pues de igual forma, será mejor que empieces —comentó Luz con un tono serio, hartándose de no entender nada de lo que Lilith o Eda se refieren.
El par de hermanas, por ahora, no quería hablar sobre lo que pasaron en el castillo de Belos. Así que, aunque de una sucia forma, cambiaron radicalmente de tema.
—Mejor ustedes expliquen que estuvieron haciendo como para que la señorita Blight use tu ropa, humana —comenzó Lilith, fingiendo indignación. Para su mala suerte, Amity se había quedado sin un cambio de ropa y justo Luz le prestó uno para pasar la noche—. Las hormonas de su edad, titán... quién sabe cuántas cosas habrán hecho mientras nadie las vigilaba.
— ¡Hey!, no te metas con mi niña —advirtió Eda, pero su hermana tenía un punto—. Niñas, no hicieron nada malo, ¿verdad?
— ¡Claro que no! —exclamó Luz con un mega rubor en las mejillas.
Son muy pequeñas para que siquiera especulen eso. Amity se sintió identificada, desde hace horas que Emira la molesta con ese tema.
—Te creeré... solo si me ayudas a asegurar la casa —chantajeó Eda.
— ¿Asegurar? —preguntó Amity. Dedujo que la dama búho se metió en tantos problemas que su hermana tuvo que involucrarse—. ¿Las están siguiendo o algo por el estilo?
—No estamos seguras —suspiró Lilith, completamente cansada.
—Pero no bajaremos la guardia. Niña, empieza a dibujar glifos y trae algunas trampas de oso —ordenó Eda, ya que, por mientras, se encargaría de algunas pociones.
—Ve a hacer lo que se te ordenó, humana.
Lilith se refirió a Luz en un tonito soberbio, que no agradó nada a la peliverde, que seguía molesta con la mayor por los desafortunados eventos de cuando le puso un glifo de fuerza para hacer trampa.
— ¡Oye!, esta "humana" tiene nombre —protestó Amity, aunque su enojo fue interrumpido por alguien que la tomó de la mano.
—Nena... —Luz se le refirió con tanta naturalidad, que le tomó unos dos segundos procesar lo que dijo—. ¡Es decir, Amity! Sí, Amity. Amity, acompáñame al cuarto de armas para traer algunas hachas —Tomando a una embobada peliverde de la mano, la arrastró en dirección al segundo piso.
—Me llamó... frente a otras personas —balbuceó Amity en un semi estado de shock, mientras era llevada a rastras por el suelo—. ¿Cómo que cuarto de armas?
—Tu niña humana es rara.
—Se llama Luz —regañó Eda—, te repito que empieces a llamarla por su nombre.
Edalyn agravó su tono, no permitiendo que nadie adjetive simplemente "humana" a su niña. Por otro lado, si permite que la llamen rara, porque lo era, y lo raritos deben mantenerse juntos.
Pasaron los segundos, ellas aún seguían bajo el pequeño techo de la entrada para que la lluvia no las dañe. Ninguna de la dos quería tomar la palabra, o de plano no sabían por dónde empezar al haber pasado por tantas cosas en las últimas hora que hicieron de las suyas en el castillo del emperador.
—Gracias... tonta. —Eda nunca fue fanática de los silencios incómodos. Tajante, expresó las múltiples maneras en las que Lilith la ayudó, obviamente a su especial manera—. Compartir esta maldita maldición es un constante y desgarrador dolor, tanto físico como emocional. ¿Estás segura de esto? No debiste de hundirte conmigo, puede que esté pagando por algo malo que hice de joven...
Eda podrá ser una mujer fuerte, sentimentalmente hablando, pero sin dudas, la situación y el estrés la estaba superando.
—Somos hermanas, Edalyn —expresó, dándose cuenta muy tarde que debía actuar como una—. Y no te preocupes... encontraremos una cura.
—A estas alturas, preferiría encontrar al maldito que me hizo esto y romperle su estúpida cara —apretó su puño firmemente, harta de hasta ahora no haber hallado, ni una mera pista, de quién pudo causarle tanto dolor en la vida.
—Yo también... —balbuceó Lilith, nerviosa, sintiendo que explotaría en cualquier momento y contaría la verdad que tantos años llevaba carcomiendo su corazón y mente en forma de culpa—. Creo que va siendo hora de que me vaya a casa.
— ¿No quieres que te acompañe? —se ofreció la menor—. Sé algunos trucos para ocultarme bien entre el vapor de la lluvia. —Lilith negó con la cabeza, hallando una excusa viable para que su hermana desista.
—Vivo cerca del centro de las islas, en estos momentos debe ser de las zonas mejor vigiladas por el aquelarre del emperador —argumentó la mayor—. Además, la lluvia empeora cada vez más, dudo que podamos acercarnos mucho sin que noten nuestra presencia. Y con mi magia mermada... y la ausencia de la tuya.
—Ugh... No me lo repitas. —Tantos años desperdiciando su magia, que ahora le sería difícil acostumbrarse a no tenerla—. ¡Bien, lo tengo decidido! Dejaré que te quedes en mi casa —Pagando un módico alquiler, pero lo detalles los haría luego en un contrato.
— ¿Quedarme? —bufó, pero un tono burlón similar a un balón desinflándose—. Bromeas, ¿cierto?
—Para nada —respondió Eda, ahora pensando en subirle el "módico precio" a uno donde debería trabajar en su puesto de rarezas humanas—. Lilith, ahora que las islas son un caos gracias a ese "ataque contra el emperador" que hiciste, literalmente no hay lugar más seguro que mi casa.
El aquelarre completo, comandado por Lilith jamás la pudo atrapar, ahora con la cantidad de soldados aminorada, y sin ella como su líder, les resultaría imposible acercarse más de veinte metros a la puerta sin que Hooty barra el piso con ellos.
—Ese "ataque" fue la "distracción perfecta" para que lográramos escapar. —Lilith no le tomó mucho interés al caos ocasionado, ni a las víctimas, solo a los resultados y tener consigo a su hermanita.
— ¿Y debo hacerte recordar que tu "distracción perfecta", aprovechando la lluvia hirviente, ocasionó mucho daño? No te hagas la loca, viste Bonesbrought cuando volábamos de regreso, ¡hay decenas de heridos! —Se lo sacó en cara, ya que, aunque se denomine como una bruja agente del caos, Eda tiene un corazón muy noble que empatiza con los afectado por las medidas desesperadas de su hermana al querer liberarla de las garras de Belos—. ¡El aquelarre de la curación debe estar a tope!
—Pero funcionó, ¿verdad? —Arqueó una ceja, contraria a lo empática que es Eda—. Te liberé de ese maníaco de cuernos, y eso es lo único que me importa. Te rescaté.
— ¡Luego de que me entregaras a él! —recriminó alzando su tono, lo cual hizo vibrar el corazón de Lilith, quién también dejó que las palabras la alteraran.
— ¡¿Querías una cura, no?! —respondió, el típico tono grave que raspaba con dolor tu garganta—. ¡Estuvimos 3 malditos días, buscando y buscando una solución! —Pero no la encontraron, no estuvieron ni remotamente cerca—. Estabas desesperada, y entregarte al emperador era el único remedio.
—No te mientas —sentenció Eda—, me entregaste para salvar tu estúpida carrera en el aquelarre de mierda.
Las palabras sobrepasaron sus sentimientos. El leguaje vulgar sorprendió de sobremanera a una acorralada Lilith, pero más lo hizo ver que Edalyn Clawthorne no podía controlar la marea de sentimientos que se manifestaba en gotas saladas de amargura que recorrían sus mejillas
—No creas que no lo sé, las cosas que sacrificaste para ascender en el poder de las islas... solo pensé que una de esas "cosas" no sería tu propia hermana.
—Edalyn, no... —murmuró arrepentida, intentando acercarse a su hermana en un vago intento de consolarla y encontrar consuelo al llorar junto a ella, pero Eda rechazó el tacto, dando media vuelta para acceder dentro de su casa—. Quería ayudarte, toda mi vida he querido hacerlo.
—Pues bravo por ti, lo lograste, hermana. —Talló sus ojos para evitar que lágrimas se escurriesen por sus mejillas—. Ya no importa llorar por el pasado, te quedarás a dormir esta noche. Fin de la discusión —decidió la menor antes de entrar a la casa, dejando sola a una dolida Lilith, que temió perder en esta conversación a la única persona que le queda en el mundo.
—Eda —susurró Luz, entrando de puntitas a la habitación de una Eda que descansaba en su nido—, dejé todas las armas en la sala tal y como me pediste. —Sin tener respuesta, se acercó un poco más a la somnolienta bruja—. También arropé a King con sus peluches en mi habitación para que descansara—. Dos pasitos más cerca, y logró captar un leve sollozo emitido por su mentora—. ¿Eda?
—Niña —susurró de espalda, mientras intentaba arreglar un poco su desordenado cabello—, ¿se te ofrece algo?
—Escuché un sollozo... —admitió preocupada.
Tenía nula idea del comportamiento de Eda, verla tan cabizbaja y con una aura de pesadez, no hacía nada más que elevar sus sospechas contra Lilith.
—Debió ser la imaginación de tu cabeza hueca —burló la bruja, a modo de desviar el tema—. ¿Entendiste? Cabeza hueca porque...
—Eda... —interrumpió la menor, entendiendo que Eda aún no se encontraba lista para confesar lo que tenía tan deprimida, pero ello no evitaba que aplique su mejor remedio contra los malos ratos: Un gran abrazo—. Te extrañé mucho. —Y no quería que se vuelvan a separar.
—Yo también, Luz. —Conmovida, correspondió el tierno abrazo que duró unos cuantos segundos, donde Eda, no comprendiendo, aun después de meditar varios días el porqué, regaló un beso en la frente de la menor, lejos de la típica acción de remover sus mechones. Luz no se quejó, es más, le pareció un hermoso gesto de su parte—. Okey, ya. Muchos abrazos por este año. Ahora, ¿me explicarás por qué la chica Blight estuvo todo este tiempo en mi casa?
—Es una larga historia... de más o menos unos diez capítulos.
Si bien es cierto, la masiva tormenta las ayudará a camuflar su ubicación, un par de precauciones extras no estaban de más. Con ayuda de algunos glifos proporcionados por Luz y Amity, que intentó averiguar sin éxito los sucesos de los últimos días mediante noticias de su pergamino, el par de hermanas aseguró la casa con decenas de trampas mágicas. Aparte, le dieron algunos brebajes revitalizantes a Hotty, para que vigilara sin descanso durante la noche.
Hora de mimir. En un principio, Eda le ofreció a su hermana que descansaran juntas en la misma habitación, ella en su nido y la a mayor en el suelo con algunas mantas, pero Lilith se negó. El cargo de conciencia la carcomía de a pocos, y sabe que no resistiría, por lo menos estos días, pasar más tiempo al lado de su hermana sin que suelte la verdad.
La verdad que acabaría por romper lo último de relación de hermanas que las unía.
Por el lado del par más joven, como ya era costumbre para ellas de hace unos días, se acurrucaron cómodamente en el colchón de la alcoba. Pasando así, la última noche juntas en este particular episodio en sus vidas que las emparejó como nunca se lo hubieran imaginado.
—Luz, ¿recuerdas las cosas que Willow trataba de decirnos cuando la llamamos? —preguntó la peliverde.
Tenía su pergamino en la mano, y accidentalmente había grabado la llamada con la brujita de plantas. Como Luz se lo dijo, no se escuchaba casi nada, pero algo relacionado a la lluvia y un castillo fue lo que percibió Amity.
—Sí. Ella no actúa de esa forma, algo debió de asustarla mucho como para intentar avisarnos con insistencia —analizó Luz, pensativa al mirar con desenfoque el antiguo techo de su habitación—. *Gasp* ¿Crees que tenga relación con Eda y Lilith?
—No estoy segura, traté de buscar algo de información, pero todas las páginas están en blanco, como si las hubieran desaparecido —recargaba y recargaba las noticias de su pergamino, sin éxito.
—Uhmmm... —Si Luz fuera conspiranoica, diría que el emperador y su aquelarre censuraron todos los medios de comunicación para evitar que una noticia, que los afecte a nivel político-social se propague; pero como no era conspiranoica, se quedó callada—. Será mejor que le pregunte a Eda por la mañana. Cambiando de tema, escuché que tus hermanitos te llamaron, ¿vendrá a recogerte esta noche?
—Creen que es buena idea que me quede un día más, ya sabes—comentó Amity, entrelazando su mano con la Luz, antes de apegarse un poco más a ella—, quiero pasar el máximo tiempo contigo.
—Oh, guau... —musitó Luz. Le asombró el hecho que Amity está demasiado pegada a ella, tomándola de la mano y sin morir tanto de vergüenza en el intento—. ¿De dónde viene tanta confianza para ser cursi, señorita Blight?
—No lo sé —susurró, apegándose al rostro de la morena para darle un tierno mensaje cerca de su oído—, pero espero que nunca se me acabe. Te amo...
La parejita entrecerró sus ojos y cuando están a escasos centímetros de concretar un tierno beso de buenas noches, volvieron a ser interrumpidas, esta vez por un portazo de su habitación que casi hace que sus corazones se detengan del tremendo susto.
— ¡O-Oye! —bramó una muy avergonzada Amity, lanzado almohadadas contra el intruso—. ¡¿Acaso no sabes tocar la puerta?!
—P-Pensé que era la habitación de Edalyn —se excusó, nerviosa de haberlas atrapado en una situación molosa. Era Lilith quien posaba bajo el marco de la puerta y sacaba de su cara todos los cojines que le tiraron.
—Déjala en paz, seguro está tranquila en su nido —atacó Luz, aún con sospechas que la mayor haya tenido algo que ver con la decaída actitud de su querida... mentora.
—En primer lugar, ¿para qué quieres a Eda? —cuestionó la peliverde, también en mismo tono molesto de Luz por defender el sueño de la dama búho.
—Mejor vayan a dormir con este hechizo de sueño, no es de su incumbencia lo que deba hablar con mi hermana —sentenció Lilith.
Dibujó un círculo en el aire, para invocar un halo amarillento, un hechizo de sueño, que lanzó a la parejita. Pero su magia estaba inestable. El halo se volvió en tonos rosáceos, y solo chocó con el rostro de Amity, noqueándola al instante.
Lilith se miró las manos, confundida. Ese no era el hechizo que quería realizar, para nada, y como no sabe que pudo causarle a la menor, lo mejor sería escapar de la escena.
— ¿S-Sabes qué? Tienes razón, —admitió Lilith—, ¡mejor converso mañana con Edalyn! Adiós, adiós, humana. —Justo cuando la bruja estaba a punto de salir del cuarto, una pequeña vocecita llamó su atención
— ¡Luz, ese es mi nombre! —proclamó la seria morena, tomando a Amity en sus brazos para arroparla y dormir—. Eda mencionó que conviviremos juntas unos días. Es mejor empezar con el pie derecho, ¿no crees?
Lilith no le respondió con palabras, simplemente asintió, y salió rauda de la habitación.
—Ay. —Ahora habían quedado Luz una inconsciente Amity—. Espero que lo que te arrojó haya sido un verdadero hechizo de sueño... y no algo que te haga caer en coma.
—L-Luz... —balbuceó la peliverde, para alivio de la morena que ya estaba a dos pasos de la puerta para pedir ayuda.
— ¿Qué es todo este escándalo? —preguntó Eda, entrando a la habitación más bulliciosa de la casa, por culpa de que Luz le gritara su nombre a Lilith.
—Eda, no es nada, solo que tu hermana le lanzó un hechizo de sueño a Amity —señaló a la peliverde detrás suyo, que lejos de dormir, se encontraba sentada con el rostro colorado y mirando fijamente a la morena.
—Más bien parece que le lanzó un hechizo de amor —analizó Eda al terminó su rápido diagnóstico. Los síntomas eran obvios e inofensivos, hasta que el afectado se encuentre con la persona que ama. En este caso, Amity ama a Luz.
— ¡¿Cómo que ya no tienes magia!? —exclamó asustada Luz, mientras trataba de apartar a una empalagosa peliverde encima suyo que intenta besarla en las mejillas desde hace poco más de cinco minutos.
—Ya te lo dije... —Eda suspiró pesadamente, resignada a volver a contar el tema porque su niña no lograba comprenderlo—. Lilith se ofreció a compartir la maldición conmigo, como consecuencia, además de tener mínimos cambios físicos, mi magia ha desaparecido y la de ella se ha vuelto algo inesta...
— ¡A-Amity, basta! —Luz intentó apartarla, pero no funcionó. La peliverde tenía más fuerza por lo que ganó en el forcejeo y, como premio, se acercó mucho a Luz, invadiendo su espacio personal—. Comprendo, su magia se volvió inestable e hizo que Amity se vuelva una osita cariñosita.
— ¡Luz, casémonos! —exclamó la peliverde, que no paraba de besar y besar las mejillas de la morena.
—Nada de besitos en mi casa —dijo Eda autoritaria, separándolas antes de que pasen a algo más frente a ella—. Si quieren hacer eso, consíganse su propia cabaña en medio del bosque
— ¡L-Luz! —gimoteó Amity de tristeza, intentado zafarse del agarre de Eda para ir nuevamente a abrazar a la chica de sus sueños—. ¡Suélteme, anciana, usted no comprende lo que es el amor!
Eda se disculpará después, pero meterse con su edad e intentar a dar besitos a su niña fueron motivos suficientes para darle tremendo zape a Amity para calmarla.
—Esto es demasiado, incluso para mí. A dormir, niña.
Eda dibujó un círculo en el aire, con la intención de lanzarle un verdadero hechizo de sueño a la acalorada peliverde, solo que olvidaba de un pequeño detalle.
—Mierda... —susurró. No tener magia oficialmente apesta—. Supongo que las pociones servirán por ahora.
—Por favor...lee bien la etiqueta —añadió Luz, intentando sacarse nuevamente a la melosa Amity de encima mientras Eda rebuscaba la poción de sueño indicada en su cabello.
—No te preocupes, una bruja de mi calibre no comete esos errores —Por lo menos no por doceava oportunidad. Aunque como precaución extra, acercó la botella a su rostro para asegurarse de no fallar.
"Poción de heterosexualidad", leyó en el reverso de la etiqueta. Rápidamente tuvo que cambiarla por otra que guardaba en su cabello. De un tirón, tomó a Amity de su puntiaguda oreja para acercarla hacia ella y ponerle el pico de la redonda botella en la boca mientras inclinaba su cabeza para que beba hasta la última gota.
Tomado todo el líquido, Amity cayó noqueada, nuevamente, encima de Luz, que vio interrumpida su labor de arroparla por culpa de unos estruendosos truenos que la hicieron saltar del susto.
—Bueno... creo que esa es la señal del titán para que caiga en coma en mi nido. —No sin antes, preocuparse de gran manera al ver que dejará sola a un par de niñas—. Aunque... puede que me quede un rato para hablar de algunas cosas contigo, Luz.
Luego de una charla sobre sexualidad, donde Luz salió medio traumada al enterarse que los esquemas de biología humana palidecían en comparación a cómo era la reproducción en las islas hirvientes, una cansada Eda fue donde a su habitación, dispuesta con todo su ser a por fin conciliar el sueño luego de varios días en vela, que pudo soportar gracias a la ayuda de pociones y angustia no volver de nuevo a su niña. Descubrió que la ansiedad es un gran hechizo cuando te quieras desvelar.
Pasaban los minutos, tomó hasta una pequeña copa de vino, y se movía en posiciones poco habituales para estar cómoda, pero simplemente el sueño no le llegaba.
Los constantes truenos también eran causante, no la dejan descansar... le hacen revivir memorias; recuerdos dolorosos, las escalofriantes horas que estuvo atrapada y siendo golpeada en el castillo de Belos, hacen que su piel se erice y su cabello caiga del estrés. Eda balbuceaba cosas sin sentido entre sueños, aunque mejor sería dicho, entre pesadillas, mismas que fueron son interrumpidas por una tenue luz que comenzó a colarse en la puerta de su habitación.
— ¿Eda...? —susurró Luz, con un pequeño hechizo glifo en sus palmas que invocaba una bolita luminiscente. Eda talló sus ojos para una mejor visión.
—Es muy tarde, jovencita. —Y sin avisar, Luz se abalanzó hacia ella, hundiendo su rostro en el pecho de la bruja al entrar en su nido—. ¿Q-Qué te sucede?
—N-No puedo dormir, los truenos me asustan y Amity está hablando dormida... —mintió, pero como el ambiente estaba oscuro, y no tenía su capucha de gato, Eda no diferenció la mentira.
—Si lo que quieres es una poción de sueño, lamento decirte que gasté la última con tu novia y estoy demasiado cansada como para elabo...
—Mamá solía cantarme —interrumpió Luz, entre susurros solo percibibles por Eda—, y pensé que tú...
—No, no, no —repitió Eda mediante graciosos balbuceos—. Sé lo que intentas y no voy a caer en tus astutos juegos de bebé.
—Por favor, es una emergencia... —parpadeó juntando sus manitos, con la cara más tierna que pudo poner en ese momento.
—Si crees que voy a caer tan fácil, pues... —Miró los tiernos ojitos que puso Luz, y no pudo evitar soltar un quejido por haber sucumbido a los chantajes emocionales de la morena—. Ugh... consté que ya estás muy grande para esto y que no tengo un repertorio muy amplio. ¿Qué canción quieres?
—No lo sé. —Lo menos que se esperaba, eran canciones de cunas donde lo demonios y seres de un ojo eran protagonistas—. ¿Tú mamá no te cantaba de niña?
—Sí, pero no creo que te guste canciones donde un demonio de sueños te puede comer. —Eda dejó escapar un pesado suspiro, aun así, no se desanimó en su misión de calmar a la menor—. Ya sé, recuerdo una cancioncita que una persona especial solía cantarme en las tormentas, ¿la quieres oír? —Sin palabras, Luz solo se acurrucó a su lado para que comenzara—. Tomaré eso como un sí.
~~~~~
"La luna brillará, las estrellas lo harán.
En el prado el cervatillo, cansado de jugar.
La cría en el corral, el gato también.
La bruja en cama descansa, corazón.
A soñar, noche es. El sol saldrá y te cosquilleará. Pero ahora es tiempo de dormir y soñar"
~~~~~
—Eda, ¿te puedo preguntar algo? —La menor jugueteó con sus dedos, tímida de preguntar luego de haber prometido que se quedaría dormida.
—Depende. Si es sobre dinero, sabes que estoy muerta —respondió Eda, abriendo solo uno de sus ojos y en tono burlón.
—No es eso... —Tomó valor, queriendo de una vez entrar en un terreno con el que comparte, no formalmente, con la bruja—. Sé que la maternidad te enferma y no es lo tuyo, pero... cuando cuidaste con tanta dedicación a los hijos de la reina murciélago, como nos cuidas a mi y King...
—Ve al grano, niña —Menos horas dormidas no favorecerían en nada las arrugas de su cara.
— ¿Tendrías hijos? —farfulló, tan expectante por respuestas que ancló su mirada a la bruja.
—Ja... creo que mi sarcasmo no pudo engañarte. —Un "sí" dicho a su manera—. Llámame vieja, pero desde pequeña tuve la visión hogareña de tener una pareja aventurera e hijos rebeldes. Le enseñaría el camino del aquelarre de la chica mala, tendríamos agradables cenas por cumpleaños. Serían mis pequeñas bolitas de amor y... les cantaría la misma canción de cuna que te canté. —Detuvo su alegre actitud, dando la vuelta a la morena para dedicarse meramente a cerrar los ojos—. Bah. No importa, de todos modos, nunca será posible.
— ¿Por qué no? —El sueño se esfumó completamente en Luz. La bruja que la cría tenía una cuestión delicada entre manos, y ella como buena niña trataría de animarla a cumplirlo—. La edad puede que sea un problema, pero...
—Oh, niña... no me refería a eso. —Eda suspira pesadamente—. Simplemente no puedo. Mi cuerpo no puede. Yo... soy infértil, más que una cosecha destruida por plagas de fuego.
— ¿Qué? —Esta revelación provocó una dolorosa punzada en su corazón—. Ay, titán...
La posibilidad de que Eda, la bruja que cuida de ella como si fuera una hija, no pueda tener lo que siempre ha añorado, quebraba lentamente su sensible y bonachón corazón.
—La maldición que tengo no solo afecta a la magia, ¿sabes?
Luz no pudo evitar sentirse fatal por lo que la bruja expresó, y jura poder hallar una cura a su maldición, para que así ella pueda vivir una plena vida. Se la merece. Posterior a sanarla, ambas tendrían tiempo de sobra para atrapar al culpable de tanto malo; pero antes de siquiera tener en claro que palabras dedicarle a la bruja, algunas cosas encajaron en la mente de Luz cuando, en vez de sentirse apenada de preguntar, rebobinó las palabras de Eda.
— ¿Qué tanto cuchicheas? —preguntó adormecida. Si Luz seguía de movediza en su nido, la bruja no daría su brazo a torcer con ojitos de perrito lloroso y la botaría de una patada.
—Tu canción especial para las tormentas me la cantaste, ¡a mí! —exclamó Luz con un brillo en los ojos, aguantándose las inmensas ganas de chillar—. D-Dijiste que te hubiera encantado cantárselo a tu... ¿eso significa que yo...? Es decir, tú me consideras, o mejor dicho, tú me ves como una... Ay, no quiero decir que me alegra que no puedas tener niños. ¡Obvio, no! Pero, ya sabes, o por lo menos entiendes lo que trato de decir, ¿verdad? —Dejó escapar una risilla, nerviosa de autoproclamarse de esa manera frente a la bruja sin saber lo que ella opinaba al respecto.
—Uhmmm...
Pensativa, Eda se sentó en el nido, posando una mano en su barbilla frente a la atenta mirada de una impaciente, por respuestas, Luz. Un flash recorrió su memoria, que le hizo rememorar todos los bonitos momentos que ha vivido con su aprendiz desde que llegó a las islas hace casi dos meses.
Levantarse temprano para hacer el desayuno y llevarla a Hexside, planchar, arroparla, ayudar con la tarea, lavar la ropa; ser su guía, ejemplo a seguir, protectora, terapeuta, entre otras cosas. Toma en cuenta todo lo que hace por la débil y frágil humana, todo lo que hizo y todo lo que está dispuesta con tal de verla feliz, y con esa gran sonrisa en su pequeño ser, siempre dispuesto a darle un gran abrazo cuando las cosas la abruman en el trabajo, con los guardias, o su maldición.
—Tú ya tienes una madre en el reino humano, Luz —Y autoproclamarse como tal, no sabe cuan cómodo se sentiría Luz con ello.
—Pues sí... —Y debe admitir que la extraña y piensa en ella durante las noches, pero eso no detuvo que Luz haya encontrado una salida fácil al problema—... Lo que no tengo, es una mamá bruja que se autodenomina como una búho criminal de otra dimensión.
Eda rio, una fina y tierna risilla de cerdito que acompañó con la acción de revolotear el cabello de su aprendiz, ahora más en confianza de nombrarla tan cariñosamente como desde hace semanas quiso hacerlo.
—Hija, eres un encanto y aprecio mucho los momentos que pasamos jun-tas. —Bostezos y más bostezos contagiosos—, pero ya va siendo hora de... hora de dormir.
—Mimir —corrigió burlona, posando un brazo sobre ella y apegándosele para descansar a gusto.
—Lo que sea.
Entre bostezos, antes de sucumbir al cansancio, Eda hizo lo mismo, pero contrario a mera comodidad, denotaba protección, que nadie deberá tocar un pelo de su niña o sufriría las consecuencias.
.
La dulce canción de cuna cantada resonó por cada rincón de la silenciosa casa, hasta llegar a oídos de una destrozada bruja acostada en el sofá que intentaba conciliar el sueño, mismo que se le era esquivo desde hace unos días a causa de la culpa que la devoraba.
—Lo siento tanto, Edalyn...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro