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4. Bienvenidos a Hogwarts

—¡Los de primer año, por aquí! —exclamó Hagrid moviendo la enorme lámpara de aceite sobre las cabezas de los estudiantes que bajaban del tren—. ¡Síganme! ¡Los de primer año!

    Un grupo de niños de once y doce años se separó del resto y fue hacia Hagrid, quien cuando estuvo seguro de que eran los cincuenta y cuatro niños que le había indicado McGonagall los guió por el estrecho sendero que llevaba al Lago Negro.

    Después de la Batalla de Hogwarts se habían colocado farolas a lo largo del camino, por lo que ya no estaba tan oscuro como solía estarlo en años anteriores.

    —Al doblar esta curva tendrán su primera visión del castillo —les anunció Hagrid a los niños.

    Un momento después se escucharon gritos de asombro y emoción: al otro lado del lago, en lo alto de una montaña, se encontraba un enorme castillo lleno de torres y torrrecillas con las ventanas encendidas.

    Ésa era la parte favorita de Hagrid: le encantaba ver las expresiones de los niños, ya que le recordaban a cuando él mismo estuvo en su lugar.

    —¡No más de cuatro por bote! —gritó él señalando los botecillos que había en la orilla—. ¿Todos han subido? Bien, entonces vamos.

    La pequeña flota comenzó a deslizarse por el lago al mismo tiempo. Todos estaban en silencio, contemplando el magnífico castillo al que se dirigían.

    Los botes pasaron por un túnel oscuro que los condujo a una especie de muelle subterráneo. A continuación, todos desembarcaron y subieron por un pasadizo de piedra hasta llegar al césped suave y húmedo. Se detuvieron frente a un par de enormes puertas de roble.

    —¿Están todos aquí? —preguntó Hagrid—. Bien.

    Levantó un gigantesco puño y llamó tres veces. La profesora Sprout les abrió casi de inmediato.

    —Los de primer año, profesora.

    —Gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde aquí. Puedes pasar al Comedor.

    El semigigante sonrió y se despidió.

•  •  •

Las cinco mesas del Gran Comedor estaban llenas de alumnos y maestros, y por primera vez en muchísimo tiempo no se dirigió a la de los profesores, sino a la de Gryffindor, con los estudiantes.

    Sin embargo, era más que obvio que la sala no era la misma que solía ser antes. Estaba más silenciosa de lo que Hagrid recordaba. Los alumnos hablaban, sí, pero no parecían de lo más animados. Durante las vacaciones el guardabosque se había imaginado que así serían las cosas por un tiempo. ¿Cuántas de aquellas personas habían perdido a un amigo o a un hermano? ¿Cuántas personas faltaban en esas mesas?

    Hermione Granger estaba ahí, hablando con Ginny Weasley. Ambas lo saludaron y fue a sentarse con ellas, cerca de las enormes puertas de roble, en un asiento reforzado por medio de magia. Ya se había anunciado en El Profeta que el Ministerio de Magia le había dado una segunda oportunidad a Hagrid, así que no fue una gran sorpresa. Tampoco es que la mayoría tuviera ganas de entrar en chismes.

    —Estoy muy feliz por ti, Hagrid —le dijo Hermione.

    —¡Yo también! Jamás imaginé... Siempre creí que... Vaya, Kingsley es asombroso.

    Hablaron un par de minutos más: al parecer Harry y Ron habían decidido no cursar séptimo año y ahora practicaban para ser aurores. Neville ya había acabado la escuela, por lo que Hagrid estaría con las chicas. Se entristeció un poco al pensar que sólo estaría con sus amigas ese año, pero el sentimiento desapareció cuando vio a la profesora Sprout entrar con un taburete de tres patas y el Sombrero Seleccionador. Los de primer año entraron poco después.

   Como todos los años, el Sombrero entonó una canción, pero poco después de que comenzara fue más que obvio que ésta era diferente a cualquiera que hubiera interpretado antes. La canción contaba la historia sobre una guerra, en la que los abdenagados Hufflepuffs abandonaban sus vidas para servir a la causa, los inteligentes Ravenclaws usaban cada conocimiento que poseían para sacar a todos adelante, los astutos Slytherins protegían a aquello que no podían hacerlo y los Gryffindors luchaban con valentía junto a todos ellos.

    —Cuando diga su nombre —dijo la profesora Sprout a los de primer año una vez que se hizo el silencio— vendrán al frente para colocarse el Sombrero Seleccionador, quien decidirá a qué casa pertenecen. ¡Anderson, Mandy!

    Una niña con el cabello rubio en una coleta muy apretada subió al taburete y fue seleccionada para la casa de Ravenclaw.

    Gryffindor recibió catorce nuevos miembros, de los cuales al menos la mitad pareció estar un poco intimidada por el tamaño de Hagrid, lo cual, a su vez, lo ponía un poco nervioso a él.

    Wilson, John se sentó en la mesa de Slytherin y se dio por concluida la Ceremonia de Selección. Los alumnos veteranos se presentaban y estrechaban las manos a los nuevos integrantes de las casa con buen ánimo, por lo que después de unos segundos la profesora McGonagall golpeó levemente su copa de vidrio con la cuchara para llamar la atención de los presentes en el Gran Comedor.

    —Hogwarts fue fundado hace mucho tiempo por los cuatro mejores magos de la época —dijo ella levantándose—. Cada uno de ellos apreciaba que sus estudiantes tuvieran ciertas cualidades, como la valentía, la inteligencia, la astucia y la dedicación. —Con cada adjetivo iba haciendo un gesto hacia cada una de las mesas según la casa que representaba—. Por eso se fundaron las cuatro casas para las que nuestros nuevos estudiantes fueron seleccionados. Sin embargo, quiero recordarles que la casa a la que pertenecen solamente representa sus mayores cualidades, no en lo que se convertirán.—Hubo unos cuantos aplausos en ese punto, y la profesora McGonagall esperó a que terminaran antes de continuar—. Es por eso que quiero anunciarles un cambio de reglas. De ahora en adelante podrán sentarse en la mesa que quieran, sin importar la casa a la que pertenezcan.

    Se hizo un silencio absoluto en el Gran Comedor mientras los alumnos terminaban de procesar la noticia. A Hagrid le sorprendió tanto como a ellos. Es decir, llevaba más de cincuenta años viviendo en el colegio (sí, tanto tiempo) y desde entonces cada quien se sentaba a comer con su respectiva casa.

    Mandy Anderson fue la primera en cambiarse de mesa y atrajo la atención de todos en la sala. La niña ocultó su rostro sonrojado en el hombro de una chica Hufflepuff de quinto año que sonrió y la abrazó divertida. La profesora McGonagall le sonrió a la hermana de Mandy. Otros cuantos valientes (sobretodo de primer año, que se reunieron con sus hermanos o primos mayores de otras casas) se cambiaron de mesa. Luna Lovegood se sentó junto a Hagrid en la mesa de Gryffindor e intercambió unos pequeños saludos con Hermione y Ginny, además de una sonrisa al semigigante.

    La profesora McGonagall parecía ser la persona más feliz del mundo en ese momento.

    —Sean todos bienvenidos a un nuevo año escolar—dijo ella cuando ya nadie más se animó a pararse—. Espero que todos y cada uno de ustedes se encuentren mejor después de los sucesos que tuvieron lugar aquí mismo en el castillo a finales del último ciclo escolar. —Minerva había usado la palabra "mejor", en vez de "bien", porque era obvio que muchos aún no superaban las cosas que habían ocurrido antes de la caída de Lord Voldemort—. Como habrán de suponer, este año tenemos varios cambios en el personal docente. Pero antes quisiera que le diéramos un aplauso a la profesora Pomona Sprout, quien ahora se encuentra en el puesto de subdirectora general del colegio.

    Obviamente los aplausos no se hicieron esperar, sobretodo de los Hufflepuff. La rechoncha profesora se levantó para hacer una reverencia.

    —Y a la profesora Wilhelmina Grubby-Plank —siguió la directora—, quien será la nueva Jefa de la Casa de Gryffindor.

    Más aplausos, esta vez de la mesa de los leones, aunque muchos no acababan de asimilar el cambio. ¿Alguien que no fuera McGonagall como cabeza de Gryffindor? Iban a tardar un poco en acostumbrarse.

    —En la sección del profesorado, tenemos a Hestia Jones, quien será la encargada de impartir la materia de Defensa Contra las Artes Oscuras. —La mencionada se levantó de su silla mientras recibía más aplausos—. A Elliot Blake, en la sección de Transformaciones —un mago delgado con una abundante mata de cabello blanco alzó la mano en modo de agradecimiento—. Y a Claire Tanner, en la asignatura de Estudios Muggles. —Una bruja joven y menuda sonrió amablemente a los presentes.

    A pesar de que le costaba poner atención, Hagrid memorizó los últimos dos nombres.

    —Antes de que comencemos a comer —prosiguió la profesora McGonagall—, me gustaría hacer los avisos habituales. En primer lugar, todos deberían recordar que el bosque que se encuentra dentro de los limites del colegio está prohibido para todos los alumnos, excepto en circunstancias muy especiales. En segundo, no deben hacer magia en los recreos ni en los pasillos. —La profesora sabía que muchos no seguían esa regla, pero valía la pena intentarlo. —Por último, las pruebas de quidditch se llevarán a cabo dentro de dos semanas. Aquellos que estén interesados en jugar para su respectiva casa debe ponerse en contacto con la señora Hooch. Y ahora sí, ¡disfruten del banquete!

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Todo el asunto de las casas no es idea mía. Lo encontré en Internet (multimedia) y lo amé tanto que simplemente no pude no ponerlo :-)

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