2. Grawp
Como la mayoría de las cartas que Hogwarts enviaba a sus alumnos durante las vacaciones, la de Hagrid venía junto a una lista de materiales:
COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA
LIBROS
Todos los alumnos de tercer año deben de tener un ejemplar de los siguientes libros:
-Libro reglamentario de hechizos, tercer curso, Miranda Goshawk.
-Historia de la Magia, Batilda Bagshot.
-Teoría mágica, Adalbert Waffling.
-Guía de transformación, intermedio, Emeric Switch.
-Mil hierbas y hongos mágicos, Phyllida Spore.
-Filtros y pociones mágicas, Arsenius Jigger.
-Animales fantásticos y dónde encontrarlos, Newt Scamander.
-Las Fuerzas Oscuras. Una guía para la autoprotección, Quentin Trimble.
RESTO DEL EQUIPO
1 varita
1 caldero (peltre, medida 2)
1 juegos de frascos de vidrio o cristal
1 telescopio
1 balanza de latón
Los alumnos también pueden tener una lechuza, un gato o un sapo.
Hagrid seguía sintiendo que todo era un sueño y que en cualquier momento podría despertar. Para despejar su mente, colocó en la chimenea una tetera con agua. Cuando estuvo hirviendo la sirvió en una gigante y vieja taza y le puso una bolsita para té; si comía algo seguramente lo vomitaría más tarde.
A eso del mediodía se puso su ballesta en la espalda y se internó en Bosque Prohibido con Fang detrás de él. Había hecho el camino unas cien veces, por lo que rápidamente llegó a su destino: un enorme claro rodeado de árboles lo bastante tupidos como para taparlo de miradas indiscretas.
En el centro había un gran montículo achatado de piedra gris. O eso era lo que parecía hasta que uno se daba cuenta de que la superficie subía y bajaba una y otra vez, como si respirara.
—¡Grawp! —exclamó Hagrid acercándose—, ¡eh, Grawpie, soy yo!
El "montículo de piedra" cobró vida y se incorporó. Efectivamente había estado respirando: en realidad era un gigante medio-dormido.
—¿Jagi? —preguntó Grawp sentándose mientras se tallaba los ojos con las enorme manos.
Finalmente vislumbró al guardabosques y esbozó una sonrisa torcida en su fea cara.
—¡Hola, Grawpie! ¿Cómo estás?
—¡Bien! —contestó con entusiasmo.
El gigante aplaudía, ¡amaba las vistas de su medio-hermano! Hagrid ya no lo ataba como solía hacerlo al principio, pues Grawp había aprendido a comportarse y, ahora que nadie (o al menos no un alguien importante) quería cortarle el cuello, vagaba libremente por el Bosque Prohibido. Eso sí: Hagrid le había enseñado a no acercarse demasiado al castillo. Ambos se sentían muy contentos al respecto.
Después de terminar una conversación más o menos decente mientras daban un largo paseo por los alrededores con Fang persiguiendo bichos detrás de ellos, Hagrid le contó las buenas noticias: regresaría a Hogwarts como estudiante. Grawp no parecía entenderlo bien del todo, pero notaba la alegría de su hermano, y eso lo emocionó muchísimo.
No fue hasta que empezó a anochecer que Hagrid se despidió del gigante para regresar a su cabaña.
En cuanto llegó, escribió rápidamente una carta con letra temblorosa que mandó con una de las lechuzas del Colegio que a esas horas salían a cazar en el bosque.
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