13. Fang
Fang el perro jabalinero murió dos semanas después.
No fue algo para extrañarse. Ya estaba viejo y hacía tiempo que ya no podía seguirle el ritmo a su amo como antes, cuando se internaba con él en el Bosque Prohibido toda la mañana y se le pasaba espantando bichos y ladrándole a los árboles. Por supuesto, Hagrid esperaba que aún le quedara un poco de tiempo, pero no fue precisamente así.
Primero, dejó de comer, poco a poco, y casi sin que Hagrid se diera cuenta, Fang ya estaba muy flaco y apenas podía ponerse en pie por las mañanas. Se le podían contar las costillas.
Fue Kelly, en una visita que hizo a la cabaña del semigigante, quien sugirió que lo llevara al veterinario. Había uno en Hogsmeade y Drake se ofreció a acompañarlo. Hubo que dejarlo ahí todo un fin de semana para que le hicieran algunos estudios. Fueron dos días de lo más solitarios para Hagrid. Aun cuando se escondió de Voldemort en las cuevas tenía a su viejo perro jabalinero. ¿Cómo era su vida antes de que lo encontrara? Habían pasado más de quince años desde aquel día, pero lo recordaba bastante bien.
Fue a las afueras de Hogsmeade, cuando salía del pub Cabeza de Puerco. Era sólo un cachorro de pocas semanas de edad de lo más tierno que vagabundeaba por ahí. Hagrid llevaba en uno de los bolsillo de su enorme abrigo de piel de topo una bolsa con sobras de comida que el perro debió haber olido, porque se le acercó y el guardabosques de Hogwarts fue incapaz de no darle un poco. El cachorro se dedicó a seguirlo, y como no parecía tener dueño, sólo le tomó un par de cuadras decidir que iba a quedárselo.
• • •
Cuando Fang del veterinario, se le notaba decaído. Hagrid perdió todo un día de clases porque decidió quedarse a cuidarlo. El martes no pudo hacer lo mismo porque tenía unos trabajos importantes para entregar. Al regresar a su cabaña a la hora de la comida, el perro ya no estaba.
Hagrid no regresó al castillo hasta que lo encontró ya adentrada la noche tirado cerca del claro en el que dormía Grawp, el gigante. Hubo que cargarlo de regreso porque no pudo levantarse.
Desde entonces Fang no hacía más que quejarse y quejarse. Hagrid lo cambiaba de postura cada tanto, le daba caldo de pollo para que comiera e iba a ver cómo estaba entre clase y clase. Ver a su gran compañero en ese estado le rompía el corazón. Estaba ya en sus últimos días... Hasta que finalmente se fue apagando como la chispa de una vela.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro