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Capitulo 8 (Sin Editar)


Tres semanas después de enterarse de que estaba embarazada, el cliente de Rachel, Louis le dio los documentos en los que decían que ella se llamaba Ellie Rainer, tenía diecinueve años, era de Arkansas

En cambio, Rachel, ella se llamaba ahora Leila Taylor, de veinticuatro años, de San Francisco.

- ¿Dónde están los documentos de Gabe? - pregunto ella.

Rachel tenía una cara de culpabilidad que la delataba.

Louis - el cliente -, parecía avergonzado

- Rachel, dime que está pasando - le exigió Kendall saber.

- Gabe me pidió que no te dijera nada hasta que llegara la hora de irnos - empezó Rachel a decir en voz baja -. Él no se marchará con nosotras.

- ¿De qué estás hablando? - Kendall estaba mareada nuevamente.

- Cálmate, no te hace ningún bien estar tan estresada.

- No me toques - le gruño Kendall mientras las lágrimas le salían de los ojos.

Salió lo más discretamente de la habitación y se aseguró de que nadie la hubiera visto y escondió entre sus pechos la licencia de conducir que tenía su fotografía con la información de otra persona.

Llego a su habitación y escondió en la pequeña maleta que tenía escondida en el baño la licencia.

Estaba temblando debido al enojo y la impotencia.

Gabe no se iría de ahí con ella, no lo volvería a ver más nunca.

Sentía como si le estuvieran estrujando el pecho y le dolía siquiera respirar.

¿Cómo diablos se atrevió a hacerle eso? ¿En que estaba pensando?

Abrieron la puerta y Gabe asomo la cabeza.

Kendall se levantó de la cama y de inmediato lo lleno de golpes. Quería golpearlo hasta hacerle entrar en razón y dijera que lo que le había dicho Rachel era mentira.

- Eres un maldito - le grito ella.

- Shhh - la calló él abrazándola -. Cálmate te pueden oír.

- No me importa - le gruño ella -. No me iré de aquí de aquí sin ti.

- Eso sí que no - Gabe la abrazo con más fuerza -. Tu no pasaras un dia más en este maldito lugar Kendall, vas a ser libre, lo que siempre has querido.

- ¿Por qué no me lo dijiste?

- ¿Habrías querido irte de aquí si hubieras sabido que yo no me iría? - Kendall negó con la cabeza sin pensarlo -. Por eso mismo le rogué a tu amiga que no te dijera nada.

Kendall soltó un sollozo y se abrazó con más fuerza a Gabe.

Un ataque de nauseas la invadió y salió corriendo al baño a vomitar.

Gabe la siguió.

- ¿Estás bien? ¿Estás enferma? - le pregunto él.

Kendall negó con la cabeza. Había llegado la hora de decirle la verdad a Gabe.

- Estoy embarazada - le susurro ella

- ¿Qué?

Gabe se puso absolutamente pálido y Kendall creyó que se desmayaría.

- Estoy embarazada - le repitió ella con voz bastante agotada.

- ¿Por qué no me lo habías dicho?

- Por la misma razón que tu no me dijiste que no te ibas a ir conmigo - respondió ella muy molesta.

- Es por tu bien - le dijo él sentándose en la cama a la par de ella.

- Tu eres todo lo que necesito para mi bien - susurro ella llorando.

- ¿Acaso crees que James nos dejaría en paz si nos vamos juntos? - le pregunto él.

Sabía que en eso tenía razón, pero de todos modos no aceptaba.

- No te volveré a ver - sollozo ella.

Los ojos de Gabe se humedecieron debido a las lágrimas.

- Necesito que seas fuerte Kendall - le pidió él tomándole las manos -. Estas embarazada, cariño. Este bebe te va a necesitar mucho de ti. Nuestro hijo.

- No quiero que James te haga daño. Y si te quedas aquí, lo hará.

- No le conviene. Le doy demasiado dinero con las clientes - le respondió con una risa tensa.

Rachel entro en la habitación y bajo la vista cuando vio a Kendall.

- Lo lamento - dijo Kendall abrazándola.

Rachel la abrazo con fuerza y se le escapo un sollozo.

- Rachel, júrame que la cuidaras; a ella y a mi hijo - le pidió Gabe.

Kendall sintió que se le partía el corazón al oír a Gabe hablar de esa manera. Ese bebe que estaba esperando definitivamente era e Gabe y no de James.

- Te lo juro - le aseguro Rachel.

En los últimos días, Rachel había decidido quedarse en el país, pero se irían de Las Vegas. Kendall sabía que había sido por el hecho de que ella estaba embarazada y que no conocía nada ni a nadie fuera de ese lugar.

Gabe abrazo a Kendall y la beso con demasiada pasión.

- Toma - Gabe le dio un sobre con dinero -. Váyanse lo más lejos de este lugar.

Kendall tenía que ser fuerte por los tres, por ella, por Gabe y por su hijo.

- Te amo - le dijo él.

- Te amo - le respondió ella

- Cuéntale a nuestro hijo que su padre lo adoró y que cada dia va a pensar en él.

Kendall asintió mientras lloraba desconsolada.

- Gabe - lo llamo ella cuando este estaba a punto de salir de la habitación -. Ellie Rainer. Ten ese nombre en mente - le pidió ella.

Gabe asintió una sola vez y salió de la habitación.

- ¿Estás lista? - le pregunto Rachel minutos después.

Kendall asintió.

Su escape de ese infierno seria ese mismo día, ni un día más ni un día menos.

Fue a visitar a mamá Lucy a la cocina y la abrazo con mucha fuerza; era la última vez que la vería si todo salía bien o si salía mal

- Te amo mamá Lucy - le dijo ella cuando salió de la cocina.

Rachel se había llevado sus maletas hasta la salida de escape, donde el guarda que habían "comprado" - con sexo - las dejaría salir; solo era cuestión de esperar a que todos se fueran a la cama a dormir.

James no estaba en el lugar y se suponía que llegaría en dos días. Era el tiempo perfecto.

Se fijó en el reloj que estaba en su mesa de noche y ya era hora.

- Creí que te habías dormido - le susurro Rachel cuando llego al punto de encuentro.

- ¿Estás bromeando? No pude pegar un solo ojos.

- Vamos, vamos, vamos - les dijo el guarda sacándolas por el contenedor de basura que daba a la calle. Olía asqueroso. Estuvo a punto de vomitar.

El espacio era tan reducido que sintió que se quedaría atascada.

- Trata de no respirar - le susurro Rachel.

Kendall la obedeció.

- Rachel, la maleta - le dijo ella una vez estando afuera

- Aquí la tengo. Vamos, camina muy deprisa y no veas atrás - le dijo tomándole la mano.

Ya había terminado el primer paso. Y estaba más asustada que cuando estaba adentro.

Se permitió ver rápidamente para atrás.

Era un edificio bastante grande, horrible y en mal estado en donde había estado diez años de su vida.

Salieron del callejón donde estaban los contenedores de basura y nadie se detuvo a fijarse en ellas.

Kendall estaba aterrada de ver tanta gente alrededor de ella, estaba aterrada porque temía que de un momento a otro la tomaran de la mano y la llevaran de regreso a su encierro, de que lastimaran a Gabe por su culpa. Y, sobre todo, estaba aterrada de que Gabe se olvidara de ella, que ya no lo volvería a ver más.

Caminaron por las calles de Las Vegas tan rápido que pronto Kendall sintió malestares.

- Vamos a descansar un momento - le dijo Rachel

- No, no, no sigamos.

- Estas a punto de desmayarte - Rachel fue dura esta vez -. Jure que te cuidaría y eso hare.

- No quiero estar en las calles. Nos pueden encontrar.

- No se darán cuenta de nuestra ausencia hasta que amanezca - le aseguro su amiga -. Vamos a algún motel para descansar.

Conforme más pasaba el tiempo, las personas más se fijaban en ellas, algunas les decían cosas groseras otras solo les sonreían.

Entraron a un edificio en donde una mujer estaba detrás de un mostrador. Parecía malhumorada.

- Una habitación para las dos - le dijo Rachel.

Kendall no presto atención a lo que Rachel y la otra mujer hablaban. Su concentración estaba en cada una de las personas que pasaban por el lugar. Jamás había visto a tanta gente reunida en un solo lugar.

Era aterrador.

- Vamos - Rachel se la llevó hasta la habitación en donde pasarían el resto de la noche.

- No creo que sea buena idea que nos quedemos aquí.

Rachel le sonrió algo tensa.

- Lo sé, pero necesitamos descansar. Y no será hasta mañana que podremos comprar nuestros pasajes para irnos de aquí.

- De acuerdo - acepto Kendall desanimada.

- ¿A dónde nos iremos? ¿Qué tal Wisconsin, Hawái, Texas?

- ¿Qué tal New York? - le pregunto Kendall.

Recordó que una de las chicas había dicho que era de New York y que ese lugar estaba lejos de Las Vegas.

- ¿New York? - repitió Rachel -. No está mal. Me gusta, New York está lejos, es una ciudad grande; seria grandiosa para empezar de nuevo.

Kendall logro sonreír ante el entusiasmo de Rachel.

Ambas terminaron durmiendo al cabo de un par de horas.

- Ellie... Ellie... Ellie.

Kendall se despertó sobresaltada.

- Lamento haberte asustado - se disculpó Rachel.

- ¿Cómo me llamaste? - pregunto Kendall mientras se apartaba el cabello del rostro.

- Ellie, ese es tu nombre ahora y será mejor que te empiece a llamar de esa manera.

Kendall asintió con la cabeza.

- Tienes razón... Leila.

Apenas lograron desayunar y salir lo más deprisa del motel.

- Tranquila, nadie nos está siguiendo - la calmó Rachel.

Kendall no estaba tan segura de eso, pero decidió hacerle caso a su amiga.

En el dia, el ambiente de Las Vegas era distinto, todos los puestos estaban cerrados, las decenas de personas que había visto la noche anterior habían desaparecido y solo unas cuantas estaban por las calles.

- Iremos a la estación de buses y ese será el inicio de nuestra nueva vida Ellie - dijo Rachel con una inmensa sonrisa.

Kendall no se encontraba de ánimos, estaba tan feliz de estar fuera de su maldita prisión y al mismo tiempo deseaba estar encerrada porque ahí se habían quedado su alma y corazón encerrados juntos con Gabe.

En poco tiempo llegaron a una estación de autobuses y Rachel manejo la situación a la perfección.

- Vamos para New York - le dijo dándole un papel con demasiados números.

Hasta en ese momento Kendall no dejaba de temblar.

- Amiga, somos libres - le dijo Rachel abrazándola.

Kendall dejo salir un sollozo y la realidad la golpeo en la cara.

¡Era absolutamente libre!

No más James, no más Theo, no más encierro, no más dominación.

- Libres - dijo ella abrazando esas preciadas palabras y aferrándose a ellas.

- Sí. Vamos.

Subieron al autobús que las llevaría hasta su nueva vida. Una vida fuera del encierro, fuera de cualquier miedo. Fuera del amor de su vida.

Pero tenía a ese bebe en camino y eso le daría las fuerzas necesarias para luchar con más ganas.

Se quedó dormida varias horas de viaje después, mientras contemplaba la maravilla de mundo que no conocía.

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