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Capítulo 40 (Sin Editar)


Ellie iba en el asiento del copiloto al lado de Will y observaba la bella cuidad que se dibujaba por las ventanas del auto. Era simplemente precioso, estaba anocheciendo y el cielo era una obra de arte con sus colores rojo intenso y azul claro que en combinación con las luces de la cuidad era perfecto.

Cuando Liam le contó acerca de Shreveport, Luisiana Ellie se imagino un pueblo pequeño, con algunos espacios abiertos para que los niños jugaran, pero vaya sorpresa que se llevo cuando vio los edificios grandes, casinos por doquier, hoteles, mucha gente y un ambiente bastante festivo. Era ver algo similar a Las Vegas en miniatura.

Ellie se rió para sus adentros ante semejante casualidad.

Su lugar de nacimiento era muy parecido al lugar en donde ella había sido retenida por años, pero lo que la hizo sentir segura era saber que a su lado iba el mejor hombre del mundo.

Llevaban veinte horas en ese auto — sin contar las paradas obligatorias que hacían para descansar en algún hotel y comer en algún restaurante de paso — y los nervios de Ellie se iban haciendo más grandes y al mismo tiempo deseaba llegar ya que verían a su pequeño hijo después de nueve días sin verlo, eran emociones muy contradictorias, incluso tenía dolor de estomago debido a eso. Según lo indicaba el GPS del auto solo faltaban tres minutos para llegar a su destino.

Con forme avanzaban ingresaron a un vecindario bastante amplio el cual tenía casas por los dos costados. Eran casas muy bellas, unas muy pegadas a las otras, todas con sus jardines decorados a más no poder con figuras y  adornos de la época navideña.

Había poca nieve cayendo lo cual la sorprendió ya que en casa en esas fechas la nieve cubría las calles a tope.

Ellie trataba de recordar algo, aunque fuera un pequeño detalle de ese lugar pero era imposible, las casas eran extrañas, las personas que paseaban por las aceras eran extrañas, todo extraño y desconocido para ella. Era como si nunca antes hubiese estado en ese sitio.

El auto de Liam — que iba delante del de William y ella — se detuvo justo frente a una casa de dos plantas. William imitó los pasos de su hermano.

La joven no dejaba de observar esa casa. Todas las luces, tanto de la planta alta como baja estaban encendidas. Era una casa grande a simple vista, con un jardín pequeño cubierto de césped al frente de esta, la fachada era de madera color crema y café, con un camino de piedra que abarcaban desde el inicio del jardín hasta la puerta principal.

Ellie cerró los ojos en la espera de algún recuerdo sobre la que había sido su casa de pequeña pero nada ocurrió y eso la frustró más de la cuenta.

—Tranquila —William le tomó las manos y las frotó para que entrara en calor —. Yo estoy contigo.

—Tengo miedo —aceptó ella por primera vez desde que decidieron hacer el viaje hasta Luisiana tres días atrás.

—Lo sé —Will le sonrió de manera condescendiente —. Pero recuerda que ellos no quieren ver a la pequeña niña de seis años sino que a la bella y valiente  mujer que eres ahora. Además tu me arrastraste hasta aquí así que no te puedes acobardar ahora —bromeó, haciendo que se riera y aliviara un poco la tensión en su cuerpo.

Liam salió de su carro y se dirigió hacia ellos.

Will abrió la puerta del conductor, salió  y se apresuró para abrir la puerta del copiloto y ayudarla a salir.

—Gracias —dijo Ellie, aceptando la mano que este le ofrecía —. ¿Si sabes que solo estoy embarazada y no lisiada, verdad? —se quejó ella cuando Will le colocó una mano en la cintura.

Liam se carcajeo y William entrecerró los ojos.

—No es ningún problema para mi ayudarte a bajar de un auto y sobre todo teniendo en cuenta que llevas sentada en la misma posición más de cinco horas.

—Saben que es entretenido para mi verlos discutir —intervino Liam —, pero las personas se están empezando a detenerse para ver quienes son estos dos extraños.

Ellie se sonrojo y de reojo observó que Liam tenía razón, varias personas en la calle del frente se habían detenido para verlos a William y a ella muy descaradamente.

—Buenas noches —los saludo Liam sacudiendo la mano..

Los aludidos saludaron al joven de igual manera y retomaron su camino.

—Vamos, te están esperando —dijo Liam, dirigiéndose a ella esta vez.

Habían hablado con su madre un día antes del viaje y le habían dicho que Ellie iría a conocerlos en compañía de su novio y para pasar las fiestas con ellos, Chris y Leila - omitiendo el hecho de que estaba huyendo de paso del desgraciado que la había secuestrado de niña -. Su madre había estado encantada con la noticia de la visita y estaba deseosa de que llegaran pronto.

Se encaminaron hasta la entrada del jardín y de esa manera Ellie pudo estudiar más detalladamente cada cosa que veía.

Había un buzón negro con manchas de pintura de distintos colores que tenía escrito en letras blancas y cursiva "Familia Littleton"  

El jardín tenía varias macetero con diferente  tipos de flores en ellas, todas alineadas en forma vertical en dirección a la puerta principal de la casa, tenia un pequeño columpio rojo en el centro y un trampolín con malla color azul al lado.

Antes de llegar a la puerta de la casa Liam la tomó de la mano y la abrazó con fuerza a lo que Ellie le respondió de la misma forma. Su hermano no solo se había ganado su confianza sino que su cariño también.

—Bienvenida nuevamente a casa, Ellie —le susurró al oído con la voz entrecortada.

Los ojos de Ellie se humedecieron al instante y no pudo evitar que las lágrimas resbalaran por sus mejillas.

Liam abrió la puerta y Ellie tomó con demasiada fuerza la mano de William mientras este le acariciaba la mano con la yema del dedo pulgar.

La puerta se abrió completamente y varias personas quedaron justo frente a su vista pero su mirada se clavó directamente en los ojos de su madre y del hombre que estaba tomada de la mano, de no más de cincuenta años, de una altura bastante considerable, cabello castaño claro corto, con unos increíbles ojos azules claros idénticos a los de Liam y ella.

Ellos eran sus padres.

Ambos lloraban al verla y Ellie sentía que le dolía el pecho ante las emociones que se le acumulaban dentro del mismo; no sabía que hacer, sentía un nudo en la garganta y no sabía si correr a abrazarlos, si correr en dirección contraria y subirse al auto nuevamente.

Como si presintiera la intención que tenía, su madre fue la que dio el primer paso y William soltó su mano y le murmuró:

—Tu puedes cielo.

Ellie avanzó un solo paso, acortando la distancia entonces su madre corrió a abrazarla.

La mujer era más baja de estatura que Ellie, así que ella tuvo que encorvarse un poco para poder abrazarla mejor.

Cuando tuvo el primer contacto con los brazos  con su madre se sintió amada de inmediato, su abrazo era cálido y cargado de tanto amor que Ellie no pudo resistirse y se soltó a llorar con tanto ímpetu que creyó que se le iba el alma en ello.

Podía que no recordara a su madre, pero a pesar de ello sabía que amaba a esa mujer y que ella también sentía lo mismo y eso era lo único que importaba en ese momento.

—Mi bebe, mi bebe esta conmigo otra vez —sollozó su madre besando su frente y sus mejillas y acariciando su cabello.

Su padre se acercó un poco y Ellie vio las lágrimas que caían de sus ojos, sus labios estaban fruncidos en forma de un puchero. Eran los mismos pucheros que Chris hacía cuando trataba de contener las las lágrimas.

Su madre los tomó de las manos a ambos y sonrió entre el llanto.

—Mi amor, te presento a tu padre, Christopher—ambos se veían directamente a los ojos y Ellie sintió que ese hombre podía ver a través de su alma.

Ellie le sonrió mientras su labio inferior temblaba debido a una nueva oleada de lagrimas que se avecinaban.

—No sabes lo mucho que le he pedido a la vida que mis ojos pudieran verte nuevamente mi niña —dijo el hombre rindiéndose al llanto y abrazándola con mucha más fuerza que su madre.

Ahora fue el turno de Ellie en sentirse diminuta en comparación a la altura de su padre y se sintió como una niña pequeña que abrazaba a su padre, se sintió protegida entre sus brazos.

Su padre acunó su rostro entre sus grandes manos y le beso la punta de la nariz.

Ellie escondió el rostro entre sus manos y lloró más cuando a su mente llegó un recuerdo de un hombre haciendo eso mismo a una niña pequeña.

Esa niña había sido ella. Ese era el beso que su padre le daba a ella y a sus hermanos antes de ir a la cama.

Ellie recordó a su hermana de pronto y sus ojos se encontraron con los de una mujer muy parecida a ella físicamente, pero con una cabellera rubia larga y ondulada y los mismos ojos azul eléctricos de su madre que estaba abrazada de Liam.

Ella, al igual que todos en la estancia estaba llorando pero mantenía una gran sonrisa  a diferencia de los demás.

Ellie se le acercó y le preguntó a Liam:

—¿Es ella?

Liam asintió, sonriendo ampliamente

Su hermano le había contado muchas anécdotas acerca de Quinn y de como siempre la defendió a ella por sobre su hermano mayor,  Quinn había sido quien jugara con ella cuando las demás niñas la dejaban a un lado por ser muy pequeña , ella era quien le había enseñado como se bajaba correctamente de un columpio y un tobogán.

—Hola —la saludó Ellie.

Quinn se acercó a ella y la abrazó con delicadeza.

—Sabía que este cabezota te encontraría, osita —murmuró con la voz entrecortada.

—Me alegro tanto de que lo haya hecho —respondió Ellie sonriéndole a Liam y ofreciéndole una mano.

Minutos después otros familiares, entre tíos y primos se presentaron con ella y expresaron su felicidad en verla nuevamente y sobretodo verla tan bien y feliz.

William fue presentado debidamente ante sus familiares y fue aceptado de inmediato por todos los miembros.

Ellie poco a poco fue saltándose y relajándose, William estaba a su lado y era tratado con mucho cariño al igual que ella, nadie tocaba temas incómodos, solo le hablaban de historias de cuando era pequeña, de las travesuras que hacían sus hermanos y la culpaban a ella por ser la más pequeña y no podía  defenderse.

Ellie se sentía cómoda con ellos y a pesar de que no sentía a Shreveport como su hogar, esas personas que estaba allí dándole la bienvenida nuevamente si eran su hogar, eran el hogar que le había sido arrebatado y ahora estaba de regreso con ellos.

—¿Dónde están Leila y Chris? — le preguntó Liam al cabo de un rato. Se sintió tan mal de haberse olvidado de ellos, pero en ese momento era tantas cosas juntas que fue inevitable.

—Ya vienen para acá, estaban en casa con mi esposa y tu sobrina —le respondió Liam alborotando su cabello a como lo hacía con Chris.

No pasaron ni cinco minutos cuando escuchó la vocecita de su hijo.

—¡Mami!

Chris, su pequeño corrió hasta donde estaba ella y la abrazó con fuerza por la cintura mientras lloraba.

—Hola mi amor —Ellie se agachó hasta su altura y le dio besos muy sonoros en las mejillas.

—Te extrañé mucho —Chris le acarició las mejillas y la volvió a abrazar.

—Yo también te extrañé mi niño.

Ellie observó a Leila de pie junto a William y le sonría.

La joven se levantó y corrió a abrazar a su hermana, a ella también la había echado de menos.

—No sabes lo feliz que me hace saber que estas aquí —dijo Leila. Sus ojos estaban enrojecidos, señal de que había estado llorando con antelación y Ellie presintió que esas lágrimas no eran debido a ella. 

Iba a preguntarle si todo estaba bien cuando otra vocecita, pero esta vez una femenina resonó por toda la estancia. 

—¡Papá!

Ellie prestó atención a la pequeña niña rubia que estaba en brazos de una mujer bajita, cabello oscuro y rizado, piel clara.

—Hola mi cielo —Liam corrió hasta el lado de su esposa y su hija y las abrazó a ambas.

Ellie sonrió al ver a su hermano relajado, por lo general estaba siempre tenso y con la guardia en alto.

Pasaron una noche bastante amena al lado de todas esas personas y cuando Will dijo que debía irse al hotel en el que había reservado una habitación, su madre se negó en rotundo y le dijo que en casa había espacio suficiente para que él se quedara.

Ellie por primera vez en la vida disfrutó lo que realmente era el calor de un hogar al lado de sus padres, sus tres hermanos, su hijo, su sobrina, cuñada, con Will y sobretodo con el pequeño intruso, quien al parecer también estaba feliz y decidió portarse bien y no hacer de las suyas por esa noche.





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