#2
Espero que les guste~
Nota: ¡Muchas gracias a quienes le dieron una oportunidad a esta historia!
CatNap siempre tuvo algunas dudas acerca de las ordenes de sus dios y sus acciones. Nunca lo dijo en voz alta, tampoco permitió que aquello se mostrara en su postura o en su expresión siquiera, porque eso podría traer grandes consecuencias de las que solo fue testigo, sin mucha opción más que mantener los ojos bien abiertos y la sonrisa de siempre, obedeciendo con aprensión que desaparecía por segundos cuando su dios lo palmeaba en la cabeza en señal de buen trabajo.
Pero las dudas volvían a él cuando alzaba la vista y notaba el alcance de sus acciones.
Amaba a su dios, lo veneraba y lo respetaba, queriendo esa libertad que le habían prometido pero al mismo tiempo, nunca había esperado que todo llegara tan lejos. La hora de la felicidad, la muerte de todos los seres humanos que quedaban en la empresa, la hambruna y locura que vino después, terminando en una masacre entre los mismo muñecos hambrientos una vez que se terminaron los cadáveres. Fue horrible, un coro de gritos que quedaron dentro de las paredes de aquel lugar y se perdieron con los días, solo para ser reemplazados no mucho después por las suplicas y chillidos de los juguetes. El silencio que llego después de todo asfixiante, en especial para el gato. Recuerda haber sentido algunas nauseas en ese momento, su sonrisa perpetua evitando que esta pudiera caer para mostrar su verdadera desesperación y tristeza, llorando en silencio en la esquina más oscura y alejada que encontró, sabiendo que su arrepentimiento en si no valía nada después de eso.
Encerrar a Miss Delight con todas sus copias en la escuela y quedarse en la entrada como le ordenaron fue una tortura. Los gritos de la masacre que no podía ver y las súplicas mezcladas con desesperación acompañados de golpes constantes lo persiguieron en pesadillas durante todo el tiempo que estuvo vivo. La culpa fue aplastante, pesada sobre su cuerpo y aun así, continuo lo mejor que pudo. Ya no había vuelta atrás.
Perseguir a sus amigos y ahogarlos en humo rojo hasta que terminaron casi matándose entre ellos fue horrible, algo que nunca podría olvidar, deseando tener la oportunidad de vomitar pero solo siendo acosado por las nauseas y el horror que pronto se convirtieron en una pesada culpa que lo ahogaba en cada segundo que caminaba. Eso se agrego a su material para pesadillas.
Lo que le hizo a Kickin lo hizo querer llorar, lleno de arrepentimiento y suplicando por un perdón que nunca tendría, pero se abstuvo, sabiendo que no tenía ningún derecho a esas alturas.
Lo que le hizo a DogDay...cielos, estaba mal en tanto sentidos que no podía expresarlo con claridad y quedo como una marca más en su mente, una pesa más de culpa para su cuerpo.
En su momento de necesidad, se arrodillo ante su dios y espero algo, libertad, un perdón, algo que hiciera que todas las dudas que lo asaltaron durante los años desaparecieran en ese mismo momento y borrara toda la culpa con la que cargaba, que se deshiciera de alguna manera de todo el horror que vio y causo, pero lo único que recibió fue el dolor por una apuñalada directa en su sonrisa, sintiendo que su cabeza era atravesada y algo en él se terminaba de romper. Se sintió como una traición y eso, dolía más que la herida. Quiso toser, ahogarse, pero había perdido todas sus fuerza y solo pudo cerrar los ojos, sintiendo que era levantado, de alguna manera sabiendo que seria desechado como muchos otros lo habían sido.
En sus últimos momentos es que lo entendió. Él no era nada más que una marioneta que su dios uso a gusto. Nada valió la pena. Todo el mal que hizo, todo el dolor que causo, todo el horror que enfrento fue en vano pero ya no había forma de remendar las cosas. Se hundió en la oscuridad de sus pecados, sabiendo que seria perseguido por ellos durante la eternidad, y aún así, deseo con toda su alma una segunda oportunidad, poder hacer las cosas diferentes o rogar de rodillas y hacer todo lo que pudiera para arreglar lo que había destruido con sus propias manos.
Alguien debió escucharlo y tener piedad de él o quizás de todos los demás y lo incluyeron por lastima. No importaba, alguien escucho.
Despertar fue inesperado, una sorpresa que solo se transformo en asombro cuando vio a su alrededor, reconociendo su pequeño y tranquilo hogar en aquel mundo de caricaturas que tuvo con sus amigos antes de que todo se fuera al diablo. Puede ver todas sus cosas, cosas que reconoce a pesar de no haberlas visto en mucho tiempo, y cuando respira, puede sentir el fuerte olor a lavanda que había perdido a los pocos años de que todo empezó. Se levanta, tembloroso y un poco torpe de repente de moverse solo en dos patas, acercándose al espejo que tiene allí, sorprendido con la imagen que le devuelve el reflejo. Se ve como antes de ser expuesto a los experimentos de su dios, pequeño y adorable, de tonos violetas brillantes, con la cola larga que se mueve y ese colgante de media luna al que tanto se había aferrado.
-Oh...- abre y cierra la boca, acariciando sus mejillas, pudiendo sentir la suavidad de su pelaje. Su sonrisa perpetua ya no existe y por unos segundos, solo se mira, analizándose en silencio. Hasta que todo lo golpea una vez más. Sus arrepentimientos, sus dudas, sus acciones, la traición y todo lo que viene con eso, sintiéndose casi como algo pesado que chocaba contra su pecho con fuerza, haciendo que fuera difícil respirar. Aprieta los labios temblorosos, su expresión arrugándose en angustia mientras las lagrimas no tardan mucho en aparecer y en lo que se siente por primera vez en toda su existencia, llora. Llora con alivio y felicidad, amargura y dolor, culpa y arrepentimiento. Llora, solloza y su voz se rompe, cayendo de rodillas en el suelo antes de acurrucarse, abrazándose como si luchara por mantenerse unido. Se permite expresar todo lo que había guardado en años, lo que no se permitió mostrar por temor y solo se dejo desmoronar.
No tiene idea de cuanto tiempo se la pasa así, acurrucado en el suelo de su casa medio oscura por las ventanas cubiertas y sin ninguna luz siquiera prendida, sollozando abiertamente, sintiendo su corazón destrozado por sus propias decisiones. Segundos, minutos, quizás incluso llego a la hora pero no lo sabe y eso pierde importancia cuando escucha algo.
-¡Estamos vivos!- levanta las orejas, atento, pudiendo escuchar risas muy familiares que había extrañado con toda su alma. Se levanta, apurado para acercarse a su ventana y corriendo las cortinas, ignorando lo encandilado que se siente por unos segundos debido a la luz del exterior, ahí es cuando los ve. Están allí afuera. Bobby esta celebrando, con grandes sonrisas, soltando una risa tan fuerte que hasta el puede escucharlo antes de tirarse al suelo con un chillido de felicidad. Bubba parece pensativo, su mente corriendo en un intento de entender y encontrar el sentido de la situación de seguro, siempre queriendo encontrar la lógica en todo lo que pudiera. Crafty, para variar, parece más entusiasmada por los colores que la rodean al repentino milagro de volver, su sonrisa grande y los ojos brillantes mientras admira los colores que la rodean, aplaudiendo, de seguro queriendo tener hojas y colores cerca. Hoppy, enérgica, da grandes saltos y voltereta, festejando de una manera ruidosa, llegando incluso a lanzarse sobre la osa para abrazarla en medio de su emoción, ambas riendo en el suelo. Picky también está ahí, sentada, llenándose la boca con comida sacada de quien sabe donde entre lágrimas de alivio y felicidad, tan aliviada como los demás de seguro.
Solloza, lleno de alivio. Están de vuelta, vivos, luciendo tan sanos y brillantes como antes de que él tomara malas decisiones. Les dieron otra oportunidad de continuar, incluso en sus circunstancias, y el felino siente una punzada de esperanza a la que se aferra con fuerza. Tiene una oportunidad de disculparse y si ellos lo dejan, de hacer las pases.
Y aun cuando tiene toda la intención de hacerlo, en cuanto abre la puerta, solo puede quedarse estático.
CatNap se queda ahí por unos segundos, algo escondido entre las sombras, aprensivo y temeroso. Sabe lo que hizo, lo recuerda a la perfección y eso forma un nudo en su garganta, la culpa amenazando con ahogarlo. Quiere pedir perdón, suplicar por algo que no sabe si merece pero esta dispuesto a intentarlo porque los quiere de vuelta. Fueron sus amigos, su familia, los seres que más amo y los extraño con cada parte de su ser pero también son a quienes lastimó, así que solo puede esperar que ellos sean lo suficientemente amables como para al menos dirigirle la palabra. A pesar de eso, no sabe como empezar y la duda lo invade.
Cree sentir algo en su espalda que lo empuja lo suficiente como para hacerlo tropezar y salir de su casa por completo, sacándolo de sus dudas y pensamientos. Mira al interior, frunciendo apenas el ceño con confusión al no ver nada que llame su atención, volviendo a mirar al grupo y enderezándose en su lugar. Usará ese empujón imaginario como un incentivo de lo que tiene que hacer.
Así que respira profundo, se arma de valor y aunque esta lleno de miedo, avanza con decisión, su larga cola agitándose con ansiedad con cada paso.
No lo sabía pero hay dos seres en su casa, que lo observaban en silencio alejarse, invisibles de momento a los ojos de cualquiera.
-Pensé que íbamos a hablar con él, darle una advertencia- Sunny hizo un puchero, mirando a su compañera con confusión y curiosidad, sin poder saber del todo que cruzaba por su mente.
-Nha, su arrepentimiento es genuino. Eso es lo que quería- Bunny negó, dejando escapar un ligero suspiro de alivio. Había temido un poco la actitud del gato y era bueno ver que no estaba contento con sus propias acciones. -Además, creo que hablar con él solo habría sido como echar sal a una herida abierta y eso es casi tortura. No hacemos eso-
-¿Y hacer que recordara todo no es tortura?- enarco una cena, cruzándose de brazos.
-Nop, es un recordatorio. De lo que hizo, de lo que perdió...- se encogió de hombros apenas. -...es bueno tener en cuenta todo eso cuando quieres mejorar- sonrió. -Aunque...- miro de reojo por la ventana, pudiendo ver al resto, confundidos pero alegres de estar vivos una vez más, aunque parecieron tensos y aprensivos en cuando notaron qué CatNap de les estaba acercando. -...solo espero que las cosas salgan bien. No quiero meterme demasiado aquí- y aunque la más baja hizo un puchero, no del todo contenta al no poder socializar con todos, ambas se dispusieron a observan una vez más y no meterse.
A menos que fuera muy necesario.
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