#11
Espero que les guste~
Nota: CatNap no tiene malas intenciones, en serio que no. Sabe que lo que hizo esta mal e hizo mucho daño pero su anhelo por compañía y estar rodeado de todos es tan fuerte como su arrepentimiento. No le gusta estar solo, no después de todo lo que sucedió
El interior de la casa de Bobby tenía un cierto aire elegante, con decoraciones bonitas y de diferentes tonos de rojo en su mayoría, muchas pareciendo corazones en honor a su medallón, con olor a rosas gracias a las flores colocadas cuidadosamente y que eran cambiadas cada vez que podía, con diversas fotos en las paredes de todos sus amigos y algunos dibujos colgados allí también. Ahora, esta decorado. Hay un bonito cartel con las letras dibujadas con diferentes colores que dice "¡Estamos vivos!" colgada en la pared, en la más vacía que tenía en su pequeña sala, su mesa llena de diferentes bocadillos y bebidas, con algo de música de fondo y una piñata algo deforma pero colorida que de momento esta dejada a un lado. El lugar en si se siente un poco pequeño por haber tantos pero a ninguno de ellos parece molestarle, hablando con grandes sonrisas y mucho entusiasmo, planeando empezar a algunos juegos.
Mientras, DogDay solo puede observar. No tiene deseos de unirse, hay un cansancio en él que le pesa y lo mantiene sentado en el cómodo sillón de la osa, pero al mismo tiempo, esta satisfecho con ver y escuchar, aunque en si no presta mucha atención.
Esta luchando por mantener cierta ansiedad bajo control. Sus años de encierro, especialmente aquellos en solitario, lo había dejado especialmente paranoico y ansioso, alerta, siempre esperando a que algo sucediera porque así habían sido sus días. Temiendo que CatNap lo visitara para otro experimento más, aterrado de que aquellas pequeñas criaturas hambrientas llegaran para terminar de devorarlo, temblando de solo pensar en lo que aquel que se hacia llamar "dios" podría tener planeado para hacer con él. Siempre había algo a lo que tenerle miedo, algo a lo que enfrentar, algo que estaba detrás de él con intenciones asesinas y solo recordarlo lo hacia temblar de terror.
Su ansiedad es lo suficientemente mala como para no poder mantenerse quieto en si, agitando la pierna y retorciendo sus dedos, luchando contra las ganas de solo abandonar todo para poder irse y esconderse bajo su cama. Su hogar es el lugar más seguro que tiene, dentro de lo que cabe, y tiene muchas ganas de volver.
-Recuerda, dime cuando sea demasiado y quieras irte- Kickin lo mira con seriedad, preocupado, un poco indeciso sobre dejarlo solo. -No tiene gracia estar en una fiesta si no te sientes cómodo-
-Lo hare- se mueve para subir las piernas al sillón para abrazarlas contra su pecho, esperando que a su amiga no le molestara, resistiendo la tentación de balancearse ligeramente. -Deberías ir a divertirte un rato...- hizo un gesto hacia Hoppy, quien tenía varias cajas de juegos que se podían jugar en interiores, su sonrisa gran y emocionada, dispuesta a ganar todo lo que pudiera de seguro. -...antes de que mi batería social se acabe- casi quería reírse de esa frase. Él, el siempre amable y sociable, ahora tenía ansiedad y una batería social algo corta. Que rara se habían puesto las cosas.
-¡Oye, pollo!- la coneja sonrío, con una caja de un juego en particular entre sus manos, enseñándolo casi como si fuera una especie de trofeo. Twister, un juego que usualmente terminaba con algunas discusiones y risas, con algunos golpes en su intento de sobrevivir todo lo posible. Era muy divertido de ver, en especial si quienes jugaban eran Hoppy y Kickin. -¿Juegas o te acobardas?- su sonrisa es burlona, con un reto claro en su mirada.
-¡En tus sueños, orejona!- sonrío, lleno de competitividad juguetona. -¡Te ganare!- mira al perro, su expresión derritiéndose en algo lleno de dudas y aprensión pero DogDay le sonrío lo mejor posible, haciendo un gesto, sin querer mantener al otro demasiado apartado de todos. -Llámame, nos iremos cuando quieras- lo señalo con seriedad, acariciando la cabeza ajena al verlo asentir, alejándose con grandes pasos. -¡Te ganare, ya veras!-
-¡Quiero verte intentarlo!- Hoppy le saco la lengua y juntos, armaron el juego en la parte de la sala más libre posible, dispuestos a competir. Bubba, siendo el más justo a la hora de jugar y quien se sabía las reglas de la mayoría de sus juegos, fue arrastrado para funcionar como una especie de arbitro.
Y así, DogDay se queda solo, contento con mirar. Bobby esta hablando con Crafty, Picky se aprovecha de nadie la esta mirando para comer los bocadillos que había preparado, mientras Bubba hace girar la rueda colorida, al parecer riéndose mientras Kickin y Hoppy empiezan su competencia, ninguno queriendo rendirse tan fácil. Casi se siente como su rutina de antes, incluso si no esta realmente participando y por un segundo, se acomoda, cerrando los ojos. Casi siente que podría dormirse ahí, rodeado de olores familiares y el coro de voces de aquellos que tanto había extrañado.
Pero hay un golpe que lo sobresalta, que parece resonar por encima de la música y las risas de alguna manera, logrando que la osa se iluminara y avanzara a grandes pasos, mientras el perro solo puede encogerse en su lugar y suplicar por alguna clase de fuerza a quien pudiera escucharlo al mismo tiempo que el último invitado llega. CatNap esta ahí, luciendo un poco aprensivo, solo relajándose cuando se fija en la osa.
-¡Me alegro tanto que hayas decidido venir!- Bobby lo abraza con fuerza, un gesto que el gato corresponde, para luego arrastrarlo hasta adentro. -Adelante, ponte cómodo~- y el felino no le queda otra más que obedecer, ansioso y pareciendo fuera de lugar pero hay una sonrisa temblorosa en su rostro, casi luciendo contento de estar allí.
DogDay tiene toda la intención de dejarlo pasar, luchar por ignorarlo con tal de que toda la fiesta pudiera salir tan bien como todos lo planearon, pero en el instante que sus miradas se cruzan por pura mala suerte, cualquier idea se desvanece de su mente. Parpadea y la expresión del gato, llena de algo que no tiene muy en claro, parece deformarse ante sus propios ojos en una escena de película de terror. Su sonrisa se agranda, abierta y con ese fondo negro que amenaza con expulsar aquel humo que tantas veces lo había ahogado, los ojos brillantes perdiendo color hasta volverse opacos, pupilas pequeñas perdidas en aquel abismo negro y sin fondo que son sus ojos, dándole una apariencia aterradora. Ese mismo rostro lo ha seguido en sus peores pesadillas durante mucho tiempo.
Esta temblando, puede sentirlo, y le esta costando cada vez más respirar, jadeando después de unos pocos segundos, su desesperación en aumento. Hay miedo y terror mezclados, creciendo hasta amenazar con convertirse en pánico puro, logrando que sintiera desesperación, sin saber que hacer. Los sonidos se vuelven lejanos, amortiguados hasta el punto en el que realmente ya no puede escuchar mucho, su boca abierta en un intento de que todo al aire posible entrara a su cuerpo y sin poder apartar la vista del felino, sin importar cuanto lo intentara.
Hay un fuerte olor a lavanda que de repente llena la habitación, casi metiéndose en su nariz, de alguna manera obligándolo a respirar profundo y aspirar el extraño humo violeta que no puede especificar de donde viene, todo lo anterior siendo opacado por una repentina ola de tranquilidad que lo inunda, sus sentidos adormilados mientras se tambalea y cree que hay manos que lo sujetan antes de que pudiera caer, parpadeando lento y pausado mientras parecían recostarlo con mucho cuidado. Ve una silueta borrosa, aunque los tonos violetas le dan una buena pista, pero no puede sentir pánico ni nada más que una pesada somnolencia que lo arrastra a la oscuridad. Lucha contra eso, recordando vagamente que eso también era un efecto secundario del humo rojo, aunque pierde y sus ojos se cierran, cayendo en un profundo sueño.
Pronto, se encuentra en aquel paisaje de ensueño, parado justo en medio de aquello. Su miedo aun esta presente, empeorando con los destellos de recuerdos que se le viene a la mente y lucha por alejar, dejando escapar un sollozo medio ahoga. Cae de rodillas, abrazándose, permitiéndose llorar y sollozar con libertad, porque a pesar de que ahora se supone que es libre y esta entero una vez más, aun se siente roto, más haya de la reparación, y no sabe que hacer con eso.
Se olvida, por unos segundos, que no esta tan solo como cree en ese lugar.
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