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Capítulo 20

Gerald

—¿Preparado? —pregunta Belliz —puedo esperar a que te recuperes.

—Nos casaremos—le digo tomando una de sus manos y llevándola a mis labios—no pienso esperar mucho.

Creo que nunca pensé llegar a casa de nuevo, el jardín donde solíamos jugar en nuestra infancia o el sitio en donde di mi primer beso a una niña. Mi vida se dividía en antes y después de Charly, ese hombre marcó mi vida para siempre, no solo por lo que me hizo también por lo que pudo hacer a Belliz.

El nudo en mi garganta aumenta a medida que las puertas del auto se abren y el ardor en mis ojos es una muestra de lo emocionado que estoy. La mano que se extiende para recibir y que desconozco a quien pertenece no importa, solo sé que es familia, amiga y de confianza.

"Estoy vivo y daré la batalla", pienso al salir y ver en pie al tío Gino observándome con orgullo.

—Bienvenido hijo —saluda abrazándome. —lamento no estar contigo cuando me necesitaste, pero estuviste siempre en mi mente —sigue diciendo —Belliz cielo, supe que eras buena enfermera. ¡Bienvenida!

—El arzobispado tiene todo lo que se requiere —nos dice mamá quien se mantiene a distancia mientras los demás saludan. —solo es poner fecha y esperar.

—No quiero esperar —le digo y todos ríen —cuanto antes mejor.

Todo mi ser se desploma en ese instante, tenemos la dicha de tener tres padres y el mismo número de madres, pero nunca he sido consciente de lo afortunado que soy hasta hoy. Ellos me aman pese a saber que no soy uno de los suyos, no de sangre, Gino Doyle fue el que insistió en mi silencio y alejamiento no era normal. Quizás si su voz hubiera tenido eco, mi vida hoy día fuera distinta, no obstante, no hubiera conocido a mi hermano.

—Necesitas recuperar un par de kilos —dice alejándose de mí y palmeando mi mejilla.

—Yo me encargo de eso —comenta la tía Laura quien avanza hacia mi sonriente —mi bebé, no tienes idea del tormento que fueron estos meses. Belliz nena tu también necesitas un par de postres.

Rose tiene en brazos a su hijo y no puedo evitar buscar algo familiar en ese rostro redondo que sonríe y mirándome con curiosidad. Gael y Gadien están allí, me dicen que estarán un par de días para la boda. Saludo a cada uno con la satisfacción que me da saber que tengo una segunda oportunidad para vivir, reír y disfrutar de esta familia.

Esta vez de forma plena y con la certeza de saber el valor inmenso que tienen cada uno de ellos a mi vida. La prensa ha seguido hablando de nosotros, hasta que encuentren otra novedad dice mi padre ayudándome a entrar a mi casa. Esa noche dormí como niño, los olores y ruidos conocidos desde siempre me dieron la seguridad de hacerlo. La mujer abrazada a mi pecho también, aún no teníamos fecha para la boda, pero si donde sería la luna de miel. Nos iríamos de luna de miel al Caribe latino, un lugar en donde estábamos seguros nadie nos conocía y podíamos ser dos simples turistas.

—¿Eres Feliz? —le pregunto al saber que está despierta.

—Sabes que si —pero mi felicidad será mejor cuándo ese especialista nos diga que puedes llevar una vida normal —suspiro tomándola de nuevo en brazos y la siento pegarse a mí.

Mi enfermedad sigue allí, el riesgo de recaer también, las restricciones, el estilo de vida, todo seguía igual. Con la única diferencia que tenía a mi lado a mi esposa, la mujer que estuvo para mí en los momentos más difíciles.

—Tengo que ir a New York a cumplir el tiempo linda —le digo —el tío Gino asegura no es necesario, pero hice una promesa.

—Creo que ese año es bueno para solucionar lo de Gonzalo, despedirnos como se debe —empieza a decir y los primeros rayos del sol se cuelan por la ventana —si no nos ven no hablaran mucho.

—¿Tú crees?

—No, pero se siente bien decirlo en voz alta —murmura y escucho su risa —¿Necesitas ayuda? quiero hablar con Gabriela.

Niego asiente dando un beso fugaz y entrando al baño. Ambos hemos visto la marca de los dedos en su brazo la noche anterior. Ella le ha restado importancia, pero Belliz y yo estamos preocupados que este en problemas.

—Pídele ayuda para la boda —le aconsejo incorporándome en la cama —lejos de casa y de la mirada de los todos te dirá lo que sucede.

—Eso haré —habla en voz alta.

El mareo es cada vez más leve, el cambio en los medicamentos ha ayudado y estoy seguro que el de ambiente igual. La soledad en mi habitación me permite mirar mis recuerdos de niñez, tomo el viejo álbum de fotos y empiezo a pasar las hojas despacio. El cumulo de recuerdos, son un viento fresco para mi vida y la dicha de tener una familia me hace recordar que Bradley Duffy no corrió con la misma suerte.

El recuerdo de la última vez que lo vi llega a mí, al detener mi vista en una imagen mia de cuando tenía 22 años, la misma edad que él podría tener en esa instantánea de su hermana. Saco del bolsillo de mi pantalón el numero escrito con el nombre de Desiré y suspiro pesado al recordar.

Flashback

—¿Te sientes mejor? —me pregunta la trigueña por enésima vez y sigo sin responder no tienes la presión alta y el ritmo cardiaco está bien, podría ser por no comer ¿Tienes hambre? —insiste.

—No he comido, pero no es por eso —le digo y alzo la camiseta —trasplante, Charly dañó mi vida.

—Lo intentó, pero no pudo —me corrige sonriente —eres un hombre afortunado, he leído mucho sobre ti.

—Si necesitas empleo, yo puedo dártelo —le digo y me mira con ojos risueños —si no te dan nada en los Frederick, me buscas ¿Lo prometes?

Estiro la mano que toma rápidamente y sonríe feliz. No sé porque lo estoy haciendo, quizás es para tener un motivo de volver a ver a su hermano o para ayudarle de alguna manera. Si es como yo, su felicidad es la de los suyos.

—Lo prometo, pero usted se irá —se queja —¿Quién me ayudará allí?

—Volveré en un mes, solo voy me caso y regreso —explico y asiente —he vivido con mi prometida sin casarme y eso puede causar rumores...

—Tambien que ella encuentre otro a mí no me engaña —se apresura a decir y sonrío ante su felicidad —un mes —sigue diciendo —tiene que darme una fecha.

—Cuarenta días a partir de hoy —le digo, pero no parece creerme, asi que tomo el móvil marco a la oficina y le digo a mi asistente que agende una cita con Desiré Duffy para dentro de cuarenta días contados a partir de hoy.

—¿Tres de noviembre señor, a las nueve? —pregunta.

—Tres de noviembre a las nueve de la mañana está bien para mi... muchas gracias Sandra —cuelgo y miro a la mujer quien corre busca su móvil y escribe algo en él.

Me dice que es un recordatorio para que no se le olvide, porque su cabeza suele estar en las nubes. No puedo responder porque escuchamos la puerta abrirse y al hombre llamarla.

—¿Des? ¿Todo bien con ese escoces? —alza una ceja molesta y niega mientras bufa levantándose.

—Se llama Gerald Doyle, Brad —corrige.

Entra y se queda en la puerta haciendo su cuerpo tatuado a un lado, tiene una cicatriz en su mejilla derecha que llega hasta la oreja. He contado por lo menos, veinte tatuajes en zonas visibles y no dudo que tenga más oculto. Una estrella en su muñeca derecha y una rosa en su cuello llama mi atención y algo debe verse en mi rostro porque alza la mano y me señala uno.

—Este es nuevo —dice con orgullo —¿Te gustan los tatuajes? Tienes uno.

—No tengo—balbuceo y asiente sonriente.

—Tengo al mejor ... higiénico y seguro, normalmente tienes que agendar cita con anticipación, pero a mí me hará espacio gratis....

—No puedo tatuarme, respeto mucho a quienes lo hacen, pero no me gustan —me apresuro a decir y Gonzalo llama a la chica a la sala —¿Qué hay entre ustedes dos?

—¡Nada! El me ayudará con un empleo en los Frederick y Gerald con otro en cuarenta días si no tengo suerte —responde su hermana haciéndolo a un lado.

—Olvídate del de los Frederick —le aclara molesto, pero su hermana no parece importarle.

Ya solos él se queda viéndome en silencio lejos de mí, no hace ademan de acercarse o hacer otro gesto. Solo me mira fijamente antes de preguntarme si es cierto que puedo ayudar a su hermana y porque en tanto tiempo.

—Me iré mañana a casa, regresaré quizás antes —digo e intento levantarme sin éxito, por lo que no tiene de otra más que dar unos pasos hacia mí y ayudarme. —los Frederick son buenas personas y es una buena empresa. —le digo y señalo a Gonzalo —tiene unas relaciones, mi esposa... futura esposa—corrijo y lo veo sonreír —es familia de ellos.

—No lo dudo, pero no es por eso que no puede acercarse —dice y acaricia la cruz que tiene en sus manos —es peligroso ¿Te sientes mejor? —dice señalándome.

—¿Necesitas algo? Ambos sabemos lo quienes somos —hablo obteniendo valor y lo veo asentir —si hay algo que yo pueda hacer por ti...

—Ayúdala a ella —me interrumpe y señala a su hermana —lo que sea que hagas por ella, es como si me lo hicieras a mí, no puedes hacer nada por mí, porque no se mezclan con la mafia y yo hago parte de una —habla con voz cargada de odio y mira a otro lado al ver que lo observo detenidamente —no tuve opción y me alegro que estés bien... pero mi mayor felicidad seria que Des, este realizada.

—¿Tienes su número? —le pido y asiente, busca dentro de los cajones de la mesa de noche papel y lápiz, escribe algo en él y me lo extiende. Observo la caligrafía tan parecida a la mía y alzo la mirada para verlo mirarme sin decir nada —la llamaré al regresar, tienes mi palabra.

—Es hora que te marches, lo siento, pero no es bueno que estés aquí y yo tengo poco tiempo también... tengo que hablar con mi hermana y tu volver con los tuyos —sigue y afirmo.

Me levanto de la cama y Gonzalo entra en ese instante ayudándome, no hay despedidas, aunque sé que es la primera y última vez que lo vea. Sé que no debe dolerme ver en lo que las circunstancias lo convirtieron, pero lo hace.

—Cuarenta días —dice la chica al verme entrar al auto —no lo olvide.

—Un Doyle nunca olvida sus promesas...

—Y un Duffy se asegura que las cumplan —me interrumpe él.

Fin del flashback

—Veo que estas despierto alzo la vista y veo a mis padres en la puerta.

Afirmo guardando la nota y les pido entrar, se sientan cada uno a mi lado y junto observamos el viejo álbum. Minutos después se suma a eso mis dos hermanos y en segundos estamos inmerso en un ambiente de recuerdos y risas.

Esta mañana salió la declaración de la iglesia comenta Gael los comentarios son buenos, el que firma el comunicado es el obispo Lemaire.

¿El del internado de señoritas?pregunto y asiente creí que me odiaba.

Me gané su fastidio tengo que admitirlo, porque tenía una novia en ese lugar y solía entrar a hurtadillas para verla. Muchas veces me señaló públicamente por mis faltas a la moral, tenía un programa de radio y una vez dedicó una hora a hablar de mí y como mi comportamiento alborotaba el demonio en sus dominios.

Todos conocen la paciencia que tuvo contigo cariño habla mamá y sonrío ante los recuerdos. fue una verdadera sorpresa ver que el firmaba la nota, debes leerla.

Me entregan la prensa doblada en el lugar correspondiente, lo primero que leo me hace arrugar la frente "Gerald Doyle no fue mi adolescente favorito". Empiezo a leer los detalles de lo que fue mis constantes ataques a un sitio consagrado a Dios y como las chicas solían ayudarme a esconderme o escapar en innumerables ocasiones.

Recuerda como mis padres, me llevaban siempre al otro día lo buscaban y me exigían pedirle perdón y también compensar los daños causados.

"Pinto toda la sacristía y el templo, porque mi penitencia era la misma siempre, pintar una pared. Llegó a pintar en un año prácticamente todo el sitio, el no dejó de irrumpir y sus padres en traerlo siempre a mí. —dicen apartes de la crónica —contra todo pronóstico se convirtió en un hombre de bien, es miembro activo de su congregación, no solo él, también sus padres y familia. El adolescente Gerald Doyle no era mi favorito, pero el hombre en que se convirtió es el modelo que siempre pondré en las nuevas generaciones y será un honor casarlo con Belliz D'angelo Turner, no hay impedimentos para no hacerlo."

—Creo que he sido perdonado —es cuanto puedo decir —¿Lo sabe Belliz?

—Está en el comedor —dice Gadien—deben escoger la fecha.

Belliz

—¿Bromeas? —le digo a Gerald al terminal de leer la prensa y niega.

—No, era muy popular en esa época mi nombre —responde.

Sonrío divertida imaginándomelo de adolescente saltando las paredes del lugar o a las chicas cubriéndolo. No me molesta lo que escucho, en la época en que esto sucedió yo era una niña y desconocía mis sentimientos. Las mariposas en el estómago y el sudor de las manos, no tenía idea de a que se debía.

—¿Cuándo deseas ser la señora de este pobre hombre? —me pregunta y miro a la tía Megan.

—¿Qué es lo mínimo que dura una boda? —pregunto y la respuesta no se hace esperar.

—Un mes o dos —me explica y asiento.

—Quince días —nos interrumpe y todos lo quedamos viendo sorprendida —otros quince de luna de miel... necesito cumplir una promesa en América.

Me mira con rostro cómplice y sonrió afirmando, se lo que significa para él ayudar a esa chica. Es quizás una manera de compensar lo bien que le fue a él y lo mal que lo ha pasado su hermano.

—Yo le ayudo —habla Gabriela levantándose y tomando mis manos —tengo los contactos de cuando mi hermano.

Desde ese instante nos dedicamos a planear la boda, hablé con mis padres para que me dijeran el día perfecto para ellos. No disponían de muchos días por lo que era necesario ponernos de acuerdo con las fechas. Una vez solucionado el día exacto, recibimos la ayuda de todas las mujeres Doyle, lo que no permitió estar a solas con Gabriela y ella tampoco parecía querer quedarse conmigo.

—Debo irme —me dice esa noche cuando Rose también debe hacerlo.

—¿Tienes un instante? Hay un vestido de novia que deseo le pases a la tía —me apresuro a decir al ver que esta por negar.

—Te espero fuera —comenta Rose.

Sonrío a Rose mientras beso ambas mejillas de ese hermoso bebé que tienen. Me es imposible creer que un ángel tan hermoso fuera hijo del demonio de mi primo, pero supongo que todos nacen inocentes y los años lo van cambiando. Ya a solas giro a mi prima y tomo su brazo alzando la blusa para observar el moretón que tiene allí.

—¡Lo sabía! —digo segura — si estas en problemas... solo dilo, te vienes con nosotros a América o a Piamonte Gabi —ruego y niega cubriéndose el brazo.

—Estoy bien —responde en voz baja —fue mi error ... quise ayudarle yo sola y no pude, por favor no se lo digas a nadie. Él me necesita, esto solo lo hizo para asustarme y que me alejara de él.

La observo sin entender y la obligo a avanzar a un lado de la casa, de tal manera que nadie pueda vernos o escucharnos.

—¿De quién hablas?

—De Thomas, el primo de Rose perdió a su hijo y parece querer morir con él —intento recordar a ese hombre, pero no hay nada en mi mente —al que besé y me ayudaste con la esposa.

—¿Te gusta ese hombre? Es lindo no lo niego, pero es casado...

Me hace un resumen de la vida de ese hombre y lo miserable que la está pasando. Abro los ojos sin poder creer que alguien pueda soportar tanta tragedia, pero sobre todo me conmueve que ella quiera ayudarle.

—Sola no vas a poder Gabi, si él no quiere ayuda es imposible —le digo y señalo su brazo—¡Mírate! ¿Sabes que me dijo un gran amigo y lo corroboré?

—¿Qué?

—Los hombres odian sentirse ignorados... hazte extrañar Gabi. —señalo la marca por encima de la blusa y la veo fijamente —esto puede ser un camino de dos vías, uno de ellos te dice que él necesita ayuda, pero también es la señal que estas en peligro con él.

—Él necesita ayuda —insiste —lo vi en sus ojos ese día, me rogó que lo dejara solo, que era un peligro para mí, que no me merecía. — habla sollozando —le insistí, me negué a irme... esto fue la consecuencia.

—Si eres importante para él te buscará y querrá sanar, si no lo hace no te merece.

No me responde y gira sobre sus talones, derrotada la acompaño a la salida y la veo caminar con el rostro bajo, suelto un suspiro porque parece que el amor no llega muy fácil en los Doyle.

—¿Escuchaste? —pregunto al sentir las manos en mi cintura y los labios en mi cuello —será mejor no decir nada...

—Hablaré con Rose —me responde y siento el temor en su voz. —solo ella puede ayudar a Gabriela con él.

No me sorprende la sobre protección, pero esta vez tengo que admitir yo también estoy asustada por ella. La llegada de sus padres y hermanos cada uno con paquetes en sus manos nos hacen mirarlos con sonriente, nos hace callar.

—¿Qué traen allí? —preguntamos sonriente.

—El vestido de novia —dice la tía Megan —y la ropa interior —me hace un guiño y sonrío.

—El del novio y liguero —comenta Gadien —debe votarlo te lo advierto —todos ríen al escuchar esto, ninguno quiere casarse.

—¿Y tú? ¿Qué traes allí? —el paquete de Gael es el más pequeño y nos mira sin decir nada.


—Tiquetes de avión y ... reserva no tendrán vecinos a kilómetros —responde—pueden hacer o gritar lo que quieran... nadie los escuchará. —saca una tarjeta y la vuelve a meter dentro de la bolsa —el vecino más cercano es doctor, por si exceden. 

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