Capítulo 2
Belliz
En mi última clase del año, y eso me tiene feliz, las vacaciones traen consigo que mis hermanos Lorenzo y Lucíano (mellizos), deban trabajar en Dan'York sede Londres, la empresa de Vino de la familia de mi padre. Eso significaba que podría estar sola en casa, sin tener a dos pares de ojos rondándome a toda hora.
Hace algún tiempo cometí el error, de entrar en la habitación de Gael sin ser invitada, no obstante, yo creí que nuestros sentimientos eran recíprocos. La gran mayoría ama las vacaciones de verano, playa brisa y mar, creo que es lo que todos esperan encontrar en ellas. De mi parte, ello significa la llegada de mis primos a Piamonte, pero sobre todo de Gerald. Nos llevábamos bien desde pequeños casi que al conocernos hubo química entre ambos.
La niñez es la edad más inocente que existe, la primera vez que fui a Escocia fue cuando el homenaje al abuelo Gino y la presentación del nuevo whisky el Doyle-Turner, en aquella época yo tenía seis, Gerald doce. Siendo niña, de lo único que era consciente era que me gustaba jugar con mi primo, solíamos recorrer todo el castillo, jugar a las escondidas, etc.
Lo volví a ver un año después y de allí cada año, solíamos dormir todos apiñados en una sola habitación, porque veíamos películas, jugábamos monopolio, no sabía jugar por lo que Gerald siempre se sentaba a mi lado y me ayudaba. Con el tiempo el sentimiento fue mutando, empezaron las mariposas en el estómago, las idas a visitar el viñedo se hacían cada vez más larga y solo para disfrutar de la compañía del otro.
Fue en mi cumpleaños número 17 que recibí por parte de Gerald mi primer beso, ese mismo día la primera caricia subida de tono, en los viñedos del tío Alessandro, fue nuestra despedida y creí que era una promesa de lo que sería nuestro siguiente encuentro. Antes de eso solíamos solo caminar tomados de la mano y cuando nadie nos veía y reír casi que de cualquier tontería.
Un año después y para mi cumpleaños me trajo un enorme oso de peluche, que sus hermanos gemelos dijeron que lo compró en la ciudad. Recuerdo bailamos casi toda la fiesta, yo no quise otra pareja más y él hizo lo propio. Tomé de más y ese estado me hizo ser osada, fue la primera vez que lo supe y el motivo por el cual hoy no tomo licor. Esperé a que las luces se apagaran, ya era mayor no podía verme como una niña y menos ser juzgados no seriamos los primeros primos en liarse en una noche y Gerald me correspondía (eso creí).
Flash Back
La casa está en penumbras cuando cruzo los pasillos, el enorme oso de peluche, traía un corazón rojo de unos cincuenta centímetros abrazados, en cuyo interior encontré un juego de ropa interior, bastante sugestiva.
"—No sé si estoy siendo incitadora, pero eso es una invitación a que lo uses y él lo vea" —dijo Bruna, mi mejor amiga.
—¿Tú crees? —pregunté, pero mi corazón latía emocionado, porque su comentario me daba una luz de esperanza.
Nosotros teníamos algo inconcluso y pensé que era la mejor forma de él de recordármelo, aquí estoy cruzando los pasillos de la casa de mis padres con sigilo. Puedo caminar por casi toda la casa con los ojos cerrados, sin la menor dificultad, por lo que encuentro la habitación rápidamente, entro cerrando tras de mí.
Una figura se alza en medio de las sabanas, por un momento no dice nada, ambos esperamos que el otro diga algo. Mueve una de sus manos y enciende la luz de la mesa de noche a su izquierda y esa luz me permite ver lo hermoso que se ve asi. Mira en mi dirección, inicialmente solo contempla mi prenda de dormir en silencio y pasa saliva.
—Belliz —murmura estirando su cuerpo en la cama. —te vez...
La primera sorpresa agradable era que dormía con el dorso al descubierto, la segunda que no dejaba de ver mi cuerpo y que sabía lo que veía le agradaba.
—Vengo a mostrarte tu regalo—murmuro avanzando hacia él y deslizando mi pijama.
Bruna me había dicho como hacerlo y me aseguró que ningún hombre se resistiría a mi encanto, si Gerald lo hacía era estúpido y por ende no me merecía.
La primera impresión que me dio, era que él esperaba mi visita, de otra manera no entendía por qué sonrío al escucharme decir aquello. Me permitió acercarme a él, pude sentir su perfume, latidos, su respiración agitada y hasta su erección. Sonreí como estúpida al empinarme hacia él y lo vi bajar el rostro hacia mí, era un final perfecto para un día perfecto.
No obstante, una vez nuestros labios están a solo centímetros uno del otro sube mi bata, me cubre y toma mis brazos caminando conmigo hacia la puerta de mi habitación.
—Pero ¿Qué...? —logré preguntar cuando el estupor me lo permitió, para mí todo estaba claro.
¿Por qué un hombre regala algo de esa naturaleza si no era para que la mujer lo viera? ¿Qué clase de juego estúpido era ese?
—Una mujer decente, jamás se le ofrece a un hombre —habló con decepción en su voz.
Y si creí que mi vergüenza acabaría allí estaba equivocada, pues justo en ese instante Lorenzo y Luciano, mis hermanos llegaban de llevar a sus novias.
—¿Qué sucede? —preguntó Lorenzo cuando era muy obvio.
—Díganle lo que ocurre cuando una mujer entra a la habitación de un hombre a solas, creo que no lo sabe. —responde, pero mirando a Luciano —Asegúrate que llegué a la suya, hay muchos invitados particulares aquí y parece que ella busca emoción. ¡Yo no estoy para tonterías!
Fin del flashback
Fue creo que el peor día de mi vida, nada supera a la vergüenza de ser vista como ofrecida y que mis hermanos estuvieran allí. La actitud de Lorenzo fue de defensa, diciendo que no era forma de tratar a una mujer, no era necesario humillarme frente a ellos, Luciano se puso en mi contra, yo tenía la culpa y Gerald era un caballero. Aun asi, fueron condescendientes y no les contaron a mis padres lo que hice, no obstante, debía sufrir sus celos y cuidados en todo momento.
Ese otro día me disculpé, con mis hermanos y con Gerald diciendo que fue producto de las copas de más. Me buscó a solas y quiso hablar de lo sucedido, explicarse, pero fui clara en decirle no quería volver a verlo nunca más. Desde ese día lo ha cumplido, cuando tenemos que ir a Edimburgo yo viajo a Londres con el tío Luciano y si sus padres vienen a verme, simplemente no viene.
El rechazo del hombre que creí se sentía igual de atraído que yo golpeó duró a mi autoestima. Conocí a Carlo y empecé a salir con él, para poder estar fuera del yugo de mis hermanos. Siempre hemos sido sinceros somos consciente lo nuestro nunca pasará de lo que tenemos en este instante.
La pasábamos bien, éramos básicamente grandes amigos, reíamos bailábamos, el falso noviazgo le ayudaba a ocultar su relación con una chica que le gusta y de la que su padre no desea a su hijo cerca. Por alguna razón yo no me sentía atraía hacia nadie, menos pasar a un plano más oficial con él o cualquiera.
Carlo no tenía la presión de su familia por una novia y yo mantenía alejado a mis hermanos, ambos nos lucrábamos. Compartíamos gastos al salir a restaurante o fiestas y de esa forma él no se sentía usado o yo comprometida por aceptar sus regalos. El problema era cuando viajaba o tenía que estar al frente de los negocios de su padre, mis hermanos volvían a asechar, ahora más fuerte porque tenía pareja.
En estos meses podré estar en contacto con otras personas, distintas al núcleo familiar porque yo iré a trabajar con mi madre y sin la vigilancia de mis hermanos. A Lougina Turner Walsh, mi madre no le gustaba mi relación con Carlo, no veía con buenos ojos nuestro trato, aun cuando él decia no le importaba, ella me decia que si lo hacía.
—Felices vacaciones —la voz del profesor me trae a la realidad, pues son las palabras que esperaba para levantarme y salir corriendo de ese lugar.
Estudiar economía, era el sueño cumplido de mis padres, yo hubiera apostado por otra profesión, no se quizás bellas artes o medicina, pero mi padre y tío aseguraban esa no era posible. Tuve que escoger, entre derecho o Economía, como toda D'angelo.
—Belliz, espera —grita Bruna y detengo mis pasos al verla correr en mi dirección agitada—¿Iras a la fiesta de despedida? —me pregunta cruzando su cuerpo en mi campo de visión.
—No creo, —respondo rápidamente— de ir tendría que ser con Lucíano o Alonso y eso no sería bueno para mí... no es vivir—le digo y sonríe divertida.
—¿No puedes ir con Carlo? —Insiste y muerdo los labios de forma nerviosa
Carlo, era su hermano mayor, miembro importante de la sociedad de Piamonte, de familia honorable y prestante. No obstante, mis padres no estaban felices por ese noviazgo, papá aseguraba era demasiado joven aún, con muchas cosas por vivir, terminar mi carrera y ser independiente.
Lógicamente mi padre no sabía que teníamos un negocio ambos, aunque mi madre sí.
—No sé si él pueda ir —Respondo al fin —ya sabes cómo está en estos días.
—Lo noté, tus hermanos están sobre ti otra vez. Mi hermano ya llegó, puedes decirle que te acompañe —sonrió saliendo del campus y niego aún sigo con dudas. —¿Qué harás en vacaciones?
Trabajar con mis padres en la empresa de vino, le digo con una media sonrisa. Una vez fuera, ella se ofrece en llevarme, pero encuentro a Carlo a las afueras del lugar. Tiene en sus manos un ramo de rosas y en el otro una bolsa un poco colorida.
—¿Festejamos o no? — pregunta mirando a una y a otra, ambas. —tus padres me dicen que no puedo demorarte...por lo del viaje.
Confundida lo observo hasta que recuerdo la boda de Gino, mañana tenemos que viajar y yo no he hecho ningún tipo de equipaje, tampoco he comprado lo que me pondré ese día. Ver a Gerald luego de tanto tiempo no me anima, pero esta vez no pude negarme o eludir mi paseo en familia.
—No he hecho equipaje —le digo y Carlo sonríe dejando en mis manos las rosas y le entrega a Bruna la colorida bolsa.
—Mamá te pide entregar esto—por ella conocí a Carlo y fueron ellos los de la idea de fingir un noviazgo, él salía con la que le gusta, mientras Bruna y yo disfrutábamos de nuestra libertad. —será mejor si no la haces enojar.
—Gracias por el dato... adiós Belliz espero la pasen genial—me despido de ella, la abrazo y la veo alejarse en el vehículo.
—¿Una copa? Compré el vino que te gusta—me muestra la bolsa y niego—tenemos que hablar Belliz.
—¿Por qué en tu apartamento y solos? —le reclamo alzando mi mentón.
Aprieta las manos en el volante fastidiado, últimamente las cosas con él están tomando un rumbo extraño, uno que no me gusta. Quizás por eso, es la insistencia de mi madre que debo terminar todo. No quiere que tenga amigos varones, me cela con todos, revisa mi móvil y cuando este suena delante suyo debo poner altavoz. "Son todas las señales de una relación toxica, ese hombre se está creyendo la historia que eres su novia" suele decir mi madre, pero no es una relación como tal.
—Mis padres quieren que fije una fecha —empieza decir arrancando el auto—ya no sé qué excusa darle y siguen sin querer a Bianca... podemos formalizar lo nuestro, mientras yo miro que hacer.
—¡NO! —respondo segura.
—Solo es un compromiso, no será real...mientras yo ...
—No tienes estar escondiéndola Carlo, —aconsejo— te he dicho que le digas la verdad desde hace mucho tiempo. Amas a una mujer y estás dispuesto a casarte con ella, si fueras un poco más valiente lo harías. Sinceramente tu actitud de estos últimos meses no es la mejor —sigo —eres posesivo, malgeniado y controlador.
—Belliz —murmura entre dientes, pero sigo hablando.
—Quieres controlar toda mi vida, con quien hablo, cuándo y por qué. Las salidas, visitas y hasta mi manera de hablar o vestir ¿Qué sucede contigo? Esta relación no es real ¿Crees que si lo fuera te permitiera otra mujer? ¡Deliras! —miro delante de mí y veo que está tomando el camino a casa y suspiro aliviada.
Tiene el rostro desfigurado por la ira, todo su cuerpo en tensión y es claro que no va a dialogar conmigo. Mi madre me ha hablado mucho de su juventud, papá ha hecho lo propio, ambos me han mencionado las señales de peligro y yo estoy en una de ellas.
—¿Me estas terminando? —murmurar y frena el auto rápidamente. —han sido días difíciles, lamento mucho mi comportamiento.
— No estoy terminando, porque nunca empezó ¿Alguna vez me escuchas cuando hablo? —digo en calma —llevamos un año saliendo, la pasábamos bien, tu querías tiempo para salir con Bianca y yo no quería a mis hermanos cerca. Fue idea tuya y de Bruna ¿Ya lo olvidaste? —pregunto y lo veo sonreír.
—Le pedí a tu padre tu mano en matrimonio y me la ha negado —responde apoyando la mano en el volante —considera que yo no te haré feliz, asegura conocerte—sonríe de forma irónica y vuelve a encender el auto —mientras hablaba de tus virtudes me preguntaba si sabe que te le ofreciste a tu primo.
Y fue todo lo que necesitaba escuchar para saber, que esa amistad acaba allí y ahora. Me importaba muy poco como demonios haría para ver a su amante, y era hora que le pusiera limites a mis hermanos, pero no soportaría otro insulto.
Los viñedos del tío Alessandro empiezan a mostrarse y ello me dice que la casa se encuentra cerca. Así que decido hace el resto de recorrido a pie, estoy más segura en ellos que en el auto se
—¿Por qué te enojas? Sabes que es verdad —...
—Déjame aquí, iré caminando—Exijo.
Observando por la ventana los viñedos que por años he recorrido, que toque ese tema tan sensible duele, sobre todo por saber que su hermana fue la que se lo contó. ¿Qué otra cosa no le diría? ¿Qué clase de amiga va por allí contando las confidencias o vergüenza de sus amigas?
— Esperaré a que regreses de la boda y volveremos hablar.
¿Ese imbécil alguna vez escuchaba a otros? Lo miro sin poder creer que no esté escuchando mis palabras y lo veo reírse de mí. ¡Se está burlando de mí!
—¡Detén el maldito auto! —le grito enojada y sigue riéndose.
—¿Qué diría el serio y educado Antonio D'angelo si lo supiera? —pregunta y sé que es una amenaza, —Será mejor que cooperes o me veré en la obligación ....
No lo dejo terminar, furiosa golpeo sus brazos una y otra vez, me intento apoderar del volante y lo veo lanzar maldiciones intentando controlar mi enojo y el auto. El sonido insistente y de un claxon delante de nosotros le hace frenar, una vez lo hace abro apresurada el vehículo corriendo en dirección a Lorenzo mi hermano.
—Entra al auto —me pide avanzando hacia el auto—Cara... —advierte al sentirme detrás de él.
Carlo ha salido y camina hacia nosotros intenta decirle algo, pero no le deja hablar, se lanza sobre él derrumbándolo con su solo golpe. Una vez lo hace arrodilla y apoya su mano en su cuello sacudiéndolo con violencia
—No quiero volver a verte cerca de mi hermana — amenaza. —porque con una sola de mis llamadas tu padre se entera de la escoria que tiene por hijo... ¡Vámonos!
(...)
Bruna me mandó esa misma noche varios mensajes que no leí, estuve con Lorenzo el resto del día comprando todo lo que necesitaba para el viaje. Tuve que decirle la verdad y se enojó por mi inmadurez, ellos solo querían protegerme que nada me pasara. Me recuerda lo que vivió mi madre al ser embaucada por un hombre casado, asegura que es lo que me evitaba.
Habíamos llegado al castillo hace un par de horas y la sorpresa era que Gino no quería despedida de solteros ni para el o para su novia y su prometida Rose se medía el vestido de bodas en ese instante. No había señales de Gerald y una parte de mi estaba feliz por no verle, la otra quería volver a verlo.
Así de coherente eran mis pensamientos...
—¿Qué se siente casarse? —le pregunto a la mujer de cabello negro y extraños ojos grises.
Su vestido es hermoso no puedo más que envidiarla porque he visto como mi primo la mira. Veo adoración en él, al contemplarla me recuerda el rostro de mi padre uando mira a mamá.
—Siento el corazón aquí —responde señalando su garganta y sonrío.
La tía Veruzka no está, se ha ido a buscar algo a su habitación y me ha pedido le ayude a quitarse el vestido.
—Me gusta tu acento —dice y sonrío —tienes hermosa voz, cuando hablas todos tus primos callan ¿lo has notado?
—Me ha llevado años amaestrarlos querida —aclaro y la observo reír divertida —mis métodos van desde pellizcos, gritos, hasta golpes y llantos... son efectivos—susurro.
—Necesitaré unas clases, para controlar a los Doyle —no le respondo, porque para mi ella tiene controlado a quien debería.
Una vez las tías bajan salgo a los jardines revisando el móvil. Sonrío al ver varios mensajes de Dante y Basilio, otros de Anneta y Donna, mis ex compañeros de escuela, todos piden lo mismo. "Traes Whisky, aquí no te queremos sin ellos y del mejor".
—Belliz —la voz detrás de mí me hace tensar.
Me cuesta reaccionar, pero una vez lo hago y le doy el frente, lo descubro, he cometido un error en venir, nunca debí hacerlo. Sigue estando igual de hermoso, sexi, imponente, mi corazón se acelera igual o peor, mis manos sudan y las malditas mariposas no se han muerto.
Mis labios se resecan al ver cómo me contempla de arriba abajo con admiración y sus pupilas se dilatan al verme. Da un paso hacia mí y retrocedo dos, porque el recuerdo de la humillación recibida está allí, yo no suelo perdonar tan fácil. Él puede estar malditamente sexy, su presencia mojo mis bragas, pero me humilló... Eso no lo olvido.
—Buenas noches Gerald —digo y sonríe. —que descanses...
—Belliz... —me llama.
Pero no vuelvo atrás, corro como estúpida al interior del castillo y me siento al lado de mi padre quien charla animado con sus cuñados y sobrinos. Casi todos sonríen al verme sentar cerca de mi padre, pero solo él nota mi turbación, mi respiración agitada y mis manos presionar con fuerza su antebrazo.
Papá no deja de abrazarme y pegarme a él, siempre recurría a él cuando estaba asustada. Normalmente era con sombras oscuras en mi habitación o ruidos inexistentes, siempre tomaba mi mano y me abrazaba hasta que me quedara dormida. Solo que aquello que sentía hoy, estaba lejos de ser miedo, pese a que mi corazón latiera desbocado o mis manos sudaran. Al ver mi mano seguir presionando y mi móvil en la otra pregunta.
—¿Te molesta ese hombre otra vez?
—¿Cuál hombre? —quiere saber mis tíos y primos.
—Su ex novio, se volvió posesivo y agresivo, tuvo que terminarle y no se lo tomó a bien. —mi padre limpia mi rostro y sonríe, besando mi frente. —Lorenzo llegó a tiempo, por fortuna.
—¿Tienes algún problema con él? —pregunta el tío Guido y mis primos esperan la respuesta alerta —¿Ese hombre te amenazó o te dijo algo?
—¿Qué hombre? —Gerald está en la puerta y alzo la vista hacia él. —Tío Antonio, es bueno verte. —saluda y sigue en silencio en espera de mi respuesta.
—Eso fue ayer, me manda mensajes con su hermana —hablo mirando a mis tíos. —creo que mejor me dedicaré a mis estudios.
—Es lo mejor preciosa —dice el tío Guido alzando la copa hacia mí —asegúrate que sea el hombre correcto, pero primero...
—Se feliz e independiente —interrumpe el tío Guido y sonrió —eso siempre atrae, una mujer segura de sí misma es la inseguridad de cualquiera hombre. —sigue diciendo haciéndome un Guiño.
—¿Se puede saber porque nos huyes jovencito? —pregunta mi padre y Gerald mira mis hermanos.
—Hay explicaciones que no puedo darlas sin acusar a terceros—responde sin dejar de ver a mis hermanos. Estos lo miran enojados y yo con curiosidad. —Lorenzo y Luciano tienen las respuestas... a todo —suelta.
Y sin tener que verle, sé que esto último va dirigido a mí.
—¿Me pueden decir que significa todo esto? —la voz del tío Guido se escucha por encima de los latidos de mi corazón.
—Alguna estupidez —responde el tío Gael, sin dejar de ver a su hijo y a mí —no esperes nada serio de mis hijos.
Me excuso diciendo que estoy cansada con el móvil en mano. Cruzo la sala y estoy por llegar a las escaleras cuando una mano en mi hombro me detiene, al girar encuentro a Luciano contemplándome.
—Era lo mejor Belliz... nuestros padres son hermanos —se excusa y me sacudo de su agarre y sigo subiendo las escaleras—¿Cómo mierdas crees que se siente ver a tu hermana de ofrecida con un familiar? Para él solo eras un revolcón y si te hubiera querido nunca te trataría como lo hizo...
No le respondo, porque hay lógica en lo que me dice y porque estoy demasiado conmocionada por verle y por tenerlo tan cerca.
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