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Capítulo 7: Límite

Algunos días después

Al comenzar a abrir nuevamente los ojos, la pelirroja solamente podía escuchar unos nudillos golpeando en su puerta del apartamento. Sabía que se trataba del mensajero que Sakura le había dicho que enviaría cuando sus lecciones dieran comienzo.

Era hora.

Al sentarse sobre la cama, Karin tomó sus gafas de la mesita de noche que se encontraba al lado, pero, casi por instinto, tomó también la carta que hace unos días había recibido proveniente del Uchiha.

¿Por qué se comportaba Sasuke de esa manera? después de que ambos llegaron de la misión que Kakashi les había asignado, aceptó las disculpas del Uchiha, sonaban sinceras y, aunque no conocía mucho a Sasuke, estaba completamente segura de que él nunca jugaría con algo así.

¿Le molestaba? la pelirroja mentiría si dijera que sí... pero también mentiría si dijera que no le comenzaba a molestar el hecho de pensar en que Sasuke le tuvo algún tipo de lástima y por eso se comporta de la manera en que lo hace. Esperaba volver a verlo.

...

Al abrir la puerta, los ojos de la pelirroja se abrieron un poco en una clara señal de sorpresa.

-Pensaba que enviarías a otra persona- dijo.

Sakura sonrió.

-Y yo esperaba que no tardases tanto en abrir la puerta- decía. -Decidí venir yo porque, bueno, pensé que sería mejor, además de que tuve que preguntarle a Kakashi-sensei sobre donde vivías, no esperaba que fuera en el apartamento donde antes vivía Naruto- dijo.

Ahora si se había sorprendido, aunque también debía admitir que le comenzaba a agradar la pelirosa.

-Siendo sincera, eso tampoco lo sabía, Kakashi nunca me habló del dueño anterior- decía. -Pero es un apartamento agradable, además de que lo habían limpiado antes de que se desalojara por completo- dijo.

La pelirosa sonrió, al menos Naruto había tenido la decencia de dejarlo en óptimas condiciones para el siguiente dueño.

-Bueno, es hora de ponernos en marcha, será un largo día- dijo.

Karin asintió y así ambas comenzaron su rumbo hacía el hospital y hacía la misma sala en donde la pelirroja había recibido su primera prueba.

...

Mientras se dirigían hacía el hospital, Karin solamente podía mirar de reojo las reverencias y saludos que la pelirosa recibía por parte de algunas personas que pasaban por la calle. Era algo bastante llamativo a decir verdad pero intrigante también. Sabía de la fama que Sakura se había hecho cuando terminó la guerra y más aún cuando se anunció su boda, pero verlo de primera mano era bastante diferente.

–Sé que puede llegar a ser un poco incómodo, pero de cierta forma me alegro que no sea tanto como a mi maestra– decía Sakura, sacándola de sus pensamientos.

–Es algo... llamativo, no te voy a mentir– decía. –¿Siempre es así cuando sales a la calle?– preguntó.

La pelirosa simplemente rió con un poco de vergüenza, pero afortunadamente no era así.

–No, no es así siempre– respondió. –Es más que nada en señal de respeto, creo que a todos los que participamos en la guerra nos pasa, aunque debo decir que a Naruto le sucede mucho más seguido– dijo.

La pelirroja solo asintió.

–Pero supe que ustedes, junto con el sexto, fueron los que pusieron fin a la guerra– decía. –¿Por qué a Naruto le pasa en mayor medida?– preguntó.

Sakura sonrió, mientras su mirada seguía hacía el frente. Algo que lleno de intriga a la pelirroja.

–Él ya tiene sus hazañas desde antes de la guerra– respondió.

Al escuchar eso, un recuerdo vino a la mente de Karin ¿cómo pudo haberse olvidado de eso?

–Supongo que te refieres a cuando derrotó al líder de Akatsuki y salvó Konoha ¿no es así?– preguntó.

Sakura la miró y asintió.

–Así es– respondió. –Si no fuera por él y por esa hazaña... la verdad es que no estoy segura si Konoha hubiese podido contra un solo individuo. El respeto que ha ganado se lo tiene merecido a base de su esfuerzo– concluyó.

La pelirroja la miró, solo para encontrarse una mirada que estaba siendo acompañada con una sonrisa, las cuales, al menos si se lo preguntaban a Karin, irradiaban bastante orgullo. Decidió no hablar más, ya habría tiempo para preguntar por más cosas.

...

–Muy bien, ya tienes el concepto básico de lo que debes de hacer, tal y como la última vez que estuviste aquí– decía. –Recuerda, no sobrecargues con tu chakra al pescado, controla lo más que puedas tu flujo de chakra... y espero que hayas leído los libros que te dí– dijo.

Karin la miró y asintió.

–¿Alguna observación sobre la prueba de hace unos días?– preguntó.

–Veamos... tardaste alrededor de diez minutos en poder hacer que la aleta del pescado se moviera, fue tu primer intento y me sorprendió– decía. –Pero ese tiempo se debe mejorar hasta que logres completar la curación en el mismo tiempo que yo, ¿recuerdas cuando curé tus manos?– preguntó.

La pelirroja asintió.

–Debes entrenar duro para poder alcanzar ese nivel, será difícil, debo admitir eso pero tampoco será imposible– decía. –Aunque teniendo en cuenta tu primer prueba... espero que te tome poco tiempo– concluyó.

Karin simplemente bajó su mirada de nuevo hacía el pez y suspiró profundamente.

Bien... comencemos–

...

¡Eh! ¡Su aleta se movió por fin!– dijo

Y es que, tras casi once minutos, una de las aletas del pez se movió, algo que notó la pelirosa y algo que emocionó a Karin.

–Ciertamente es asombroso, pero esta vez fueron casi once minutos, tardaste un minuto más en lograr que su aleta se moviera– decía. –Pero no te desanimes, vuelve a intentar– dijo.

Karin miró nuevamente sus manos y parecían menos quemadas, al parecer los libros que había leído si estaban funcionando, a partir del consejo que la pelirosa le había dado durante su primer prueba acerca de cuánta cantidad de chakra se necesitaría para ayudar a alguien casi moribundo, la pelirroja tomó lo aprendido también del libro y había mejorado en ese aspecto, era un paso pequeño, pero también significativo.

Al concentrar nuevamente chakra en ambas manos, Sakura pudo notar una mirada que ella conocía bien, el rostro de Karin emanaba determinación, algo que hizo sonreír a la pelirosa, esa determinación iba a hacer falta en los momentos donde creyera que no iba a poder.

...

Alrededor de casi seis horas después, la pelirroja había mejorado significativamente a comparación de antes, había logrado reducir los minutos de curación de casi once a solamente ocho, afortunadamente el pez podía seguir viviendo gracias a la constante curación que la jóven Uzumaki había estado implementando... pero se le notaba cansada.

Eso era algo normal, el chakra curativo necesitaba de precisión y bastante administración de ello, para alguien que recién comenzaba su entrenamiento en esa rama del ninjutsu podía ser muy agotador debido a su nula costumbre al implementarlo.

Al notar que, de nueva cuenta, la pelirroja había comenzado a acumular chakra en sus manos, Sakura se levantó de su asiento y habló.

–Creo que por hoy concluiremos el entrenamiento– dijo.

Karin levantó su mirada con un poco de incredulidad hacía la pelirosa.

–Puedo continuar, aún me queda bastante chakra– decía.

–Posiblemente puedes continuar, pero  tu rostro me dice que estás a punto de llegar al límite– decía. –No necesitas arriesgarte hasta ese extremo, mañana podemos continuar y, con lo que ya has avanzado hoy, te será más fácil– dijo.

Karin simplemente volvió a acumular chakra en sus manos... hasta que sintió una mano tocar su brazo derecho.

–He dicho que por hoy concluimos con el entrenamiento– dijo la pelirosa con un tono firme.

Karin la miró y suspiró, era verdad, estaba cansada, pero por alguna razón quería probarse a ella misma y continuar, aún si ya estaba cerca del límite. No tuvo más opción que bajar ambos brazos.

¿Qué pasa con los Uzumaki y la determinación?– pensó Sakura.

Aunque no le quedó mucho tiempo para pensar en algo más cuando Karin estuvo a punto de caer al suelo, a pesar de no haber llegado a cruzar su límite, el cansancio se hizo notar y Karin sufrió un desmayo debido a ello. La pelirosa la ayudo a recostarse en el suelo y miró ambas manos de la pelirroja, a pesar de no estar quemadas como la primera vez, si habían sufrido un pequeño daño, así que, sin más, las comenzó a curar con la palma mística.

...

Al comenzar a abrir nuevamente los ojos y al levantarse sobre sus codos, solo pudo observar que aún seguía dentro del hospital, solo que ya no en la sala donde antes había hecho su entrenamiento, sino en una habitación normal.

–Hasta que por fin despiertas–

Karin miró hacía su costado y miró a Sakura recargada sobre la puerta.

–¿Qué me pasó?– preguntó.

–¿Qué crees que te pasó?– decía. –Te desmayaste por el cansancio y la fatiga de gastar tu chakra continuamente y no descansar para reponerlo... así que te traje aquí– dijo.

La pelirroja se dejó caer suavemente en la cama y solo suspiró.

–Debes tener en cuenta que no estás acostumbrada a esto y forzarte de esa manera no apresurará las cosas, solo las retrasará– decía Sakura. –Además de que, como puedes ver, los resultados pueden ser un poco severos si te arriesgas a querer cruzar el límite– dijo.

Tras un momento de silencio, Karin la volvió a mirar.

–No volverá a pasar– dijo finalmente.

Ambas permanecieron en silencio, pero una duda había surgido en la pelirosa cuando miró por accidente los brazos de Karin mientras esta aún seguía inconsciente, había leído su informe días atrás y, aunque ya había mirado esas marcas cuando ayudó a la pelirroja en el puente samurái, en ese entonces no prestó demasiada atención.

–Leí tu informe– decía. –Esas marcas de mordidas... ¿así es como logras transmitir tu habilidad?– preguntó.

Karin solamente miraba hacía el techo del hospital, sabía que en algún momento harían una pregunta como esa, no era de extrañarse.

–Sí, justo así– decía. –Puedo curar instantáneamente a una persona moribunda si me muerde y chupa de mi sangre, ya que esta transfiere parte de mi chakra y así es como logro curar, incluso puedo hacerlo conmigo misma, pero eso agota mi chakra rápidamente y podría incluso morir si abuso de ello... aunque también, bueno, como todo, esta habilidad tiene un costo– dijo.

Sakura asintió.

–Y ese costo son esas marcas de mordidas– decía, Karin solamente asintió. –Pero... bueno, tienes marcas incluso en tu pecho– dijo.

La pelirroja se mantuvo en silencio, sabía que Sakura no tenía malas intenciones con esa plática, pero esa historia era mejor tenerla sepultada y no sacarla de ahí.

Karin se sentó sobre la cama, con sus pies colgando por el borde y miró a la pelirosa.

–He terminado exhausta por el entrenamiento, es mejor que me vaya a casa a descansar, así podemos continuar mañana– mencionó.

Sakura simplemente sonrió, en un principio pensó que se había pasado con esa plática, pero le alegraba saber que no fue así... o al menos esperaba eso.

–Creo que mañana nos vemos entonces– decía.

La pelirroja se levantó y acomodó sus sandalias, un día había terminado, era verdad que había terminado exhausta, pero también era verdad que evadir esa conversación era lo mejor, así que, sin más, se puso en marcha para abrir la puerta, aunque la voz de la pelirosa la detuvo y volteó a mirarla nuevamente.

–¿Recuerdas sobre esa reunión que te había comentado hace unos cuantos días?– preguntó, la pelirroja solo asintió en respuesta. –Bueno, será en dos días, sabes que eres bienvenida si decides ir– dijo.

Karin solamente observó la sonrisa de Sakura. Era bueno conocer a personas como ella.

–Ahí estaré– dijo, con una sonrisa.

La pelirosa suspiró un poco cuando escuchó la puerta cerrarse del todo, al menos había salido bien toda esa conversación, pero había algo que llenó de curiosidad a Sakura y eran esas marcas de mordidas que vió en Karin. Al leer su informe, mencionaba la "mordida de la cura", un nombre llamativo pero que, bueno, al recordar todas esas marcas de mordidas, hacía honor a su nombre.

¿Habría alguna forma de eliminar todas esas marcas? quizás podría haber una, quizás...

–¡Mi sello byakugo!–

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