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Capítulo 12: Adaptación

Una semana después...

Las cosas habían estado saliendo medianamente bien. A juzgar por el inicio del entrenamiento de la pelirroja, su capacidad de curación había mejorado de ocho minutos, a solo cinco, eso era demasiado impresionante para alguien que llevaba apenas días entrenando constantemente, aunque quizás se debía a su práctica con la precisión de chakra, ya que como sensor, eso era esencial.

El tema del sello había ido mejorando constantemente, habían sido dos sesiones más de implementación de ello y había cambios significantes, aunque el más 'notable', por llamarlo de esa manera, era ver como se estaba comportando el cuerpo de Karin.

La pelirosa en un inicio había tenido demasiadas dudas sobre por qué el sello no funcionaba del todo en la pelirroja, pero al parecer todas esas dudas se estaban respondiendo solas.

Al comienzo la curación era lenta, bastante lenta... pero después de la segunda implementación, Sakura comenzó a notar cambios y uno de ellos era la notable mejora en la sanación, una marca tardaba en curarse varios minutos, pero al finalizar la tercera implementación del sello, ese tiempo se había reducido demasiado menos, ahora solo tardaba unos cinco minutos en completarse y probablemente bastaría con una sesión más.

La pelirosa llegó a la conclusión de que, probablemente, se debía a que en el pasado, la sangre y el chakra curativo de Karin se drenaban drásticamente y constantemente, eso quizás había producido un daño que no le permitía sanar por completo sus heridas... hasta que el sello llegó.

Quizá la regeneración acelerada que presentaba el sello había ayudado a arreglar la red de chakra de la pelirroja y eso, a su vez, había ayudado también a acelerar el proceso de curación.

Aunque casi al anochecer, después de su entrenamiento, había ganas de un buen tazón de ramen, por suerte se encontraba cerca de Ichiraku, aunque recordar ese nombre hería su orgullo, la última vez que estuvo ahí, el viejo Teuchi había estado más que en lo correcto respecto al sabor de su comida, ir nuevamente... bueno, de cierta forma hería su orgullo, pero a estas alturas, eso no importaba si había un plato de comida deliciosa como esa.

...

-Eh, hola a todos- saludó

Ayame y Teuchi miraron a la jóven pelirroja y sonrieron, aunque esa sonrisa se podía observar más ampliamente en Teuchi... aunque miró una cabellera rubia bastante conocida que estaba sentada justo frente a ella y, bueno, parecía como si nunca hubiese comido en su vida.

-¿Naruto?- preguntó.

El rubio volteó su mirada hacía ella con un poco de fideos colgando de sus labios, aunque la pelirroja debía admitir que fue bastante asqueroso cuando los ingirió completamente.

-¿Karin? no sabía que te gustaba la comida de aquí- mencionó

La pelirroja aprovechó para sentarse en el asiento que había a su lado.

-Había probado ramen anteriormente pero debo admitir que el de aquí no está tan mal- dijo.

Al mencionar aquello, una risa bastante burlona se escucho desde la cocina, si claro, no está tan mal.

-Pero, eh... ¿qué estás haciendo aquí?- decía. -No deberías, no sé, ¿haber cenado en tu casa junto a Sakura?- preguntó.

El rubio por su parte solamente terminó de tomarse el caldo restante que sobraba de su tazón y la miró.

-Cené un poco con Sakura-chan antes de venir hacía aquí- decía. -Hoy era su turno de hacer la cena, pero llegó bastante cansada del trabajo así que la preparé yo, dijo que quería descansar un poco y aproveché para venir a comer ramen- dijo.

La pelirroja solamente pudo mostrar un rostro de bastante incredulidad después de escuchar eso... pero debía admitir que al menos el tipo no era un vago que estaba esperando a que le hicieran todo a cualquier hora.

-Bueno, creo que eso explica por qué estás comiendo como si no hubiese un mañana- comentó.

El rubio solamente pudo mostrar una sonrisa amplia ante ese comentario... era cierto, hasta él lo sabía.

...

Después de un rato, con su segundo tazón sobre la barra, el rubio habló.

-Karin, he estado pensando sobre algo últimamente- dijo.

La pelirroja, quien ya había recibido también su tazón de comida miró al rubio con un poco de confusión.

-¿De qué hablas?- preguntó.

El rubio dió un pequeño sorbo al caldo de su tazón y la miró con una sonrisa.

-Ambos pertenecemos al mismo clan, aunque mi padre no fue parte de ello, mi madre sí- mencionó.

Karin solamente ganó más confusión al escuchar eso.

-Sí, bueno, me habías contado hace unos días sobre tu madre pero ¿a qué viene eso?- preguntó.

-Mmm... digamos que, bueno, eso nos hace algún tipo de familiares ¿no es así?- dijo.

El rubio solo pudo observar el rostro de la pelirroja, un rostro que se alzó aún más en definitiva sorpresa.

-Bueno... eso no lo había pensado si te soy sincera- decía. -Pero, es decir, yo apenas y conozco del clan, tú lo único que conoces de ello es que tu mamá formó parte de ello, al igual que la mía- mencionaba.

Naruto solamente la miró confundido.

-No te estoy entendiendo- dijo.

-Es decir, estamos tan desconectados de ello que la única vía que nos conecta a esa antigüedad de clan es nuestro apellido- decía.

El rubio miró su tazón y pensó... y pensó.

Al final eso era verdad. A él nunca le había interesado el conocer de donde provenía más allá de sus padres y, al menos cuando su madre le contó una parte de ello, fue suficiente para él.

La pelirroja por su lado, bueno, jamás fue apegada a los Uzumaki, más allá de su madre claro... formar parte de ese clan solamente le había traído bastante desgracia a su vida y, al menos por lo que recordaba, lo único que la conectaba a ello era su habilidad de sanación y el recuerdo de su mamá.

Aunque la voz del rubio la sacó de esos pensamientos.

-Pero le agradas mucho a Sakura-chan- decía. -Yo no te conozco tan bien como ella lo ha venido haciendo hasta ahora, pero he sabido que las familias siempre se apoyan, aunque yo no tuve una pero... aún así cuentas con nosotros- dijo.

Karin miró el rostro de Naruto... esa sonrisa llena de amabilidad estaba segura de que no la había visto en ningún momento de su vida.

Sin pensarlo, ella devolvió la sonrisa también.

- Ustedes también cuentan conmigo para lo que sea- dijo finalmente.

Aunque después de unos segundos, una voz se escucho desde la cocina.

-¡Ahora te falta admitir abiertamente que te encanta el ramen de aquí!-

El rubio solo pudo mirar como una pequeña vena se marcó justo en la frente de la pelirroja.

-¡Arruinas el momento emotivo, viejo!- exclamó.

Aunque tanto Teuchi como Ayame no pudieron aguantar la risa al mirar la reacción de la jóven Uzumaki, algo que hizo reír al rubio también. Pero después de calmarse un poco, la pelirroja logró reírse con ellos también.

Una risa que había salido naturalmente.

...

En algún lugar del país del viento...

Durante la madrugada, en el amplio desierto del país del viento, una pequeña luz proveniente de una fogata se podía observar dentro de una pequeña cueva.

A pesar de que el desierto era mortal y caluroso durante el día, además de que las tormentas de arena nunca se hacían esperar, la noche era algo diferente. Era fría y bastante tranquila, con la luz tenue de la luna y con el leve sonido del viento atravesando kilómetros y kilómetros de arena a la redonda.

Desde su partida hace algunas semanas de Konoha, el Uchiha había logrado visitar dos coordenadas que venían dentro del pergamino, afortunadamente ambas habían estado dentro del país del fuego, claro que hablando en el aspecto de que habían estado cerca porque, bueno, era alarmante el hecho de que hayan estado ahí y nadie se había percatado de ellas.

Realmente no se había encontrado nada cuando fue hacía allá, eran solamente ruinas primitivas de las cuales no había mucho que rescatar, incluso con la visión que el rinnegan le otorgaba no había encontrado nada en ellas, pero había algo raro entre ellas y era una pequeña sensación en sus sentidos, algo similar a cuando un sensor logra percibir cualquier chakra. Era definitivamente raro, pero quizás, si su búsqueda se extiende y si sus ojos no pueden ver más allá de lo obvio, necesitará ayuda de algún sensor.

Ahora que estaba en territorio de Sunagakure, había visitado a Gaara hace poco para avisarle que estaría haciendo una investigación por parte de Konoha, eso había sido una decisión por parte de Kakashi, aunque el Kazekage por su parte fue confidencial por la amistad que había entre las dos villas y también por su amistad con el sexto y, también, por su profunda amistad con Naruto, aunque Gaara estuvo de acuerdo con la decisión del Hokage, al menos por el momento, ya que aún no había motivos para avisar a la alianza y causar un pánico inútil.

Pero un pensamiento rondaba dentro de Sasuke y era acerca de Naruto.

Con Kakashi no habían establecido en decirle o no pero, al menos en opinión del Uchiha, ya venía siendo hora de hacerlo, todos en la actualidad sabían de lo que era capaz Naruto, ser precavidos en ese sentido e irse preparando en cualquier caso de que sucediera algo que amenazara la 'paz' era primordial... pero algo lo sacó de esos pensamientos.

Pudo escuchar un ave, la cual se encontraba volando cerca de su posición, así que, sin más, Sasuke se levantó y salió un poco de la cueva donde estaba pasando la noche, alzó un poco su brazo y el ave solamente descendió hasta él para posarse en su brazo... mientras que se podía observar en su pico un pequeño sobre.

Al volver junto a la fogata, el jóven Uchiha abrió el recado. Era una carta, solo que no venía de parte de Naruto, Kakashi o Sakura.

"Han pasado unos días desde que recibí tu carta. Realmente no sé qué escribirte, ni siquiera sé si te agrada que te escriban pero... bueno, solo quería agradecerte. La gente de por aquí es agradable, en sí, casi todo lo es. Naruto, Sakura y Kakashi han sido bastante amables conmigo, en especial Naruto y Sakura. Tienes mucha suerte de tenerlos a tu lado.

Como dije, no tengo mucho para decir, cada día es algo nuevo y creo que me estoy adaptando. Quizás tú también deberías volver, tanto tú como yo no hemos ido por el mejor camino pero, al igual como tú me dijiste, todos merecemos una segunda oportunidad en algún momento.

Cuídate mucho, Sasuke. Espero verte pronto."

Karin.

Al terminar de leer la carta, una ligera sonrisa se podía ver reflejada en el rostro del Uchiha. Siempre había sido una persona a la cual le costaba mucho revelar lo que sentía en el momento, pero no podía negar que se sentía felíz por Karin.

Aunque estaba seguro que no todos merecían una segunda oportunidad, la vida era injusta, demasiado injusta, pero ahora entendía que ni lo más injusto era motivo para desviarte del camino como lo hizo él alguna vez. Al final de todo, todos esos fantasmas que llevaba consigo iban a estar ahí por demasiado tiempo.

Sin más, Sasuke acomodó la carta de la pelirroja dentro de su capa y suspiró levemente.

Ya habría tiempo para volver a casa.

...

Ya estando lista para dormir, la pelirroja se encontraba sobre su cama, mientras miraba a la luna, la cual se encontraba iluminando gran parte de la villa con esa luz tenue que le caracterizaba.

Recordando su conversación con Naruto y analizandola bien, él de cierta forma la consideraba parte de su familia al estarse llevando bien con Sakura, además de que ambos tienen una conexión con un clan... eso de cierta forma la hizo sonreír mientras miraba por su ventana.

En un principio dudaba bastante de su decisión al haber elegido vivir en Konoha, pero ahora estaba convencida de que era una de las mejores decisiones que había tomado a lo largo de su vida, aunque siendo bastante sincera, no tenía demasiada competencia en ese sentido.

Antes de apartar su mirada de la ventana para así comenzar a dormir, un pensamiento más vino a su cabeza.

No sabía cuánto tiempo podía tardar un mensaje en llegar a su destino, podía ser de días o semanas, pero esperaba de verdad que le hubiese llegado ya. Era raro tratarse así con él, Sasuke siempre había sido alguien de limitadas palabras, pero ella por su parte quería agradecerle, al menos con unas palabras en un papel.

Y esperaba, en verdad que sí, que lo último que había escrito en su carta se hiciera verdad. Esperaba volver a verlo.

Sin más, la pelirroja se apartó de la ventana y acomodó sus lentes en la mesita de noche. Al recostarse y cerrar sus ojos, una pequeña sonrisa se marcó en su rostro.

Había sido un buen día.

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