13. La definitiva
Ya estaba anocheciendo, y tras pasar toda la tarde ideando un nuevo plan junto a Wanda De Biaggi, fuí a refugiarme de la realidad a mi lugar seguro.
—¿Entonces no va a ayudarte? —preguntó Wynn confuso mientras me servía un zumo al otro lado de su cocina.
Yo, inclinada sobre la isla, fruncí el ceño comenzando a perder la paciencia.
—¿¡Es que no has entendido nada!? Wanda se encargará de entrar a su oficina, ahora que William sabe que tenemos la llave le será más difícil. Dice que sabe cómo pillarlo por sorpresa, pero no quiere desvelarme esa parte del plan ya que a mí no me concierne. Sinceramente lo prefiero así, y se qué si me deja a un lado es por mi seguridad.
—¿Y el problema con las cámaras de la casa Halton?
—Esa es la parte en la que intervengo yo. Tengo que averiguar si Bryce sabe algo, si no es así, me las averiguaré para bajar al sótano, donde se que está el panel de la electricidad de la casa, cortar la corriente, buscar la memoria de almacenamiento de esad cámaras y robarla.
—¿Y si William ya ha...?
—No —me anticipé a su pregunta —se pasa los fines de semana fuera, es imposible que haya visto las grabaciones.
Mientras yo sonreía con orgullo, Wynn se mostraba algo pensativo.
—No se, Lewis... Me parece peligroso. William es un hombre con poder, no solo en la ciudad si no en el país. Qué cojones, ¡Es el presidente! Si la más mínima cosa sale mal...
—Yo acabaré peor —completé —lo se. Pero estoy metida de esta mierda hasta el cuello, ya no queda alternativa. Ni para Wanda, ni para mí.
—¿Y estás segura que puedes confiar en esa mujer? Digo, no la conoces en lo absoluto y le estás dando el poder de destruirte, no me parece algo que haría Willow Lewis.
—¡Es mi única opción, Wynn! Si no no volveré a pisar una pasarela en lo que me queda de vida, ¿Comprendes? Tendré que trabajar como barrendera en las calles, cómo camarera en un bar de mama muerte... ¡O como albañil! ¿Sabes lo que significaría trabajar como albañil? ¡Se me pondrían las manos feas y cayosas, y no hay manicura que arregle eso!
—Está bien, te entiendo. Se más que nadie lo que estás dispuesta a sacrificar por modelar para Valentino Garavani, y si mi apoyo es lo que buscas quiero que sepas que contarás con él... independientemente de lo estúpido que me parezca tu plan.
Eso último hizo que se ganara un codazo en el costado de mi parte. Cuando me relajé y me entró la risa floja, Wynn atrapó un mechón de mi pelo entre sus dedos.
—Sabía que eras una rubia peligrosa. Aunque admito que no imaginaba hasta que punto —comentó con nostalgia —¿Sabes? He vuelto a dejar la droga.
—Wynn, siento ser yo quién te lo diga pero dejar la droga es un término que implica no consumirla en mínimo 24 horas. Tú, amigo mío, llevas dejando la droga todos los días desde hace casi un año.
—Esta es la definitiva, lo juro.
—Eso dijiste la última vez. Y la anterior. Y la anterior a la anterior...
—Esta bien —me interrumpió —lo pillo. Ya te tocará disculparte cuando veas que digo la verdad.
Me reí pensando en que este chico no tenía arreglo. Aún así lo quería con todo mi corazón.
—Bueno, ¿Te quedas hoy, verdad?
—Depende, ¿Tienes palomitas para acompañar la peli?
—Afirmativo. Entonces, te quedas. ¿Quieres que escriba y avise a tu madre?
—No hace falta, no notará que falto.
Wynn evitó comentar nada sobre el tema. Sabía que, en el fondo, era algo que me dolía.
—En ese caso, vamos al sofá.
—¡Me pido la manta! —exclamé con una sonrisa traviesa antes de correr al salón.
Me retiré al baño unos segundos para cambiarme la falda de tubo y el chaleco por un pijama viejo de Wynn.
En esos minutos mi móvil volvió a vibrar. Me temí lo peor.
Pensé que sería Wanda, comunicándome sobre algún fallo en nuestro plan. Sin embargo, se trataba de un chat el cual llevaba acumulando polvo varios años.
~Bryce
Hola :)
21:37
~Bryce
Pido perdón de antemano por si la pregunta te resulta un tanto estúpida, pero necesito asegurarme... Está todo bien entre nosotros ¿Verdad?
21:37
~Tú
Claro, ¿Por qué no iba a estarlo?
21:38
~Bryce
Antes me dio la sensación de que te encontrabas mal. Si te pusiste así por mi culpa, quiero que sepas que no quería presionarte, de veras.
21:38
~Tú
No fue culpa tuya. Creo que me dió una bajada de tensión. ¿Me pasó mañana temprano por tu casa y retomamos por donde lo dejamos?
21:39
~Bryce
Me pongo duro solo de pensarlo ;)
21:39
Abandoné el chat, establecí una alarma para el día siguiente y apagué la pantalla con una sonrisa involuntaria dibujada en mis labios.
¿Por qué tenía que ponerme las cosas tan difíciles? ¿No podía solo seguir siendo un capullo?
Me planteé la posibilidad de que Bryce hubiera cambiado. Quizá era cierto que había aprendido de sus errores, que había madurado.
La sensación de sus labios sobre los míos recorrió fugazmente mi cabeza.
Me arrepentía de haberme ido así, de no haberle dado las explicaciones que merecía. Se estaba portando muy bien conmigo y yo... Yo solo sabía desconfiar de él. Para colmo estaba a punto de clavarle un puñal por la espalda, un puñal del tamaño de un mamut.
De pronto me sentía la peor persona sobre la superficie terrestre.
—¿Te apetece ver Titanic? —vociferó Wynn desde el sofá.
—¿¡Otra vez!? ¡NO! —negué rotunda.
Titanic, su película favorita la cuál habíamos visto un total de ¿Diez? ¿Once? Quizás doce veces.
—¿Qué hay de Crepúsculo? —probó de nuevo.
—¡Deprimente! Quiero animarme, no ponerme a llorar —respondí a la par que salía del baño y caminaba hacia el salón.
—¿Culpa mía?
—¿¡Pretendes poner una película porno!? —me escandalicé con los brazos en jarra entrando en su campo de visión.
—¡No es una película po...! Da lo mismo, ¿Los juegos del hambre —Negué con la cabeza —¿El diario de Noa? ¿El show de Thruman? ¿A dos metros de tí? —volví a negar —Mujercitas. La idea de tenerte. Diez cosas que odio sobre tí. Divergente.
Conforme iba negando, Wynn se iba desesperando un poquito más. Pulsaba los botones del mando a distancia con fuerza, pasando portadas de películas casi a la velocidad de la luz.
—¡PARA! —exclamé con ilusión —¡ESA!
Wynn me miró como a la cosa más rara y repugnante del mundo.
—La princesa cisne —enunció pausadamente con el ceño fruncido.
—Sí, la princesa cisne. ¿Qué pasa? ¿No te gusta? —inquirí señalándolo con un dedo acusador.
—No, no. Me encanta. —mintió con falso entusiasmo —La princesa cisne será.
Recuerdo tragarme los casi cuatro minutos de letras, la canción del principio y... Nada más porque me quedé dormida.
Desperté dando un bote con la alarma gritando junto a mi oído.
Apenas eran las seis. Muy temprano hasta para mí, pero debía entrar a la casa Halton antes de que William regresara a la ciudad.
Observé como Wynn escondía la cabeza bajo la almohada. También pude oir como se lamentaba en quejidos inentendibles.
Apagué la alarma y el salón volvió a sumirse en un silencio sepulcral.
—Me voy —le susurré, consciente de que ya no me estaba escuchando.
Me acerqué a él y deposité un suave beso en su frente. Después cambié el pijama por mi ropa del día anterior y abandoné el apartamento dispuesta a emprender el camino hacia la casa de Bryce.
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