Parte dos
Albafica asintió, aceptando la proposición de Minos. Pero justo en ese momento, se escuchó un ruido a lo lejos, el galopar de los caballos solo anunciaban una cosa...
El principe de Eldrida se hizo presente mostrando un rostro enfurecido.
- ¡Albafica! ¡No te irás con él! - gritó Manigoldo, su voz llena de indignación deteniendo su caballo para poder bajar.
Minos sonrió, su mirada desafiante - ¿Y quién eres tú para impedirlo, Manigoldo? - preguntó, con voz baja y provocativa.
Manigoldo se acercó, colocó su mano en la empuñadura de la espada - Soy el prometido de Albafica. Y no permitiré que te lo lleves.
Minos se rió sarcástico - Prometido o no, Albafica ha elegido estar conmigo.
Manigoldo sacó su espada - ¡Vamos a resolver esto!
Minos sonrió y sacó su propia espada - Con gusto.
El duelo comenzó, los dos príncipes herederos enfrentándose en un baile de acero y habilidad. Albafica se quedó atrás, observando con ansiedad el descenlace de todo esto.
Shion, que había estado escondido detrás de unos árboles observando la situación, se acercó a Albafica.
- ¿Qué pasa? - preguntó con voz baja.
Albafica se encogió de hombros - No sé... Kael y Manigoldo están peleando por mí.
Shion frunció el ceño - Esto no es bueno. Debemos salir de aquí, si algo sucede van a involucrarnos y los castigos en Eldrida son severos.
Pero Albafica se negó a moverse - No. Quiero ver cómo termina esto.
El duelo continuó, los dos príncipes intercambiando golpes y mostrando su habilidad. Pero pronto quedó claro que Minos era el más fuerte y más hábil caballero legendario conocido y temido por muchos bajo ese nombre de Kael.
Manigoldo cayó al suelo, derrotado.
Minos se acercó a Albafica - ¿Estás listo para irte conmigo? - preguntó con esa mirada intensa.
Albafica asintió - Sí.
Y juntos, Minos y Albafica se dieron la vuelta, aunque antes de partir, Minos habló un poco con Shion a solas para darle unas indicaciones. Con un abrazo fraterno, Shion se despidió de ambos y tomó su caballo para emprender un viaje por ordenes de Minos, mientras que Albafica está vez si estaba decidido a dejar atrás a Manigoldo y su pasado.
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Al llegar, Albafica se quedó sin aliento al entrar en el reino de Valtania. La arquitectura majestuosa, los jardines exuberantes y la energía vibrante del lugar lo dejaron maravillado.
- Esto es increíble - le dijo a Minos con admiración mientras miraba por medio de las ventanas del carruaje que los llevaba a su destino.
Minos sonrió, orgulloso de su reino.
- Bienvenido a Valtania, Albafica. Aquí es donde comenzará tu nueva vida.
Albafica se sintió emocionado ante la perspectiva de explorar este nuevo mundo, por fin sería libre de estar en un reino donde sus padres no lo estén cuestionando con sus aprendizajes y sus gustos, podrá ir a la biblioteca, al mercado, a ver tiendas, todo lo que guste podrá vivirlo a su modo.
- ¿Y qué hay de tu nombre? - preguntó, recordando la conversación anterior cuando subieron al carruaje - Me dijiste que te llamas Kael y ahora...
Minos se rió - Eso fue una mentira, Albafica. Mi verdadero nombre es Minos.
Albafica se sorprendió - ¿Por qué mentir sobre tu nombre?
Minos se encogió de hombros - Para proteger mi identidad. Hay quienes buscan lastimarme y debilitar mi poder, además, no iba a estar merodeando en Eldrida bajo mi nombre verdadero.
Albafica entendió - Pero ¿por qué me revelas la verdad ahora?
Minos se acercó, su mirada intensa - Porque eres mío ahora, Albafica. Y quiero que sepas la verdad sobre mí y mi reino... Todo esto también será tuyo y a mi lado podrás tener todo lo que deseas.
Albafica se sintió unido a Minos por primera vez
- Gracias por confiar en mí - dijo.
Minos sonrió - No hay nada que temer, Albafica. Estás a salvo conmigo.
Albafica se sintió protegido y valorado. Comenzó a sentir una conexión más profunda con Minos pero tenía que avanzar con cautela.
- ¿Qué hay de Shion? - preguntó, recordando a su amigo.
- Lo traeré aquí. Será bienvenido en Valtania, lo que prometo siempre lo cumplo.
Albafica se sintió aliviado - Gracias, Minos.
- No hay necesidad de gracias, Albafica. Esto es solo el comienzo de nuestra vida juntos.
Al llegar al castillo de Valtania después de descender del carruaje y llevar a Albafica frente a su gente, Minos fue recibido por sus hombres, quienes le notificaron una grave noticia.
- Señor, hemos sufrido una derrota en el duelo con el reino de Thorvald - dijo uno de los hombres. - Nuestros guerreros están gravemente heridos.
Minos se enfureció al instante - ¿Cómo pudo pasar esto?
- Fue una emboscada - explicó otro de los guerreros - Nos superaban en número.
Albafica se acercó, preocupado - ¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?
Minos se volvió hacia él - ¿Qué puedes hacer? Lindura... Hemos sufrido enormes bajas con mis hombres a causa de los enfrentamientos.
Albafica se sintió confiado - Conozco remedios para heridas graves. Mi experiencia en alquimia me ha enseñado mucho sobre curación, solo necesito algunas plantas para hacer un remedio.
Minos se sorprendió - ¿De verdad? ¿Puedes ayudar a mis hombres?
Albafica asintió - Sí, puedo intentarlo.
Minos ordenó a sus hombres que llevaran a los heridos a la sala de curación, también ordenó que todo material que Albafica necesitara fuera proporcionado sin objeción alguna.
- Haz lo que puedas, Albafica - dijo. - Cada vida que salves es un regalo para mí. Ellos siempre están dispuestos a dar la vida por el reino, justo es que los procure de la misma medida.
Albafica se puso a trabajar, examinando las heridas y preparando remedios con hierbas y sustancias alquímicas. Su habilidad y conocimiento impresionaron a Minos y sus hombres mientras observaban curiosos.
- ¿Cómo aprendiste todo esto? - preguntó Minos, observando a Albafica trabajar.
Albafica sonrió - La alquimia es mi pasión. Siempre he buscado entender cómo curar y mejorar la vida.
Minos se sintió orgulloso de Albafica - Eres un tesoro, Albafica. Tu habilidad es invaluable.
Albafica sonrió ante este cumplido, nadie excepto Shion reconocía su esfuerzo. Ayudó a los hombres de Minos a tomar el remedio y justo despues de un rato los hombres de Minos comenzaron a recuperarse gracias a los remedios de Albafica. La moral del reino se elevó.
- Gracias, Albafica - dijo Minos, su mirada llena de gratitud. - Has demostrado ser más valioso de lo que imaginaba.
Albafica se sintió valorado y respetado; a diferencia de su familia quien solo buscaba emparejarlo con el principe del reino para que su familia tuviera mejor calidad de vida.
- Es mi deber ayudar, Minos. Soy parte de este reino ahora.
Minos sonrió - Sí, lo eres. Y juntos, haremos que Valtania sea aún más fuerte.
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Para todo el reino, para la servidumbre y sobre todo para los mismos guerreros, Minos, el príncipe de Valtania, era conocido por su frialdad y distancia con todos los que lo rodeaban. Su mirada helada y su voz cortante intimidaban a muchos.
Los reinos cercanos y los más lejanos coincidían en la misma idea, Minos era un maestro de la espada capaz de masacrar a cientos de soldados sin gastar mucho esfuerzo, pero puede parecer muy manipulador y estoico debido a su gran inteligencia y naturaleza calculadora.
Pero con Albafica, era diferente. Su expresión se suavizaba, su voz se volvía más cálida y su mirada se llenaba de calor.
- Gracias por tu ayuda, Albafica - dijo Minos, mientras observaba a sus hombres recuperarse. - Eres un regalo para mí y para Valtania.
Albafica se sintió conmovido por las palabras de Minos.
- Es mi deber, Minos. Quiero ayudar.
Minos se acercó, su mirada intensa.
- No es solo un deber, Albafica. Es tu corazón. Tu compasión y tu bondad son lo que me hacen sentir vivo.
Albafica se sorprendió por la vulnerabilidad de Minos.
- Minos, tu... ¿Eres así?
Minos sonrió - Solo contigo, Albafica. Solo contigo me siento libre de ser yo mismo.
En ese momento, uno de los consejeros de Minos se acercó.
- Señor, hay asuntos urgentes que requieren su atención.
Minos se volvió hacia él, su expresión volviendo a ser fría.
- Atiéndalos tú. No me molestes.
El consejero se retiró, visiblemente intimidado.
Albafica se dio cuenta de la diferencia en el trato de Minos hacia él y hacia los demás.
- Minos, ¿por qué eres tan frío con todos menos conmigo?
Minos se encogió de hombros - No necesito mostrar debilidad ante nadie. Pero contigo, Albafica, no necesito fingir.
Albafica se sintió conmovido por la confianza de Minos en él - Gracias, Minos. Me siento honrado.
Minos sonrió.
- No hay nada que agradecer, Albafica. Eres mío ahora.
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