Capítulo 44.
Thomas
Horas antes
—Buenos días —hablo en el comedor, el primero en responder es mi hijo alza el rostro y sonríe.
—Pa pa—canturrea y camino hacia él, beso ambas mejillas mientras lo alzó en brazos.
—Buenos días, tesoro ¿Cómo te has portado? —preguntó a mi hijo y sonríe acercando su nariz a la mía —Buen día Cariño —saludo a Edine y me acerco para besarla y gira su rostro.
Sigue enojada y yo demasiado agotado para volver a discutir sobre lo mismo. Desearía que pudiera entenderme, si no se excediera en gasto nuestra vida sería distinta, pero ella insistía en aparentar un estilo de vida que estábamos lejos de tener.
—Debe comer —ordena su madre y al ver que me siento con Cristian, nuestro hijo en las piernas—¡Solo Thomas! No estarás siempre para hacerlo. —insiste bufando.
Precisamente por eso parece decirle mi mirada, por fortuna Tin, se distrae jugando con mi corbata y es demasiado pequeño para entender que sus padres tienen una crisis matrimonial por primera vez en cuatro años.
Hay muchos motivos por los que Edine está enojada. Encontrarme el día de la boda de Rose, besando a la hermana del novio es una, no aceptar la ayuda de nuestros padres es otra y no mudarme para la mansión Mackay fue la gota de derramó el vaso.
—Siéntate preciosa, yo preparó el desayuno —le intento dar a nuestro hijo y se aleja como si mi contacto la molestara. —esto no está funcionando Edine, ya te dije lo que sucedió.
—Besaste a esa chica Thomas, correspondiste a ese beso. No me pidas que lo ignore porque no es posible —habla de mal humor —no te olvides que conozco como la palma de mi mano. Vi tu rostro y el deseo en ellos, al ver a esa buscona...
—Te pedí disculpas... No tienes que insultarla, estaba tomada... Ya te lo dije
Me observa indignada y regresa, rebusca dentro de las gavetas de la cocina, hace un ruido excesivo y decido dejar que se le pase la histeria.
—Que dejes de ir a ese castillo sería estupendo—no ver a Rose, en palabras sencillas y sigo en silencio observando a mi hijo como me mira y sonríe. —y mudarnos de este sitio asqueroso, mis hermanas viven en mejor lugar.
—Ya lo hemos hablado y no dejaré de ver a Rose, eso conversación quedó clara hace muchos años.
No cuento con el dinero para sostener un sitio así, serían una gran cantidad de empleados, dinero y lujos excesivos. No sé si lo entendía, pero no era solo vivir en una zona lujosa, era lograr mantener ese lujo. Doblaba turnos y rara vez descansaba, solo para poder pagar las cuotas de las tarjetas que ella gastaba de manera descontrolada. Llegaba con lujos y joyas, entregados por su padre, salía continuamente con sus hermanas siempre cuando yo estaba descansando.
Era así desde mucho antes de Gabriela Doyle y sospecho que sólo le di una excusa para presionar con irnos de allí. Mi trabajo hizo una brecha gigantezca que sería difícil rellenar, lo supe en el mismo instante en que correspondí al beso de Gabriela y sentir tantas cosas que hace muchos años no sentía. Besar a la chica me hizo sentir aquello que solía sentir por mí mujer y que últimamente no lo hacía. Ello solo me puso a pensar en que estaba fallando como esposo, necesitaba hacer algo y pronto.
Nuestra casa era pequeña, pero acogedora, es como Rose ve a su el Renault, fue comprado con mi dinero y sin la ayuda de nadie, por lo que le tenía cierto cariño. Mi padre tenía la universidad de mis hermanos, no quería ser una carga, en cuanto al padre de Edine, permitirle ayuda era que constantemente metiera las narices en nuestro matrimonio. Ya lo hacía y sin recibir nada de su parte, no me imagino si costaba los gastos excesivos de su hija.
—Papá quiere hablar contigo —habla y sigue de espaldas a mí—sobre el ascenso Thomas.
Me acerca el desayuno acomodo a mi hijo al lado del plato y le paso un trozo de pan que muerde con ganas, luego estira el trozo restante hacia mí. Según ella, yo no debería trabajar, viviría de mi padre o el padre de ella, al igual que sus hermanas y sus esposos.
—No pedí un ascenso, tampoco un aumento, si seguimos como hasta ahora y dejas de gastar tanto, podremos salir de adelante —le recuerdo y observo la joya que adorna su cuello o la pulsera a juego de muñeca, sin mencionar al reloj —cuando logre pagar todas las deudas nos pasamos para otro lugar más cómodo. Esa mansión es inmensa y el mantenimiento muy costoso... y no voy a permitir que Rose pague esos gastos —sigo diciendo al saber qué es lo que seguirá diciendo.
—Tu Padre nos ofreció ayuda y el mío dice que no tiene problemas con ello, mantiene a Darién ¿Por qué no puede ayudarnos? —lanzan un paño que tiene en sus manos en la mesa haciendo saltar al niño y lo tomo en brazos levantándome —¿Crees que fue mi idea de matrimonio? Limpiar una casa, cuidar niños y esperarte.
Darién, era su hermano un parasito como sus cuñados que vivían en la mansión de los padres de Edine y sin la menor vergüenza. Ella pretendía que yo hiciera lo mismo, pero me era imposible.
—Jamás te he negado que estudies y te superes, es tu padre quien no quiere y tú estuviste de acuerdo muy cómoda con ello. Siempre te he incentivado a que no te estanques aquí —respondo en calma —te casaste con un hombre independiente, nos conocemos desde que tenemos quince años Edine, siempre supiste que no me gustaba vivir de mi padre.
—¿Por qué no puedes complacerme? Todo contigo es tan difícil —reclama.
—¿Les falta algo? —pregunto —o dime Edine ¿Esa pulsera era necesaria, el nuevo auto, o el cambio de ropa? Vendí el auto que me dio papá en mi graduación para pagar gastos y tu compraste uno mas costoso...
—¿Me lo estas sacando en cara? —dice llevándose la mano en el dije de la cadena — esto no irá a ningún lado o aceptar el empleo y te alejas de Rose y su nueva familia o esto se acaba. Si no aceptas ese trabajo, te va a despedir ... ¿Es que no entiendes?
Suelto el aire frustrado y mi teléfono empieza a sonar, busco dentro de mi bolsillo y lo saco observando que es una llamada de Rose.
—¿Quién es? —pregunta en tono molesto —¿Rose?
—Ya te di los buenos días... —guardo silencio al darme cuenta que no es Rose y que escucho dos voces distintas —ten al niño —ordeno mientras salgo en búsqueda de silencio, porque ella sigue hablando incesantemente.
Me quedo en mitad de la sala y escucho a una chica decir "Conozco este sitio, por aquí vive el juez Dailly". La voz la reconozco rápidamente como la chica que me metió en aprietos con mi mujer y me siento en el sillón, al tiempo que pongo el altavoz y Edine se sienta a mi lado.
—¿Qué sucede?
—Es Gabriela Doyle y creo está en problemas... shhh—ordeno alzando las manos y seguido escuchamos el relato del hombre sobre todo lo que ha hecho.
Pasa algún tiempo en donde ambos callamos al escuchar lo oscuro que es todo lo que cuenta. Nombra a quienes ha ayudado a la esposa de quien sea habla y a Erik, mi piel se eriza al verlo nombrar mi apellido, un Mackay estaba ayudando.
¡Imposible!
—¿No piensas ir o sí? —dice al ver que me levanto y voy por las llaves —llama a sus padres, no te metas en eso —dice nerviosa.
—Lo lamento, pero debo irme...
—Thomas sales de esta casa y no esperes que esté a tu regreso. —me entristece saber que puede más los celos que ayudar a un ser humano.
—Es una vida Edine, deja de lado las diferencias o el odio que puedes tenerle, lo que hizo solo fue producto del trago y en todo caso, soy más culpable yo que ella. —digo tomando sus manos y besándola a ella y al pequeño —llama al castillo y dile que ha nombrado el camino a una casa del Juez.
No espero respuesta, pongo los manos libres y sigo escuchando la conversación del otro lado de la línea mientras ingreso al auto. Me sorprende la frialdad y soltura con la que maneja lo que está sucediendo, no sé cómo ha logrado hacerse el móvil de Rose o porque la llevan a un monasterio, de momento solo soy consciente que corre peligro.
—¿Quién les dijo a los Saywell que Rose y su familia irían ese fin de semana y el sitio donde irían? —freno el auto de pronto, lo que me hace ganar varios insultos, pero no me importa.
Yo deseaba saber lo mismo y sé que Rose también, la respuesta es tan descabellada como improbable, el hombre dice que un Mackay lo hizo y para heredar el dinero.
¡Estaba hablando de mí! Ese maldito hijo de perra, estaba diciendo que yo hice esa atrocidad. Con el odio mezclándose por todo mi interior, piso el acelerador y sigo escuchando la conversación, cada detalle cuenta. Ella muy seguramente marcó un numero al azar al verse en problemas y yo era el único que podía ayudarla.
Pasan varios minutos en donde no escucho nada, pero la llamada sigue en línea. Empiezo a sudar al creer que el miserable le hizo algo y respiro aliado al verle decir ¿Hay alguien allí? En lo que queda del viaje le intento calmar y hasta planear lo que puede hacer para liberarse de la situación en la que está.
La llamada empieza a perderse y ella pide que le diga algo a sus padres. Estoy seguro que podré ayudarla, porque ya he llegado al castillo y se lo hago saber.
—Tengo a Gabriela en la línea —le digo al guardia bajándome del auto y las rejas se abren rápidamente.
No pierdo el tiempo en ingresar al auto y corro directamente a Tanned Duncan quien es el que me espera en la puerta, al lado de uno del menor de los Doyle.
—¿Estás seguro que va a esa dirección? —asiento y le paso el móvil. —Preciosa, soy yo Tanned... —le dice pero su rostro lúgubre me dice que ya no está allí —colgó.
Suelto el aire y apoyo mi cuerpo en un auto, inspiro y respiro fuerte. Rose aparece y me abraza una vez me calmo dos oficiales se acercan, narro a todos lo que he escuchado en detalles, incluso que se supone fue uno de los míos quien dio el paradero de la familia de Rose.
—¿Es todo? —pregunta el oficial y asiento —necesito que llegue a la estación para hacer oficial lo que está diciendo.
—No hay problema —respondo indiferente y me niego a ingresar al lugar.
No cuando todo me acusa a mi o a uno de los míos, mi busca empieza a sonar y me disculpo tengo trabajo que hacer.
—Thomas —la voz de la señora madre de Gabriela me frena y me encuentro de la nada recibiendo un abrazo de su parte —Gracias.
No le respondo, ni siquiera doy para mirar a Rose a los ojos, tengo en mi mente la voz del hombre narrando todo lo que le hicieron a mi familia y que culpara a uno de los míos.
—¿Podrían decirme si saben algo? —pido y es un chico quien asiente.
Observo a Rose mirarme con los brazos a lado y lado de su cuerpo, ha escuchado que uno de su familia es culpable. Es como retroceder, por mucho tiempo la vi hacer conjeturas sobre quien era los asesinos de los suyos y mientras yo señalaba a Duncan, ella señalaba a mi padre y mi tío.
Ahora con la confesión de ese hombre, ya no había dudas, uno de los míos causó la muerte de los padres de Rose. Una vez llego a mi trabajo me recibe un accidente de autos y varios heridos, no hay cirujanos en el área y me toca doblar.
Y como tengo una esposa exigente en sus gustos y un bebé que mantener acepto.
Varias horas después, salgo del quirófano quitando los guantes y los tiro en la cesta, hago lo mismo con el tapabocas y salgo evitando enfrentarme a los padres del chico que estaba en cirugía. Un adolescente de 16 años se llevó el auto de sus padres sin permiso. Se fue de fiesta con unos amigos en donde el coctel de pepas y licor abundaba. Como resultado de todo, se estrelló con otro auto, en igual o peor de condiciones que él. Ambos con lesiones leves, sus compañeros entre la vida y la muerte... los dos transeúntes inocentes, fallecieron en el acto.
Sacudo mi cabeza fastidiado, debería estar acostumbrado a todas estas cosas. Normalmente no me afecta tanto, pero lo sucedido con Gabriela lo hace, escuchar la confesión de ese hombre ha hecho que no deje de pensar en eso. Tengo que ir con la policía y contar todo lo que escuché, incluyendo que un Mackay dio la dirección de la casa de campo del padre de Rose.
Mi declaración era lo más parecido a culparme, sin embargo, yo era inocente y mi familia también. Si bien, mis padres no se tomaron a bien lo de Rose y la herencia, lograron entender rápidamente al ver que ella no usaba un dólar de esa herencia. Cuando empezaron a llegar las regalías producto de las ventas, aceptaron que fue la mejor decisión. No hablarles era el orgullo de tener que darle una disculpa a la chica que por años acusaron.
Una vez en el baño observo mi imagen en el espejo, grandes sombras oscuras debajo de mis ojos, el cabello revuelto y la mirada de un hombre derrotado, que debe aceptar su destino. Abro el grifo y lavo mi rostro, he recapitulado todo lo ocurrido en esa época, de universitario. Busqué en lo más recóndito de mi mente, algo que logrará darme una idea de lo sucedido.
Me visto nuevamente y voy a los casilleros, reviso mi móvil y encuentro un mensaje desde el móvil de Gino, diciéndome que fue encontrada y está mal herida, también el sitio en donde en este instante la tienen en cirugía. Salgo intentando llamar a casa o a Edine, pero no obtengo respuesta, dejo un mensaje en la contestadora simple.
—Preciosa, tus ganas acepto el trabajo de tu padre y me alejaré de Rose... te quiero —cuelgo y sigo mi camino, pero siento que he sido derrotado por una fuerza invisible.
Tropiezo con un cuerpo y retrocedo al descubrir a el doctor de guardia en urgencias, quien me mira preocupado.
—Thomas, ¿Qué tal el turno? —habla y resoplo —te vez fatal, llevas más de un día aquí.
—Dos accidentes en auto, cinco heridos y dos muertos —respondo con melancolía —los muertos son dos peatones que no tenían nada que ver.
—¿Alcohol?
—Y drogas —sigo por él —espero que esto acabe algún día. —digo caminando hacia el lugar.
—Nos quedaremos sin trabajo si es así —me responde entre risas.
—Siempre encontraremos una forma de morir —alzó una mano a manera de despedida y mi compañero sonríe.
Regreso la mirada hacia los pasillos y al fondo de ellos veo a Archie, quien parece esperar a alguien. Detengo mis pasos y miro la hora diez de la noche ¿Qué hace a esta hora aquí? Estoy por acercarme cuando una mujer sale, es Melissa, la doctora que reemplazo a Evans. Sonrió al ver que la mujer va de la mano de un niño de unos siete años, enyesado lleva una camiseta de fútbol escolar. Alza su pequeño rostro hacía Archie y esté le acaricia su cabello despeinándolo. Vienen directo hacia mí una vez me ve se aleja de la mujer y el niño acercándose a mí.
—Vi las noticias ¿Te encuentras bien? —pregunta preocupado —Espero no estés en problemas, lo digo por el rumor que uno de ustedes está detrás de todo esto.
—No he tenido tiempo de ver noticias y es una locura —comento pasando las manos por mi cabello —espero todo se solucione —sonrió a la mujer que pasa por mi lado y al pequeño que mira a Archie como quien ve a un héroe. —¿Es la indicada?
Me atrevo a preguntar al ver que se queda viendo a la mujer mientras avanza a la salida. Parece pensar la respuesta y me cruzo de brazos en espera de ella. Su reacción me hace sonreír pues no se ve muy claro en sus emociones.
—Rose era la mujer correcta para mí —logra responder y niego sin poder creerlo —pero... Yo no era el hombre correcto para ella y Melissa, digamos que a ella no la voy a dejar ir.
—Que romántico —respondo sin evitar reírme de él.
—No todos tienen tu suerte, casarse con la primera y única novia—suelta y me despido de él —por fortuna, no escuchaste mis consejos... Si necesitas algo.
—Te llamo, lo sé —doy media vuelta y me alejó.
Rumbo a la clínica recuerdo como los consejos de Archie ayudaron a mi relación. El hombre aseguraba que no podía llamar amor cuando solo conocía a una sola persona. Conocí a Archie por Rosé, obviando lo molesto que fue con ella al verla de novia de Doyle, era un buen tipo. Su teoría era que ambos (Mi esposa y yo), nos diéramos un tiempo fuimos el primer novio uno del otro. Archie lo dijo, luego de nuestra primera discusión, a días de él empezar a salir con Rose.
Mis tíos habían muerto meses atrás y Rose, se sentía bastante afectada por esa pérdida. Yo solía pasar la mayor parte del día con ella y Archie en las noches, a mis tíos no le gustaba Archie, por la diferencia de edad y lo vulnerable que estaba Rose.
Rápidamente se dieron cuenta que la quería de verdad y empezaron a aceptarlo. A Edine le molestaba que le pasara más tiempo con Rose que con ella.
Así que tuve que ser claro con mi entonces novia, Rose era mi familia y Edine de momento solo era un buen sexo que podía ser reemplazado con cualquier mujer. Sonrió al recordar el rostro espantado de Edine al decir las palabras que Archie me había recomendado decir. "—Te aseguro la tendrás comiendo de tu mano y hará cualquier cosa para hacerte feliz. Si quieres mi consejo, aprovecha la disputa para comerte un buen... Ya sabes". Me había dicho en aquella ocasión, según su teoría era la mejor forma de saber si éramos uno para el otro.
Detengo el auto frente a la clínica y salgo, no tengo mucha prisa en llegar, soy consciente que es demasiado tarde, debo llegar a casa, arreglar mi matrimonio. Mi sentido del deber me obligaba a preguntar por la salud de la chica.
—Buenas noches ¿Podría decirme en qué lugar encuentro ...?
—¿Thomas? —giro y veo a Rose correr hacia mí.
Se ha alejado de su esposo y sonríe al ponerse frente a mí, me resulta difícil verla a los ojos sin recordar que uno de los nuestros la traicionó, le quitó su hogar.
—Te vez feliz —le digo acomodando su cabello que luce revuelto y sonrió al ver a su esposo negar molesto ante su comportamiento —¿Qué tal Gabriela? —preguntó y su hermano niega.
—Tengo esperanzas, su condición es delicada, pero es una chica fuerte —me dice y seguimos avanzando, me narra que fue alcanzada tiene dos heridas una de ellas en sus vertebras, la otra a centímetros de su corazón —logramos traerla a tiempo, fuiste de gran ayuda tú y tu esposa.
—Rose hubiera hecho lo mismo —digo y tomo su rostro, ella sigue pendiente al mio y sé que está preocupada por mi situación.
—Leí tu declaración, —me dice Gino y asiento. — lamento mucho que tengas que pasar por esto, Rose dice que eres inocente.
—Espero sea solo una confusión, he intentado recordar, pero no hay nadie que crea capaz de algo asi —confieso y lo veo mirar a su esposa.
—No te creo capaz de dañar a nadie, cruzaste media ciudad y dejaste a tu esposa enojada... le contó todo a Rose —habla al ver que lo miro intrigado —tengo contactos aquí, si lo que deseas es no trabajar para tu suegro y el sueldo no es malo.
—Déjate ayudar—me dice Rose tomando mis manos —ellos necesitan de alguien de confianza que este cerca a Gabriela.
—No te regalaré nada, si eres como Rose (que imagino es asi) —dice y mira a su mujer quien le saca la lengua —solo le diré al dueño que eres el encargado de mi hermana y cuando ella se recupere quedarás aquí.
—Lo pensaré, por el momento deseo solucionar el problema con la declaración de ese hombre —le digo y ambos sueltan el aire.
—¿Recuerdas los que están en prisión por la muerte de mis papás? —asiento y pasa sus manos por mi cintura lo que me hace alejar mis manos sin poder entender —van a hablar, creo que al estar todos muertos ayudó. ¿Sabes lo que eso significa?
—Sabrás la verdad —tomo su rostro con ambas manos y niega.
—Dirán la verdad Thomas —corrige Gino —ningún Mackay está implicado.
Han estado llamándome, pero tengo el móvil apagado, les comento que estuve en un turno de más de 24 horas, y que no he ido a casa. Ellos hablarán darán el nombre de la persona que dio la ubicación, lo que quiere decir que yo no seré señalado.
—¿Confías en mí? —le pregunto y en respuesta golpea mi pecho.
—Sé que no fuiste tú y en todo caso sería mi tío Aíran, era el quien seguía en orden para heredar —sentencia y le encuentro sentido a ello —de momento sólo han dicho que no fue un Mackay y que en ese entonces no lo era.
—¿Todo bien con Gino? — pregunto al ver que se aleja a hablar por móvil.
—Canaliza su odio con quien debe, tiene problemas con su padre, pero lo de Gabriela los ha unido. —se alza de hombros y la acompaño a la entrada. —Betf fue el que la secuestró ¿Lo recuerdas?
Lo recuerdo como el anciano que se decia lo había entrenado el que llamaba abuelo y me resultaba difícil de creer. Una vez Gino suelta el móvil, sus padres llegan, me cuentan que se están turnando para estar con ella. Insisten en llevarme a casa, porque no me veo bien y temen que cause un accidente.
—Yo llevo tu auto —habla Rose y su esposo asiente— quiere saber lo que hablaste con su hermana —susurra y entiendo entonces la situación.
—Siendo así, no hay problemas —respondo.
Salimos en silencio y veo lo pegado que esta con Rose, es notorio el sentimiento de ambos y me alegra saber que de algo tan oscuro, salió una relación sólida.
—Ve tu delante —le ordena a su esposa y sonrío porque se lo que viene, se cruza de brazos y alza la ceja molesta —por favor. —ruega y le sonríe.
—Asi está mejor —le responde y dentro del auto esperamos que ella avance primero.
—Tu hablaste con ella—habla al verme callado —¿De qué? Y ¿Por qué a ti?
—Creo que marcó al azar, hablamos de lo escuchado, cómo se soltó—digo mirando la carretera —tu hermana es muy valiente, debiste escucharla, nunca dudo o rogó. —lo observo mirar la vía y sonríe ante lo que le he dicho.
—Es un ángel, Gabriela es el ser más maravilloso, fuerte e inteligente que puedes conocer. Solo ha tomado malas decisiones —me dice y asiento.
—Cómo todos —respondo. —su hermana me sorprendió, fue muy valiente.
—Ella se sabe mi número, el de mi padre y el de todos... ¿Por qué marcó el suyo? —insiste —no debí bajar la guardia con papá, tenía que insistir.
—Desde que Rose entró a ese castillo y lo sucedido con estas pastillas acostumbro a llamar todas las mañanas, ese día no fue la excepción. —confieso —la última llamada del móvil era mía, no me escogió a mí Gino, teniendo en cuenta la situación fue una suerte que fuera alguien conocido.
Intento contarle todo cuanto recuerdo, porque le molesta que hablara conmigo y no con él. Imagino que llamó a la última llamada que Rose tenía en su móvil y esa era la mía. Mientras le cuento lo ocurrido aprieta con fuerza el volante, le está resultando difícil escucharlo. Estamos fuera de la casa, Rose se baja del auto saca la llave del auto y la observamos entrar, mientras yo termino de narrar lo ocurrido.
—Estamos muy agradecido contigo por todo lo que hiciste, realmente me gustaría poder ayudarte —dice y Rose sale en ese instante agitada.
—Será mejor que entres —habla y puedo ver que tiene unos papeles en sus manos, pero los ignoro.
Salgo del auto porque esa declaración me hace pensar lo peor, corro al interior de mi hogar y una vez lo hago encuentro a Rose en medio de la sala tiene en sus manos un auto de juguete de mi hijo y en la otra un documento, subo las escaleras de dos con el corazón latiendo a mil.
—Thomas —murmura Rose detrás de mí.
Entro a nuestra habitación y abro los cajones, ignorando la voz de Rose o de Gino detrás de mí. Sigo abriendo uno a uno las puertas de madera y solo encuentro mi ropa. Salgo de allí haciéndolos a ellos aun lado mientras llamo a gritos a mi hijo y me digo que ella no puede haberme hecho esto.
—SE fue Thomas —me dice rose al ver la habitación de mi hijo vacía, sin ningún de sus juguetes. —te dejo esto. —me alcanza un documento y me niego a leerlos.
—¿Qué es? —pero sé que es exactamente
—Es la demanda de divorcio y la solicitud de la custodia total de su hijo —no encuentro palabras para describir lo que siento y cuando creo no ha sido más infame escucho lo siguiente.
—Tambien una carta de despido, sin un trabajo estable sabe no podrás pelear por la custodia de Christian.
—Él tiene un empleo —responde Gino y alzo la mirada hacia el —tú decides si te quedas allí y te arrastras o te levantas y luchas por lo que es tuyo.
Insisten en que me baña con ellos, pero me niego. Imagino que es solo una de sus rabietas y volverá mañana en la mañana. Cuando lea el mensaje sabrá que acepté trabajar para su padre y todo seguirá como antes.
—¿Eres consciente de lo extraño que es todo esto? —ante la pregunta lo observo y me mira con rostro severo —un Mackay estaba implicado y los que jalaron ese gatillo van a hablar y ¿Tu esposa pide el divorcio?
Me tiro en un rincón y me permito pensar un instante ¿Cómo pudo hacernos esto? Vivir a mi lado día tras día sin sentir el menor remordimiento, vio a Rose destrozada y sin ganas de seguir adelante.
—Era muy joven ella no pudo hacerlo —la defiende Rose.
—¿Qué hay de su padre o hermanos? —pregunta y lo miro sin entender. —Rose me dice que tiene un hermano mayor y hasta donde se sabe, un hombre entró con Erik en casa de Gianluca...Y no está dentro de los muertos.
Un hermano con el que se llevaba mal y del que no solía hablar, con el que se distanció hace años. Si era así, ella supo todo este tiempo la verdad y no la dijo y eso quizás igual a si dijera la dirección de la familia.
Decido aceptar el empleo, recuperar a mi hijo y en lo que me queda de vida le hacerle pagar por el daño ocasionado, no solo a Rose a todos los Mackay, porque por años ella nos señaló a nosotros como culpables de lo sucedido con sus padres.
—Acepto el empleo —hablo seguro.
Últimos capítulos...
La historia de Thomas se desarrolla en otra novela, pero parte sobre la base de esta, no daré más detalles.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro