Capítulo 29.
Narrador
El silencio en la sala es tenso, las nuevas generaciones de los Doyle siguen en pie detrás de su única prima. Escuchan a Tanned narrar quien es su esposa, y como se logró casarse con una mujer a sabiendas que su cercanía era para dañar.
—No creí que vendría a dañar a Gino o a ustedes, realmente pensé que quería vengarse de mí. —habla desajuntando la corbata con violencia —Ustedes eran sus hijos y nietos, nunca la vi capaz de llegar tan lejos—señala a Guido y a Gino, luego mira a Gael quien apoyado en la pared lo escucha con rostro neutral.
—Eso aplicaría para ti o para mí, porque ambos la desenmascaramos —sigue Gael y asiente —la perseguí por muchos años, la escuché decir que uno de los tres no era su hijo. —carraspea y mira a sus hijos que lucen contrariados. —sospechaba que era yo, me trataba peor que a los demás.
Lo mandó de intercambio y una vez allí, no quería que él volviera. La negativa de que fuera a casa, lo llevó a hacerlo antes de tiempo (como todo Doyle). Allí escuchó una conversación, que lo perseguiría hasta en las noches y no lo dejaría en paz, hasta que habló con su abuelo y entre ambos idearon el plan, que les diría meses después la verdad.
—No era un Stewart y aunque eso respondió a las preguntas sobre porque me trataba mal, revelaba otras interrogantes peores ¿Quién era mi madre y donde estaba? —su rostro es el reflejo de la nostalgia, que aún le embarga al saber que fue alejado de su madre, padre y hermana.
—A todos no trataba mal —réplica Guido tirándose en una silla. —pero con Gael se ensañaba peor, luego de llegar al intercambio las cosas cambiaron. Ella lo dejaba hacer lo que quisiera y él, se enfrentaban. Después supimos por qué le dejaba hacer de todo.
Los tres se instalan cerca uno del otro, tal cual en otros años y con el paso de los años en su rostro. En alguno de ellos las arrugas son notorias, sus esposas lo ven preocupadas al notar en su comportamiento rastro de hace veinte años.
—¿Por qué no lo dijo? —pregunta Gianni indignado —¿Tan bien cogía? —Tanned lo observa y frunce el ceño.
La molestia está en sus ojos y en su cuerpo tenso, Gianni materializó aquello que todos pensaban y que nadie se animaba a decir. Era increíble que pudiera cerrar los ojos en las noches, sin sentir temor a lo que hiciera la mujer que dormía al lado suyo. Era una mujer que bien podía, estar entrenada para matarlo y la única manera era quizás esa. La gran mayoría de los jefes de la mafia, que fueron arrestados, lo hacían porque sus amantes los entregaron.
—No me faltes al respeto, que puedo ser tu abuelo...
—Por fortuna no lo es —réplica el joven sin la menor vergüenza —así que puedo decirle lo que pienso ¿Qué pensaba hacer exactamente? Se casó con una golfa, mentirosa y que podía ser su abuelo ¿Creyó que se acercó por su físico? ¿Es que acaso no se ve al espejo? —pregunta ya fastidiado, ante la risa de todos sus hermanos y primos.
Sabía lo que pretendía a hacer y de dónde sacó tanto dinero y aun así le propuso matrimonio sin importar lo descubierto,
Fue la enfermera de Lessie Stewart y que había cambiado su nombre y apellidos. Una vez casados, supo que tenía bienes a su nombre, años después todos ellos desaparecen y le dice que los vendió por que no tiene tiempo para dedicarle, que quiere invertir.
—¿Seguiste el rastro a esa venta? —pregunta Gino a su cuñado y asiente.
El comprador fue Shurik Saywell, padre de Izan y Erik Saywell, los dos hombres que se ensañaron con Rose Mackay, hoy Doyle. Las compras fueron sistemáticas, algunas de ellas las adquirieron cuando Lessie aún vivía.
Hoy día y sabiendo que los Saywell, tenían en su poder al hijo de Ernest con Elizabeth y que este hombre era hijo suyo, concluye que el joven sabía de quien era hijo. Lo que heredó de sus padres adoptivos, era lo que le pertenecía por ser nieto de Lessie. Selene o Mía, como sea se llamará, fue solo la persona en quien Lessie confío ese dinero a esa conclusión llegó Gino.
—¿Por qué motivo una mujer acepta algo así? —pregunta Guido contrariado.
—Será mejor si salen —habla Gino mirando a todos —tú también Gabriela, espérame fuera.
Guardan silencio mientras el grupo da media vuelta y de apoco va dejando sola la sala. Sus mujeres también se van, quedando únicamente los tres con Tanned Duncan. Existen cosas que aún se niegan a contarle a sus hijos y que tal vez ellos sospechen, pero no son capaces de hablarlo en voz alta.
Lo cruel que su madre y aliados fueron con ellos hace veinte años, lo difícil que fue para todos, hasta Gina su hermana menor sufrió por su culpa.
—Mía Sophia y Erik tienen una relación desde que ella salió del destierro, cuando su madre murió —confiesa —me acabo de enterar —se apresura a decir al ver en el rostro de los tres hombres el reproche.
—¿Qué hay de la primera enfermera? Sefora James. —pregunta Gael —llegó allí recomendada por mí, pero jamás la vi. Yo solo pedí una enfermera y ella llegó.
—Allí está el pequeño detalle, —responde Tanned —tenía mis dudas sobre su muerte, ustedes estaban muy relajados en ese Sepelio y ya Claid me había dicho sobre el destierro. Recurrí a mis contactos y día con los hijos de Cefora James, la mujer que sabía fue contactada por ti e imaginé era para ser la enfermera de Lessie. Me las arreglé para que sus dos hijos me dieran información... Los hice mis socios Dany y Samuel James. Me contacté con ellos, pagué bien para que no dijera a nadie mi presencia ese día.
La mujer les cuenta a sus hijos a diario el infierno que vive con la anciana, estos a su vez le narran todo a Tanned. Solo existía un problema, la mujer no daba el lugar exacto de donde quedaba el destierro y el necesitaba hacer una visita.
—Envié a sus hijos a que me permitiera entrar a su casa —comenta —y dijo que sólo lo haría si llegaba por mis propios medios, jamás me diría el lugar.
Cuenta lo que hizo con Lessie en aquella ocasión y los motivos que lo llevaron a ello. Sabía que caminaba y la encontró de pie molesta en mitad de la sala. Siempre se opuso a la ley que decía ella tenía que morir de ser absuelta. Sus abogados lograron le diera casa por cárcel, no obstante, jamás pensó que sus hijos cumplirán esa ley. Aquella que decía que un miembro de los Doyle que causara daño a uno De los suyos, tenía que ser llevado a la arena y luego morir.
—A ti te envío una carta pidiendo que consideraras su vida en el destierro —le dice a Gino, quien no se repone de saber que el hombre que tiene ante él, puso en estado vegetal a su madre y que con ello logró que su odio aumentará —a Sefora le escucho decir que se iba a escapar, era déspota con ella, exigía que no la mirara a los ojos o entablara una conversación. Estaban solas en mitad de la nada ¿Con quién más iba a hablar?
Estar encerradas y sin nadie con quien hablar le hacía hacerlo sola, con nadie más podía más que con su enfermera, pero se negaba y empezaba a hablar con personas inexistentes. Parecía que desvariaba, en algún momento pensó que se estaba volviendo a loca, hasta que descubrió que lo hacía con ese fin, que Sefora la creyera estaba mal de la cabeza y bajara la guardia en su cuidado.
—Lo supe días antes de tu ir —sigue diciendo a su cuñado —solo quería saber el lugar, porque Sefora no cedía en eso. La oportunidad se dio, cuando Veruzka fue asaltada. Te di mi camioneta y ese mismo día fuiste a verla, acudiste a su llamado como el buen hijo que eras. Sólo te estaba probando porque lo único que quería saber era que, si acudirías cada que ella lo te llamara, si lograría convencerte o tendría que escapar.
Saywell conoció la historia de las pinturas, fue el quien empezó una búsqueda exhaustiva por cada museo, era el único lugar al que podrían haber entregado tamaño hallazgo. Nunca fue visto como sospechoso, porque era un familiar lejano y siempre fue astuto en no mezclarse del todo. La mayoría están en prisión, pero él siguió libre y ayudando a sus parientes afuera, incluida a Lessie Stewart. Cuando Lessie entra al destierro sabía de la existencia de esos cuadros y vio en ello la única forma de regresar a la familia por la puerta grande. Escaparía del destierro y una vez fuera negociaría su regreso con las pinturas.
—Era imposible, ya estaba muerta —comenta Gael cruzándose de piernas, era el más relajado de todos —así mis hermanos lo desearan, no podían.
—¿Por eso Erick se acercó a Rose en esa cafetería? —exige saber Guido y Tanned alza las manos—¿Por qué ocultas algo así? ¡Dañaste a mi madre! Provocaste toda esta mierda...
Niega levantándose y riéndose de los tres, se defiende al decirle que él no causó nada, Lessie Stewart, estaba ya podrida antes de él vengarse. La mujer esperó por años la muerte de Ganzel, en espera de tan anhelo título de Jefe del clan Doyle. Desconoce por qué llegó a creerlo, todos sabían por lo menos esa ley de los Doyle...
Solo uno de ellos puede ser el custodio de los bienes y recuerdos de sus antepasados. Lessie Stewart, murió con el odio carcomiendo sus entrañas por no poder ser lo que por años persiguió, ser vista y respetada como una Doyle. Ante de eso, se aseguró que los que la llevaron a ese lugar murieran, Sefora James y sus hijos desaparecieron y Elizabeth Landvik, es quien cobra el cheque del seguro. Los Mackay murieron por orden suya y se cree que era simplemente, para no dejar herederos.
—Les invito a hacer un recorrido por esa época —le dice acomodando su saco y sacudiendo una pelusa inexistente de su saco —lo nuevo que sé es porque Erik lo comentó con Ángelo, parece que desea entrar a sus filas y está ganando puntos. —habla cruzándose de brazos y alza una ceja —No soy el único que causó la ira de tu madre, yo también perdí a mi padre de manos de Lessie. —le dice señalando a Gino —pero no fui tan cobarde para fingir nada pasó, no me escudé en mi posición de hombre bueno y descendientes de ángeles para no hacer nada. Lessie mató a mi padre, —habla bajando sus manos y empuñándola—causó la muerte de mi madre por la depresión que le siguió al ser señalado como ladrón. En cuanto a Gino, su esposa, mi Sobrina, Sefora James y sus hijos yo lo soluciono. Ustedes sigan fingiendo ser hombres finos e impolutos.
Sale de la habitación sin despedirse y dejando a los hermanos Doyle sumergidos en los recuerdos de esa época. La gran mayoría recordaba que fue por su permisividad lo que causó que Lessie dañara a su hermana. Gael recordaba que no hacer las preguntas adecuadas en el momento justo, le impidió estar cerca a su madre los últimos momentos de su vida. Guido recuerda que cayó cuando vio a esa mujer rubia en la casa, con lo que parecía un niño en la madrugada. Su madre se lo pidió, cambió la mejor de las pruebas que tenía su padre que su hijo con Belliz vivía por un cariño falso. Gino acepta que no es lo suficientemente, recio para ese cargo jamás lo ha sido.
—Llamaré a Gabriela —dice el mayor rompiendo el silencio y levantándose de la silla, avanza hacia la puerta del estudio la abre y dice —entra.
Le abre paso a su hija, quien entra en silencio y se instala lejos de los tres hombres. Su padre cierra la puerta impidiendo que sus primos entren y se queda en pie de brazos cruzados. Aún no le dice, como llegó la letra de Selene en esa lista y el necesita saberlo.
La respuesta es tan simple que todos llegan a sonreír divertidos, al escucharlo. La mujer que ha sido tan astuta en todo, cayó en algo tan sencillo. Gabriela llegó a la casa de su tío, luego de salir cierto día de la universidad. Necesitaba algunos libros que Selene le había dicho tenía, estudiaba medicina y recibió el dinero para esos libros. Su acosador le pidió efectivo y ella le entregó todo lo que tenía, le dijo a su tía, que había gastado el dinero de los libros y temía ser reprendida.
—Me dijo que me regalaría los suyos y que podía incluso ahorrar más dinero, me los daría todos, que no le dijera a papá que ella me los dio —confiesa —eran muchos y por más que intenté guardarlos en la mochila no pude, saqué todo el contenido, entre ellos la lista de invitados que mamá me pidió pasar.
La reprendió, por el aspecto de la lista y su letra esa caligrafía no era la adecuada para una dama. Necesitaba tener una letra impecable, ya que, a futuro ella hereditaria la destilería. Ante eso se burló diciéndole que sólo un varón podía estar al frente, le dijo que era hora que esas leyes cambiaran. Arrancó la hoja de la lista y pasó en limpio, no sin antes hacerla ver como se hacía cada letra.
—Me dijo que fuera con ella en las tardes que me ayudaría con mi letra —dice apenada. —pero papá no me dejaba salir, así que le dije no podía.
—¿Algo más? —ante su negativa su padre insiste —si hay algo más, será mejor si lo dices ahora.
—No hay nada más —Insiste y su padre asiente.
—Después hablamos de tu castigo —le dice su padre y sus tíos afirman.
Su tío Guido le pregunta si existe algo más que les está ocultando y niega, les ha contado todo. Tampoco tiene una idea de donde está su acosador, en ese punto para todos los allí presentes, es obvio que no está en América. Quizás el plan inicial era robarse a Gabriela en alguna salida, con su supuesto enamorado, el temor de hacerlo le evito un problema mayor, tal cual sucedió con Rose. Ello sólo dejaba a un hombre resaltado en letras grandes.
Erik Saywell, el hijo del asesino de su padre.
—No les pasa que, al tomar una decisión, se encuentran pensando ¿Qué haría mi padre o el abuelo Ganzel? — pregunta Gino, una vez quedan solos.
—Yo voy más lejos —cuestiona Gael —¿Qué hubiera hecho Gino, tu hijo, al saber lo que hizo su tío? —el silencio que sigue a la pregunta habla por sí solo y su tío Guido ríe descontrolado.
—Lo hubiera sacado a las patadas y exigido que no se metiera en sus asuntos —responde Guido de buen humor —no sin antes recordarles a la madre que lo parió.
—Es por ello que no lo quieren en el control de todo —sigue diciendo su tío Gael —¿Qué hizo cuando tuvo que desocupar la casa que ocupó su abuela? —pregunta y mira a su padre, quien niega en silencio.
—Se le pidió no quedarse con nada y sólo leer lo que estuviera a su nombre —les recuerda —solo tenía que guardar todo y quemarlo, hizo lo que dio la gana.
—Lo que creyó correcto —corrige Guido —tiene voz, capacidad para tomar decisiones, criterio propio y no le teme a nada. Se trajo la carta, tomó fotos, persiguió a su acosador e hizo una descripción suya perfecta, logró conocerlo en las cámaras de seguridad. Siguió la pista ese pendiente y hoy sabe fue elaborado por Joyerías Mackay.
Todos están de acuerdo en que es así, Gino Doyle Duncan, no es el mejor ser humano, no obstante, posee todas las descripciones que se necesitan para ser jefe de ese grupo, rebelde, impetuoso, temerario, no le interesa el qué dirán, sacó de su oficina a una mujer semi desnuda que lo amenazó y sin importar lo que sus empleados pensaran, trajo cosas prohibidas del destierro y se casó con la mujer que no gustaba, tampoco estaba en la lista.
—Seamos sinceros, debemos saber cuándo hacernos a un lado —habla Gael —es hora que tome el control de lo suyo.
Y todos están de acuerdo con él, en que es la mejor decisión, ahora solo falta que hable con su esposa y le pregunte a quien pertenece el otro pendiente. También que acepte estar al frente de la familia antes de tiempo.
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